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                                                                                                                                Niños indígenas rescatados en la selva: Lesly, historia de una heroína colombiana

                                                                                                                                Más de 60 pueblos originarios los exaltarán en octubre. Semblanza de Lesly, la niña de 13 años de edad que sobrevivió 40 días en la Amazonia junto a tres hermanos. Sus abuelos y el jefe de la guardia indígena reconstruyen y valoran su hazaña. Será leyenda amazónica, como “La Mapiripana” de la novela “La vorágine”.

                                                                                                                                La ceremonia será el 12 de octubre, Día de la Raza. Aquí, Lesly (de 13 años), Soleiny (de 9), Tien Noriel (de 4) y Cristin Neriman (la bebé de un año). / Ilustración de Éder Rodríguez con base en foto familiar y de su casa
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Así lo anunció a El Espectador Luis Alfredo Acosta, líder nasa del departamento del Cauca que dirige la Guardia Indígena en todo el país y participó un mes en la búsqueda de los niños, que viajaban en la avioneta HK-2803, en vuelo entre Araracuara y San José del Guaviare, y fueron rescatados el pasado 9 de junio en la llamada Operación Esperanza con participación de al menos 200 militares, rastreadores y vaquianos de la región. (Le puede interesar: ¿Por qué los pueblos amazónicos rechazan posible documental del gobierno sobre niños rescatados?).

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Foto: EFE/Ejército de Colombia - Ejército de Colombia

                                                                                                                                Pero, más allá de los pleitos jurídicos, el comandante Acosta me insiste en que lo importante es exaltar y guardar para la memoria histórica nacional, en especial la indígena, “el espíritu representado en la sabiduría, el coraje y la valentía de los hermanos”. Por eso, Lesly (de 13 años de edad), Soleiny (9), Tien Noriel (de 4) y Cristin Neriman (de un año) serán declarados, en ceremonias en Bogotá y en la selva, “nuestros héroes”, “guardias milenarios” y “símbolo de los pueblos indígenas”.

                                                                                                                                Acosta explica que las más de 60 culturas indígenas de Colombia han valorado la verdadera dimensión de la hazaña de Lesly de mantenerse con vida junto a sus hermanos durante cinco semanas, en los inhóspitos límites de los departamentos de Caquetá, Guaviare y Amazonas. “La semana del 20 de julio es ideal para reconocer nuestra patria a través del simbolismo que nos transmitieron. Gracias a ellos, podemos decir que independencia nacional significa, ahora más que nunca, respetar nuestras diferencias, reconocer a las culturas originarias, entender al ser indígena y sus saberes ancestrales. Ahí está la explicación profunda de cómo una niña logró defenderse y salvar la vida de sus hermanitos, mientras la selva nos mandaba un mensaje para que la protejamos y respetemos como fuerza superior de la naturaleza”.

                                                                                                                                Luis Alfredo Acosta, líder indígena nasa del Cauca, es el jefe nacional de la Guardia Indígena y participó un mes de la búsqueda de los niños en selvas del Guaviare y Caquetá hasta su rescate el pasado 9 de junio. / Foto de Ana Karina Delgado
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                El rastro de uno de los cambuches que construyó Leslie con palmas, como le enseñó su abuelo.
                                                                                                                                Foto: EFE/Fuerzas Militares de Colombia - Fuerzas Militares de Colombia

                                                                                                                                “Su capacidad de decisión nos sorprendía al ver cómo escogía zonas de desagüe, ríos para que no les faltara agua, cómo construía cambuches bajo los árboles que le podían dar frutos al tiempo que evitaba zonas frecuentadas por animales peligrosos y para protegerse de las lluvias torrenciales. Se notaba que se movía por tiempos y jornadas y eso no lo sabe cualquier niña, menos una con la responsabilidad que ella asumió, guiando a sus hermanos y cargando a la bebé en los brazos. Yo antes estuve varias veces en la selva, rescatando indígenas secuestrados que tenía la guerrilla, y le puedo decir que la forma como Lesly decidió cuidarse y salvar a los otros tres es para aprender de sus valores”.

                                                                                                                                Lo destaca el comandante de 60.000 indígenas que, con bastones de madera consagrados en aguas perpetuas, han defendido sus resguardos en toda Colombia frente a guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y explotadores de madera y minería, resistencia cada vez más arriesgada que va desde las montañas de los nasas, en el Cauca, hasta los ríos de los uitotos en el Amazonas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Dice Acosta: “Cuando ya perdíamos la esperanza de encontrarlos vivos, apareció Lesly haciendo señas para que ayudáramos primero a su manada. Eso comunica la enseñanza de los indígenas como seres colectivos y por eso la declararemos una gran guerrera, luchadora, cacica; una colombiana que demostró lo que aprendió de su familia y de su entorno natural y cómo lo transmitió a sus hermanos. Ella redime nuestra lucha en todas las formas y llama a las nuevas generaciones, como hacía mi abuela, a volver a la tierra, al vientre, a pisar nuestro territorio sagrado para defenderlo. Allá sentí muchas cosas especiales como indígena y reflexioné como ser humano. A pesar del agotamiento físico en que estábamos, todo eso me permitió salir muy fortalecido a nivel espiritual”.

                                                                                                                                Fidencio Valencia, abuelo de los niños explicó a "El Espectador" por qué la educación uitoto muinane de Lesly y sus hermanos fue determinante para su supervivencia. Foto tomada en Villavicencio el 19 de mayo de 2023.
                                                                                                                                Foto: AFP - LEONARDO SOLANO

                                                                                                                                Tales valores Lesly los heredó de familiares como su tío abuelo Fidencio Valencia, quien me la describe como una niña “muy calladita, juiciosa, inteligente”. En la familia se identifican como indígenas uitoto muinane, la etnia que casi desaparece a mediados del siglo pasado por la codicia de las mafias que buscaban árboles de caucho. Descienden de los pocos centenares de sobrevivientes de esa persecución y esclavitud. ¿Cómo se salvaron? Escondiéndose en la profundidad de la selva.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Mientras sus nietos enfrentaban el hambre, él ayudaba a protegerlos conectándose con los espíritus de la selva a través del poder trascendente del mambeo de coca y el ambil de tabaco. “Esa es nuestra mayor relación con la naturaleza y ese fue mi trabajo como abuelo; meterme en los pensamientos de la selva para que Dios me los cuidara”. La abuela María Fátima añade que el poder y la sabiduría de varios chamanes les permitió guiar a los niños en la selva, evadiendo incluso duendes que no querían soltarlos.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Fidencio reconoce que Lesly estaba más acostumbrada a la selva porque se le había vuelto costumbre ocultarse días completos de su padre, que la perseguía y la agredía, según me ratifica el periodista Federico Benítez, de Los informantes, del Canal Caracol, quien viajó hasta el lugar donde vivía la familia y recogió testimonios de miembros de la comunidad que denunciaron el carácter violento de Miller Manuel Ranoque. Por eso tenía miedo de que la encontraran y, hasta cuando pudo, evadió el intenso operativo de rescate.

                                                                                                                                La casa de Magdalena y Lesly en Puerto Sábalo, en la ribera del caudaloso río Caquetá. Dos metros cuadrados de tablas cubiertos con paja de puy.
                                                                                                                                Foto: Cortesía de Federico Benítez
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Precisamente el vuelo de ella y sus hermanos con su mamá, que días antes había sido agredida una vez más por su esposo Miller Manuel, era un intento desesperado por huir de esa violencia. Benítez encontró la última vivienda de Magdalena, Lesly y los demás: una habitación palafítica de dos metros cuadrados. Fidencio me cuenta que fue construida con tablas de árboles de amarillo y achapo, y techada con hojas de palma de puy. “Son de los más pobres de una comunidad que espera mejorar sus condiciones de vida con el dinero de la venta de bonos de carbono”, dice el periodista. Vender la protección de hectáreas de selva a empresas interesadas en mitigar sus emisiones de C02 parece ahora la mejor opción económica para comunidades a las que las fiebres del caucho, la coca y la minería solo les ha dejado pérdidas invaluables.

                                                                                                                                Desde allí Lesly viajaba hasta el colegio Fortunato Really (misionero italiano, pionero en la educación católica de la región), un internado para indígenas en el que iba a estudiar su bachillerato, pero en el que solo estuvo ocho días hasta que su padrastro la sacó. Benítez publicó testimonios de gobernadores indígenas que insisten en que Ranoque ejerció violencia física, psicológica y sexual contra su familia y convivía con otra mujer.

                                                                                                                                Magdalena Mucutuy, madre de los niños, mostrando las heridas, al parecer causadas por los golpes de Manuel Ranoque una semana antes del viaje en avioneta en el que perdió la vida, según informó la familia a este diario.
                                                                                                                                Foto: Archivo particular
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Por estas razones fue destituido en abril pasado como gobernador del resguardo, cargo que ejercía desde hacía cuatro meses, luego de que las autoridades concluyeron que no representa los valores uitotos. Es la misma versión que un comandante guerrillero de la zona, donde opera el frente Carolina Ramírez de las disidencias de las antiguas FARC, le dio al periodista, asegurando que respetan el derecho indígena y no intervinieron en la búsqueda de los niños. Ranoque se declara inocente y sigue anunciando demandas.

                                                                                                                                Según Fidencio, aparte de su padrastro, Lesly también sabía que tenía que huir de la guerrilla, que secuestra niños y niñas indígenas. En mayo pasado asesinaron a tres niños muruis que habían sido reclutados en la vecina comunidad de El Estrecho, otra parte del llamado Predio Putumayo, que con unas 300.000 hectáreas es la zona de conservación selvática más importante de Colombia.

                                                                                                                                Miller Manuel Ranoque, padre y padrastro de los cuatro niños, ayudó en la Operación Esperanza hasta el día del rescate. Ahora es señalado de violencia intrafamiliar. Aquí con uno de los comandos del Ejército Nacional que participaron en la búsqueda.
                                                                                                                                Foto: Ejército
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Esas disidencias expidieron un comunicado desmintiendo amenazas al padrastro, como él dijo a los medios de comunicación en Bogotá, y dejaron en evidencia una violencia eternizada: “Somos una guerrilla móvil, nómada, y en nuestro trasegar llegamos a todas las comunidades indígenas del sur oriente colombiano (...) Buena parte de nuestros guerrilleros provienen de allí”.

                                                                                                                                Es uno de los ejércitos ilegales junto a mafias narcotraficantes y mineras. A pesar de los patrullajes del Ejército y la Armada Nacional, imponen su ley en el alto Amazonas, a lo largo del río Caquetá hasta el Cahuinarí, el mismo que se cita dominado por tropas obsesionadas con la explotación del caucho en La vorágine, la emblemática novela colombiana escrita hace ya un siglo por José Eustasio Rivera sobre la esclavización indígena a manos de invasores como los de la famosa Casa Arana.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Por los múltiples excesos que en el Amazonas se han cometido, el miedo de Lesly se vuelve metafórico al releer La vorágine y recordar que allí también una escurridiza niña indígena es un personaje central: “Una tarde, casi al oscurecer, en las playas del río Guaviare advertí una huella humana. Alguien había estampado sobre la greda el contorno de un pie, enérgico y diminuto, sin que su vestigio reapareciera por ninguna parte. El Pipa, que cazaba peces con las flechas, acudió a mi llamamiento, y en breve todos mis camaradas le hicieron círculo a la señal, procurando indagar el rumbo que hubiera seguido. Pero Helí Mesa interrumpió la cavilación con esta noticia: —¡He aquí el rastro de la indiecita Mapiripana!”.

                                                                                                                                En esa ficción donde el aventurero Arturo Cova se juega el corazón al azar y se lo gana la violencia, “los genios del bosque” simbolizan una guerra entre la vida y la muerte, y la niña indígena, silenciosa como Lesly, representa la primera: “La indiecita Mapiripana es la sacerdotisa de los silencios, la celadora de manantiales y lagunas”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Es casi imposible encontrarla: “… basta fijarse en la arcilla húmeda para comprender que pasó asustando los animales y marcando la huella de un solo pie, con el talón hacia adelante, como si caminara retrocediendo. Siempre lleva en las manos una parásita y fue quien usó primero los abanicos de palmera. De noche se la siente gritar en las espesuras, y en los plenilunios costea las playas, navegando sobre una concha de tortuga, tirada por bufeos (delfines), que mueven las aletas mientras ella canta”.

                                                                                                                                El momento en que militares e indígenas encuentran a Lesly (izquierda) y a sus hermanos, desnutridos y deshidratados pero vivos. Lo primero que hizo ella fue señas para que atendieran a la bebé y a los más pequeños.
                                                                                                                                Foto: EFE/Fuerzas Militares de Colombia - Fuerzas Militares de Colombia

                                                                                                                                Y a la Mapiripana la persiguen como a Lesly: “Un misionero que se emborrachaba con jugo de palmas y dormía en el arenal con indias impúberes… Con lujurioso afán empezó a seguirla, mas se le escapaba en las tinieblas; llamábala con premura, y el eco engañoso respondía”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El violador termina preso en “la cueva de las soledades” con la ayuda del vampiro y la lechuza mientras “la indiecita” sonríe “en su columpio de enredaderas florecidas”. El violento muere delirante, sin poder librarse de “sus propios remordimientos”, mientras “revuela entre la caverna una mariposa de alas azules, inmensa y luminosa como un arcángel, que es la visión final de los que mueren de fiebres en estas zonas”.

                                                                                                                                En la ficción, la niña “vive en el riñón de las selvas, exprimiendo las nubecillas, encauzando las filtraciones, buscando perlas de agua en la felpa de los barrancos, para formar nuevas vertientes que den su tesoro claro a los grandes ríos. Gracias a ella, tienen tributarios el Orinoco y el Amazonas”.

                                                                                                                                María Fátima, abuela de niños rescatados, espera que antes de que termine el año el Instituto de Bienestar Familiar le conceda la custodia de Lesly y sus hermanos.
                                                                                                                                Foto: Cortesía
                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Mientras tanto, reconoce a su nieta por reivindicar la identidad indígena: “Gracias a ella, lo que pedimos ahora es que los colombianos respeten las culturas indígenas de la Amazonia, que seamos reconocidos, en especial por la parte espiritual, y que nunca seamos perseguidos ni discriminados”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La abuela María Fátima me insiste: “Yo me quedaré como mamá de ellos y el abuelo como su papá. Lesly es muy guerrera verdaderamente, se merece todos los premios que le den, pero lo importante es que la dejen con nosotros y podamos vivir en familia y en paz”. Una familia colombiana que seguirá viviendo su propia vorágine.

                                                                                                                                Manuscrito de 'La Vorágine', novela de José Eustasio Rivera, escrita hace un siglo y considerada un clásico de la literatura colombiana sobre la selva y la violencia. Estos originales pueden ser vistos en la Biblioteca Nacional, en Bogotá.
                                                                                                                                Foto: Cortesía
                                                                                                                                La ceremonia será el 12 de octubre, Día de la Raza. Aquí, Lesly (de 13 años), Soleiny (de 9), Tien Noriel (de 4) y Cristin Neriman (la bebé de un año). / Ilustración de Éder Rodríguez con base en foto familiar y de su casa
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Así lo anunció a El Espectador Luis Alfredo Acosta, líder nasa del departamento del Cauca que dirige la Guardia Indígena en todo el país y participó un mes en la búsqueda de los niños, que viajaban en la avioneta HK-2803, en vuelo entre Araracuara y San José del Guaviare, y fueron rescatados el pasado 9 de junio en la llamada Operación Esperanza con participación de al menos 200 militares, rastreadores y vaquianos de la región. (Le puede interesar: ¿Por qué los pueblos amazónicos rechazan posible documental del gobierno sobre niños rescatados?).

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Foto: EFE/Ejército de Colombia - Ejército de Colombia

                                                                                                                                Pero, más allá de los pleitos jurídicos, el comandante Acosta me insiste en que lo importante es exaltar y guardar para la memoria histórica nacional, en especial la indígena, “el espíritu representado en la sabiduría, el coraje y la valentía de los hermanos”. Por eso, Lesly (de 13 años de edad), Soleiny (9), Tien Noriel (de 4) y Cristin Neriman (de un año) serán declarados, en ceremonias en Bogotá y en la selva, “nuestros héroes”, “guardias milenarios” y “símbolo de los pueblos indígenas”.

                                                                                                                                Acosta explica que las más de 60 culturas indígenas de Colombia han valorado la verdadera dimensión de la hazaña de Lesly de mantenerse con vida junto a sus hermanos durante cinco semanas, en los inhóspitos límites de los departamentos de Caquetá, Guaviare y Amazonas. “La semana del 20 de julio es ideal para reconocer nuestra patria a través del simbolismo que nos transmitieron. Gracias a ellos, podemos decir que independencia nacional significa, ahora más que nunca, respetar nuestras diferencias, reconocer a las culturas originarias, entender al ser indígena y sus saberes ancestrales. Ahí está la explicación profunda de cómo una niña logró defenderse y salvar la vida de sus hermanitos, mientras la selva nos mandaba un mensaje para que la protejamos y respetemos como fuerza superior de la naturaleza”.

                                                                                                                                Luis Alfredo Acosta, líder indígena nasa del Cauca, es el jefe nacional de la Guardia Indígena y participó un mes de la búsqueda de los niños en selvas del Guaviare y Caquetá hasta su rescate el pasado 9 de junio. / Foto de Ana Karina Delgado
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                El rastro de uno de los cambuches que construyó Leslie con palmas, como le enseñó su abuelo.
                                                                                                                                Foto: EFE/Fuerzas Militares de Colombia - Fuerzas Militares de Colombia

                                                                                                                                “Su capacidad de decisión nos sorprendía al ver cómo escogía zonas de desagüe, ríos para que no les faltara agua, cómo construía cambuches bajo los árboles que le podían dar frutos al tiempo que evitaba zonas frecuentadas por animales peligrosos y para protegerse de las lluvias torrenciales. Se notaba que se movía por tiempos y jornadas y eso no lo sabe cualquier niña, menos una con la responsabilidad que ella asumió, guiando a sus hermanos y cargando a la bebé en los brazos. Yo antes estuve varias veces en la selva, rescatando indígenas secuestrados que tenía la guerrilla, y le puedo decir que la forma como Lesly decidió cuidarse y salvar a los otros tres es para aprender de sus valores”.

                                                                                                                                Lo destaca el comandante de 60.000 indígenas que, con bastones de madera consagrados en aguas perpetuas, han defendido sus resguardos en toda Colombia frente a guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y explotadores de madera y minería, resistencia cada vez más arriesgada que va desde las montañas de los nasas, en el Cauca, hasta los ríos de los uitotos en el Amazonas.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Fidencio Valencia, abuelo de los niños explicó a "El Espectador" por qué la educación uitoto muinane de Lesly y sus hermanos fue determinante para su supervivencia. Foto tomada en Villavicencio el 19 de mayo de 2023.
                                                                                                                                Foto: AFP - LEONARDO SOLANO

                                                                                                                                Tales valores Lesly los heredó de familiares como su tío abuelo Fidencio Valencia, quien me la describe como una niña “muy calladita, juiciosa, inteligente”. En la familia se identifican como indígenas uitoto muinane, la etnia que casi desaparece a mediados del siglo pasado por la codicia de las mafias que buscaban árboles de caucho. Descienden de los pocos centenares de sobrevivientes de esa persecución y esclavitud. ¿Cómo se salvaron? Escondiéndose en la profundidad de la selva.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Mientras sus nietos enfrentaban el hambre, él ayudaba a protegerlos conectándose con los espíritus de la selva a través del poder trascendente del mambeo de coca y el ambil de tabaco. “Esa es nuestra mayor relación con la naturaleza y ese fue mi trabajo como abuelo; meterme en los pensamientos de la selva para que Dios me los cuidara”. La abuela María Fátima añade que el poder y la sabiduría de varios chamanes les permitió guiar a los niños en la selva, evadiendo incluso duendes que no querían soltarlos.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Fidencio reconoce que Lesly estaba más acostumbrada a la selva porque se le había vuelto costumbre ocultarse días completos de su padre, que la perseguía y la agredía, según me ratifica el periodista Federico Benítez, de Los informantes, del Canal Caracol, quien viajó hasta el lugar donde vivía la familia y recogió testimonios de miembros de la comunidad que denunciaron el carácter violento de Miller Manuel Ranoque. Por eso tenía miedo de que la encontraran y, hasta cuando pudo, evadió el intenso operativo de rescate.

                                                                                                                                La casa de Magdalena y Lesly en Puerto Sábalo, en la ribera del caudaloso río Caquetá. Dos metros cuadrados de tablas cubiertos con paja de puy.
                                                                                                                                Foto: Cortesía de Federico Benítez
                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Desde allí Lesly viajaba hasta el colegio Fortunato Really (misionero italiano, pionero en la educación católica de la región), un internado para indígenas en el que iba a estudiar su bachillerato, pero en el que solo estuvo ocho días hasta que su padrastro la sacó. Benítez publicó testimonios de gobernadores indígenas que insisten en que Ranoque ejerció violencia física, psicológica y sexual contra su familia y convivía con otra mujer.

                                                                                                                                Magdalena Mucutuy, madre de los niños, mostrando las heridas, al parecer causadas por los golpes de Manuel Ranoque una semana antes del viaje en avioneta en el que perdió la vida, según informó la familia a este diario.
                                                                                                                                Foto: Archivo particular
                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Según Fidencio, aparte de su padrastro, Lesly también sabía que tenía que huir de la guerrilla, que secuestra niños y niñas indígenas. En mayo pasado asesinaron a tres niños muruis que habían sido reclutados en la vecina comunidad de El Estrecho, otra parte del llamado Predio Putumayo, que con unas 300.000 hectáreas es la zona de conservación selvática más importante de Colombia.

                                                                                                                                Miller Manuel Ranoque, padre y padrastro de los cuatro niños, ayudó en la Operación Esperanza hasta el día del rescate. Ahora es señalado de violencia intrafamiliar. Aquí con uno de los comandos del Ejército Nacional que participaron en la búsqueda.
                                                                                                                                Foto: Ejército
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Esas disidencias expidieron un comunicado desmintiendo amenazas al padrastro, como él dijo a los medios de comunicación en Bogotá, y dejaron en evidencia una violencia eternizada: “Somos una guerrilla móvil, nómada, y en nuestro trasegar llegamos a todas las comunidades indígenas del sur oriente colombiano (...) Buena parte de nuestros guerrilleros provienen de allí”.

                                                                                                                                Es uno de los ejércitos ilegales junto a mafias narcotraficantes y mineras. A pesar de los patrullajes del Ejército y la Armada Nacional, imponen su ley en el alto Amazonas, a lo largo del río Caquetá hasta el Cahuinarí, el mismo que se cita dominado por tropas obsesionadas con la explotación del caucho en La vorágine, la emblemática novela colombiana escrita hace ya un siglo por José Eustasio Rivera sobre la esclavización indígena a manos de invasores como los de la famosa Casa Arana.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                En esa ficción donde el aventurero Arturo Cova se juega el corazón al azar y se lo gana la violencia, “los genios del bosque” simbolizan una guerra entre la vida y la muerte, y la niña indígena, silenciosa como Lesly, representa la primera: “La indiecita Mapiripana es la sacerdotisa de los silencios, la celadora de manantiales y lagunas”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Es casi imposible encontrarla: “… basta fijarse en la arcilla húmeda para comprender que pasó asustando los animales y marcando la huella de un solo pie, con el talón hacia adelante, como si caminara retrocediendo. Siempre lleva en las manos una parásita y fue quien usó primero los abanicos de palmera. De noche se la siente gritar en las espesuras, y en los plenilunios costea las playas, navegando sobre una concha de tortuga, tirada por bufeos (delfines), que mueven las aletas mientras ella canta”.

                                                                                                                                El momento en que militares e indígenas encuentran a Lesly (izquierda) y a sus hermanos, desnutridos y deshidratados pero vivos. Lo primero que hizo ella fue señas para que atendieran a la bebé y a los más pequeños.
                                                                                                                                Foto: EFE/Fuerzas Militares de Colombia - Fuerzas Militares de Colombia

                                                                                                                                Y a la Mapiripana la persiguen como a Lesly: “Un misionero que se emborrachaba con jugo de palmas y dormía en el arenal con indias impúberes… Con lujurioso afán empezó a seguirla, mas se le escapaba en las tinieblas; llamábala con premura, y el eco engañoso respondía”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El violador termina preso en “la cueva de las soledades” con la ayuda del vampiro y la lechuza mientras “la indiecita” sonríe “en su columpio de enredaderas florecidas”. El violento muere delirante, sin poder librarse de “sus propios remordimientos”, mientras “revuela entre la caverna una mariposa de alas azules, inmensa y luminosa como un arcángel, que es la visión final de los que mueren de fiebres en estas zonas”.

                                                                                                                                En la ficción, la niña “vive en el riñón de las selvas, exprimiendo las nubecillas, encauzando las filtraciones, buscando perlas de agua en la felpa de los barrancos, para formar nuevas vertientes que den su tesoro claro a los grandes ríos. Gracias a ella, tienen tributarios el Orinoco y el Amazonas”.

                                                                                                                                María Fátima, abuela de niños rescatados, espera que antes de que termine el año el Instituto de Bienestar Familiar le conceda la custodia de Lesly y sus hermanos.
                                                                                                                                Foto: Cortesía
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Un siglo después, en la vida real, Fidencio espera que a él y su esposa, la abuela María Fátima, les den la custodia de Lesly y sus hermanos. Si, después de las investigaciones del caso, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar les concede la petición, anuncia que los niños no volverán a la choza donde vivían, sino a una casa familiar río abajo, en el caserío de Chukike, ojalá lejos de la violencia de un mal padre y de los periodistas.

                                                                                                                                Mientras tanto, reconoce a su nieta por reivindicar la identidad indígena: “Gracias a ella, lo que pedimos ahora es que los colombianos respeten las culturas indígenas de la Amazonia, que seamos reconocidos, en especial por la parte espiritual, y que nunca seamos perseguidos ni discriminados”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La abuela María Fátima me insiste: “Yo me quedaré como mamá de ellos y el abuelo como su papá. Lesly es muy guerrera verdaderamente, se merece todos los premios que le den, pero lo importante es que la dejen con nosotros y podamos vivir en familia y en paz”. Una familia colombiana que seguirá viviendo su propia vorágine.

                                                                                                                                Manuscrito de 'La Vorágine', novela de José Eustasio Rivera, escrita hace un siglo y considerada un clásico de la literatura colombiana sobre la selva y la violencia. Estos originales pueden ser vistos en la Biblioteca Nacional, en Bogotá.
                                                                                                                                Foto: Cortesía

                                                                                                                                Por Nelson Fredy Padilla

                                                                                                                                Periodista desde 1989, magíster en escrituras creativas, autor de cinco libros, catedrático de periodismo y literatura desde 1995, y profesor de la maestría de escrituras creativas de la Universidad Nacional, del Instituto de Prensa de la SIP y de la Escuela Global de Dejusticia.@NelsonFredyPadinpadilla@elespectador.com
                                                                                                                                Ver todas las noticias
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