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Aggrey Rwetsiba, delegado ugandés en la cumbre sobre biodiversidad de la ONU en Colombia, se hospeda en un alojamiento poco habitual: un motel normalmente usado para citas sexuales, con habitaciones dotadas de columpios y tubos de striptease.
Como muchos delegados que llegaron a la ciudad colombiana de Cali, su reserva de hotel se frustró en el último momento y Rwetsiba tuvo que cambiar de planes. Con los hoteles tradicionales a reventar, los moteles acudieron al rescate.
Mientras enseña su habitación en el Motel Deseos, el delegado señala la gran cama matrimonial, la ducha a ras del piso y un curioso elemento: un espejo en el techo. Algunas de sus prendas están colgadas en perchas a lo largo de la mampara de la ducha. Otras están dobladas en un pequeño pasadizo que atraviesa la pared y suele usarse para pasar discretamente bebidas a los enamorados sin molestarlos.
Las habitaciones en los moteles normalmente se alquilan por unas horas, y no suelen tener armarios. “No sé si he entendido bien lo que debe ser un motel, pero he visto algunas características únicas... Como el espejo del techo. Nunca lo había visto en un hotel”, afirma Rwetsiba.
También se sorprendió con el único enchufe que había junto a la cama, en lugar de al lado de la mesa, donde necesita corriente para su portátil. “La configuración es bastante diferente”, dijo. “Nunca he visto un hotel en el que cada habitación tenga un patio de aparcamiento”, cada uno cerrado, con una puerta privada que da directamente a la habitación.
A reventar
La gerente del Motel Deseos, Diana Echeverry, mostró orgullosa las instalaciones, con 40 habitaciones en dos plantas y un ala reservada para los 12 delegados de la COP16 que allí se hospedan. En el otro, las habitaciones cuentan con comodidades como jacuzzis, sillas “kamasutra” y tubos de baile.
“Lo que hemos hecho es adaptar un poco nuestro establecimiento para poder tener a los huéspedes de la COP16 y a los extranjeros”, aseguró Echeverry a la AFP.
Contactado con poca antelación por las autoridades locales, el motel fijó rápidamente una tarifa diaria de 150.000 pesos (unos 35 dólares) por noche, e introdujo un servicio de desayuno. Los precios suelen oscilar entre 65.000 y 100.000 pesos por tres horas, equivalentes a 15 y 23 dólares.
También “retiramos los columpios del amor, las máquinas del amor, los sillones Kamasutra y dejamos las habitaciones sin esos tipos de elementos”, señala Echeverru, para quien la cumbre sobre biodiversidad ha sido un buen negocio.
Con esas reservas, ha podido “garantizar que las habitaciones estén ocupadas durante esos días”, pues las que “quedan disponibles, ahora rotan mucho más para poder suplir las demandas de nuestros huéspedes habituales”, agrega.
El alcalde de Cali, Alejandro Eder, había dicho a la prensa esta semana que los hoteles de la ciudad estaban llenos “al 100%”, al igual que las casas, departamentos y alojamientos en Airbnb. Las estimaciones iniciales apuntaban a que entre 12.000 y 15.000 personas asistirían a la COP16, pero al final se acercaron más a los 23.000 delegados inscritos.
Según la Cámara de Comercio de Cali, la ciudad es a que tiene más moteles en Colombia, con 166 registrados. Llevan nombres como “Kama Sutra”, “Cupido” y “Éxtasis”.
Encantado con las amenidades del Motel Deseos, Rwetsiba dijo que había informado también a otros colegas, y que ahora había cinco delegados ugandeses en habitaciones “más cómodas” que las de muchos hoteles tradicionales. “Es... espacioso. Por eso estamos aquí. No nos quejamos”, dice con una gran sonrisa. “Todos estamos contentos”.