La contingencia que frenó la reactivación del puerto de Barranquilla
Una draga lleva dos semanas, y tardará por lo menos dos más, retirando el sedimento que ha restringido el acceso de los buques al puerto de Barranquilla. Una situación que ha dejado pérdidas y sobrecostos que superan los US$8 millones, según Asoportuaria.
Luego de cuatro meses de que comenzara la reactivación económica en el puerto de Barranquilla, tras un año de labores interrumpidas por la pandemia, las operaciones volvieron a reducirse desde finales de junio como consecuencia de la baja en las profundidades del puerto por la falta de mantenimiento. Un verdadero obstáculo que en el último mes ha obligado al desvío de 30 embarcaciones a Cartagena y Santa Marta, lo que representa cerca de 270.000 toneladas de mercancía. Además, hubo pérdidas y sobrecostos que superan los US$8 millones y el decrecimiento en tráfico de buques de más del 20 %, según cifras entregadas por la Asociación Portuaria de Barranquilla (Asoportuaria). “Esto es un freno en seco a la reactivación económica y al buen momento que traía el sector portuario. La proyección que se tenía para julio era muy buena, porque los sectores que atiende el puerto se han reactivado”, expresa Lucas Ariza, director de Asoportuaria.
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Luego de cuatro meses de que comenzara la reactivación económica en el puerto de Barranquilla, tras un año de labores interrumpidas por la pandemia, las operaciones volvieron a reducirse desde finales de junio como consecuencia de la baja en las profundidades del puerto por la falta de mantenimiento. Un verdadero obstáculo que en el último mes ha obligado al desvío de 30 embarcaciones a Cartagena y Santa Marta, lo que representa cerca de 270.000 toneladas de mercancía. Además, hubo pérdidas y sobrecostos que superan los US$8 millones y el decrecimiento en tráfico de buques de más del 20 %, según cifras entregadas por la Asociación Portuaria de Barranquilla (Asoportuaria). “Esto es un freno en seco a la reactivación económica y al buen momento que traía el sector portuario. La proyección que se tenía para julio era muy buena, porque los sectores que atiende el puerto se han reactivado”, expresa Lucas Ariza, director de Asoportuaria.
También se perdió parte del calado, que se redujo a 6,7 metros, aunque ya se ha aumentado hasta los 8,4 metros y de hasta 9 metros con luz día, cuando las condiciones mejoran. Esto implica que los buques pueden entrar, pero se disminuye la carga puesto que entre más sea, mayor profundidad requiere para llegar al puerto. “La mayor parte de las embarcaciones que llegan a nuestra ciudad están por encima de 6,7 y adicionalmente hay un costo intangible que es la pérdida de confianza de los usuarios del puerto”, dice José Curvelo, director de la Oficina de Asuntos Portuarios del Distrito de Barranquilla.
La Dirección General Marítima (Dimar), entretanto, se ha encargado de regular las operaciones marítimas en medio de las restricciones, midiendo las profundidades y haciendo estudios para buscar las mejores horas del día para el ingreso al puerto. Las operaciones “se han podido desarrollar viendo el comportamiento del buque, viendo cuáles son las características, calados y su tipo de carga”, explica Carlos Urbano Montes, capitán del puerto de Barranquilla.
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El Gobierno Nacional, a través de Cormagdalena, es el encargado del mantenimiento del canal de acceso desde Bocas de Ceniza hasta el Puente Pumarejo, que comprende 10 instalaciones portuarias que componen el puerto. En contraprestación portuaria, por los recursos invertidos, el puerto “entrega aproximadamente $25 mil millones anuales, de los que el 40 % se queda en el distrito y el 60 % va a Cormagdalena. El Distrito lo tiene comprometido en el pago del corredor portuario. Esto impacta la economía de manera positiva, pues participa del 5,1 % del Producto Interno Bruto y la entrega a la ciudad más de 20 mil cargos”, añade Curvelo.
El mantenimiento es necesario para conservar la profundidad del puerto, ya que si no se hace constantemente se acumula el sedimento e impide el acceso de los buques al puerto. Esa es, de fondo, la razón de la contingencia actual. El 11 de marzo finalizó un dragado de adecuación, y se contaba con otro que haría mantenimiento hasta finales de año, pero esto no se dio porque no se contrató mediante una licitación. “Quedaron desiertas tres licitaciones, a finales de marzo, principios de abril y mediados de junio. Esto llevó a tener la crisis de la que hoy apenas estamos sacando la cabeza”, afirma Curvelo. Por esto, desde finales de junio, se empezaron a evidenciar dificultades en algunas embarcaciones para acceder al puerto.
Esta situación llevó a que el martes 12 de julio el alcalde Jaime Pumarejo declarara la calamidad pública y restringiera el servicio en el puerto. Cormagdalena tuvo que contratar desde Jamaica la draga Taccola, de la compañía Jan de Nul, que tuvo retrasos en su llegada. Inició labores el 16 de julio y había sido contratada hasta el pasado fin de semana. “Ese contrato de dragado es un contrato del que hoy cumple con amplios parámetros de auditoría en la que participan organismos de control, la Dimar, Cormagdalena, el sector privado y la ciudad de Barranquilla. Siguen con absoluto rigor criterios de medición y rendición de los equipos de manera permanente”, afirma el director de Cormagdalena, Pedro Pablo Jurado.
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Sin embargo, aún no ha bajado la sedimentación de las profundidades en algunos puntos críticos, especialmente en Bocas de Ceniza, que es el lugar en el que el río Magdalena se encuentra con el mar Caribe, y en el canal de acceso en los kilómetros 5, 11 y 21. Las causas de este fenómeno se encuentran en estudio, pero algunas de las razones son el invierno, las fuertes brisas, la falta de mantenimiento a las obras, la sedimentación propia que trae el río, entre otras, según Curvelo. Pese a las disminuciones de profundidades y los trabajos de dragado, en los últimos días se ha presentado alta dinámica en la zona. “El dragado ha recuperado esas áreas de sedimentación donde se ha reducido la profundidad. Sin embargo, lo importante es seguir monitoreando y evidenciando ese avance y la dinámica propia del río para saber en qué otras zonas pueden depositar sedimentos”, aclara Urbano.
Para continuar con las mejoras de las profundidades del puerto fue necesaria la ampliación de los trabajos de dragado. “El contrato actual se va a extender probablemente en unos 250.000 metros cúbicos adicionales. Esperamos con eso mantener el actual equipo por unas dos semanas. También esta semana queda abierto, a través de Findeter (Financiera de Desarrollo Territorial), una nueva licitación por $15.000 millones para mantener un nuevo equipo que probablemente deberá llegar en unos 25 días”, agrega Jurado.
Con dicha licitación se buscará tener una draga permanente para mantenimientos preventivos hasta finales de 2022. Entretanto, continúa el proceso de la alianza público-privada (APP) del río Magdalena. Se espera que esta abra licitación en septiembre y sea adjudicada entre marzo y abril del próximo año. El encargado de proyecto será el responsable del mantenimiento del puerto y de lograr la navegabilidad del río Magdalena desde Bocas de Ceniza hasta Barrancabermeja, lo que permitirá un movimiento mayor de carga entre el centro del país y la costa norte. Otra de las apuestas de la administración local es tener un puerto sobre el mar. “La zona marítima portuaria y la venta de una de las instalaciones portuarias de Barranquilla confirma que esto es un río de oportunidades”, finaliza Curvelo.