“Es un mensaje equivocado”: Carolina Corcho, sobre apertura de ciudades
La apertura total de actividades sociales y el permiso para contar con aforos del 100% en eventos masivos, no conviene al momento que se refleja en las cifras oficiales de reporte, en ascenso, de nuevos casos Covid-19 en algunas ciudades y regiones. Colombia estaría cerca de un cuarto pico que, según la vicepresidenta de la Federación Médica Colombiana, no se puede prever con exactitud por el retraso en los datos.
Algunos epidemiólogos han dicho que dentro de pocas semanas Colombia podría entrar en otro pico de pandemia. Para usted, ¿esa predicción es real?
Las variables que determinan que se presente el siguiente pico son la vacunación y el predominio de la variante delta. En la primera hay rezago: estamos muy por debajo de la meta estipulada por el Ministerio de Salud, que era del 70 % de la población para diciembre; en este momento no superamos, con vacunación completa, ni siquiera el 50 %. En cuanto a la detección de delta, existen dificultades en la vigilancia epidemiológica, pues el atraso de los datos podría superar el mes, lo cual implica que no tenemos suficiente evidencia para predecir, con alguna exactitud cuándo sería el próximo pico. Lo que sí sabemos es que es inevitable, sobre todo por el retraso en la vacunación.
¿En cuáles estadísticas se basa para afirmar que Colombia está atrasada en vacunación? Según los reportes oficiales, casi los cincuenta millones de colombianos que habitamos este país estamos vacunados, al menos con una dosis...
Me baso en las propias metas establecidas por el Ministerio que proyectó que, a 31 de diciembre de este año, habría 35 millones de vacunados. Una persona se considera vacunada cuando tiene el esquema completo, no antes. La meta de 35 millones, que, como dije, corresponde al 70 % de los habitantes, fue modificada posteriormente por la aparición de la variante delta, pues, con su presencia, se exige una vacunación superior al 90 % de la población. No obstante, para afirmar que hay retraso, nos basamos en la primera meta que se impuso el Gobierno.
Entonces, ¿cuántos vacunados con dosis completas hay reportados oficialmente?
De acuerdo con los informes oficiales de la cartera de Salud, hay 50’537.000 colombianos vacunados con la primera dosis. Si examinamos cifras de vacunados con dosis completas, en el momento de esta entrevista (viernes 12 de nov.) se reportan 22’501.341, según el propio Ministerio, repito. Habría que aplicar poco más de 500.000 dosis diarias para cumplir la meta de 35 millones al 31 de diciembre.
En consecuencia, ¿se puede concluir que estamos mal en materia de la tan anhelada inmunidad de rebaño?
Se induce a error, lo cual tiene como consecuencia que la sociedad baje la guardia, que se esté diciendo, reiteradamente, que la cifra de aplicación de vacunas para tener en cuenta es la correspondiente a una dosis. Insisto en que hoy contamos con menos de la mitad de la población vacunada, pues aún no alcanzamos los 25 millones. Y aún estamos lejos de llegar a los 35 millones, dado que no hemos logrado sostener el ritmo de vacunación diario. Ahora, este ritmo ha mejorado en los últimos días con la adopción de la medida de exigibilidad del carné para eventos recreativos masivos. No obstante, se observa que el Ministerio optó por ampliar la vacunación a niños y niñas para cumplir las metas, lo cual es importante, pero haciendo la precisión de que esta no es la población de mayor mortalidad.
Si de usted dependiera, antes que vacunar a los niños, ¿sería mejor completar las segundas dosis de los 27 millones de adultos restantes que cuentan, hasta hoy, con una sola?
En efecto, eso sería lo que habría que priorizar. En todo caso, vacunar a los menores también es importante.
Siguiendo con los datos del Ministerio, el lunes pasado hubo 1.917 casos nuevos reportados; el martes, 2.199, y el miércoles, 2.461. Esto sugiere que cada día aparecen más casos nuevos aunque estemos lejos del peor momento de la pandemia, que ocurrió en junio de este año, cuando había 33.594. ¿El pico que estaría por llegar podría ascender a esta última cifra, otra vez?
Con el avance de la vacunación y la inmunidad natural que se adquiere debido a que ha aumentado el contacto de la población con el virus es que este ha disminuido su letalidad. Así lo muestran los picos que se han presentado en otros países. Por ejemplo, en Estados Unidos se ha evidenciado que el 90 % de las hospitalizaciones por COVID-19 se presenta en personas sin vacunación.
¿Por qué se habla, entonces, de unas variantes como la delta y mu que serían más veloces en contagio que el virus inicial y de las cuales se dice, incluso, que las vacunas existentes no sirven para combatirlas?
En la medida en que nos demoremos en llegar a la inmunidad colectiva en el mundo, van a aparecer más mutaciones del virus que dan origen a variantes. En este caso, delta tiene una velocidad de transmisión que duplica la de la variante mu, lo que dificulta la reacción de los sistemas de salud. Por eso se siguen presentando picos, a pesar de que haya una gran parte de la población mundial vacunada. En otras palabras, a menor población vacunada, mayor probabilidad de contagios.
En su opinión, y dependiendo de la gravedad del pico que estaría por llegar, ¿el país se vería forzado a imponer nuevas cuarentenas generales?
La medida de las cuarentenas se agotó en Colombia y el mundo. De todos modos, se ha avanzado en la vacunación y esto implica disminución de la letalidad en los picos subsiguientes. En el caso colombiano, esa medida resultó agotadora para la ciudadanía porque nunca se acogió la propuesta de acompañarla de una renta básica que permitiera el sustento de los hogares, en un país con un porcentaje de pobreza que supera el 40 % de la población y con una informalidad de más del 60 %. El Gobierno disponía de los recursos fiscales y el presupuesto para implementar esta medida, que se adelantó en muchos países, pero no lo hizo. Por tanto, la asfixia económica terminó por incidir en el escepticismo que, hoy, tiene la ciudadanía frente a las medidas sanitarias y de aislamiento social: prevalecen la necesidad y el esfuerzo diario por la supervivencia.
No hubo renta básica en todo el país aunque sí en Bogotá. Sin embargo, no hay que olvidar que se activaron otros programas sociales: Ingreso Solidario, subsidios parciales a nóminas de trabajadores y bonificaciones para ciertos sectores como el de salud. ¿No ayudaron?
En efecto, sí, esas ayudas se dieron pero, a nuestro juicio, fueron “miserabilistas”. De acuerdo con los cálculos del profesor Luis Jorge Garay, quien acompañó la propuesta de renta básica permanente que fue respaldada por nuestras agremiaciones médicas, Ingreso Solidario, tal como estaba calculado, implicaba entregas por hogar de apenas$160.000 y esto sin llegar a cubrir los 7,3 millones de hogares que se encuentran en vulnerabilidad e informalidad en Colombia, lo que sería el alcance de un programa serio. Solo estaba previsto —de acuerdo con la página oficial en que se anuncia la ayuda social del Gobierno— para tres millones de hogares; es decir, menos de la mitad requerida.
¿Por qué no ha funcionado el programa Prueba, Rastreo y Aislamiento Selectivo Sostenible (PRASS), con el que se rastrea el virus?
Por la demora en la entrega de resultados con tiempos de entrega de una semana. Mientras tanto, el virus se sigue transmitiendo porque no se detectan ni aíslan los casos ni los contactos. Tampoco funciona porque no se hacen pruebas aleatorias a población asintomática con alto riesgo de exposición, como el personal de salud, los conductores de sistemas masivos de transporte y otros oficios que requieren trabajo presencial como el de ustedes, los periodistas. Hoy se están practicando menos de 50.000 pruebas en promedio diario cuando deberían realizarse más de 100.000 al día.
Pese a todo lo que se ha dicho, hay muchas personas que se niegan a vacunarse. ¿Han detectado ustedes cuáles grupos de población son los más reacios a aplicarse la vacuna y por cuáles razones?
Este fenómeno se ha presentado en el mundo entero. Es evidente que existe un movimiento contra las vacunas que, en parte, se ampara en los cuestionamientos a las transnacionales farmacéuticas que están haciendo negocio en medio de una pandemia que ha costado cientos de miles de vidas. No obstante, se debe diferenciar esa situación de la vacuna en sí misma, uno de los avances científicos más importantes y confiables de la humanidad. En el caso colombiano han prevalecido, a nuestro juicio, las barreras de acceso a la vacunación de manera oportuna.
¿A qué se refiere?
A que se perdió mucho tiempo en iniciar, con buen ritmo, el plan de vacunación, y a que:
1. Hubo más de cinco millones de dosis en neveras, entre abril y mayo, previo al tercer pico, que fue el de mayor mortalidad; es decir, perdimos tiempo.
2. Se desoyeron las recomendaciones de la comunidad científica y salubrista de activar el proceso de vacunación de una manera expedita, sin intermediarios. En cambio, se ampararon en las EPS y resultó que estas no tenían actualizadas las bases de datos de su población afiliada.
3. No se tiene un sistema de información detallado, por municipio, en el menor tiempo real posible que permita tomar medidas correctivas frente a la disminución de inoculaciones diarias.
4. Tampoco se ha instaurado un sistema de atención primaria, de equipos básicos en los territorios que refuercen la pedagogía y la búsqueda activa de pacientes y ciudadanos para vacunarse. En fin, no se ha hecho lo que se debe y se puede hacer por parte del sistema de salud y del Ministerio. Esto explica, en parte, el atraso y las altas mortalidades que hemos tenido en Colombia por el COVID-19, sumado a que la sociedad ha bajado la guardia.
Permítame le insisto en cuáles son los grupos de población más reacios a vacunarse. Se ha dicho que se trata de grupos religiosos, de embarazadas o madres gestantes, de padres de menores de doce años y de grupos de jóvenes entre 16 a 17 años y 23 a 24. ¿Es cierto?
Es cierto. Insistimos en la necesidad de activar una estrategia pedagógica de salud pública para lograr que estas poblaciones se vacunen, dado que muchos no acuden a los puestos de vacunación por desinformación sobre los efectos de la vacuna. De todos modos, hay que vacunarse. Está demostrado que la vacuna protege de la muerte por COVID y de la hospitalización en estado grave.
Contrario al panorama que usted nos presenta, el Gobierno central y las alcaldías actúan como si el coronavirus ya no fuera una amenaza temible. ¿La apertura de escenarios para eventos multitudinarios y de todos los negocios es equivocada e irresponsable?
Esas aperturas se han hecho sin tener en cuenta los propios registros del Ministerio de Salud, que indican aumento de riesgo en varias ciudades del país en donde se están autorizando aforos del 100 % en eventos masivos que dificultan el distanciamiento mayor a un metro que se debe tener entre una persona y otra.
Pero ¿usted opina que esa apertura casi total de eventos y negocios con aglomeraciones es equivocada y envía un mensaje contrario al de la prevención?
Sí. Es un mensaje equivocado, porque ya están identificadas cinco ciudades de alto riesgo en donde no se deberían permitir aforos de 100 % para eventos masivos. Por ejemplo, Barranquilla debería revaluar el aforo en el estadio durante los partidos de la selección Colombia. El departamento del Atlántico y su ciudad capital constituyen el bloque territorial con mayor número de nuevos casos COVID.
Por la evolución de sus cifras de COVID, ¿cuáles ciudades o regiones tienen el peor pronóstico?
El Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Salud han definido unos municipios en observación por aumento de casos, reporte de fallecidos, aumento de la variante delta e incremento de ingreso hospitalario: San Andrés, Santa Marta, Barranquilla, Cúcuta y Medellín.
¿Los gobiernos nacional y locales han privilegiado la reactivación económica sobre la salud de la población?
Es claro que el Gobierno central ha privilegiado la reactivación. Las administraciones locales han actuado de manera diferencial.
Más allá de los mensajes públicos equivocados, ¿por qué la sociedad ha bajado la guardia? ¿Se siente protegida por las vacunas o ha sido influida, en exceso, por los mensajes de apertura de eventos y reactivación económica que incentivan a salir, gastar y divertirse?
Creo que debido a ambas razones, pero le damos mayor importancia a la responsabilidad que tiene el Estado como autoridad sanitaria cuando envía mensajes equivocados de una nueva normalidad que aún no ha llegado.
¿Qué se ha hecho bien en Colombia y, en particular, en Bogotá?
El aumento de unidades de cuidados intensivos, el aumento de la capacidad instalada de laboratorios para el análisis y procesamiento de pruebas, y el trabajo del DANE, específicamente, que, en la pandemia, ha mejorado sustancialmente el sistema de información para el análisis de datos sociodemográficos.
¿Están en condición de ser utilizadas todas las camas UCI que se instalaron en los momentos más críticos o esa disponibilidad ha bajado?
El Gobierno afirma que durante la pandemia se duplicaron las camas UCI de 5.000 a más de 11.000. En efecto, esto se hizo y fue positivo. No obstante, los pasados picos mostraron la opacidad de la información en cuanto a la disponibilidad efectiva de las camas para atención de los pacientes de COVID. Dado que una cama UCI requiere un personal especializado —que es limitado en Colombia— y una dotación específica. Hasta el momento, la realidad de esas cifras sigue siendo poco clara.
¿Los laboratorios farmacéuticos siguen discriminando a los países menos desarrollados, al entregar de manera preferencial su producción de vacunas a los más poderosos?
Así es. Mientras se mantengan las patentes, las farmacéuticas las utilizarán para hacer extracción de renta con un avance científico que fue financiado, en su mayoría, con recursos públicos de los Estados.
Déjeme hacerle una pregunta final que nace de diferencias entre médicos epidemiólogos cercanos y lejanos al Gobierno: los cercanos dicen que los críticos del manejo de la pandemia, como usted, son movidos por razones políticas de oposición. ¿Usted es activista política?
Yo soy médica en ejercicio, docente, ciudadana, dirigente gremial y defensora del derecho fundamental a la salud. En estas condiciones hablo, siempre con base en las estadísticas, en los datos disponibles y en las propias informaciones oficiales, observadas desde un punto de vista analítico. Cuando cito datos, todos estos son verificables. El activismo por el que usted me pregunta lo desarrollo desde el centro de mis actividades: la sociedad civil.
Rastreo estricto del virus, necesario para reducir su impacto
¿Cuál sería la fórmula para que las vacaciones de fin de año, con viajes aéreos y terrestres y con planes turísticos en sitios de aglomeraciones, no tengan que suspenderse si llega el nuevo pico que empieza a asomarse?
Hemos insistido hasta la saciedad en la necesidad de hacer rastreo del virus mediante realización de pruebas, no sólo a las personas sintomáticas, sino a las asintomáticas de alto riesgo. El programa PRASS (Prueba, Rastreo y Aislamiento Selectivo) definitivamente no ha funcionado. Estamos realizando, en promedio, menos de 50 mil pruebas día cuando deberíamos estar aplicando por encima de 100 mil, y los tiempos promedios de entrega de resultados son de siete días. Esto resulta absurdo porque el rastreo debe permitir la elaboración de un mapa epidemiológico del país para intervenir y hacer aislamientos de manera focalizada con el fin de evitar brotes. Pero con ese número de pruebas y tiempo de entrega de resultados, es imposible. Si el PRASS funcionara, se podrían focalizar medidas restrictivas en época de vacaciones para disminuir los contactos y la transmisibilidad del siguiente pico. A la ciudadanía, sobre todo en esta época, se le debe enviar el mensaje claro de que la pandemia continúa y de que hay que mantener las medidas de autocuidado.
“No hay nada qué celebrar en Colombia”
¿Cree usted que las cifras sobre vacunación e, incluso, sobre contagios y muertes son manipuladas por razones de conveniencia política?
No puedo decirlo de manera tan enfática pero, por ejemplo, hay rezago y opacidad en los sistemas de información para documentar el plan de vacunación, lo que nos dificulta tomar decisiones correctivas a tiempo. También existen discrepancias en las cifras de mortalidad entre las expresadas por el Ministerio de Salud y el DANE. Este último ha mostrado que la mortalidad sería 15% superior. Aún con el subregistro, no hay nada qué celebrar en Colombia: el Covid ha sido una tragedia sanitaria durante la cual muchas muertes se hubieran podido evitar si se hubiera, por lo menos, intentado hacer lo que se debía hacer. Estamos entre las 10 mortalidades más altas del mundo por millón de habitantes, y si tuviéramos en cuenta que hay subregistro, estaríamos entre las cinco primeras. Las diferentes clasificaciones internacionales no dejan a Colombia bien parada frente al manejo de la pandemia, medida en distintas variables y categorías.
Algunos epidemiólogos han dicho que dentro de pocas semanas Colombia podría entrar en otro pico de pandemia. Para usted, ¿esa predicción es real?
Las variables que determinan que se presente el siguiente pico son la vacunación y el predominio de la variante delta. En la primera hay rezago: estamos muy por debajo de la meta estipulada por el Ministerio de Salud, que era del 70 % de la población para diciembre; en este momento no superamos, con vacunación completa, ni siquiera el 50 %. En cuanto a la detección de delta, existen dificultades en la vigilancia epidemiológica, pues el atraso de los datos podría superar el mes, lo cual implica que no tenemos suficiente evidencia para predecir, con alguna exactitud cuándo sería el próximo pico. Lo que sí sabemos es que es inevitable, sobre todo por el retraso en la vacunación.
¿En cuáles estadísticas se basa para afirmar que Colombia está atrasada en vacunación? Según los reportes oficiales, casi los cincuenta millones de colombianos que habitamos este país estamos vacunados, al menos con una dosis...
Me baso en las propias metas establecidas por el Ministerio que proyectó que, a 31 de diciembre de este año, habría 35 millones de vacunados. Una persona se considera vacunada cuando tiene el esquema completo, no antes. La meta de 35 millones, que, como dije, corresponde al 70 % de los habitantes, fue modificada posteriormente por la aparición de la variante delta, pues, con su presencia, se exige una vacunación superior al 90 % de la población. No obstante, para afirmar que hay retraso, nos basamos en la primera meta que se impuso el Gobierno.
Entonces, ¿cuántos vacunados con dosis completas hay reportados oficialmente?
De acuerdo con los informes oficiales de la cartera de Salud, hay 50’537.000 colombianos vacunados con la primera dosis. Si examinamos cifras de vacunados con dosis completas, en el momento de esta entrevista (viernes 12 de nov.) se reportan 22’501.341, según el propio Ministerio, repito. Habría que aplicar poco más de 500.000 dosis diarias para cumplir la meta de 35 millones al 31 de diciembre.
En consecuencia, ¿se puede concluir que estamos mal en materia de la tan anhelada inmunidad de rebaño?
Se induce a error, lo cual tiene como consecuencia que la sociedad baje la guardia, que se esté diciendo, reiteradamente, que la cifra de aplicación de vacunas para tener en cuenta es la correspondiente a una dosis. Insisto en que hoy contamos con menos de la mitad de la población vacunada, pues aún no alcanzamos los 25 millones. Y aún estamos lejos de llegar a los 35 millones, dado que no hemos logrado sostener el ritmo de vacunación diario. Ahora, este ritmo ha mejorado en los últimos días con la adopción de la medida de exigibilidad del carné para eventos recreativos masivos. No obstante, se observa que el Ministerio optó por ampliar la vacunación a niños y niñas para cumplir las metas, lo cual es importante, pero haciendo la precisión de que esta no es la población de mayor mortalidad.
Si de usted dependiera, antes que vacunar a los niños, ¿sería mejor completar las segundas dosis de los 27 millones de adultos restantes que cuentan, hasta hoy, con una sola?
En efecto, eso sería lo que habría que priorizar. En todo caso, vacunar a los menores también es importante.
Siguiendo con los datos del Ministerio, el lunes pasado hubo 1.917 casos nuevos reportados; el martes, 2.199, y el miércoles, 2.461. Esto sugiere que cada día aparecen más casos nuevos aunque estemos lejos del peor momento de la pandemia, que ocurrió en junio de este año, cuando había 33.594. ¿El pico que estaría por llegar podría ascender a esta última cifra, otra vez?
Con el avance de la vacunación y la inmunidad natural que se adquiere debido a que ha aumentado el contacto de la población con el virus es que este ha disminuido su letalidad. Así lo muestran los picos que se han presentado en otros países. Por ejemplo, en Estados Unidos se ha evidenciado que el 90 % de las hospitalizaciones por COVID-19 se presenta en personas sin vacunación.
¿Por qué se habla, entonces, de unas variantes como la delta y mu que serían más veloces en contagio que el virus inicial y de las cuales se dice, incluso, que las vacunas existentes no sirven para combatirlas?
En la medida en que nos demoremos en llegar a la inmunidad colectiva en el mundo, van a aparecer más mutaciones del virus que dan origen a variantes. En este caso, delta tiene una velocidad de transmisión que duplica la de la variante mu, lo que dificulta la reacción de los sistemas de salud. Por eso se siguen presentando picos, a pesar de que haya una gran parte de la población mundial vacunada. En otras palabras, a menor población vacunada, mayor probabilidad de contagios.
En su opinión, y dependiendo de la gravedad del pico que estaría por llegar, ¿el país se vería forzado a imponer nuevas cuarentenas generales?
La medida de las cuarentenas se agotó en Colombia y el mundo. De todos modos, se ha avanzado en la vacunación y esto implica disminución de la letalidad en los picos subsiguientes. En el caso colombiano, esa medida resultó agotadora para la ciudadanía porque nunca se acogió la propuesta de acompañarla de una renta básica que permitiera el sustento de los hogares, en un país con un porcentaje de pobreza que supera el 40 % de la población y con una informalidad de más del 60 %. El Gobierno disponía de los recursos fiscales y el presupuesto para implementar esta medida, que se adelantó en muchos países, pero no lo hizo. Por tanto, la asfixia económica terminó por incidir en el escepticismo que, hoy, tiene la ciudadanía frente a las medidas sanitarias y de aislamiento social: prevalecen la necesidad y el esfuerzo diario por la supervivencia.
No hubo renta básica en todo el país aunque sí en Bogotá. Sin embargo, no hay que olvidar que se activaron otros programas sociales: Ingreso Solidario, subsidios parciales a nóminas de trabajadores y bonificaciones para ciertos sectores como el de salud. ¿No ayudaron?
En efecto, sí, esas ayudas se dieron pero, a nuestro juicio, fueron “miserabilistas”. De acuerdo con los cálculos del profesor Luis Jorge Garay, quien acompañó la propuesta de renta básica permanente que fue respaldada por nuestras agremiaciones médicas, Ingreso Solidario, tal como estaba calculado, implicaba entregas por hogar de apenas$160.000 y esto sin llegar a cubrir los 7,3 millones de hogares que se encuentran en vulnerabilidad e informalidad en Colombia, lo que sería el alcance de un programa serio. Solo estaba previsto —de acuerdo con la página oficial en que se anuncia la ayuda social del Gobierno— para tres millones de hogares; es decir, menos de la mitad requerida.
¿Por qué no ha funcionado el programa Prueba, Rastreo y Aislamiento Selectivo Sostenible (PRASS), con el que se rastrea el virus?
Por la demora en la entrega de resultados con tiempos de entrega de una semana. Mientras tanto, el virus se sigue transmitiendo porque no se detectan ni aíslan los casos ni los contactos. Tampoco funciona porque no se hacen pruebas aleatorias a población asintomática con alto riesgo de exposición, como el personal de salud, los conductores de sistemas masivos de transporte y otros oficios que requieren trabajo presencial como el de ustedes, los periodistas. Hoy se están practicando menos de 50.000 pruebas en promedio diario cuando deberían realizarse más de 100.000 al día.
Pese a todo lo que se ha dicho, hay muchas personas que se niegan a vacunarse. ¿Han detectado ustedes cuáles grupos de población son los más reacios a aplicarse la vacuna y por cuáles razones?
Este fenómeno se ha presentado en el mundo entero. Es evidente que existe un movimiento contra las vacunas que, en parte, se ampara en los cuestionamientos a las transnacionales farmacéuticas que están haciendo negocio en medio de una pandemia que ha costado cientos de miles de vidas. No obstante, se debe diferenciar esa situación de la vacuna en sí misma, uno de los avances científicos más importantes y confiables de la humanidad. En el caso colombiano han prevalecido, a nuestro juicio, las barreras de acceso a la vacunación de manera oportuna.
¿A qué se refiere?
A que se perdió mucho tiempo en iniciar, con buen ritmo, el plan de vacunación, y a que:
1. Hubo más de cinco millones de dosis en neveras, entre abril y mayo, previo al tercer pico, que fue el de mayor mortalidad; es decir, perdimos tiempo.
2. Se desoyeron las recomendaciones de la comunidad científica y salubrista de activar el proceso de vacunación de una manera expedita, sin intermediarios. En cambio, se ampararon en las EPS y resultó que estas no tenían actualizadas las bases de datos de su población afiliada.
3. No se tiene un sistema de información detallado, por municipio, en el menor tiempo real posible que permita tomar medidas correctivas frente a la disminución de inoculaciones diarias.
4. Tampoco se ha instaurado un sistema de atención primaria, de equipos básicos en los territorios que refuercen la pedagogía y la búsqueda activa de pacientes y ciudadanos para vacunarse. En fin, no se ha hecho lo que se debe y se puede hacer por parte del sistema de salud y del Ministerio. Esto explica, en parte, el atraso y las altas mortalidades que hemos tenido en Colombia por el COVID-19, sumado a que la sociedad ha bajado la guardia.
Permítame le insisto en cuáles son los grupos de población más reacios a vacunarse. Se ha dicho que se trata de grupos religiosos, de embarazadas o madres gestantes, de padres de menores de doce años y de grupos de jóvenes entre 16 a 17 años y 23 a 24. ¿Es cierto?
Es cierto. Insistimos en la necesidad de activar una estrategia pedagógica de salud pública para lograr que estas poblaciones se vacunen, dado que muchos no acuden a los puestos de vacunación por desinformación sobre los efectos de la vacuna. De todos modos, hay que vacunarse. Está demostrado que la vacuna protege de la muerte por COVID y de la hospitalización en estado grave.
Contrario al panorama que usted nos presenta, el Gobierno central y las alcaldías actúan como si el coronavirus ya no fuera una amenaza temible. ¿La apertura de escenarios para eventos multitudinarios y de todos los negocios es equivocada e irresponsable?
Esas aperturas se han hecho sin tener en cuenta los propios registros del Ministerio de Salud, que indican aumento de riesgo en varias ciudades del país en donde se están autorizando aforos del 100 % en eventos masivos que dificultan el distanciamiento mayor a un metro que se debe tener entre una persona y otra.
Pero ¿usted opina que esa apertura casi total de eventos y negocios con aglomeraciones es equivocada y envía un mensaje contrario al de la prevención?
Sí. Es un mensaje equivocado, porque ya están identificadas cinco ciudades de alto riesgo en donde no se deberían permitir aforos de 100 % para eventos masivos. Por ejemplo, Barranquilla debería revaluar el aforo en el estadio durante los partidos de la selección Colombia. El departamento del Atlántico y su ciudad capital constituyen el bloque territorial con mayor número de nuevos casos COVID.
Por la evolución de sus cifras de COVID, ¿cuáles ciudades o regiones tienen el peor pronóstico?
El Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Salud han definido unos municipios en observación por aumento de casos, reporte de fallecidos, aumento de la variante delta e incremento de ingreso hospitalario: San Andrés, Santa Marta, Barranquilla, Cúcuta y Medellín.
¿Los gobiernos nacional y locales han privilegiado la reactivación económica sobre la salud de la población?
Es claro que el Gobierno central ha privilegiado la reactivación. Las administraciones locales han actuado de manera diferencial.
Más allá de los mensajes públicos equivocados, ¿por qué la sociedad ha bajado la guardia? ¿Se siente protegida por las vacunas o ha sido influida, en exceso, por los mensajes de apertura de eventos y reactivación económica que incentivan a salir, gastar y divertirse?
Creo que debido a ambas razones, pero le damos mayor importancia a la responsabilidad que tiene el Estado como autoridad sanitaria cuando envía mensajes equivocados de una nueva normalidad que aún no ha llegado.
¿Qué se ha hecho bien en Colombia y, en particular, en Bogotá?
El aumento de unidades de cuidados intensivos, el aumento de la capacidad instalada de laboratorios para el análisis y procesamiento de pruebas, y el trabajo del DANE, específicamente, que, en la pandemia, ha mejorado sustancialmente el sistema de información para el análisis de datos sociodemográficos.
¿Están en condición de ser utilizadas todas las camas UCI que se instalaron en los momentos más críticos o esa disponibilidad ha bajado?
El Gobierno afirma que durante la pandemia se duplicaron las camas UCI de 5.000 a más de 11.000. En efecto, esto se hizo y fue positivo. No obstante, los pasados picos mostraron la opacidad de la información en cuanto a la disponibilidad efectiva de las camas para atención de los pacientes de COVID. Dado que una cama UCI requiere un personal especializado —que es limitado en Colombia— y una dotación específica. Hasta el momento, la realidad de esas cifras sigue siendo poco clara.
¿Los laboratorios farmacéuticos siguen discriminando a los países menos desarrollados, al entregar de manera preferencial su producción de vacunas a los más poderosos?
Así es. Mientras se mantengan las patentes, las farmacéuticas las utilizarán para hacer extracción de renta con un avance científico que fue financiado, en su mayoría, con recursos públicos de los Estados.
Déjeme hacerle una pregunta final que nace de diferencias entre médicos epidemiólogos cercanos y lejanos al Gobierno: los cercanos dicen que los críticos del manejo de la pandemia, como usted, son movidos por razones políticas de oposición. ¿Usted es activista política?
Yo soy médica en ejercicio, docente, ciudadana, dirigente gremial y defensora del derecho fundamental a la salud. En estas condiciones hablo, siempre con base en las estadísticas, en los datos disponibles y en las propias informaciones oficiales, observadas desde un punto de vista analítico. Cuando cito datos, todos estos son verificables. El activismo por el que usted me pregunta lo desarrollo desde el centro de mis actividades: la sociedad civil.
Rastreo estricto del virus, necesario para reducir su impacto
¿Cuál sería la fórmula para que las vacaciones de fin de año, con viajes aéreos y terrestres y con planes turísticos en sitios de aglomeraciones, no tengan que suspenderse si llega el nuevo pico que empieza a asomarse?
Hemos insistido hasta la saciedad en la necesidad de hacer rastreo del virus mediante realización de pruebas, no sólo a las personas sintomáticas, sino a las asintomáticas de alto riesgo. El programa PRASS (Prueba, Rastreo y Aislamiento Selectivo) definitivamente no ha funcionado. Estamos realizando, en promedio, menos de 50 mil pruebas día cuando deberíamos estar aplicando por encima de 100 mil, y los tiempos promedios de entrega de resultados son de siete días. Esto resulta absurdo porque el rastreo debe permitir la elaboración de un mapa epidemiológico del país para intervenir y hacer aislamientos de manera focalizada con el fin de evitar brotes. Pero con ese número de pruebas y tiempo de entrega de resultados, es imposible. Si el PRASS funcionara, se podrían focalizar medidas restrictivas en época de vacaciones para disminuir los contactos y la transmisibilidad del siguiente pico. A la ciudadanía, sobre todo en esta época, se le debe enviar el mensaje claro de que la pandemia continúa y de que hay que mantener las medidas de autocuidado.
“No hay nada qué celebrar en Colombia”
¿Cree usted que las cifras sobre vacunación e, incluso, sobre contagios y muertes son manipuladas por razones de conveniencia política?
No puedo decirlo de manera tan enfática pero, por ejemplo, hay rezago y opacidad en los sistemas de información para documentar el plan de vacunación, lo que nos dificulta tomar decisiones correctivas a tiempo. También existen discrepancias en las cifras de mortalidad entre las expresadas por el Ministerio de Salud y el DANE. Este último ha mostrado que la mortalidad sería 15% superior. Aún con el subregistro, no hay nada qué celebrar en Colombia: el Covid ha sido una tragedia sanitaria durante la cual muchas muertes se hubieran podido evitar si se hubiera, por lo menos, intentado hacer lo que se debía hacer. Estamos entre las 10 mortalidades más altas del mundo por millón de habitantes, y si tuviéramos en cuenta que hay subregistro, estaríamos entre las cinco primeras. Las diferentes clasificaciones internacionales no dejan a Colombia bien parada frente al manejo de la pandemia, medida en distintas variables y categorías.