“La cumbia es como una revolución pacífica, una revolución bailada”
Este es un género musical que en la última década ha ganado nuevos espacios al conquistar fanáticos que se identifican por su utilidad en la reivindicación social y política de grupos minoritarios, marginales y alternativos. Los expertos opinan.
Daniel Esteban Reyes Espinosa
En el año hay muchas fiestas donde la cumbia, el bugalú y el soul, sonidos lejanos al reguetón y al rap, ponen a bailar a colombianos y extranjeros. A las pocas fiestas a las cuales he asistido me he encontrado en un punto de la noche en el cual la cumbia suena, las personas bailan y corean, independientemente si es época decembrina o no.
Nacer y crecer en Colombia sin haber escuchado a Pastor López, Rodolfo Aicardi, Los Hispanos o Los Graduados es algo imposible de creer.
“Escucho cumbia desde los seis años e incluso antes de conocer el rock escuché las cumbias. A medida que fui madurando me empezaron a gustar más. Empecé a escuchar paseadito, y para mí esa era la cumbia”, comenta Albert Medina, vocalista de los grupos The Kitsch y Las Muiscas, coleccionista y selector de vinilos.
(María Luisa Carnelli: Las letras de la ofensa)
Albert, mejor conocido en la escena musical bogotana como “El Primitivo”, no duda en afirmar que sus fiestas son bastante movidas, pues la música que pone a sonar va desde el grunge hasta las cumbias villeras.
Cumbia amazónica, cumbia chicha, cumbia mexicana, cumbia rebajada, entre muchas otras variaciones cumbieras son las que pone “El Primitivo” en sus fiestas, con las que no solo cautiva a generaciones pasadas, sino también a las actuales, a pesar de la vasta competencia musical a la que una persona puede acceder por diferentes medios de comunicación.
“Eso depende mucho del espacio donde se realicen las fiestas, pero a pesar de lo sectorizada que está Bogotá, las personas que van a escuchar las cumbias son intergeneracionales. Desde los 20 hasta los 50 años para arriba, más o menos”, explica Albert sobre las personas que asisten a sus selecciones. “La gran mayoría son bogotanos y extranjeros, principalmente gente que viene de Europa. A la gente de afuera le gusta consumir los sonidos de acá”, comenta desde su experiencia.
Para Mauricio Martínez García, del proyecto documental Yo soy la cumbia, de la Red de Comunicación Cultural Cumbia, Poder y Porro, lo que dice Albert se debe a que “es un ritmo extenso a todo lo largo del continente y también es intergeneracional, por eso lo baila el joven y el más viejo. Al ser un ritmo cuya célula es binaria, que lo da el toque del tambor llamador, se acompasa con el ritmo del corazón humano, el sístole y diástole. Entonces, es un ritmo muy primario, muy universal, esto lo hace fácil de bailar para todo el mundo”.
La cumbia como contracultura
De hecho, hasta hace relativamente poco la cumbia era un género bastante celoso y cerrado en cuanto a su pureza musical, ya que por tradición familiar pasó por generaciones, a pesar de todos los subgéneros nacionales e internacionales que nacieron en Latinoamérica. Según Albert, desde hace cerca de una década “se fue formando una escena fuerte gracias a agrupaciones como Los Meridian Brothers, Los Pirañas y grupos similares, que han influenciado a otros artistas como Los Cotopla Boyz. La escena es alternativa”.
Esto, en parte, se debe al multiculturalismo que vive el mundo y, por otro lado, a que “se ha adaptado a los cambios y modernización de formato instrumental, flautas, gaitas, bandas de viento, orquestas big band, acordeones y la incorporación de instrumentos electrónicos. Cada país tiene su propio subgénero en América y ahora también en Europa y Oceanía”, explica Mauricio Martínez.
Si se habla de géneros contraculturales, podríamos hablar del punk, el hip hop e incluso el ska, y a pesar de lo populares que se han convertido desde inicio del siglo, la cumbia es un género musical que reúne y adopta a muchos fanáticos.
“Eso se debe a la sangre, es raizal, eso ya viene intrínseco a nosotros. Puedes ver al reguetonero, al salsero, al punko y a quien sea bailar, cantar o sencillamente parchar con cumbia”, dice Albert.
El vocalista cree “que eso se debe a que los extranjeros tienen una atracción por lo exótico, y la cumbia es un género bastante exótico. Es un estilo que está ahí y apenas suena uno sabe que eso es latino”.
(Adolfo Pacheco Anillo, un pilar de la modernidad del Caribe)
En el futuro se bailará cumbia
Cada género musical ha tenido su punto auge, y dependiendo de los contextos sociales y culturales se populariza un género específico. Pasó, por ejemplo, con el rock o el reggae, que son géneros que constantemente tienen sube y bajas en la industria musical, pero con la cumbia ocurre algo particular.
“He pensado que la cumbia va a superar el reguetón y, de hecho, a pesar de que no me guste ese género, algo que destaco es que al extranjero no le interesaba el español. Gracias a la mal llamada “Música urbana” al extranjero no le importa si se canta en inglés o francés, o cualquier otro idioma”, cuenta Albert.
La cumbia sigue siendo famosa, a pesar del paso de los años. Es parte de la música colombiana y es parte de la identidad nacional. Albert está convencido de que el reguetón ya está empezando a tener su decadencia, ya no tiene por dónde explorar. “Ya se fusionó con el merengue, la salsa y hasta con el rock, y la gente en el futuro quiere conocer algo nuevo, y la cumbia será la próxima potencia mundial”.
“La cumbia, el nuevo punk” que abandera las luchas sociales
Los géneros musicales han acompañado los movimientos sociales y culturales de su respectiva época y auge. Muchos se transforman en abanderados de algunas causas mundiales, por eso la cumbia ha estado presente en nuevas luchas.
Al respecto, Albert relata que ha visto que la cumbia la relacionan con el punk, no musicalmente, sino por lo que representa: la rebeldía. “De hecho, hay muchas agrupaciones femeninas que han surgido de esa mezcla. En Rock al Parque escuchamos cumbia con las Kumbia Queers”.
La cumbia ha fungido como el género abanderado de la apropiación cultural colombiana y afrolatina. Según el Movimiento Afro Latino Seattle, una ONG que se encarga de preservar y difundir el interés hacia la herencia pluricultural, musical y artística, la cumbia, al venir de la fusión musical entre pueblos africanos e indígenas latinos, esclavizados por el hombre blanco europeo, es un género usado en la lucha contra el racismo.
También la cumbia se ha adaptado a los nuevos “ismos”, pues no solo las argentinas Kumbias Queers la han usado para dejar su mensaje en pro de los diferentes feminismos, en especial los latinoamericanos, sino que grupos como Las Decapitadas, de México, usan la cumbia en sus canciones para relatar situaciones delicadas que tienen que vivir las mujeres en sus respectivas ciudades.
“La cumbia es como una revolución pacífica, una revolución bailada. ¿Hay algo más integrador que el baile colectivo? Por eso es útil para la reivindicación social y política de grupos minoritarios, marginales y alternativos”, reflexiona Mauricio Martínez.
Como reflexión final en torno a las cumbias, es importante empezar a pensar y crear un espacio donde se celebre “la madre cumbia y sus hijas por todo el planeta”, como diría Martínez. Esto con el fin de exaltar su valor cultural no solo en Colombia, sino en el mundo, donde la cumbia más tradicional y conservadora pueda compartir escenario con las cumbias electrónicas y europeas. Ya tenemos un Rock al Parque, Hip Hop al Parque, un Jazz al Parque y un Salsa al Parque, ¿por qué no tener un Cumbia al Parque?
En el año hay muchas fiestas donde la cumbia, el bugalú y el soul, sonidos lejanos al reguetón y al rap, ponen a bailar a colombianos y extranjeros. A las pocas fiestas a las cuales he asistido me he encontrado en un punto de la noche en el cual la cumbia suena, las personas bailan y corean, independientemente si es época decembrina o no.
Nacer y crecer en Colombia sin haber escuchado a Pastor López, Rodolfo Aicardi, Los Hispanos o Los Graduados es algo imposible de creer.
“Escucho cumbia desde los seis años e incluso antes de conocer el rock escuché las cumbias. A medida que fui madurando me empezaron a gustar más. Empecé a escuchar paseadito, y para mí esa era la cumbia”, comenta Albert Medina, vocalista de los grupos The Kitsch y Las Muiscas, coleccionista y selector de vinilos.
(María Luisa Carnelli: Las letras de la ofensa)
Albert, mejor conocido en la escena musical bogotana como “El Primitivo”, no duda en afirmar que sus fiestas son bastante movidas, pues la música que pone a sonar va desde el grunge hasta las cumbias villeras.
Cumbia amazónica, cumbia chicha, cumbia mexicana, cumbia rebajada, entre muchas otras variaciones cumbieras son las que pone “El Primitivo” en sus fiestas, con las que no solo cautiva a generaciones pasadas, sino también a las actuales, a pesar de la vasta competencia musical a la que una persona puede acceder por diferentes medios de comunicación.
“Eso depende mucho del espacio donde se realicen las fiestas, pero a pesar de lo sectorizada que está Bogotá, las personas que van a escuchar las cumbias son intergeneracionales. Desde los 20 hasta los 50 años para arriba, más o menos”, explica Albert sobre las personas que asisten a sus selecciones. “La gran mayoría son bogotanos y extranjeros, principalmente gente que viene de Europa. A la gente de afuera le gusta consumir los sonidos de acá”, comenta desde su experiencia.
Para Mauricio Martínez García, del proyecto documental Yo soy la cumbia, de la Red de Comunicación Cultural Cumbia, Poder y Porro, lo que dice Albert se debe a que “es un ritmo extenso a todo lo largo del continente y también es intergeneracional, por eso lo baila el joven y el más viejo. Al ser un ritmo cuya célula es binaria, que lo da el toque del tambor llamador, se acompasa con el ritmo del corazón humano, el sístole y diástole. Entonces, es un ritmo muy primario, muy universal, esto lo hace fácil de bailar para todo el mundo”.
La cumbia como contracultura
De hecho, hasta hace relativamente poco la cumbia era un género bastante celoso y cerrado en cuanto a su pureza musical, ya que por tradición familiar pasó por generaciones, a pesar de todos los subgéneros nacionales e internacionales que nacieron en Latinoamérica. Según Albert, desde hace cerca de una década “se fue formando una escena fuerte gracias a agrupaciones como Los Meridian Brothers, Los Pirañas y grupos similares, que han influenciado a otros artistas como Los Cotopla Boyz. La escena es alternativa”.
Esto, en parte, se debe al multiculturalismo que vive el mundo y, por otro lado, a que “se ha adaptado a los cambios y modernización de formato instrumental, flautas, gaitas, bandas de viento, orquestas big band, acordeones y la incorporación de instrumentos electrónicos. Cada país tiene su propio subgénero en América y ahora también en Europa y Oceanía”, explica Mauricio Martínez.
Si se habla de géneros contraculturales, podríamos hablar del punk, el hip hop e incluso el ska, y a pesar de lo populares que se han convertido desde inicio del siglo, la cumbia es un género musical que reúne y adopta a muchos fanáticos.
“Eso se debe a la sangre, es raizal, eso ya viene intrínseco a nosotros. Puedes ver al reguetonero, al salsero, al punko y a quien sea bailar, cantar o sencillamente parchar con cumbia”, dice Albert.
El vocalista cree “que eso se debe a que los extranjeros tienen una atracción por lo exótico, y la cumbia es un género bastante exótico. Es un estilo que está ahí y apenas suena uno sabe que eso es latino”.
(Adolfo Pacheco Anillo, un pilar de la modernidad del Caribe)
En el futuro se bailará cumbia
Cada género musical ha tenido su punto auge, y dependiendo de los contextos sociales y culturales se populariza un género específico. Pasó, por ejemplo, con el rock o el reggae, que son géneros que constantemente tienen sube y bajas en la industria musical, pero con la cumbia ocurre algo particular.
“He pensado que la cumbia va a superar el reguetón y, de hecho, a pesar de que no me guste ese género, algo que destaco es que al extranjero no le interesaba el español. Gracias a la mal llamada “Música urbana” al extranjero no le importa si se canta en inglés o francés, o cualquier otro idioma”, cuenta Albert.
La cumbia sigue siendo famosa, a pesar del paso de los años. Es parte de la música colombiana y es parte de la identidad nacional. Albert está convencido de que el reguetón ya está empezando a tener su decadencia, ya no tiene por dónde explorar. “Ya se fusionó con el merengue, la salsa y hasta con el rock, y la gente en el futuro quiere conocer algo nuevo, y la cumbia será la próxima potencia mundial”.
“La cumbia, el nuevo punk” que abandera las luchas sociales
Los géneros musicales han acompañado los movimientos sociales y culturales de su respectiva época y auge. Muchos se transforman en abanderados de algunas causas mundiales, por eso la cumbia ha estado presente en nuevas luchas.
Al respecto, Albert relata que ha visto que la cumbia la relacionan con el punk, no musicalmente, sino por lo que representa: la rebeldía. “De hecho, hay muchas agrupaciones femeninas que han surgido de esa mezcla. En Rock al Parque escuchamos cumbia con las Kumbia Queers”.
La cumbia ha fungido como el género abanderado de la apropiación cultural colombiana y afrolatina. Según el Movimiento Afro Latino Seattle, una ONG que se encarga de preservar y difundir el interés hacia la herencia pluricultural, musical y artística, la cumbia, al venir de la fusión musical entre pueblos africanos e indígenas latinos, esclavizados por el hombre blanco europeo, es un género usado en la lucha contra el racismo.
También la cumbia se ha adaptado a los nuevos “ismos”, pues no solo las argentinas Kumbias Queers la han usado para dejar su mensaje en pro de los diferentes feminismos, en especial los latinoamericanos, sino que grupos como Las Decapitadas, de México, usan la cumbia en sus canciones para relatar situaciones delicadas que tienen que vivir las mujeres en sus respectivas ciudades.
“La cumbia es como una revolución pacífica, una revolución bailada. ¿Hay algo más integrador que el baile colectivo? Por eso es útil para la reivindicación social y política de grupos minoritarios, marginales y alternativos”, reflexiona Mauricio Martínez.
Como reflexión final en torno a las cumbias, es importante empezar a pensar y crear un espacio donde se celebre “la madre cumbia y sus hijas por todo el planeta”, como diría Martínez. Esto con el fin de exaltar su valor cultural no solo en Colombia, sino en el mundo, donde la cumbia más tradicional y conservadora pueda compartir escenario con las cumbias electrónicas y europeas. Ya tenemos un Rock al Parque, Hip Hop al Parque, un Jazz al Parque y un Salsa al Parque, ¿por qué no tener un Cumbia al Parque?