Dos masacres se han registrado en los últimos dos días en el área metropolitana de Barranquilla, que han dejado siete muertos y cinco heridos en los municipios de Malambo y Soledad, al sur de la capital del Atlántico. No se trataría de hechos fortuitos, ambos casos ha sido relacionados con la disputa que tienen las bandas delincuenciales por el control de las rentas ilegales en el territorio.
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El hecho más reciente se presentó en la noche del lunes 23 de octubre dentro de un billar en el oriente de Soledad, al que llegaron cuatro sujetos armados. Las víctimas fatales fueron Jean Carlos Betancourt Acosta, de 25 años; Juan José Rodríguez Rivaldo, de 43, y Franklin de Jesús Guerrero Vargas, quien tenía 33 años. Así como tres personas resultaron heridas.
Dos noches atrás, el sábado 21 de octubre, sicarios dispararon contra un grupo de asistentes a una fiesta de 15 años en una terraza del sector Los Ciruelos. En el lugar se registró la muerte de dos hombres y uno más murió cuando era atendido en un centro asistencial.
Además, el lunes 23 de octubre se conoció la muerte de Juan Camilo Martínez, de 19 años, quien era uno de los tres heridos que dejó el hecho y que tuvieron que ser trasladados a Barranquilla por la gravedad de sus heridas.
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En ambos casos, las principales hipótesis direccionan a las rencillas que mantienen los integrantes de los grupos delincuenciales Los Costeños, liderados por Jorge Eliécer Díaz, alias Castor, y Los Pepes, al mando de Digno Palomino. En el primer crimen, las autoridades indicaron que la vivienda en la que ocurrieron los hechos ha sido allanada por expendio de drogas del grupo de Castor, mientras que la masacre que se presentó este martes, se cree que era un atentado dirigido contra Jorge Luis Ojeda Jiménez, alias Ricostilla, quien haría parte de Los Costeños.
¿Qué está sucediendo en el área metropolitana de Barranquilla?
Con esta ya son nueve las masacres que se han registrado en el área metropolitana de Barranquilla, de las cuales cinco se han presentado en Soledad. La mayoría estarían relacionadas por la disputa por las rentas (homicidios, microtráfico y extorsión) en la que están inmersos Los Pepes, Los Costeños y un tercer grupo llamado Los Rastrojos Costeños, mientras que, según expertos, el Clan del Golfo se ha mantenido al margen.
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Según, Luis Fernando Trejos, investigador y profesor del departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte, el conflicto que llevaban en Barranquilla es de larga data, pero el punto de referencia más reciente fue en 2020, cuando el número de homicidios en la ciudad aumentó, mientras en el resto de las principales ciudades del país descendió.
Desde dicho año se presentaron ataques entre los grupos que terminaron visibilizándose el primero de septiembre de 2022 con la masacre de seis personas dentro de un billar en el barrio Las Flores. En respuesta, las autoridades activaron un plan de seguridad que obligó, según explica Trejos, a que estos grupos se desplazaran a municipios aledaños a Barranquilla como Puerto Colombia, Soledad, Malambo o Santo Tomás. “Tanto Los Costeños, Los Pepes, Los Rastrojos Costeños y las AGC (Autodefensas Gaitanistas de Colombia) tuvieron que hacer ese traslado desde el Distrito de Barranquilla hasta otras poblaciones”.
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El experto añade que en esta disputa no está involucrado el Clan del Golfo, ya que controla las rentas ilegales en el norte del departamento, pero sí mantiene en disputa a Los Costeños, Los Pepes, los Rastrojos Costeños y otras organizaciones locales de menor tamaño.
“Lo que pudo haber sido un proceso de transición se volvió permanente. Estos grupos ya están en esos municipios y no van a salir de ellos”, concluye Trejos sobre el tránsito de estas organizaciones desde Barranquilla hacia otras poblaciones de su área de influencia.
Un informe de Pares y el Foro Costa Atlántica indica que este año se ha evidenciado la escalada de violencia en el área metropolitana, en especial en rentas ilegales como la extorsión. “Las bandas criminales la utilizan para aumentar su esfera de poder y conseguir recursos, evitando que otros actores los suplanten”.
Sumado a esto evidencian la falta de control y vigilancia por parte de las instituciones, así como señalan que desde la gobernanza “se han tomado medidas que no atacan las causas estructurales de esta problemática”.