Castella vuelve a la “guerra”..., desde la guerra
Tras más de mil días de retiro de los ruedos, el mejor torero francés de la historia vuelve a la Feria de Manizales después de unas semanas como voluntario en la guerra de Rusia contra Ucrania.
Rodrigo Urrego B. / Especial para El Espectador
La primera definición que el Diccionario esencial de la lengua española de la RAE atribuye a la palabra guerra: “El rompimiento de la paz entres dos potencias”, es la más fría y elemental de todas las definiciones, de la que quizá sea la palabra con más definiciones en el Diccionario esencial de la lengua española de la RAE.
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La primera definición que el Diccionario esencial de la lengua española de la RAE atribuye a la palabra guerra: “El rompimiento de la paz entres dos potencias”, es la más fría y elemental de todas las definiciones, de la que quizá sea la palabra con más definiciones en el Diccionario esencial de la lengua española de la RAE.
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La segunda: “Lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación” no la conoció Sebastián Castella Turzack (Beziers, 1983) en las páginas del Diccionario esencial, entre otras porque el suyo es el de la lengua francesa.
La conoció casi a los 40 años, cuando la única definición de guerra que conocía no aparece en el Diccionario esencial, aunque bien podría ser la más “española” de las definiciones de la guerra: la temporada taurina.
Término con el que los mejores toreros del mundo -“las Figuras”, en el diccionario de Sebastián- definen la “guerra” que libran semana a semana, feria a feria en Europa, por el trono del toreo, y cuya Copa Mundial se celebra en Las Ventas de Madrid, y se llama Feria de San Isidro. Castella ha salido por la puerta grande de esa plaza, lo que en el Diccionario esencial que todo el planeta recurrió hasta el pasado domingo, el del fútbol, sería sinónimo de “pentacampeón mundial”.
En su disciplina Castella tiene más copas mundiales que las de sus paisanos Didier Deschamps, Zinedine Zidane y KilianMbappé, que el domingo estuvo a “una estocada” de hacer historia, si se hubiera llevado el trofeo de la FIFA por segunda vez consecutiva con la selección de Francia.
Guerra, o temporada sin tregua, es la que Castella ha tenido que asumir desde hace 20 años, como una de las figuras más reclamadas por las aficiones de América; también por lo que sus inviernos no son de descanso, sino de “verano sangriento” en México y Colombia, como diría el periodista de guerra y nobel de literatura norteamericano Ernest Hemingway, quien bautizó de “guerra” la temporada taurina que cubrió para la revista Life en 1959, y que libraron Antonio Ordóñez y Luis Miguel Dominguín.
Luego de llevarse los trofeos del Señor de los Cristales de Cali y la Catedral de Manizales, la temporada de 2020, la de sus 20 años de alternativa, parecía la de su consagración definitiva, pero la pandemia confinó a los toreros, como al resto de seres humanos del planeta.
Castella fue de los pocos que no volvieron del encierro. Y en 2022, mientras Morante, El Juli, Rufo o el peruano Roca Rey se preparaban para la temporada, el francés “reapareció”, pero lejos de su campo de batalla natural.
El 6 de marzo publicó un video en Instagram, desde la frontera de Polonia con Ucrania, visto por 52.000 personas, a donde llegó con su novia y varios amigos a transportar cientos de medicamentos y víveres donados, y a ayudar a los desterrados a llegar a los campamentos de refugiados.
Lo que Sebastián conoció de la guerra en esas tres semanas de voluntario llevó a darle su propia definición, no tan fría y elemental como la del Diccionario esencial de la lengua española de la RAE.
“He visto a miles de personas que perdieron a su madre, sus hogares, sus familiares, pero nadie lloraba. Yo solo pensaba: estamos perdiendo los valores. Ojalá que la guerra no existiera”, confiesa Sebastián Castella, a pocos días de viajar a Colombia para el que será su regreso a la guerra, la de la temporada taurina 2023.
Aunque bien lo pudo hacer en su tierra, prefirió hacerlo en Manizales por su arraigo con Colombia: “Es una tierra que siempre me ha tratado con cariño desde la primera vez que la pisé, cuando siendo nadie, de novillero, me atendieron como uno más de la tierra. Manizales fue la última gran feria de la que fui triunfador en América Latina, hace tres años, entonces es el sitio ideal y adecuado para volver”.
Aunque podría reaparecer enfrentando a otras figuras, El Juli o Roca Rey por ejemplo, prefirió hacerlo consigo mismo, pues el 7 de enero será el único espada para matar seis toros en solitario, y enfrentarse a la muerte seis veces en una misma tarde.
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“Uno no se prepara para enfrentarse a la muerte. Uno se prepara para disfrutar, estar a la altura de cada animal que vaya a salir por la puerta de los chiqueros y aprovechar cada una de sus embestidas. Después de dos años sin vestir el traje de luces, sin estar en una plaza con el público, con el toro, quiero que sea mi tarde. Porque a partir de la segunda estaré toreando en otras plazas, en otros países, y estará la rivalidad con todos los compañeros del escalafón”, aclara Castella.
El torero que más orejas ha cortado (24) y más puertas grandes (5) acumula en Las Ventas en el siglo XXI explica por qué decidió volver a los toros:
“Vuelvo porque soy animalista. Todos los toreros lo somos. Desde niños se nos enseña a respetar al animal. A diario estamos en contacto continuo con el toro, lo vemos nacer, crecer y aprendemos de ellos; conocemos sus instintos, su carácter. Es imposible ser torero sin amar al toro”.
La otra guerra que Castella está dispuesto a librar es la defensa de su profesión, atacada por partidos políticos animalistas que en Colombia están a cuestión de meses de darle la puntilla al toro bravo en el país. ¿Será esta la reaparición de Castella en Colombia o su despedida? El Congreso lo decidirá.