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“Nico siempre luchó por sus ideales, él no se conformaba con ver este país así. Donde hubiera que marchar, donde hubiera que pedir por sus derechos, ahí estuvo siempre. Él murió en sus ideales de lucha, quería un mejor futuro para Colombia, él quería darnos una vida digna, quería ver crecer a su hija en un país distinto. Él soñaba con un cambio. La última vez que hablamos fue el sábado y él me dijo que no me preocupara, que se venían cosas muy feas y que seguramente se iba derramar mucha sangre de inocentes para que esto cambiara...pero yo no esperaba que fuera la de él”.
Isabella García Guerrero, de 22 años, hermana menor de Joan Nicolás García Guerrero, uno de los jóvenes asesinados en medio de las jornadas del paro nacional de la noche del 2 mayo en Cali (Valle del Cauca), reclama que su caso no quede impune y que no sea uno más de la cifra. Desde su residencia en México, le dijo a El Espectador que esta es la segunda vez que su familia es víctima del Estado: la primera, hace casi 20 años cuando su padre Rubiel García Montezuma fue condenado, asegura su familia, por un crimen que jamás cometió. Laura Guerrero, madre de Nicolás y esposa de Rubiel, lleva más de una década esperando justicia por el caso de su esposo y desde entonces, tiene demandada a la Nación por haber sido víctimas de un “falso positivo” judicial.
Rubiel falleció hace 15 años después de pasar dos años en la cárcel, y desde entonces se convirtió en el ideal de lucha de sus hijos. “Mi papá luchó por demostrar su inocencia siempre y mi mamá toda la vida ha sido una activista por los derechos humanos, por la paz, por el feminismo. Mi mamá salió a marchar con nosotros siempre, ella siempre ha soñado una Colombia en paz”. De hecho, la vena artística que llevaba Nicolás en la sangre y que lo llevó a soñar con convertirse en un graffitero reconocido, la heredó también de su padre que fue pintor y artista.
En eso coincidió Sebastián Tellez, fotógrafo, artista y amigo de Nicolás. “Flex (su nombre artístico) no era un bandido, no era un criminal, era artista, graffitero desde hace ocho años. Le gustaba salir a pintar la ciudad con mensajes bonitos y su sueño siempre fue aprender más y más de arte, ahora estaba aprendiendo a hacer Lettering”.
Nicolás había llegado a Cali, su ciudad natal, hacía apenas tres meses luego de estar en España por varios años viviendo junto a su esposa y su hija Emily, de ocho años. Según su familia, había regresado en busca de una oportunidad laboral con la secretaría de Cultura de Cali, sin embargo, no había obtenido respuesta de ningún trabajo y se estaba dedicando a aprender a tatuar para obtener un ingreso económico. “Mi hermano y yo salimos del país porque no teníamos oportunidades. Yo no tenía un trabajo digno, no teníamos futuro, pero él siempre soñó con volver a Colombia. Nos decía que en España no había folclor, que la comida no sabía igual, que le hacía falta su gente, su pueblo”, contó Isabella.
En la tarde del domingo 2 de mayo, día que ocurrieron los hechos, Nicolás se había reunido con un grupo de amigos y vecinos para recolectar alimentos y medicamentos y llevarle a los manifestantes. Aunque las personas que lo acompañaban dicen que no alcanzaron a ver qué uniformado le disparó, este diario habló con el conductor de la camioneta que lo transportó cuando fue herido, de quien nos reservamos el nombre por seguridad, y quien fue uno de los testigos clave sobre lo que ocurrió esa noche. “Cuando a Nicolás le dispararon había tantos policías que fue muy difícil saber quién accionó el arma, pero quiero denunciar que justo detrás de la primera línea del Esmad había un policía de civil, estaba con bermudas y una camiseta pero no recuerdo el color, tenía un casco de la Policía estaba disparando a quemarropa a la gente”.
El conductor de la camioneta, que en realidad era un manifestante más que había asistido en su vehículo, dijo que aunque no conocía a Nicolás y que sólo le prestó un servicio, fue testigo de cómo le querían cerrar la puerta en el hospital Joaquín Paz Borrero, ubicado en el barrio Alfonso López (oriente de Cali). “No sé lo que me vaya costar decir esto pero cuando llegamos allá tuvimos que amenazar a los paramédicos del hospital para que lo atendieran, porque inicialmente nos dijeron que no podían recibir heridos del paro nacional. Les dijimos que si no lo atendían ya, teníamos en camino mucha gente que iba acabar el hospital. Y ahí lo atendieron”.
El Espectador habló con Angie Gutiérrez Ospina, vocera de ese hospital quien dijo que “no fue así, lo que pasaba era que se les dijo que no podíamos movilizar más ambulancias porque acabábamos de ser atacados en las ambulancias como misión médica. Pero sí lo atendieron”. Sin embargo, después de casi media hora de atención en ese hospital, Nicolás García Guerrero tuvo que ser trasladado a la Clínica Imbanaco, donde finalmente falleció por la gravedad de sus heridas.
Mauricio Zúñiga, otro de los amigos que acompañó a Nicolás a la velatón de ese domingo, contó que en el momento que llegó la Policía y el Esmad a dispersar la manifestación había personas adultas mayores participando de los rezos. “De repente empezaron a llegar muchas motos y tanquetas y nos lanzaron gases lacrimógenos. La situación fue tan dura que la gente tuvo que salir corriendo y muchos cayeron al piso, entre ellos adultos mayores, personas que estaban en silla de ruedas de forma pacífica”.
Esa misma escena fue transmitida en vivo por el DJ Juan de León quien a través de su cuenta de Instagram logró captar varios momentos clave de la noche, como cuando le dispararon a Nicolás Guerrero. Esa imagen fue vista por más de 50.000 personas en vivo, entre ellos, familiares de Nicolás que se enteraron de lo que había ocurrido a través de ese medio. Juan de León y su familia fueron amenazados de muerte el pasado 3 de mayo y tuvieron que abandonar la ciudad por seguridad.
“Si algo le llega a pasar a mi familia, responsabilizo al Estado colombiano”
Isabella tiene miedo y siente zozobra por la seguridad de su familia. Dice, con la voz entrecortada, que teme que ahora que van a reclamar justicia puedan comenzar a recibir amenazas. “Yo sé que ahora viene lo más duro y temo mucho lo que le pueda pasar a mi mamá, a mi hermanito de 10 años, a mi padrastro o a mis tíos, porque al fin yo estoy fuera del país, a mí no me pueden hacer nada, pero responsabilizo 100% al Estado colombiano si le llega a pasar algo a mi familia”.
Aunque desde que ocurrieron los hechos no han sido intimidados, denuncia que a través de redes sociales, personas inescrupulosas difundieron masivamente la dirección de la casa de sus abuelos para hacer una velatón por Nicolás, lo que para ella significa un riesgo contra la integridad y vida de su familia.
Isabella García Guerrero lo repite una y otra vez sin cansarse: en contra de la voluntad de la familia, su hermano “siempre estuvo dispuesto a morir por este país porque le dolían las injusticias. A veces él nos decía que si algún día llegaba a morirse, lo hacía por Colombia y que su nombre tendría un legado, pero nosotros le dijimos que dejara de decir bobadas”.