Gorgona: el desprendimiento de otro mundo
En esta primera entrega sobre el especial de Gorgona, contamos cómo la isla resistió la Conquista española, cuál fue la importancia de la familia Payán y la penitenciaría, y hablaremos sobre la relación ancestral de Gorgona con las comunidades nariñenses del río Tapaje y caucanas del río Guapi.
Paola Moreno Delgadillo
En el año 1200 a. C. la marea era baja. El pueblo sindagua decidió acercarse al misterioso lugar que nombraron Sundigua o Yundigua. (Herrera, M. 2020). Optaron por vivir en la parte oriental de la isla. Se asentaron en el Estrecho de Tasca, zona actualmente inundada que une Gorgona y Gorgonilla. Perfeccionaron la navegación de vela y las técnicas de pesca. Navegaron esta parte del océano que aún no recibía el nombre de Pacífico. Los sindaguas le revelaron a la tierra de la isla sus semillas de maíz y yuca. Fueron también artesanos del oro y la cerámica.
“Desde ese tiempo, nuestros ancestros cuentan que Gorgona es el desprendimiento de otro mundo. Que nos llegó hasta acá como un regalo, en forma de isla. Hemos construido un relato mágico y espiritual”, dice Teófila Betancourt, lideresa socioambiental guapireña y directora de la Fundación Chiyangua.
En 1524, el conquistador español Francisco Pizarro se asoció en Panamá con Diego Almagro y Hernando de Luque para hacer posible la misión de conquistar el mar del Sur (océano Pacífico). Esto significaba el dominio al imperio inca, el más grande de Suramérica. Los incas, durante la era del Tahuantinsuyo, se extendieron desde el Nariño colombiano hasta el actual Chile. Ubicaron su capital en Cusco (Perú), que en quechua significa ombligo del mundo.
Le sugerimos: La región de “Los dos ríos” se declara en emergencia humanitaria
Cuando la expedición española llegó cerca de Tumaco (Nariño), en Isla del Gallo, todos estaban agotados. A su alrededor solo veían playas y la inmensa selva del Pacífico. El clima hostil de la región los condenó a la desnudez, el hambre y las enfermedades.
Desde Panamá enviaron dos embarcaciones para el regreso de la tropa española. Sin embargo, la ambición de Francisco Pizarro por acumular oro de las Indias y convertirse en uno de los hombres más ricos del Reino de España lo obligó a desenvainar su espada y trazar una línea en la arena de la Isla del Gallo. Luego gritó: “Hacia este lado sur de la línea está el oro y la riqueza del Perú que nos hará poderosos. Al otro lado está Panamá y la pobreza. Ustedes escogen. Yo sigo hacia el sur de las Indias”. Enseguida, 13 militares saltaron la línea y siguieron a Pizarro.
De allí surgió la historia de Los Trece de La Fama o Trece Caballeros de la Isla del Gallo. Mientras esperaban los refuerzos de Panamá y para defenderse de los ataques indígenas, en 1526 optaron por refugiarse durante siete meses en la isla Sundigua o Yundigua. Erradicaron a los sindaguas de allí (Herrera, M. 2020).
Sin sindaguas que la defendieran del dominio español, Yundigua creó su propia venganza contra la estirpe de Pizarro. Gran parte de sus hombres fallecieron a causa de las mordeduras de serpientes. Por tal razón, solicitaron a la Corona Española nombrarla Gorgona, en honor a Medusa. Esta figura femenina es una de las gorgonas protectoras de la mitología griega que aleja el mal y petrifica al mirarla a los ojos. El rasgo físico principal de la Medusa es un cabello largo de serpientes venenosas (Pelayo, 2015).
Le recomendamos: Cuando la palabra mejora el silencio
Actualmente, todas las personas que ingresan al Parque Nacional Natural Gorgona reciben una charla. Diego Grajales es el encargado de liderar este espacio. Relata que al finalizar las batallas de Independencia, Simón Bolívar decidió que Gorgona y las poblaciones nariñenses del río Tapaje e Iscuandé tenían una estrecha relación, por lo que escrituró la isla en Iscuandé. No obstante, en la actualidad Gorgona pertenece al municipio de Guapi (Cauca).
El funcionario cuenta que luego de escriturar Gorgona en Nariño, el libertador la donó a Federico D’Croz por su valiosa contribución, como militar británico, en la Batalla del Pantano de Vargas. La familia D’Croz introdujo los cocos a la isla. Sus herederos vendieron las partes central y sur a la familia comerciante de oro y futuros aserradores, Ramón Payán. Ambas familias coexistieron en la isla hasta que el presidente Alberto Lleras Camargo decidió, en 1960, que pasaría a formar parte del Estado y no de particulares. En ese mismo año, el 8 de octubre, construyó la prisión de máxima seguridad.
En Bazán (Nariño) existe uno de los asentamientos humanos que construyó una identidad ancestral a partir de Gorgona y Gorgonilla. Doris Segura Montaña es partera, remediera y piangüera del municipio. Cuenta que utilizan, desde que se formó Bazán, plantas medicinales que solamente están en la isla para tratar enfermedades o accidentes. Por ejemplo, la piedra de ojo permite sanar la visión o la planta de culebra curar heridas de serpientes. Reitera que el conocimiento médico ancestral de las mujeres encuentra en la isla un lugar biodiverso que permite el cuidado de las enfermedades a otras y otros.
Don Materno, uno de los pescadores artesanales de Bazán, relata que sus abuelos fueron mayordomos de los Payán, que al construir la cárcel fueron desalojados, pero se quedaron en la isla para proveer pescado. Muchas veces visitaban Bazán para llevar plátano, madera y otros insumos. Se hicieron viejos y decidieron dejar la isla para vivir cerca del río Tapaje, en El Charco (Nariño). En Gorgona quedaron su tío y padre, que se llamaba Luis Olaya Perea. Poco a poco otros pescadores de Bazán vivieron en la isla y los demás habitantes de allí se encargaron de abastecer la prisión con madera, gallina, huevo, naranja, piña, papaya, limón, entre otros.
Podría interesarle: Raúl Gómez Jattin, el “padre de la selva”
Dice que a este penal fueron enviados también prisioneros políticos durante el Frente Nacional. La isla recibió la violencia bipartidista entre conservadores y liberales. De hecho, algunos presos formaron parte de la guerrilla liberal. Ese fue el caso del campesino tolimense Horacio Jiménez. Se convirtió en el panadero más conocido de la prisión y horneó a diario entre 2.000 y 3.000 panes.
“Todo lo llevábamos desde Bazán. Y otros vivíamos allá. Nos sometimos a las reglas de la cárcel. Me casé y construí mi casa, que hoy es la casa de buceo de la isla. Nunca la escrituré, y cuando cerraron la cárcel nuevamente fuimos desalojados de la isla. Allá se formaron mis abuelos, padres y creé mi familia. Siempre hemos sido de Gorgona y Gorgonilla”. La mirada de don Materno se quiebra cuando cuenta su historia. En Bazán relatan que su pena lo atormenta. Le dicen con cariño don Materno porque es el último pescador vivo que residió de forma permanente en la isla. Su verdadero nombre es Teodoro Olaya Castro.
La penitenciaría llegó a su fin cuando Cecilia de Robledo y algunos ambientalistas denunciaron la violación a los derechos humanos en la prisión, hasta lograr su cierre en 1984. En 1982 la Unesco declaró Gorgona como Patrimonio Histórico de la Humanidad. Ahora está a cargo de Parques Nacionales Naturales y la actual concesión turística es Destino Pacífico.
Desde 1200 a. C., la especie humana habita Sundigua, Yundigua o Gorgona. Es el desprendimiento de otro mundo que protege el corredor marino del Pacífico Oriental Tropical y cobija a las comunidades nariñenses del río Tapaje y caucanas del río Guapi.
En el año 1200 a. C. la marea era baja. El pueblo sindagua decidió acercarse al misterioso lugar que nombraron Sundigua o Yundigua. (Herrera, M. 2020). Optaron por vivir en la parte oriental de la isla. Se asentaron en el Estrecho de Tasca, zona actualmente inundada que une Gorgona y Gorgonilla. Perfeccionaron la navegación de vela y las técnicas de pesca. Navegaron esta parte del océano que aún no recibía el nombre de Pacífico. Los sindaguas le revelaron a la tierra de la isla sus semillas de maíz y yuca. Fueron también artesanos del oro y la cerámica.
“Desde ese tiempo, nuestros ancestros cuentan que Gorgona es el desprendimiento de otro mundo. Que nos llegó hasta acá como un regalo, en forma de isla. Hemos construido un relato mágico y espiritual”, dice Teófila Betancourt, lideresa socioambiental guapireña y directora de la Fundación Chiyangua.
En 1524, el conquistador español Francisco Pizarro se asoció en Panamá con Diego Almagro y Hernando de Luque para hacer posible la misión de conquistar el mar del Sur (océano Pacífico). Esto significaba el dominio al imperio inca, el más grande de Suramérica. Los incas, durante la era del Tahuantinsuyo, se extendieron desde el Nariño colombiano hasta el actual Chile. Ubicaron su capital en Cusco (Perú), que en quechua significa ombligo del mundo.
Le sugerimos: La región de “Los dos ríos” se declara en emergencia humanitaria
Cuando la expedición española llegó cerca de Tumaco (Nariño), en Isla del Gallo, todos estaban agotados. A su alrededor solo veían playas y la inmensa selva del Pacífico. El clima hostil de la región los condenó a la desnudez, el hambre y las enfermedades.
Desde Panamá enviaron dos embarcaciones para el regreso de la tropa española. Sin embargo, la ambición de Francisco Pizarro por acumular oro de las Indias y convertirse en uno de los hombres más ricos del Reino de España lo obligó a desenvainar su espada y trazar una línea en la arena de la Isla del Gallo. Luego gritó: “Hacia este lado sur de la línea está el oro y la riqueza del Perú que nos hará poderosos. Al otro lado está Panamá y la pobreza. Ustedes escogen. Yo sigo hacia el sur de las Indias”. Enseguida, 13 militares saltaron la línea y siguieron a Pizarro.
De allí surgió la historia de Los Trece de La Fama o Trece Caballeros de la Isla del Gallo. Mientras esperaban los refuerzos de Panamá y para defenderse de los ataques indígenas, en 1526 optaron por refugiarse durante siete meses en la isla Sundigua o Yundigua. Erradicaron a los sindaguas de allí (Herrera, M. 2020).
Sin sindaguas que la defendieran del dominio español, Yundigua creó su propia venganza contra la estirpe de Pizarro. Gran parte de sus hombres fallecieron a causa de las mordeduras de serpientes. Por tal razón, solicitaron a la Corona Española nombrarla Gorgona, en honor a Medusa. Esta figura femenina es una de las gorgonas protectoras de la mitología griega que aleja el mal y petrifica al mirarla a los ojos. El rasgo físico principal de la Medusa es un cabello largo de serpientes venenosas (Pelayo, 2015).
Le recomendamos: Cuando la palabra mejora el silencio
Actualmente, todas las personas que ingresan al Parque Nacional Natural Gorgona reciben una charla. Diego Grajales es el encargado de liderar este espacio. Relata que al finalizar las batallas de Independencia, Simón Bolívar decidió que Gorgona y las poblaciones nariñenses del río Tapaje e Iscuandé tenían una estrecha relación, por lo que escrituró la isla en Iscuandé. No obstante, en la actualidad Gorgona pertenece al municipio de Guapi (Cauca).
El funcionario cuenta que luego de escriturar Gorgona en Nariño, el libertador la donó a Federico D’Croz por su valiosa contribución, como militar británico, en la Batalla del Pantano de Vargas. La familia D’Croz introdujo los cocos a la isla. Sus herederos vendieron las partes central y sur a la familia comerciante de oro y futuros aserradores, Ramón Payán. Ambas familias coexistieron en la isla hasta que el presidente Alberto Lleras Camargo decidió, en 1960, que pasaría a formar parte del Estado y no de particulares. En ese mismo año, el 8 de octubre, construyó la prisión de máxima seguridad.
En Bazán (Nariño) existe uno de los asentamientos humanos que construyó una identidad ancestral a partir de Gorgona y Gorgonilla. Doris Segura Montaña es partera, remediera y piangüera del municipio. Cuenta que utilizan, desde que se formó Bazán, plantas medicinales que solamente están en la isla para tratar enfermedades o accidentes. Por ejemplo, la piedra de ojo permite sanar la visión o la planta de culebra curar heridas de serpientes. Reitera que el conocimiento médico ancestral de las mujeres encuentra en la isla un lugar biodiverso que permite el cuidado de las enfermedades a otras y otros.
Don Materno, uno de los pescadores artesanales de Bazán, relata que sus abuelos fueron mayordomos de los Payán, que al construir la cárcel fueron desalojados, pero se quedaron en la isla para proveer pescado. Muchas veces visitaban Bazán para llevar plátano, madera y otros insumos. Se hicieron viejos y decidieron dejar la isla para vivir cerca del río Tapaje, en El Charco (Nariño). En Gorgona quedaron su tío y padre, que se llamaba Luis Olaya Perea. Poco a poco otros pescadores de Bazán vivieron en la isla y los demás habitantes de allí se encargaron de abastecer la prisión con madera, gallina, huevo, naranja, piña, papaya, limón, entre otros.
Podría interesarle: Raúl Gómez Jattin, el “padre de la selva”
Dice que a este penal fueron enviados también prisioneros políticos durante el Frente Nacional. La isla recibió la violencia bipartidista entre conservadores y liberales. De hecho, algunos presos formaron parte de la guerrilla liberal. Ese fue el caso del campesino tolimense Horacio Jiménez. Se convirtió en el panadero más conocido de la prisión y horneó a diario entre 2.000 y 3.000 panes.
“Todo lo llevábamos desde Bazán. Y otros vivíamos allá. Nos sometimos a las reglas de la cárcel. Me casé y construí mi casa, que hoy es la casa de buceo de la isla. Nunca la escrituré, y cuando cerraron la cárcel nuevamente fuimos desalojados de la isla. Allá se formaron mis abuelos, padres y creé mi familia. Siempre hemos sido de Gorgona y Gorgonilla”. La mirada de don Materno se quiebra cuando cuenta su historia. En Bazán relatan que su pena lo atormenta. Le dicen con cariño don Materno porque es el último pescador vivo que residió de forma permanente en la isla. Su verdadero nombre es Teodoro Olaya Castro.
La penitenciaría llegó a su fin cuando Cecilia de Robledo y algunos ambientalistas denunciaron la violación a los derechos humanos en la prisión, hasta lograr su cierre en 1984. En 1982 la Unesco declaró Gorgona como Patrimonio Histórico de la Humanidad. Ahora está a cargo de Parques Nacionales Naturales y la actual concesión turística es Destino Pacífico.
Desde 1200 a. C., la especie humana habita Sundigua, Yundigua o Gorgona. Es el desprendimiento de otro mundo que protege el corredor marino del Pacífico Oriental Tropical y cobija a las comunidades nariñenses del río Tapaje y caucanas del río Guapi.