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“Los conocimientos ancestrales han demostrado la efectividad para lograr hacer frente al cambio climático, en las medidas de mitigación y adaptación al cambio climático. Y eso ha sido reflejado en Colombia, por ejemplo, en la evaluación bajo la metodología IPBES de biodiversidad y ecosistemas que tuvo nuestro país y está toda la documentación de cómo ese conocimiento está sirviendo para la conservación de la biodiversidad biológica. Ese conocimiento no se encuentra ni en los libros ni en las bibliotecas, el conocimiento es viviente, está en los territorios, en las personas, que se forma en la cosmovisión, por lo tanto, la protección del conocimiento implica la protección de los pueblos, la garantía de sus derechos territoriales”.
Las palabras, en medio del encuentro titulado “Diversidad biológica en alerta roja: los pueblos indígenas garantes de la vida en el planeta”, son de Edith Bastidas, de la Red de Mujeres Indígenas sobre Biodiversidad RMIB-LAC, y precisamente una de las líderes indígenas más reconocidas por su labor en el reconocimiento de las comunidades en distintos escenarios sociales. “Y por eso hemos venido haciendo seguimiento a este tema en el nuevo marco que, valga decir, no tenemos una meta sobre la protección del conocimiento como lo había en el anterior plan, para esta última fase de negociación del marco queremos llevar esa propuesta a través de nuestro gobierno, de que se pueda también proteger el conocimiento, no solo utilizarlo sino protegerlo y garantizarlo”, agregó.
Ella se refiere al nuevo Marco Mundial de la Diversidad Biológica posterior a 2020 (MMDB), que estará en discusión la próxima semana en Montreal, Canadá. Se trata de la COP 15, la Conferencia de las Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica, en donde se busca trazar la hoja de ruta para los próximos 10 años y en el que, se espera, todos los líderes globales y sus gobernantes fijen metas claras, medibles y alcanzables con los que no solamente le hagamos como raza humana frente a la crisis climática, sino que se proteja, por ejemplo, el conocimiento ancestral indígena porque en sus territorios es donde mejor se han protegido los ecosistemas.
“Para Colombia esto es muy importante porque somos uno de los países megadiversos del planeta, para este gobierno la biodiversidad es un tema central, no solo para conservar y proteger lo que tenemos, sino sobre todo para incorporarlo de manera muy importante inclusiva, justa y equitativa en las dinámicas económicas del país. Pero, además, la diversidad tiene un papel estratégico en la adaptación climática. Por eso para nosotros esta COP 15 y poder incidir en el marco pos 2020 será muy importante porque necesitamos fortalecer es link entre el Estado y la crisis que tenemos en biodiversidad y las estrategias para la gestión de la biodiversidad, enlazarla con esta otra dimensión tan dura y dramática que estamos enfrentando y es la gestión de la crisis climática”, dijo la Sandra Vilardy, viceministra de Políticas y Normalización Ambiental del Ministerio de Ambiente, durante el conversatorio organizado por El Espectador y Ambiente y Sociedad.
Esto es un asunto de todos, no solo de los que vivimos, por ejemplo, en Colombia. “Se estima que los incentivos y subsidios perjudiciales para la biodiversidad superan más de 500 billones de dólares por año, eso es $500.000 millones de dólares que se gastan en incentivos y subvenciones que se gastan para actividades perjudiciales para la biodiversidad. Si se redirigieran a actividades que protegen la biodiversidad positiva para la naturaleza, tendríamos recursos acumulados, pero seguirá habiendo una brecha. Siguen las diferencias en torno a los financiamientos entre los países desarrollos y los envía de desarrollo, si bien no son nada nuevo, parecen estar bastante marcadas. Y está bien documentado que las tierras indígenas son las mejor conservadas, pero los pueblos indígenas reciben menos de un uno por ciento del financiamiento de clima y biodivesidad, según un informe de nuestra organización Rainfortest Noruega”, advirtió Borghild Tønnessen-Krokan, asesora senior de Política Internacional Rainforest Foundation Norway.
El equipo del gobierno colombiano que viajará la próxima semana está liderado por la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, buscarán avanzar en objetivos y metas claros, ambiciosos, concisos, medibles, “necesitamos tener mejores indicadores globales para la prevención, es algo que no suele suceder”, detalló Vilardy. “Necesitamos un paquete de financiamiento para poder gestionar la biodiversidad y para poder enfrentar los retos de la gestión en tiempos de crisis climática, que además sea un paquete de gestión que incluya apoyos al desarrollo pero también que pueda acompañar a los países para reducir los procesos que deterioran la biodiversidad, que son los motores de transformación y además ir avanzando en esos temas de desmontar los incentivos perversos que hay de deterioro”.
¿Y cuáles medidas efectivas podrían adoptar los países para desincentivar los motores de pérdida de diversidad biológica? “Los bosques son de vital importancia para sostener la vida en la tierra y juegan un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático. Nuestra comunidad global debe reexaminar la relación con el mundo natural. Hoy un millón de especies están en peligro de extinción, según la plataforma intergubernamental científico-normativo sobre diversidad biológica y servicios de los ecosistemas. Es urgente un consenso global para lograr un acuerdo de protección de las especies ya acelerar el enriquecimiento positivo de la naturaleza; necesitamos un marco basado en la ciencia, que sea ambicioso y medible para revertir la pérdida de hábitat”, respondió Borghild Tønnessen-Krokan, de Rainforest Foundation Norway.
“Cada pieza de un ecosistema depende de otro, es un rompecabezas. Mantener y mejorar la integridad ecológica es esencial a escala nacional y mundial, y debe ser reflejado en el nuevo marco global en la meta 1. Por lo tanto, se recomienda mantener la meta de minimizar la pérdida de ecosistemas de alta integridad o altamente intactos, como dicen, priorizando los ecosistemas biodiversos y vulnerables como la selva amazónica y garantizar los derechos de los pueblos indígenas”, agregó.
Lo que se sabe, por ahora, es que los equipos negociadores de la COP 15 llevan meses sentados montando los textos de propuestas, mientras en Colombia, asegura el gobierno, se han ampliado los espacios de participación en donde aparecen actores indígenas importantes, también de comunidades afro y ROM, permitiendo “posicionar textos que impliquen la necesidad del reconocimiento de la diversidad”. Y esto resulta determinante porque las COP han reconocido históricamente el conocimiento científico y técnico, “pero sin duda los conocimientos tradicionales y locales, sobre todo de la gente que más depende de la biodiversidad, son fundamentales para la construcción de estos marcos”, detalló la viceministra. Es que aquí se está hablando, incluso, de seguridad alimentaria, pues sin tierra no hay forma de cultivar. Y sin alimentos suficientes difícilmente podría seguir adelante la humanidad.
*Este texto hace parte de una alianza entre El Espectador y Ambiente y Sociedad.