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Adiós al explorador de las tribus aisladas

El politólogo Roberto Franco murió el sábado al regresar de un trabajo de campo en Araracuara (Caquetá), víctima de un accidente aéreo.

Angélica María Cuevas Guarnizo
08 de septiembre de 2014 - 09:35 p. m.
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El sábado 6 de septiembre la avioneta de placas HK-4755 despegó casi a las tres de la tarde de Araracuara hacia Florencia, en Caquetá, y media hora más tarde se vino a pique sobre la espesa selva.

Posibles fallas mecánicas tumbaron la aeronave a 10 kilómetros de Puerto Santander (Amazonas). Los dos pilotos y los ocho tripulantes, entre los que se encontraban los investigadores Roberto Franco García, de 61 años, y el indígena Daniel Matapí, murieron tras el impacto.

Daniel, investigador de la etnia yucuna matapi, había liderado durante más de diez años estudios sobre recuperación de conocimientos tradicionales para diferentes ONG concentradas en el Amazonas.

Y Roberto no solo era el científico colombiano que más había estudiado la presencia de pueblos indígenas aislados en las selvas del Amazonas —a las que había llegado por primera vez en los 70—. Este investigador también era el más interesado en impulsar una política pública para proteger a comunidades como los yuris, sobre las que había concentrado sus estudios en los últimos 15 años.

Ambos investigadores llevaban casi una semana en el Amazonas, entrevistándose con autoridades indígenas del sur del Chiribiquete. Estaban avanzando en los primeros sondeos que describirían qué tanto contacto habían tenido las tribus aisladas del noreste amazónico con otros habitantes de esa selva. Un proyecto impulsado por la ONG Amazone Conservation Team (ACT).

A Franco, politólogo, le atraía la idea de que estos grupos indígenas voluntariamente aislados habían huido de los ‘blancos’ (entre madereros, evangelizadores, guerrilleros y mineros), como un acto de resistencia: “No es casualidad que lleven cientos de años así. Están aislados sabiendo que estamos afuera y que no quieren tener contacto con nosotros”, dijo el politólogo en una de las últimas entrevistas que le dio a este medio, en septiembre de 2012, cuando presentó su libro Cariba malo: episodios de resistencia de un pueblo indígena aislado del Amazonas.

Su obsesión y el juicio por el estudio de las comunidades indígenas y campesinas de todo el país lo llevaron en 1984 a ser asesor en asuntos indígenas y medio ambiente del Inderena. Trabajó en el Ministerio de Ambiente, en conjunto con Parques Nacionales y como consultor de distintas organizaciones interesadas en el estudio del campo colombiano.

En 2002 estuvo detrás de la declaratoria del Parque Natural Río Puré (la única reserva natural destinada a la protección de los pueblos apartados), ubicado entre los ríos Putumayo y Caquetá y sus aportes desde la academia también sirvieron como argumento a la hora de justificar la ampliación del Parque Nacional Natural Chiribiquete, en 2013, pues demostró que había suficientes evidencias para determinar la posible existencia de tres pueblos indígenas aislados en el corazón de ese parque.

“Su pasión era entender cómo campesinos e indígenas se relacionaban con la biodiversidad. Fue uno de los primeros en hablar de gobernanza y defender el derecho de estas comunidades de decidir qué hacer con sus recursos. Roberto se convirtió en uno de los principales documentalistas de la vida rural colombiana”, dice Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt, quien lo conoció hace treinta años, cuando ella era estudiante de biología.

“Con la muerte de Roberto, el país pierde uno de sus grandes exploradores bibliográficos y sus amigos nos privamos de ese hombre sencillo y con gran sentido del humor que en las fiestas siempre tenía algún hallazgo maravilloso que compartirnos. Era un apasionado del estudio, podía pasar horas en la biblioteca. Su vida eran sus libros”, dice Baptiste.

Aunque no se puede decir que los hallazgos de Roberto Franco se concentraron sólo en el Amazonas, pues durante años realizó investigaciones científicas en Boyacá, Caldas, Chocó y Antioquia, Diana Castellanos, directora de la regional Amazonas de Parques Nacionales, reconoce que fue la curiosidad de este investigador la que impulsó una fuerte articulación institucional para avanzar en el conocimiento, la protección y la documentación de los indígenas aislados. “Sabemos que Roberto hizo un gran esfuerzo por invitar a jóvenes investigadores a interesarse por el estudio de estas poblaciones inexploradas, pero reconocemos que su ausencia será una pérdida muy grande para el proceso”, dice.

En manos de distintas organizaciones científicas con sede en el Amazonas, como Tropenbos, Gaia Amazonas y Puerto Rastrojo, dirigidas por colegas y amigos de Franco, quedará parte del legado del investigador. “Los años de estudio que invirtió Roberto en este tema, en que muchas veces lo acompañamos, no se pueden quedar en el papel, tendremos que encontrar la manera de continuar su lucha por la protección de los aislados. Nuestra motivación será su memoria”, dice Patricio Von Hildebrand, director de Puerto Rastrojo, quien compartió con Roberto Franco sus primeras travesías por el Amazonas.

 

acuevas@elespectador.com

 

Por Angélica María Cuevas Guarnizo

 

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