Palenquera
Foto: El Espectador - Cristian Garavito
“¡Alegría, cocada, caballitoooo!”, gritaban las palenqueras para anunciarse a cinco cuadras de distancia en los barrios populares de Cartagena. Al mediodía, con el sol encima y los comensales terminando de almorzar, con grandes palanganas sobre la cabeza, paraban de puerta en puerta. Una escena caribe para el recuerdo porque las palenqueras decidieron irse a las zonas turísticas. Por supervivencia, el oficio tuvo que transformarse.
Por Pilar Cuartas Rodríguez
Periodista y abogada. Coordina la primera sección de “género y diversidad” de El Espectador, que produce Las Igualadas y La Disidencia. También ha sido redactora de Investigación. @pilar4aspcuartas@elespectador.com
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