Lo que hay detrás de la tutela contra el arrechón y otras bebidas del Pacífico

La polémica se gesta a casi un mes de que se realice el festival más importante del Pacífico Colombiano. El Espectador habló con las partes involucradas en la discusión que involucra el proceso de preparación de las bebidas tradicionales y autóctonas de esta región del país.

Kelly Rodríguez / kelly.joh.rodriguez@gmail.com
16 de julio de 2018 - 05:48 p. m.
Tomada de: www.programaacua.org
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Una tutela impuesta por Diego Alberto Ramos Moncayo, representante de la empresa Viche del Pacífico SAS, contra la Secretaría de Cultura de Cali, las secretarías de Salud de Cali y el Valle del Cauca, y el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima), despertó un fuerte debate entre quienes defienden la elaboración de bebidas propias del Litoral Pacífico como un proceso ancestral y quienes creen que ya es hora de formalizar y registrar estos productos. El punto de la discordia, según Ramos Moncayo, es que "no hay controles a las bebidas alicoradas propias del Litoral Pacífico como el arrechón, el viche o el tumbacatres”, que se comercializan en el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez.

La discusión, sin embargo,  tiene mucha tela que cortar. Todo empezó cuando se realizó en Cali la selección de los cocineros que participarían en la próxima edición del festival, que tendrá lugar en la capital del Valle del Cauca del 15 al 20 de agosto. Este año, se dispusieron 35 stands para la exhibición y comercialización de bebidas, y a la convocatoria llegaron 73 concursantes, entre ellos, el señor Ramos Moncayo.

Tres jurados, expertos en la tradición y cultura del Pacífico, contratados por el Ministerio de Cultura, fueron los encargados de realizar la selección, basados en cinco criterios ya establecidos previamente. El primer ítem correspondía a la representatividad de la preparación de las cocinas de la región a la que pertenece; el segundo, fue la selección de ingredientes; después se evaluó el proceso de elaboración; el cuarto fue la información reglamentaria; y, finalmente, el sabor del producto.

Al finalizar la convocatoria, Diego Ramos no logró el puntaje suficiente para entrar al grupo de los merecedores de un stand dentro del festival que se ha convertido en una apetecida vitrina para quienes comercializan estas bebidas a las que se les atribuyen poderes afrodisiacos. La decisión no fue bien recibida por el empresario, accionante de la tutela, quien, además, acumula una larga trayectoria como funcionario público del municipio en diferentes cargos (concejal de Cali, diputado del Valle, excandidato a la Gobernación del Valle del Cauca).

 

¿Por qué?

 

Resulta que el accionante de la tutela, quien se presentó a la selección como representante de Viche del Pacífico SAS, cuenta con el registro de marca por parte de la Superintendencia de Industria y Comercio, y consiguió, además, el registro Invima para sus productos. Sin embargo, según Diego Ramos, fue precisamente ese el argumento de la Secretaría de Cultura para “discriminarlo en la competencia”.

“¿Qué me molestó? Que, con el principio del derecho de igualdad, amparándome también en el derecho al trabajo, a la vida y la salud de los ciudadanos, negaran un licor que es saludable para el cuerpo y que no tiene dificultades de comercialización en un evento que atrae aproximadamente a 400.000 personas”, argumentó el empresario en diálogo con El Espectador.

Y, por lo anterior, decidió entutelar. “La Secretaría de Cultura de Cali me descalificó para participar en el Petronio porque la empresa Viche del Pacífico ya está comercializada, entonces uno no entiende si hay que ser ilegal o legal para tener derecho al trabajo y a hacer libre empresa”, dijo Ramos quien añadió que le sorprendió la celeridad con la que el Juzgado Quinto Municipal admitió la tutela.

 

¿Qué dice la Secretaría de Cultura?

 

Luz Adriana Betancourt, secretaria de Cultura de Cali, explicó que a Diego Ramos le fue muy bien en todos los ítems de la selección, excepto en el primero, que indaga sobre cómo llegó la tradición hasta él.

“Él consiguió de alguna manera aprender la fórmula, prepararla bien, tener un registro Invima y un producto muy bueno. Tan bueno es que se aceptó su inscripción. Nunca se le rechazó. Si el argumento es que fue excluido por tener una fórmula industrial quiero aclarar que no es cierto. El Festival no discrimina si eres un industrial o un artesano, lo que sí es que hay unos criterios establecidos y los jurados tienen que escoger según los cupos que tenemos. Él no tiene el puntaje alto en la forma en la que adquirió el conocimiento porque el Petronio Álvarez no es un negocio, no busca quién vende más, sino que es un festival orientado a proteger y preservar tradiciones. Por eso, es tan importante ser portador de la tradición; que hayas vivido en el Pacífico; que seas descendiente de las personas; o que, sin serlo, la tradición se haya adquirido a través de un proceso familiar o afectivo o muy conectado con la tierra. Es una competencia con unas reglas claras y no hubo discriminación. Al igual que él hay 37 personas más que no pasaron”, manifestó la funcionaria.

Alfredo Vanín – uno de los tres jurados que seleccionaron a los 35 expositores de este año – reconocido escritor, investigador y experto en la cultura y bebidas del Pacífico, estuvo de acuerdo con que el criterio de mayor valor en la competencia es el que tiene que ver con la tradición en torno a la bebida.

“Nosotros preguntábamos ¿dónde aprendió a hacer esta bebida? ¿quién le enseñó? Y en este señor no existe esa tradición. Es posible que haya obtenido por alguna vía el conocimiento de la fórmula y ha montado un proceso industrial, no artesanal. Hay toda una relación cultural de estas bebidas con las comunidades, si el proceso se vuelve industrial pierde todo el contenido cultural que tenía”.

Vanín añadió que el registro Invima de un producto artesanal va en contra de la Ley 70 de las comunidades negras, la cual avala el derecho de preservar la memoria colectiva de estos territorios, y garantizó que todos los expositores de bebidas que estarán en el festival han aprendido a preparar estos productos a través de sus mayores, ya que muchos de estos licores se producen como bebidas curativas o para el posparto y su razón de ser va más allá de la recreativa.

A continuación, la calificación que dieron los jurados a Diego Ramos Moncayo. (Cortesía: Secretaría de Cultura de Cali)

Sin embargo, ante este argumento, Ramos insiste en que la secretaría se equivocó “porque yo soy pacífico, soy nacido en Dagua, hago parte de esta región, el Valle es Pacífico y a nadie se le puede discriminar por la libre empresa. Están tan equivocados que el Invima me dio registro porque yo tengo el conocimiento del tema. Eso sí me deja mucho más preocupado, porque ¿quién creó Petronio? Un blanco".  

Aclaró, además, que no está en contra de las costumbres y los artesanos pues, de hecho, recomendó al Invima que se diera prioridad a la capacitación de quienes elaboran estas bebidas en el territorio. “Si me toca ayudarles a conseguir los registros, les ayudo en todo ese procedimiento. Las mismas entidades del Estado son las que están reclamando que ya es hora de regular ese tipo de licores, no soy yo”, agregó el accionante.

 

La seguridad en el consumo

 

De acuerdo con Ramos, "lo que reclama la tutela es el derecho a la salud por omisión de las entidades como la Secretaría Municipal, Departamental de Salud, del Invima, de la misma Superintendencia de Salud, que no hacen ninguna exigencia normativa a estas bebidas alcohólicas como la regulación, el registro sanitario".

Sobre esto, Luz Adriana Betancourt, afirmó que desde hace muchos años atrás la Secretaría de Cultura trabaja de la mano con la Secretaría de Salud Pública durante la inscripción, muestras y selección de los expositores. Se les exige curso de manipulación de alimentos y después de escogerlos vuelven a realizar una capacitación con Salud Pública, con el Sena y con el Dagma - este último, porque a veces presentan platos hechos con animales que están en vía de extinción, entonces se les advierte qué especies no deben cazar para que no afecten el ecosistema -.

“Todos los días a las 6:00 am, en la entrada de comidas del festival, están los funcionarios para examinar que los productos cumplan con todos los rigores de la norma. No se alcanzan a imaginar la cantidad de bebidas que se retienen porque hay un cupo, no pueden vender ilimitadamente, nadie tendría la capacidad de producir tanto de forma confiable, entonces les contabilizan las canecas, se hacen pruebas de laboratorio móvil y se pone la estampilla de que fue verificado por Salud Pública. Esto no es un invento de ahora, somos conscientes de toda la responsabilidad que hay y tenemos que garantizar un consumo seguro”, insistió la secretaria.

Por Kelly Rodríguez / kelly.joh.rodriguez@gmail.com

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