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                                                                                                                                  “La Flaca”: lideresa, trans y negra

                                                                                                                                  María Victoria Palacios Romaña tiene 35 años, hace solo tres se identifica como mujer trans, es defensora de los derechos humanos, hija de una creyente de la Biblia y madre adoptiva de decenas de niños en su barrio.

                                                                                                                                  Pilar Cuartas Rodríguez

                                                                                                                                  Coordinadora de género y diversidad
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                                                                                                                                  Foto: María Camila Morales
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!
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                                                                                                                                  La plaza de mercado es uno de los sitios favoritos de María Victoria en Quibdó.
                                                                                                                                  Foto: María Camila Morales López

                                                                                                                                  Ahora, desde su fundación Latidos Chocó, trabaja para que las niñas, adolescentes y personas LGBTIQ+ del municipio no tengan que tardar años en reafirmar quiénes son; les brinda información, asesoría jurídica y apoyo psicosocial. Su casa es también su oficina, y allí atiende a quienes llegan pidiendo ayuda. ¿Te hubiese gustado reconocerte como mujer trans siendo más joven?, le pregunto. “Me hubiese encantado saberlo a los 15 años, cuando comencé mi vida puta, cuando mi mamá religiosa me decía que solamente se podía ser hombre o mujer, porque la Biblia lo decía. Sentía que tener pene no me hacía hombre. Hoy creo que María Victoria, la Flaca o Víctor tienen mucho que vivir todavía porque los reprimieron. Los ahogaron por el desconocimiento y por la misma presión social”, responde María Victoria mientras come un bocachico sancochado en el negocio de Sol. (Nos acosaron en Uribia | La Disidencia)

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Sharok Hernández, asistente de María Victoria en Latidos Chocó.
                                                                                                                                  Foto: María Camila Morales
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  María Victoria pronuncia cada palabra con coraje, el mismo que ha tenido para sortear las amenazas de un grupo delincuencial que la acosa por su defensa de los derechos humanos y le manda panfletos cada vez que la ven en la calle con alguien foráneo. ¿Con quién andabas? ¿Quién es ese? ¿Qué hace en el territorio? ¿Por qué no diste aviso? Pero no es la primera vez que la violencia la acecha. Ella es una de las 4.596 víctimas LGBTIQ+ del conflicto armado registradas en Colombia. Un actor armado la violentó por el hecho de ser trans y, por varios años, se sintió culpable de su cuerpo. Una verdad que se volvió a conocer gracias al reciente informe final de la Comisión de la Verdad. (“Me violaron cuatro hombres”: testimonios de LGBTIQ+ a la Comisión de la Verdad)

                                                                                                                                  El río Atrato es otro de los lugares que frecuenta María Victoria en Quibdó.
                                                                                                                                  Foto: María Camila Morales López

                                                                                                                                  “Te falta una buena empalada”, escuchó la Flaca de quienes la agredieron, de forma diferenciada, durante la guerra a las personas LGBTIQ+. María Victoria ya se liberó de la culpa, pero aún no puede llegar a todos los territorios de Chocó, aquellos donde todavía no saben que existen las personas LGBTIQ+ y que la Constitución, así como las leyes y la jurisprudencia en Colombia, las protege y garantiza sus derechos. En los baudoes se siguen registrando casos de personas indígenas lesbianas, gais, bisexuales y trans que han tenido que huir de sus resguardos para salvarse del cepo.

                                                                                                                                  Producto de todas estas realidades, María Victoria decidió profesionalizarse y estudiar trabajo social, aunque su sueño era ingresar a la carrera de derecho. Le faltan solo dos semestres para ser profesional, un triunfo con el que siente que tumba el estereotipo que encasilla a las mujeres trans en el trabajo sexual y en la peluquería. A los 15 años se formó como peluquera y abrió un salón de belleza, que nombró con el apodo por el que hoy todos la llaman: “La flaca”. Años después, en este mismo lugar, ella cambió la vida de Peter Ramos, que con 14 años le aprendió los gajes del oficio y hoy hereda el negocio que es a la vez su sustento.

                                                                                                                                  Peter Ramos, amigo y pupilo en la peluquería de María Victoria.

                                                                                                                                  Peter tiene ahora 30 años, es licenciado en idiomas y técnico en primera infancia, pero, debido a que es un hombre gay, los colegios de Quibdó se niegan a contratarlo. “Ella me enseñó este arte y a desarrollar todo el don de la mano que Dios me ha regalado porque, de no ser por ella, estuviera por ahí caminando. Es un ser de luz, mi maestra, a la que admiro porque se ha capacitado y ha logrado que nosotros salgamos adelante. Nos ha capacitado por medio de la belleza, nos ha asesorado en temas jurídicos”, dice Peter.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  “La época de la peluquería fue maravillosa, me marcó, pero hay que avanzar. Hay que visibilizarnos en otros escenarios como la universidad, en los liderazgos, en espacios políticos. Trabajo por apoyar a otras personas a profesionalizarse, que puedan acceder a una educación superior, pero también mantenerse en ella, porque hemos vivido muchas deserciones por la discriminación”, afirma la Flaca, que aspira a estudiar un posgrado en Ciudad de México, ser concejal y luego alcaldesa de Quibdó.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  María Victoria sueña, además, con conformar una familia, casarse y ser mamá. No quiero esconderme nunca más: “Históricamente la población afro ha sido discriminada. Pero el patriarcado y el machismo reconocen en sus discursos solamente a las mujeres y los hombres afros cisgénero. Dicen que lo marica es algo más del oriente y europeo. Pues yo les digo: ‘Aquí estoy yo, ni europea ni asiática, soy chocoana, negra y mujer diversa’”. Si muriera y volviera a nacer, la Flaca elegiría de nuevo ser trans y habitar de nuevo el mismo cuerpo.

                                                                                                                                  *Este texto fue realizado en el marco del proyecto “Adelante con la diversidad II: fuerzas sociales, políticas y jurídicas para la protección efectiva de los derechos del colectivo LGBTI y sus defensores en la región Andina”, financiado por la Unión Europea. Esta pieza no refleja necesariamente el punto de vista de la Unión Europea.

                                                                                                                                  María Victoria Palacios estudia trabajo social y vive en Quibdó.
                                                                                                                                  Foto: María Camila Morales
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!
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                                                                                                                                  La plaza de mercado es uno de los sitios favoritos de María Victoria en Quibdó.
                                                                                                                                  Foto: María Camila Morales López

                                                                                                                                  Ahora, desde su fundación Latidos Chocó, trabaja para que las niñas, adolescentes y personas LGBTIQ+ del municipio no tengan que tardar años en reafirmar quiénes son; les brinda información, asesoría jurídica y apoyo psicosocial. Su casa es también su oficina, y allí atiende a quienes llegan pidiendo ayuda. ¿Te hubiese gustado reconocerte como mujer trans siendo más joven?, le pregunto. “Me hubiese encantado saberlo a los 15 años, cuando comencé mi vida puta, cuando mi mamá religiosa me decía que solamente se podía ser hombre o mujer, porque la Biblia lo decía. Sentía que tener pene no me hacía hombre. Hoy creo que María Victoria, la Flaca o Víctor tienen mucho que vivir todavía porque los reprimieron. Los ahogaron por el desconocimiento y por la misma presión social”, responde María Victoria mientras come un bocachico sancochado en el negocio de Sol. (Nos acosaron en Uribia | La Disidencia)

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Sharok Hernández, asistente de María Victoria en Latidos Chocó.
                                                                                                                                  Foto: María Camila Morales
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  María Victoria pronuncia cada palabra con coraje, el mismo que ha tenido para sortear las amenazas de un grupo delincuencial que la acosa por su defensa de los derechos humanos y le manda panfletos cada vez que la ven en la calle con alguien foráneo. ¿Con quién andabas? ¿Quién es ese? ¿Qué hace en el territorio? ¿Por qué no diste aviso? Pero no es la primera vez que la violencia la acecha. Ella es una de las 4.596 víctimas LGBTIQ+ del conflicto armado registradas en Colombia. Un actor armado la violentó por el hecho de ser trans y, por varios años, se sintió culpable de su cuerpo. Una verdad que se volvió a conocer gracias al reciente informe final de la Comisión de la Verdad. (“Me violaron cuatro hombres”: testimonios de LGBTIQ+ a la Comisión de la Verdad)

                                                                                                                                  El río Atrato es otro de los lugares que frecuenta María Victoria en Quibdó.
                                                                                                                                  Foto: María Camila Morales López

                                                                                                                                  “Te falta una buena empalada”, escuchó la Flaca de quienes la agredieron, de forma diferenciada, durante la guerra a las personas LGBTIQ+. María Victoria ya se liberó de la culpa, pero aún no puede llegar a todos los territorios de Chocó, aquellos donde todavía no saben que existen las personas LGBTIQ+ y que la Constitución, así como las leyes y la jurisprudencia en Colombia, las protege y garantiza sus derechos. En los baudoes se siguen registrando casos de personas indígenas lesbianas, gais, bisexuales y trans que han tenido que huir de sus resguardos para salvarse del cepo.

                                                                                                                                  Producto de todas estas realidades, María Victoria decidió profesionalizarse y estudiar trabajo social, aunque su sueño era ingresar a la carrera de derecho. Le faltan solo dos semestres para ser profesional, un triunfo con el que siente que tumba el estereotipo que encasilla a las mujeres trans en el trabajo sexual y en la peluquería. A los 15 años se formó como peluquera y abrió un salón de belleza, que nombró con el apodo por el que hoy todos la llaman: “La flaca”. Años después, en este mismo lugar, ella cambió la vida de Peter Ramos, que con 14 años le aprendió los gajes del oficio y hoy hereda el negocio que es a la vez su sustento.

                                                                                                                                  Peter Ramos, amigo y pupilo en la peluquería de María Victoria.

                                                                                                                                  Peter tiene ahora 30 años, es licenciado en idiomas y técnico en primera infancia, pero, debido a que es un hombre gay, los colegios de Quibdó se niegan a contratarlo. “Ella me enseñó este arte y a desarrollar todo el don de la mano que Dios me ha regalado porque, de no ser por ella, estuviera por ahí caminando. Es un ser de luz, mi maestra, a la que admiro porque se ha capacitado y ha logrado que nosotros salgamos adelante. Nos ha capacitado por medio de la belleza, nos ha asesorado en temas jurídicos”, dice Peter.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  “La época de la peluquería fue maravillosa, me marcó, pero hay que avanzar. Hay que visibilizarnos en otros escenarios como la universidad, en los liderazgos, en espacios políticos. Trabajo por apoyar a otras personas a profesionalizarse, que puedan acceder a una educación superior, pero también mantenerse en ella, porque hemos vivido muchas deserciones por la discriminación”, afirma la Flaca, que aspira a estudiar un posgrado en Ciudad de México, ser concejal y luego alcaldesa de Quibdó.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  María Victoria sueña, además, con conformar una familia, casarse y ser mamá. No quiero esconderme nunca más: “Históricamente la población afro ha sido discriminada. Pero el patriarcado y el machismo reconocen en sus discursos solamente a las mujeres y los hombres afros cisgénero. Dicen que lo marica es algo más del oriente y europeo. Pues yo les digo: ‘Aquí estoy yo, ni europea ni asiática, soy chocoana, negra y mujer diversa’”. Si muriera y volviera a nacer, la Flaca elegiría de nuevo ser trans y habitar de nuevo el mismo cuerpo.

                                                                                                                                  *Este texto fue realizado en el marco del proyecto “Adelante con la diversidad II: fuerzas sociales, políticas y jurídicas para la protección efectiva de los derechos del colectivo LGBTI y sus defensores en la región Andina”, financiado por la Unión Europea. Esta pieza no refleja necesariamente el punto de vista de la Unión Europea.

                                                                                                                                  Por Pilar Cuartas Rodríguez

                                                                                                                                  Periodista y abogada. Coordina la primera sección de “género y diversidad” de El Espectador, que produce Las Igualadas y La Disidencia. También ha sido redactora de Investigación. @pilar4aspcuartas@elespectador.com
                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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