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Colombia, poco a poco, va dejando atrás la época del covid-19 y las restricciones que llegaron con la pandemia. Parece que paulatinamente el país vuelve a la normalidad; ya no hay cuarentena, pico y cédula ni tapabocas en la mayoría de los espacios. Sin embargo, las secuelas de esa severa prueba para la humanidad han ido apareciendo, y una de ellas es la afectación a la salud mental en el mundo.
Según la encuesta U-Report, de Unicef, que se aplicó a 10.500 jóvenes en 31 países, el 27 % de la juventud en América Latina y el Caribe sintió ansiedad durante la pandemia. Pese a que los datos son alarmantes, los problemas de salud mental no son nuevos. Cerca de 46.000 adolescentes se suicidan cada año.
En Colombia el panorama no es muy distinto. En 2021 se registraron 2.595 suicidios, un leve aumento en comparación con 2019, cuando se registraron 2.550. Las ciudades capitales donde más suicidios se registraron el año anterior son Bogotá (337), Medellín (190) y Barranquilla (58), según datos de Medicina Legal.
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Justo en la capital del Atlántico se abrió una sala de urgencias para atender las patologías asociadas a la salud mental durante las 24 horas del día, los siete días de la semana.
Este espacio, ubicado en el barrio Los Andes, de Barranquilla, recibió en el primer mes 269 urgencias, lo que quiere decir que en promedio atienden a nueve personas diarias. Los motivos más frecuentes son los intentos de suicidio, especialmente en niños, niñas y adolescentes; depresión, consumo de sustancias psicoactivas con complicaciones, así como pacientes con esquizofrenia o trastorno afectivo bipolar, y que durante la pandemia abandonaron los tratamientos.
“Hemos evidenciado un aumento en general de todas las patologías de salud mental, sobre todo las relacionadas con depresión y ansiedad, en todos los municipios del Atlántico. Por esto, una de las respuestas institucionales fue la apertura de la sala de urgencias, que es como una urgencia de mediana complejidad, pero las personas que prestan el servicio son entrenadas en atender urgencias psiquiátricas. Los especialistas que vamos a encontrar ahí son médicos psiquiatras, y con apoyo también de profesionales en psicología”, sostuvo Alma Solano, secretaria de Salud del Atlántico.
A este lugar, inaugurado el 5 de abril, puede asistir cualquier persona que considere que tiene una crisis en el contexto emocional o de salud mental, sin importar si su régimen de salud es subsidiado o contributivo, incluso si no están afiliados también pueden acceder a los servicios. El lugar de origen tampoco es una barrera, aunque la iniciativa es del Atlántico, hasta allí han llegado personas de otros departamentos.
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“Hemos estado recibiendo sobre todo usuarios que viven muy cerca de Barranquilla, desde el departamento del Magdalena. Hay municipios como Sitio Nuevo, que son muy cercanos a nosotros por la orilla del río, y que han accedido a los servicios de la sala de urgencias”, agregó la secretaria de Salud.
Hasta abril de este año, en el departamento se habían registrado 212 intentos de suicidio, el 70 % se presentaron en los grupos de edad entre los siete y los 21 años. Aunque la tendencia de crecimiento se venía presentando antes de la pandemia, el encierro que trajo el covid-19 agudizó esta crisis.
“El suicidio es un problema de salud pública, ahora mismo a nivel mundial, y que se puede prevenir porque normalmente el suicidio es una complicación de una patología mental no tratada. Después del covid-19 comienzan a emerger trastornos debido al confinamiento. En el caso de los jóvenes, también comenzaron a tener un crecimiento que ya venía en aumento, según estudios, por el consumo en redes sociales”, explicó la doctora Laura Páez, especialista en Psiquiatría y Psicoterapia del Atlántico.
Si bien, la sala de urgencias es una de las ofertas institucionales más recientes en el departamento, no es la única que se ha implementado para trabajar en la salud mental de los atlanticenses. En septiembre de 2020, la Secretaría de Salud habilitó tres líneas telefónicas, que son atendidas por psicólogos, para brindar primeros auxilios psicológicos a las personas que se comuniquen, y después se les hace seguimiento dependiendo del estado de cada paciente. Tan solo en el primer año de implementación se recibieron 813 casos.
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Asimismo, en septiembre de 2021 la Gobernación lanzó el programa de asistencia y acompañamiento integral familiar, al identificar que los núcleos familiares, en muchas ocasiones, no tenían las herramientas para afrontar situaciones como la depresión, ansiedad e incluso los intentos de suicidio. Desde su implementación han sido atendidas más de 600 familias en los 23 municipios del Atlántico.
Según la Secretaría de Salud departamental, una vez se identifica el paciente se remite a su tratamiento, sea hospitalario o ambulatorio; luego, un psicólogo se contacta con la familia del paciente y se prepara una visita para analizar qué puede estar influyendo en las conductas de la persona y la manera como se debería abordar.
“Muchas veces, al mirar el entorno familiar de los pacientes, detectamos que efectivamente, así como ellos estaban teniendo algún problema de salud mental, los familiares podían tener un trastorno mental, quizás una madre con depresión o un padre que se quedó sin trabajo, con problemas económicos, lo que genera algunas crisis de angustia. Además, en algunos casos presentan otro tipo de patologías por la edad, por ejemplo, una hipertensión que no había sido diagnosticada o no está bien tratada. Estas situaciones generan una pérdida de la armonía en el entorno familiar”, explicó Páez.
A escala nacional se han detectado tres posibles causas que están deteriorando la salud mental de los colombianos: la baja coordinación intersectorial en temas de salud mental, las barreras en los entornos y competencias socioemocionales de los individuos y, finalmente, las limitaciones en la atención integral e inclusión social de personas con problemas o trastornos mentales. Por esto, el Gobierno Nacional emitió un Conpes, en 2020 por más de $1,1 billones para emprender estrategias que permitan mejorar esta situación, en los próximos tres años.