Publicidad

Copa América: “Un hincha será hincha desde su afiliación hasta su muerte”

El bochornoso asalto de decenas de fanáticos colombianos al Hard Rock Stadium de Miami, en la final de la Copa América, es comentado en esta entrevista por el sociólogo de la Universidad Nacional y doctor en estudios sociales John Alexánder Castro Lozano.

Cecilia Orozco Tascón
21 de julio de 2024 - 01:00 p. m.
Jhon Alexánder Castro Lozano analiza la conducta violenta de los hinchas en el reciente episodio en Miami y en otros que suceden de manera recurrente. “Para ingresar a las ‘barras bravas’ no se solicitan cartas de recomendación”, afirma.
Jhon Alexánder Castro Lozano analiza la conducta violenta de los hinchas en el reciente episodio en Miami y en otros que suceden de manera recurrente. “Para ingresar a las ‘barras bravas’ no se solicitan cartas de recomendación”, afirma.
Foto: Jose Vargas Esguerra
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

¿El comportamiento violento de los hinchas del fútbol es connatural a esta práctica deportiva? En otras palabras, ¿por qué los fanáticos de gran cantidad de equipos son violentos y no ocurre lo mismo con los aficionados a otros deportes?

En el fútbol existen dos formas de violencia. La primera es la violencia del fútbol practicada por los jugadores, puesto que es un deporte de contacto y se producen encuentros fuertes de sus cuerpos. Sin embargo, esas formas violentas son mediadas por la normatividad y están reguladas por un juez o árbitro. La segunda es la violencia en el fútbol practicada, esencialmente, por los hinchas y se desarrolla antes, durante o después de cada uno de los juegos. Los fanáticos del fútbol han creado una identidad alimentada por factores culturales, económicos, étnicos, históricos, pasionales, políticos, sociales y territoriales que inciden en el desarrollo de sus actos violentos. Es posible que la violencia surja entre los aficionados a otros deportes, pero el fútbol tiene particularidades que lo determinan: su regularidad, su masificación y su televisación.

Insisto: ¿por qué contrario a muchos otros deportes fuertes y de contacto, la violencia ha llegado a ser casi exclusiva del fútbol?

La práctica futbolística no está necesariamente relacionada con la práctica de la violencia de los hinchas. El fútbol es el deporte más popular del planeta en la actualidad. La cantidad de competencias que se realizan a lo largo del año, tanto en el nivel nacional como en el internacional, hacen que sea más visible y demuestran un arraigo masivo. Solo en Colombia se desarrollan la Liga, el Torneo, la Liga Femenina, la Superliga y la Copa; en Suramérica se juegan la Copa Libertadores y la Conmebol Sudamericana. Además, hay competencia anual de selecciones nacionales, Copa América, eliminatorias al Mundial y la Copa Mundo que se disputa cada cuatro años. Esto sin contar los torneos que se juegan en otros continentes.

Los actos violentos alrededor del fútbol constituyen un fenómeno mundial, ¿ocurre en todos los países en donde este deporte es masivo o sucede únicamente en algunos lugares?

El fútbol ha logrado arraigarse en la cotidianidad de los aficionados, especialmente en Europa e Hispanoamérica: un hincha lo será desde su afiliación hasta su muerte. En estos dos continentes los fanáticos se han organizado grupalmente para resaltar su identidad futbolística y se han puesto distintos nombres: “barras bravas”, en Argentina; “hooligans”, en Inglaterra; “siders”, en Holanda; “torcidas organizadas”, en Brasil, y “ultras”, en Italia y España. Los grupos organizados de hinchas (categoría que he empleado en mis investigaciones) se destacan por su participación recurrente y masificada en el ejercicio de la violencia. No conozco ese tipo de organismos en Asia, África, Oceanía, ni específicamente en Canadá o Estados Unidos, aunque no he estudiado en detalle los sucesos en esos sitios.

¿Se conocen casos específicos de violencia también en esos otros continentes o tienen las mismas características que en Europa y América?

Se conocen casos de incidentes violentos particularmente en África. No obstante, repito, no se han identificado en los otros continentes, fuera de Europa e Hispanoamérica, grupos organizados de hinchas como sí los hay en Europa e Hispanoamérica.

¿Los hinchas colombianos son más violentos que los de otros países?

En Colombia perdieron la vida 197 hinchas entre 2001 y 2021, un promedio de 9,85 muertos por año, en hechos que involucraron a grupos organizados en “barras bravas”. Esa cifra excluye a los fanáticos fallecidos en accidentes, crímenes pasionales, sobredosis o debido a su participación en bandas delincuenciales. En Argentina se contabilizaron 340 fallecidos entre 1922 y 2021, un promedio de 3,43 muertos por año. Es decir, en Colombia se registran 2,87 veces más muertes por la violencia en el fútbol que en Argentina por causas semejantes. Y las cifras reflejan lo ocurrido en Argentina durante 99 años, mientras en Colombia cubren apenas 20 años. Si atiendo ese comparativo, podría responder afirmativamente que los hinchas, aquí, son más violentos. No obstante, es necesario recopilar más datos con relación al ejercicio de la violencia en el fútbol aquí y en otros países, lo cual me permitiría dar una respuesta sustentada.

¿La conducta violenta de las “barras bravas” puede controlarse o es inútil intentarlo?

Puede controlarse proponiendo planes estratégicos de prevención para la regulación del comportamiento de las hinchadas. Aunque no desaparezca la violencia del todo, sí podría disminuir.

¿Cómo se explica que los colombianos agresivos que invadieron y destruyeron las instalaciones del Hard Rock Stadium, en Miami, hayan asaltado esas instalaciones pese a las consecuencias que se derivan de irrespetar las reglas en un país caracterizado por el acatamiento pleno a la legislación y a la autoridad?

Dice un dicho popular: “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Los hábitos positivos o negativos de los sujetos no se modifican completamente por residir o visitar un territorio diferente a su lugar de nacimiento. También debe tenerse en cuenta que el comportamiento individual difiere del masivo. El individual se trata de manera particularizada y el colectivo tiene que ser controlado por una unidad de intervención en disturbios. Lo que sucedió en el Hard Rock Stadium, en el marco de la final de la Copa América 2024, fue un acto masivo, pero para someterlo no había un equipo preparado para evitar desórdenes. Eso se explica porque las autoridades de Miami desconocen este tipo de alteraciones del orden público alrededor de los partidos de fútbol.

Colombia entera se avergonzó con la conducta incivilizada de las decenas de connacionales que asaltaron el estadio. En su opinión, ¿el daño sufrido a la imagen de país por los videos publicados, en que consta el salvajismo de un numeroso grupo de hinchas, es grave o se ha exagerado?

Se ha exagerado, porque nuestra “popularidad” ya está deteriorada en el mundo por otros actores que no son hinchas y como consecuencia de otras actividades que no se relacionan con el deporte del fútbol. Sin embargo, sea en Colombia o sea en otro país es necesario anotar que los ciudadanos jamás deben transgredir las normas.

La gresca en que se vio envuelto el mismísimo presidente de la Federación de Fútbol, Ramón Jesurún, motivo por el cual fue detenido y puesto en un calabozo en Miami, ¿es indicativo de que las actitudes violentas relacionadas con este deporte no se presentan exclusivamente en un sector juvenil y de clases populares como se ha dicho repetidamente? ¿Cómo califica los actos de quien es dirigente y debería ser más reflexivo y sereno?

La violencia puede ser practicada por cualquier ciudadano, pero el resultado de esa actividad y las formas para encubrirla o divulgarla son diferentes. Se cree que quienes poseen un alto capital económico y político no ejercen violencia y que quienes tienen un bajo capital económico y político sí la realizan; las dos posiciones son erradas: los primeros tienen una red clientelar que silencia sus comportamientos; los segundos carecen de esas amistades, y los medios de información se escandalizan y denuncian sus comportamientos. Lo ocurrido con Ramón Jesurún y Ramón Jamil Jesurún se relaciona con el fenómeno conocido como “usted no sabe quién soy yo”. Las autoridades de Miami actuaron conforme a las reglas, pero los Jesurún probablemente respondieron con violencia cuando no les permitieron hacer lo que usualmente se les concede en Colombia.

Entonces, ¿usted también cree como otras personas (incluyéndome) que el presidente de la Federación de Fútbol actuó de manera absolutamente inadecuada no solo por tratarse de un colombiano, sino mucho más grave, por tener el estatus de alto dirigente deportivo?

Sin importar la posición deportiva, política o económica de cualquier ciudadano, Ramón Jesurún y su hijo actuaron con violencia en contra de la autoridad. Sin tener en cuenta quién la ejerce, deben ser amonestados, suspendidos o reprendidos según la gravedad de sus actos.

¿Los ataques entre hinchas de diferentes equipos se pueden interpretar de la misma manera que la violencia desatada por los fanáticos que querían ingresar a la fuerza al estadio en Miami?

¿Saltar una barda, un muro o una reja para evadir el pago de la entrada al estadio es semejante a golpear o herir a otra persona? No, no son semejantes, pero sí es cierto que lo que ocurrió en el Hard Rock Stadium es una transgresión a las normas. Por fortuna, en los incidentes no se produjeron heridos de gravedad ni, en el peor de los casos, muertos. La violencia en el fútbol, en Hispanoamérica, es particular y diferente a lo que sucede en Estados Unidos. Quizás a sus autoridades les sirva esta experiencia para prepararse para la Copa Mundo 2026.

¿Las peleas entre seguidores de dos equipos constituyen una extensión de la rivalidad natural en el campo de juego?

El fútbol enfrenta a dos equipos en igualdad de condiciones, once contra once. Y los hinchas asumen su equipo como propio: asimilan y apropian su identidad futbolística. Pertenecer a “barras bravas” les permite heredar y asumir las rivalidades futbolísticas que se presentan en la competencia deportiva. Los integrantes de las “barras bravas” usan especialmente su cuerpo: cabeza, brazos y piernas, y los enfrentamientos se desarrollan alrededor de los estadios, en barrios, en municipios e incluso en carreteras.

¿Cuánto tiene que ver la cultura machista con este tipo de violencias ligadas al fútbol y qué pretenden demostrar sus participantes?

La violencia es violencia sin importar quién o cómo la ejecute. Esa conducta tiene, por lo menos, tres protagonistas: los que la ejercen, los que la padecen y los que la observan, y tiene un propósito fundamental: reducir al otro y, en los casos más graves, eliminarlo. En lo relacionado con tales prácticas, los involucrados valoran la permanencia de sus actores en los enfrentamientos, pues se pretende una victoria a pesar de que pueden producir lesiones, fracturas, heridas e incluso muerte. Si participan en una “barra brava”, sus miembros pueden resultar heridos, pero sus compañeros valorarán que estén ahí y que no abandonen el lugar de la pelea. En los enfrentamientos se debe demostrar destreza en el uso de su cuerpo y en el manejo de objetos contundentes.

¿En esas grescas ha habido evolución en el uso de elementos de ataque por parte de los integrantes de las agrupaciones violentas?

Sí. En los primeros enfrentamientos, a principios de la década de los 90, eran regulares los cabezazos, los puños y las patadas, y después vino el uso de botellas de vidrio, palos de madera, piedras, tubos de PVC o varillas. El siglo XXI trajo un relevo generacional y normalizó el uso de armas blancas y de fuego.

¿Los miembros de las “barras bravas” tienen conexión con otros tipos de delito o de delincuentes?

Es probable que pertenezcan a bandas delincuenciales, pero no tengo acopio de información suficiente para sostenerlo categóricamente. De cualquier manera, para ingresar a las “barras bravas” no se solicitan “cartas de recomendación”, ya que la práctica de la violencia es valorada positivamente en esas agrupaciones: si quienes pretenden ser nuevos miembros poseen destrezas para el enfrentamiento, pues serán fácilmente aceptados.

El sentido de autoridad y respeto a la misma es bajo en Colombia. De acuerdo con lo que usted ha investigado, ¿hay razones para que en nuestra cultura nacional se resuelvan las diferencias a bala, pata o golpes y no por medios pacíficos como los debates, el cumplimiento de la ley o el respeto por la convivencia?

La práctica de la violencia tiene múltiples causas. En Colombia estamos convencidos de una diversidad de afirmaciones como las siguientes: “No respetamos la autoridad”, “no acatamos las normas”, “hecha la ley, hecha la trampa”, etc. No obstante, un sector de la población reconoce a las autoridades y cumple las reglas. También es cierto que otro sector se hace estas dos preguntas: “¿O sea que mi plata no vale?” Y, como dijimos arriba en el caso de Jesurún, “¿usted no sabe quién soy yo?”. Significa que algunos ciudadanos creen que tienen superioridad sobre otros, pero en ningún caso se puede generalizar. Sobre la resolución de conflictos, el colombiano sustenta, generalmente, sus actuaciones en sus creencias. Por eso suele no aceptar la diferencia o al otro distinto.

Finalmente, ¿la violencia en el fútbol es un reflejo de la violencia social que se vive en Colombia o son dos fenómenos sin relación?

El ejercicio de la violencia depende de los personajes, el lugar, la hora, las situaciones y, por supuesto, el contexto. La relacionada con el futbol es una mutación de las violencias que hemos enfrentado. Aunque en 2016 y 2017 se produjeron las cifras más altas de asesinatos relacionados con el fútbol (23 fallecidos), la totalidad de muertes violentas en el país, en 2016, fue de 12.262 víctimas y en 2017, de 11.373. Comparativamente, las muertes violentas en el contexto del fútbol representaron el 0,19 %, en 2016, y el 0,2 %, en 2017, de las totales. La violencia en Colombia es protagonizada por muchos y muy diferentes actores, y las “barras bravas” no son sus principales ejecutoras.

Conductas festivas y violentas, una investigación sobre “barras bravas”

El profesor John Alexander Castro Lozano se graduó en Sociología en la Universidad Nacional, cursó una maestría en Estudios Sociales y una especialización en Educación, en la Pedagógica y, además, obtuvo el doctorado en Estudios Sociales en la Distrital. Actualmente desempeña labores de investigación y ha escrito artículos para revistas de Ciencias y Sociología, entre otros, El combate entre hinchas en Bogotá, sociología de la violencia en el fútbol que fue publicada en la Revista Colombiana de Sociología en 2022. Castro Lozano creó la categoría “grupos organizados de hinchas”, en el estudio pormenorizado que hizo sobre los comportamientos de las ‘barras bravas’ conocidas como Los Comandos Azules Distrito Capital y Blue Rain, de Millonarios Fútbol Club para optar a uno de sus títulos académicos. En desarrollo de esta investigación describió y tipificó las conductas “festivas” y las conductas violentas que despliegan los hinchas de Millonarios antes, durante y después de cada uno de los partidos. Deduce que la relación entre el carnaval y el combate es complementaria y contradictoria y, así, encuentra una tercera categoría: el “aguante” que implica estar siempre presente en las tribunas y en las calles.

“La norma no modifica el comportamiento”

Además de hombres jóvenes, ¿En cuál proporción participan las mujeres y los niños en las grescas entre ‘barras bravas’?

Las ‘barras bravas’ son integradas mayoritariamente por hombres jóvenes que, en Colombia, son clasificados como aquellos que tienen entre 14 y 28 años. Lo anterior no implica que no participen en tales grupos ciudadanos mayores o mujeres. En Bogotá, particularmente en El Campín, la edad mínima para ingresar a las graderías laterales ocupadas por los ‘Comandos Azules Distrito Capital’ o ‘Blue Rain’ de Millonarios Fútbol Club o por ‘La Guardia Albi-Roja Sur’ de Independiente Santa Fe, es de 14 años; quizás sea ese el motivo para no identificar a menores como integrantes de esas agrupaciones. En el país, con diversas leyes desde 2009, se ha querido disminuir la violencia pero no se ha logrado el resultado pretendido porque la norma no modifica el comportamiento. El número de personas detenidas y judicializadas por violencia en el fútbol no corresponde al número de incidentes violentos y homicidios. Como dije, en el país han asesinado a 197 ciudadanos entre 2001 y 2021 pero los capturados y procesados por esos hechos no superan los 20.

 

Carolina(69477)21 de julio de 2024 - 08:45 p. m.
Estuve en Alemania recientemente cuando la eliminaron de la Eurocopa y no se vio violencia por ninguna parte; aunque era el equipo anfitrión, la gente en la calle se lo tomó con bastante normalidad. Creo que en Colombia el fútbol ocupa un lugar más importante en la vida de la gente debido a la alegría que le brinda este deporte y que no obtiene en su vida diaria.
Álamo(88990)21 de julio de 2024 - 02:22 p. m.
Lo de la compañía "Jesurún & Son" es caso aparte por su mega-aporte a la degradación social. En cuanto al tema, de seguro podría abonar más el entrevistado. Mucho adeudan las "ciencias sociales" a la comprensión actual de nuestro comportamiento. Sobre todo en ese "campo de juego" que más parece ser un síntoma con raíces profundas en un sentimiento cada vez más acrecido: la tristeza de una vida cosificada que se expresa en indiferente indolencia hacia la vida misma.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar