Baudó AP: un río de historias
Ante la desinformación y el poder hegemónico de los medios, surge una agencia pública que pone al periodismo comunitario en el centro de las historias. Esta apuesta de periodismo independiente está transformando la manera en la que las comunidades se narran a sí mismas desde los territorios. Su promesa principal: impactar de manera positiva, amplificando voces y manteniendo una relación a largo plazo con las personas y los territorios.
Adriana Abramovits*
¿Qué es un río? Un río puede ser una historia, una foto, un cómic, un diálogo comunitario. Baudó significa río de ir y venir. Está situado en el pacífico colombiano y también es el nombre que lleva una agencia periodística que se asume a sí misma como un actor para la transformación social.
Hace seis años y medio, en un viaje de 12 horas por el río Caquetá, en la Amazonía colombiana, Laura Sofía Mejía y Víctor Galeano se empezaron a cuestionar sobre el futuro del oficio periodístico. Ambos hacían coberturas de fotografía y video, y tenían inconformidades sobre la forma y el modelo de negocio de los medios de comunicación, donde usualmente el periodista, por el afán del tiempo, hace un “proceso extractivista” de la información, obteniendo los datos que necesita sin detenerse en la repercusión que pueda causar a la comunidad. Se preguntaban cómo podían hacerlo distinto, cómo podían establecer un proceso respetuoso, donde las personas del territorio no se vieran como una fuente lejana, sino como la voz principal del relato. Fue en ese río que prometieron conjurar una metodología propia y arrancaron este proyecto juntos.
Todo lo pensaron con nombres alrededor de los ríos: los afluentes (arroyos que desembocan en un río) serían las crónicas cortas, las ilustraciones y los contenidos de redes sociales; los efluentes (corrientes que emergen del río) serían los proyectos innovadores de cobertura periodística; y las confluencias (donde distintas corrientes de agua se unen) serían los laboratorios comunitarios con pueblos indígenas, afrocolombianos y campesinos.
Al año, la Agencia Pública Baudó, se constituyó como una organización sin ánimo de lucro, que le apuesta de manera crítica, colaborativa y transparente a hacerle frente a las problemáticas que atentan contra los derechos humanos en Colombia.
Periodismo para el cambio social
El primer proyecto grande en el que se embarcaron se tituló Una parte por millón, un mapa interactivo donde se evidencian las consecuencias sociales del uso indiscriminado del mercurio en la minería del oro. Este reportaje reunió un equipo interdisciplinario de 16 profesionales, en 6 departamentos, que dejaron registro de la destrucción de fuentes hídricas y las afectaciones a la salud en los pueblos afro e indígenas.
“Fue una lanzada al agua muy ambiciosa, este especial tuvo producción audiovisual, crónicas, fotografías y video 360″, cuenta Laura Sofía.
Conocer a Baudó es dejarse guiar por la inmersión de sus reportajes. Es sentirse parte de un territorio y valorar el liderazgo en una comunidad. Su plataforma web es el repositorio donde se originan nuevas preguntas, que dan pistas sobre afectaciones sociales y posibles responsables. Así lo expone el reportaje Glifosato, ¿quién responde después de la aspersión? que resultó de una colaboración entre Mutante y Cuestión Pública, otros dos medios independientes, donde se revela la irracionalidad de la fallida guerra contra las drogas, en un momento en el que el Gobierno pretendía reactivar las aspersiones aéreas.
Baudó trabaja principalmente con tres ejes temáticos: género e inclusión; memoria, paz y conflicto; y medio ambiente. Sobre este último publicaron un gran proyecto fotográfico titulado Todas las hojas son del viento, que visibiliza los esfuerzos de restauración de bosques por parte de las familias de la vereda brasilar, en el municipio San Jacinto (Bolívar). Este diálogo con la magia del bosque refleja el sentido de pertenencia de las familias en uno de los ecosistemas más amenazados de Colombia.
Otro reportaje ambiental, que resultó en una nominación al Premio Gabo 2023 en la categoría Imagen, se llamó Los rastros del cambio climático que reúne historias en Chile, Perú, Brasil y Colombia, donde se responde con imágenes a aquellas personas que todavía piensan que el cambio climático no existe y que es un invento.
Escucha comunitaria
El éxito de Baudó no se mide por clics, ni por likes en redes sociales, sino cuando vuelven a las comunidades y muestran la investigación. Organizan grupos focales y escuchan si las personas se sintieron identificadas. Esa es su promesa principal: impactar de manera positiva, amplificando voces y manteniendo una relación a largo plazo con las personas y los territorios.
Esa escucha comunitaria se amplía a los espacios de formación, donde han encontrado que en cada lugar que visitan hay un comunicador nato, alguien que ha querido dedicarse a la comunicación. De ese entendimiento surgió Chagra, una red de narradores independientes que crean contenidos acerca de los temas que afectan a sus comunidades de origen.
El primer ciclo de narradores visuales juntó a periodistas empíricos de 14 departamentos. Abrieron una beca donde eligieron 7 proyectos conformados por 10 narradores e hicieron un encuentro presencial en Pereira. En ese espacio, nombraron a un mentor para cada proyecto e identificaron el tipo de apoyo que necesitarían para producir y difundir el relato. Pusieron a disposición sus conocimientos en diseño y programación para potenciar cada historia.
Hoy en día, Chagra es una apuesta permanente de Baudó, con más de 66 narradores conformados por población rural, afrocolombiana e indígena.
Una agencia pública
Para Baudó, la difusión libre de la información es un valor clave dentro del ejercicio periodístico. Por eso se consideran una agencia pública, ya que no cobran a medios nacionales o internacionales por utilizar fragmentos de sus contenidos en sus propias investigaciones. De esta manera, amplifican las voces y permiten mayor democracia y pluralidad en el acceso a la información.
“No creemos en el periodismo objetivo, estamos parados en una postura de derechos humanos a la que no le tenemos miedo”, enfatiza Laura Sofía. Y ese periodismo crítico a su vez es riguroso, equilibra fuentes y no le falta a la verdad para beneficiar intereses particulares. De ahí también sus formas de financiamiento. Baudó propone proyectos de cobertura periodística y buscan su viabilidad económica, sin que esto intervenga en la línea editorial. Esto para ellos es fundamental, ya que esa independencia temática les permite una apuesta descentralizada de la información. “Los latinoamericanos hemos sido narrados por estadounidenses o personas europeas. Nosotros creemos que la visión propia es muy valiosa en la comunicación, y de eso tenemos consenso en los territorios”.
Con ánimo de ampliar sus fuentes de ingreso, le apuntan a la autofinanciación con un proyecto de recaudación de fondos llamado Navegantes, que permite apoyar económicamente el cubrimiento de reportajes y contribuir activamente al periodismo comunitario y a la diversidad informativa, que a fin de cuentas fortalece la democracia.
Baudó finalmente es una apuesta de comunicación que le permite a las comunidades narrarse a sí mismas, utilizando la diversidad de formatos y voces a favor del cambio social. El narrador se manifiesta como un aliado contra la desinformación, a su vez que empodera a las comunidades y les permite participar activamente en el resultado de la historia. Poniendo a las comunidades en el centro, se envía un mensaje contundente, el de una sociedad que se niega a seguir escribiendo una historia única.
(*) Investigador/a de Dejusticia
(**) Este artículo hace parte del especial #TejidoVivo, producto de una alianza periodística entre el centro de estudios Dejusticia y El Espectador.
¿Qué es un río? Un río puede ser una historia, una foto, un cómic, un diálogo comunitario. Baudó significa río de ir y venir. Está situado en el pacífico colombiano y también es el nombre que lleva una agencia periodística que se asume a sí misma como un actor para la transformación social.
Hace seis años y medio, en un viaje de 12 horas por el río Caquetá, en la Amazonía colombiana, Laura Sofía Mejía y Víctor Galeano se empezaron a cuestionar sobre el futuro del oficio periodístico. Ambos hacían coberturas de fotografía y video, y tenían inconformidades sobre la forma y el modelo de negocio de los medios de comunicación, donde usualmente el periodista, por el afán del tiempo, hace un “proceso extractivista” de la información, obteniendo los datos que necesita sin detenerse en la repercusión que pueda causar a la comunidad. Se preguntaban cómo podían hacerlo distinto, cómo podían establecer un proceso respetuoso, donde las personas del territorio no se vieran como una fuente lejana, sino como la voz principal del relato. Fue en ese río que prometieron conjurar una metodología propia y arrancaron este proyecto juntos.
Todo lo pensaron con nombres alrededor de los ríos: los afluentes (arroyos que desembocan en un río) serían las crónicas cortas, las ilustraciones y los contenidos de redes sociales; los efluentes (corrientes que emergen del río) serían los proyectos innovadores de cobertura periodística; y las confluencias (donde distintas corrientes de agua se unen) serían los laboratorios comunitarios con pueblos indígenas, afrocolombianos y campesinos.
Al año, la Agencia Pública Baudó, se constituyó como una organización sin ánimo de lucro, que le apuesta de manera crítica, colaborativa y transparente a hacerle frente a las problemáticas que atentan contra los derechos humanos en Colombia.
Periodismo para el cambio social
El primer proyecto grande en el que se embarcaron se tituló Una parte por millón, un mapa interactivo donde se evidencian las consecuencias sociales del uso indiscriminado del mercurio en la minería del oro. Este reportaje reunió un equipo interdisciplinario de 16 profesionales, en 6 departamentos, que dejaron registro de la destrucción de fuentes hídricas y las afectaciones a la salud en los pueblos afro e indígenas.
“Fue una lanzada al agua muy ambiciosa, este especial tuvo producción audiovisual, crónicas, fotografías y video 360″, cuenta Laura Sofía.
Conocer a Baudó es dejarse guiar por la inmersión de sus reportajes. Es sentirse parte de un territorio y valorar el liderazgo en una comunidad. Su plataforma web es el repositorio donde se originan nuevas preguntas, que dan pistas sobre afectaciones sociales y posibles responsables. Así lo expone el reportaje Glifosato, ¿quién responde después de la aspersión? que resultó de una colaboración entre Mutante y Cuestión Pública, otros dos medios independientes, donde se revela la irracionalidad de la fallida guerra contra las drogas, en un momento en el que el Gobierno pretendía reactivar las aspersiones aéreas.
Baudó trabaja principalmente con tres ejes temáticos: género e inclusión; memoria, paz y conflicto; y medio ambiente. Sobre este último publicaron un gran proyecto fotográfico titulado Todas las hojas son del viento, que visibiliza los esfuerzos de restauración de bosques por parte de las familias de la vereda brasilar, en el municipio San Jacinto (Bolívar). Este diálogo con la magia del bosque refleja el sentido de pertenencia de las familias en uno de los ecosistemas más amenazados de Colombia.
Otro reportaje ambiental, que resultó en una nominación al Premio Gabo 2023 en la categoría Imagen, se llamó Los rastros del cambio climático que reúne historias en Chile, Perú, Brasil y Colombia, donde se responde con imágenes a aquellas personas que todavía piensan que el cambio climático no existe y que es un invento.
Escucha comunitaria
El éxito de Baudó no se mide por clics, ni por likes en redes sociales, sino cuando vuelven a las comunidades y muestran la investigación. Organizan grupos focales y escuchan si las personas se sintieron identificadas. Esa es su promesa principal: impactar de manera positiva, amplificando voces y manteniendo una relación a largo plazo con las personas y los territorios.
Esa escucha comunitaria se amplía a los espacios de formación, donde han encontrado que en cada lugar que visitan hay un comunicador nato, alguien que ha querido dedicarse a la comunicación. De ese entendimiento surgió Chagra, una red de narradores independientes que crean contenidos acerca de los temas que afectan a sus comunidades de origen.
El primer ciclo de narradores visuales juntó a periodistas empíricos de 14 departamentos. Abrieron una beca donde eligieron 7 proyectos conformados por 10 narradores e hicieron un encuentro presencial en Pereira. En ese espacio, nombraron a un mentor para cada proyecto e identificaron el tipo de apoyo que necesitarían para producir y difundir el relato. Pusieron a disposición sus conocimientos en diseño y programación para potenciar cada historia.
Hoy en día, Chagra es una apuesta permanente de Baudó, con más de 66 narradores conformados por población rural, afrocolombiana e indígena.
Una agencia pública
Para Baudó, la difusión libre de la información es un valor clave dentro del ejercicio periodístico. Por eso se consideran una agencia pública, ya que no cobran a medios nacionales o internacionales por utilizar fragmentos de sus contenidos en sus propias investigaciones. De esta manera, amplifican las voces y permiten mayor democracia y pluralidad en el acceso a la información.
“No creemos en el periodismo objetivo, estamos parados en una postura de derechos humanos a la que no le tenemos miedo”, enfatiza Laura Sofía. Y ese periodismo crítico a su vez es riguroso, equilibra fuentes y no le falta a la verdad para beneficiar intereses particulares. De ahí también sus formas de financiamiento. Baudó propone proyectos de cobertura periodística y buscan su viabilidad económica, sin que esto intervenga en la línea editorial. Esto para ellos es fundamental, ya que esa independencia temática les permite una apuesta descentralizada de la información. “Los latinoamericanos hemos sido narrados por estadounidenses o personas europeas. Nosotros creemos que la visión propia es muy valiosa en la comunicación, y de eso tenemos consenso en los territorios”.
Con ánimo de ampliar sus fuentes de ingreso, le apuntan a la autofinanciación con un proyecto de recaudación de fondos llamado Navegantes, que permite apoyar económicamente el cubrimiento de reportajes y contribuir activamente al periodismo comunitario y a la diversidad informativa, que a fin de cuentas fortalece la democracia.
Baudó finalmente es una apuesta de comunicación que le permite a las comunidades narrarse a sí mismas, utilizando la diversidad de formatos y voces a favor del cambio social. El narrador se manifiesta como un aliado contra la desinformación, a su vez que empodera a las comunidades y les permite participar activamente en el resultado de la historia. Poniendo a las comunidades en el centro, se envía un mensaje contundente, el de una sociedad que se niega a seguir escribiendo una historia única.
(*) Investigador/a de Dejusticia
(**) Este artículo hace parte del especial #TejidoVivo, producto de una alianza periodística entre el centro de estudios Dejusticia y El Espectador.