Calle Barranquilla, una de las salidas principales de la UdeA, tras los desmanes del 8 de junio.
La trágica muerte de la universitaria Stefany Orrego Bedoya, en Medellín, tras manipular explosivos, trae a la memoria la pérdida fatal de otros cuatro estudiantes a quienes les explotaron en sus manos artefactos similares: en 2005, Paula Ospina y Magaly Betancur, y en 2019, Julián Orrego. Algo similar ocurrió en 2002 con el caso de Juan Esteban Saldarriaga, solo que él murió por el impacto de una papa bomba que iba dirigida a la Fuerza Pública.
Por Luisa Fernanda Orozco
Periodista de la Universidad de Antioquia.@luisaorvallorozco@elespectador.com
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