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La tragedia que se presentó en El Espinal, Tolima, volvió a poner sobre la agenda pública la pertinencia de regular las actividades taurinas, que más allá de las corridas de toros, se realizan en festividades y eventos municipales.
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En 2020, el representante Juan Carlos Losada, presentó un proyecto que terminó hundiéndose el pasado 20 de junio a falta de debate en el Senado, por lo que la senadora electa Andrea Padilla, reconocida activista y quien fue concejala de Bogotá, anunció que buscará reforzar y fortalecer la agenda en contra de la tauromaquia.
Dentro del debate sobre las prácticas taurinas se habla del rejoneo, el coleo, las corridas de toros, las novilladas, las corralejas, las becerradas, las tientas, entre otras prácticas de “entretenimiento cruel” que se desarrollan en el país.
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Estas prácticas han sido criticadas por el maltrato animal, pero también por los riesgos que representan para participantes y asistentes, como no solo se ha visto en El Espinal, sino además en las fiestas de enero en Caucasia y las que se celebraron recientemente en Repelón, que dejaron una persona muerta.
En la agenda de la anti-tauromaquia en Colombia, se habla mucho de las corridas de toros, ¿qué pasa con otras prácticas como las corralejas, el coleo, las novilladas, las becerradas, entre otros?
Estamos en mora de dar un debate que incluya a todos los espectáculos de entretenimiento cruel con animales en el país. Más allá del debate cultural, todas comparten lo mismo: son actividades de entretenimiento alrededor del sufrimiento y la tortura de un animal. Sin embargo, la élite ha querido darles a las corridas de toros una reivindicación artística y siempre han buscado que no los metan en la misma reglamentación con los espectáculos populares.
¿Todas las prácticas taurinas en el país son reguladas bajo la misma normatividad?
Sí, aunque cada sector intenta defender su práctica, es la misma excepción normativa la que permite su realización y les pone condiciones. Todas están reguladas en el artículo séptimo de la ley 84 de 1989 y, cuando la Corte Constitucional dio la sentencia (C-666 de 2010) sobre estas prácticas, se refirió a todas por igual, buscando ordenar a los mandatarios locales para que desincentiven estos eventos. Las condiciones para que se puedan realizar son que: debe tratarse de una tradición ininterrumpida, se deben eliminar los elementos de especial crueldad y no se puedan destinar recursos públicos para ello.
¿Qué ocurre con esa reglamentación? ¿Por qué tantos accidentes?
Muchas de las corralejas, corridas de toros y ni qué decir de las peleas de gallos incumplen sistemáticamente estas condiciones de la Corte. Pese a que le hemos pedido infinidad de veces a la Procuraduría que se pronuncie, no ha dicho absolutamente nada. Sin embargo, los municipios tienen la competencia para regular, la demostración de eso fue lo que hicimos en Bogotá, en donde sacamos una norma que desincentivó las corridas de toros, no las prohibimos porque no teníamos la competencia, pero sí las regulamos.
¿Cree que se deben poner más condiciones o prohibirse completamente estas actividades taurinas?
El camino ideal sería que esas prácticas no existieran, pero, el camino jurídico posible es que los municipios, a través de sus alcaldías, vayan regulando, mientras que en el Congreso logramos avanzar en la discusión de la prohibición. Este debe ser un gran debate nacional, pues sigue habiendo un número importante de miradas conservadoras. Por esto, no sabemos a ciencia cierta si vamos a lograr la prohibición con el nuevo Congreso, probablemente no, pero sí tenemos que pensar en vías estratégicas e intermedias.
Uno de los argumentos para mantenerlas es el movimiento económico qué generan, ¿qué se puede hacer frente a eso?
Para atender esa economía que podría verse afectada tenemos que hablar de creatividad y desarrollo económico. A mí me parece inaceptable que un gobierno diga que esa es su forma de generar economía. Alrededor de ese argumento hay una pereza mental, una desidia institucional y un atraso cultural que debemos superar. No podemos seguir dándole al pueblo pan y circo. Por ejemplo, yo creo que la Alcaldía de Bogotá está en mora de desarrollar una gran oferta cultural, artística o deportiva en la Plaza de la Santamaría, no solamente para darle entretenimiento a la ciudad, sino para generar una economía a las personas que vendían sus productos alrededor de la temporada taurina.
¿Por qué será que los proyectos sobre la tauromaquia no avanzan y terminan hundiéndose?
Hay unas visiones electorales sobre las regiones, en donde los partidos tradicionales tienen un fuerte poder electoral. Los representantes que llegan a la Cámara o a los concejos, tienen unas visiones regionalistas, cimentadas en una mirada identitaria, por ello, temen perder a sus bases electorales, quienes podrían reclamar sobre lo que creen que les define. Pienso que les da temor tocar esos elementos, es un miedo electoral.
¿Cómo legislar desde el Senado, en Bogotá, sobre temas de identidad regional?, ¿puede darse una visión centralista?
Ser senador implica tener una agenda y un compromiso nacional más claro. Como senadores tenemos la responsabilidad de estar en contacto con la gente, no solamente de los sectores de la causa en la que uno milita. Se trata de ir a la región, y eso es algo que voy a hacer. Me va a interesar hablar con ciertas caras, porque no es posible hablar con todos los galleros o coleadores del país, pero, siempre hay una federación, un gremio o un líder.