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En los últimos meses, en Barranquilla y su área metropolitana, han circulado por redes sociales varios videos de presuntos miembros de la banda local delincuencial Los Costeños y del grupo armado organizado Clan del Golfo profiriendo amenazas de lado y lado, como parte de una disputa territorial que se libra en la ciudad por el control de economías ilegales como el microtráfico. La grabación más reciente, publicada a inicios de esta semana, muestra a cinco hombres con pasamontañas y armas de alto calibre que dicen ser parte del grupo armado Los Rastrojos, declarando como objetivo militar a las bandas locales de la capital atlanticense, así como al Clan del Golfo.
Esta confrontación, que, según una alerta temprana emitida en 2018 por la Defensoría del Pueblo, data del primer semestre de 2016 y tiene manifestaciones particulares como la extorsión a los conductores de servicio público, se vive al mismo tiempo que el incremento en la percepción y los indicadores de inseguridad de la capital atlanticense.
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Según el Observatorio de Seguridad Ciudadana de la Universidad del Norte, en los primeros seis meses de este año se cometieron 171 homicidios, 27 más que en el mismo período del año pasado, lo que significa un aumento del 19 %. Otros delitos, como el hurto a personas, entidades financieras, vehículos y motocicletas también aumentaron en un 2 %, 100 %, 66 % y 68 %, respectivamente.
Ante esta oleada de inseguridad, Jaime Pumarejo, alcalde de la ciudad, a mediados de agosto, anunció una serie de medidas que buscan reducir la criminalidad en la ciudad. Algunas de ellas, como el aumento del pie de fuerza y la ampliación en la capacidad carcelaria, ya están andando. Otras, como la llegada de más jueces a Barranquilla, son solo propuestas.
El Espectador consultó a Janiel David Melamed, director del Observatorio de Seguridad Ciudadana de la Universidad del Norte, sobre las posibles causas del aumento de la inseguridad en la ciudad, la disputa entre las bandas delincuenciales y los grupos armados, así como por las expectativas ante las medidas de la administración distrital.
Luego de cuatro años de disminución en los homicidios, en los últimos 18 meses este delito ha aumentado. ¿A qué se debe?
Una hipótesis que manejamos desde el Observatorio es que este aumento de homicidios se debe a las rivalidades entre las organizaciones que buscan el control de mercados y economías ilegales. Por ejemplo, en el 2020, año en el que se rompió la tendencia a la baja, un año inusual por todas las restricciones de la pandemia, al haber menos personas en las calles, no solo se afectaron las economías legales, sino también se afectaron los bienes y servicios propios de estas economías ilegales que les sirven de financiación a estos grupos. Por lo tanto, sustraer un mayor número de clientes potenciales para sus servicios ilegales hace que la disputa por los pocos que quedan se torne violenta. Ahora, en este primer semestre del año hemos podido identificar que alrededor del 52 % de los casos de homicidio se han dado en circunstancias sicariales. No es intolerancia o una pelea que salió mal, ni falta de convivencia entre vecinos. Cuando hay un problema sicarial es que hay una estructura, hay alguien que está pagando a un prestador de un servicio criminal para asesinar a una persona.
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¿Cómo afecta en este panorama el actuar de 22 bandas locales, además de Los Costeños y el Clan del Golfo?
Yo precisaría lo siguiente. La pandemia ha sido un espacio que ha golpeado economías legales, pero también ha golpeado múltiples economías ilegales. Esto genera una disputa entre distintos actores criminales que han encontrado en la ciudad un escenario favorable para el desarrollo y la consecución de sus objetivos estratégicos, y esa disputa se ha materializado en muchos casos en violencia homicida.
Pero la Policía no reconoce que el Clan del Golfo está en la ciudad. ¿Cómo influye esto en las acciones que se toman para combatirlos?
Ya la Defensoría del Pueblo había emitido una alerta temprana sobre el riesgo inminente de que la disputa entre estas organizaciones armadas ilegales que hay en la ciudad genera alrededor de casi 30.000 personas. Esto debe ser un llamado de alerta a las autoridades para que sus estrategias y sus planes de contención frente a este desborde de los hechos criminales estén articulados con esa realidad.
¿Por qué aumentaron los hurtos a personas, entidades financieras, vehículos y motocicletas este primer semestre?
Acá hay tres cosas. La primera es que la pandemia tuvo un efecto en todo esto. El desmejore de circunstancias que quizás llevan a individuos que tenían una vida criminal incipiente y que a partir de las circunstancias de la pandemia, y del golpe a su economía, se han visto en la tarea de explorar nuevos mercados ilegales y se han vinculado a actividades propias del hurto. Lo segundo es que, a lo largo del año, hemos visto una especialización de acciones destinadas, por ejemplo, a bancos, cajeros, joyerías y casas de cambio. Esto pareciera indicar que este tipo de establecimientos, donde se encuentra una concentración prácticamente asegurada de dinero, joyas o bienes de alta apreciación, están siendo cada vez más objeto focalizado de la acción de bandas criminales que tratan de maximizar su capacidad operativa en términos delincuenciales. Por último, el tema de que haya más personas en la calle incide en las mayores y mejores oportunidades para desarrollar este tipo de crímenes.
Ustedes hablan de una Barranquilla de dos caras respecto al tema de los delitos, ¿por qué?
Esto se debe a que encontramos una segregación espacial de los delitos, especialmente en el caso del homicidio. El mayor número de aportes de violencia homicida lo ponen los sectores socioeconómicamente más marginales de la ciudad, lo cual es un secreto a voces. Una es la Barranquilla próspera, pujante, donde se concentra el mayor número de oportunidades, y otra es la Barranquilla que se ha quedado atrás, que no se ha montado en el bus del desarrollo y de la atracción de capitales, de inversión e infraestructura que tan pujantemente se ha desarrollado en la ciudad en los últimos años.
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El alcalde Pumarejo ha anunciado medidas como ampliar el pie de fuerza, la capacidad carcelaria y el número de jueces, entre otras. ¿Servirán?
Creo que todas las acciones encaminadas por parte de los principales interlocutores en materia de seguridad en la ciudad de Barranquilla son bienvenidas. Lo que planteamos es que se añoran medidas pensadas en el largo plazo, porque lo que vemos son acciones que buscan mitigar el desborde inmediato de los indicadores, pero no yéndose al centro del problema y pensando una solución a futuro que se materialice a largo plazo