Al 60 % de menores de edad LGBTIQ+ les pidieron cambiar su orientación sexual
La organización Sentiido encuestó a la población LGBTIQ+ menor de edad en Colombia. Juliana Martínez, coordinadora de investigación, explica los resultados de ese estudio.
Luisa Fernanda Orozco
¿Cómo es reconocerse sexualmente diverso en el colegio, el hogar y los espacios religiosos? Seguramente quienes hacen parte de la población LGBTIQ+ vivieron momentos en al menos uno de esos tres ámbitos, incluso en tiempos donde sus derechos no eran ni siquiera reconocidos. El asunto se torna más complejo cuando involucra a menores edad. “Es solo una fase” y “cuando crezcas se te va a pasar” son algunos de los comentarios recurrentes que se escuchan al crecer, sin contar los que rayan en la violencia y el dolor.
Más aún, padres, madres, acudientes, líderes religiosos o profesionales han presionado a la juventud LGBTIQ+ para participar en varias formas de “terapias” o “tratamientos” para cambiar su orientación sexual o su identidad de género. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que esto no es posible y la ONU clasifica estos esfuerzos como “tortura”.
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Es por eso que, por primera vez en Colombia, la organización Sentiido censó a la población LGBTIQ+ menor de edad respecto a sus vivencias en esas tres esferas: el colegio, el hogar y los espacios religiosos, además de las experiencias en internet. El Espectador habló con Juliana Martínez, coordinadora de la investigación y autora del informe, que arroja cifras tan contundentes (ver infografía, arriba).
El estudio, además, se enfoca en un terreno poco explorado para quienes se reconocen como sexualmente diversos, o sea las realidades que vivieron durante y después de la pandemia. ¿Qué significó para ellos perder el contacto físico con su círculo de amigos con quienes, tal vez, sí podían expresarse con libertad?
La recopilación de datos tuvo dos fases: en la primera se encuestó a 1.555 personas y en la segunda a 3.246. “Esto realmente es una muestra significativa en un país donde carecemos de datos sobre la población LGBTIQ+, a pesar de que hay esfuerzos por parte de instituciones como el DANE por brindar unas cifras más actualizadas”, explica Juliana Martínez.
Según el informe, esta información es crucial para entender y abordar las necesidades de la juventud LGBTQ+ en estos aspectos de su vida; tener una mejor comprensión de sus redes de apoyo, las iniciativas y los recursos que mitigan los prejuicios y la discriminación, así como los espacios afirmativos y seguros a los que tienen acceso.
Ahora, entremos en los datos.
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¿Qué pasa en los colegios?
Escuchar comentarios discriminatorios, sentir inseguridad o acoso, estar implicados en actos discriminatorios y tener recursos de apoyo. Estos fueron algunos de los ejes para hablar sobre lo que sucede en el ámbito escolar, cuyas preguntas se realizaron sobre lo vivido en el año 2021, cuando aún permanecían atisbos de la pandemia por el covid 19.
Los resultados indican que más de la mitad (54,6 %) de estudiantes LGBTQ+ en Colombia se sintieron inseguros en sus colegios por su orientación sexual, y más de un tercio faltó a clase al menos un día en el último mes por esa razón.
Además, los comentarios homofóbicos también estuvieron presentes: el 52,9 % de los encuestados dijo haber escuchado a otros estudiantes decirlos, mientras que en el 65 % de los casos se trató de los mismos docentes o el personal de la institución. “Así es como nos damos cuenta de que, como adultos, les estamos fallando a los chicos y chicas menores de edad. Ellos y ellas ya están en otra onda que tal vez los mayores no entienden, o que incluso minimizan, pero esto es muy peligroso cuando se supone que quien les enseña a estos menores es una persona que no reconoce la diversidad, sino que habla con prejuicios”, explica Martínez.
Pero la violencia no solo se limita a las aulas de clase, pues a través de internet también hubo situaciones violentas. Según los estudiantes encuestados, al menos la mitad de ellos sufrió alguna forma de cyberbullying por parte de sus compañeros durante 2021. No olvidemos que, a causa de la pandemia, el colegio en casa se volvió norma, y apenas a finales de ese año algunas instituciones educativas retomaron de manera oficial la presencialidad.
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¿Y cuáles fueron las vías de atención para denunciar este tipo de violencia y otras a causa de la orientación sexual o identidad de género? Pues siete de cada diez estudiantes (el 69 %) nunca acudieron a las rutas ni reportaron incidentes de acoso al personal del colegio.
“También hay un montón de nuevos términos que algunos adultos no reconocen y ni siquiera conciben, como el de las personas que se identifican en las categorías de no binario, de género queer, de género fluido o que están en un proceso de cuestionarse. Las personas constantemente estamos transitando en nuestra identidad, y el personal docente y administrativo de los colegios debe comprender ese tránsito y también respetarlo en vez de juzgar o señalar”, dice la experta.
Porque las cifras hablan: mientras el número de personas que se identificaron como gais o lesbianas cayó casi a la mitad, el porcentaje de juventud que se identificó como bisexual, pansexual o trans se duplicó, y quienes afirmaron ser no binarios, de género queer, de género fluido o tener una inquietud al respecto se quintuplicaron. Eso indicó Sentiido en sus resultados.
Los espacios religiosos
Para el 67 % de los jóvenes LGBTIQ+ encuestados la religión es importante. Sin embargo, el 93 % de ellos escuchan constantemente mensajes negativos sobre la diversidad sexual e identidad de género en sus congregaciones. Otro dato importante es que el 82,9 % de la juventud LGBTQ+ no ha “salido del clóset” en su comunidad religiosa.
¿Y qué pasa en la familia?
La familia, que se supone es el núcleo principal de todo ser humano, a veces termina jugando roles nocivos para la juventud LGBTIQ+. La homofobia aún tiene raíces profundas, y varios miembros de la población han afirmado que el rechazo por parte de su círculo más cercano termina siendo el más doloroso.
Así lo evidencia Sentiido al afirmar que, aún en 2022, la mayoría de los menores de edad sexualmente diversos “no cuenta con apoyo de sus padres, madres o acudientes respecto a su orientación sexual o identidad de género, ya sea porque no han salido del clóset o porque ya lo han hecho y no han recibido ningún apoyo”.
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Más de la mitad (54,7 %) de la juventud LGBTQ+ en Colombia está “fuera del clóset” ante uno o más de sus padres, madres o acudientes, pero solo una cuarta parte de ellos afirmó recibir apoyo. Sin embargo, la esperanza de un futuro diferente es una promesa que el 68 % de los jóvenes LGBTIQ+ dijo conservar.
“Ahí reitero en nuestra responsabilidad como adultos”, reflexiona Martínez, “porque ellos podrían decir que, basados en sus experiencias en el colegio, la religión y la familia, todo está perdido. Pero no, ellos creen que el futuro se parece a ellos y nosotras desde Sentiido también. Por eso tenemos que hacer más pedagogía con estas tres esferas, para que sepamos guiar y brindar ayuda en caso de ser necesario”.
¿Cómo es reconocerse sexualmente diverso en el colegio, el hogar y los espacios religiosos? Seguramente quienes hacen parte de la población LGBTIQ+ vivieron momentos en al menos uno de esos tres ámbitos, incluso en tiempos donde sus derechos no eran ni siquiera reconocidos. El asunto se torna más complejo cuando involucra a menores edad. “Es solo una fase” y “cuando crezcas se te va a pasar” son algunos de los comentarios recurrentes que se escuchan al crecer, sin contar los que rayan en la violencia y el dolor.
Más aún, padres, madres, acudientes, líderes religiosos o profesionales han presionado a la juventud LGBTIQ+ para participar en varias formas de “terapias” o “tratamientos” para cambiar su orientación sexual o su identidad de género. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que esto no es posible y la ONU clasifica estos esfuerzos como “tortura”.
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Es por eso que, por primera vez en Colombia, la organización Sentiido censó a la población LGBTIQ+ menor de edad respecto a sus vivencias en esas tres esferas: el colegio, el hogar y los espacios religiosos, además de las experiencias en internet. El Espectador habló con Juliana Martínez, coordinadora de la investigación y autora del informe, que arroja cifras tan contundentes (ver infografía, arriba).
El estudio, además, se enfoca en un terreno poco explorado para quienes se reconocen como sexualmente diversos, o sea las realidades que vivieron durante y después de la pandemia. ¿Qué significó para ellos perder el contacto físico con su círculo de amigos con quienes, tal vez, sí podían expresarse con libertad?
La recopilación de datos tuvo dos fases: en la primera se encuestó a 1.555 personas y en la segunda a 3.246. “Esto realmente es una muestra significativa en un país donde carecemos de datos sobre la población LGBTIQ+, a pesar de que hay esfuerzos por parte de instituciones como el DANE por brindar unas cifras más actualizadas”, explica Juliana Martínez.
Según el informe, esta información es crucial para entender y abordar las necesidades de la juventud LGBTQ+ en estos aspectos de su vida; tener una mejor comprensión de sus redes de apoyo, las iniciativas y los recursos que mitigan los prejuicios y la discriminación, así como los espacios afirmativos y seguros a los que tienen acceso.
Ahora, entremos en los datos.
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¿Qué pasa en los colegios?
Escuchar comentarios discriminatorios, sentir inseguridad o acoso, estar implicados en actos discriminatorios y tener recursos de apoyo. Estos fueron algunos de los ejes para hablar sobre lo que sucede en el ámbito escolar, cuyas preguntas se realizaron sobre lo vivido en el año 2021, cuando aún permanecían atisbos de la pandemia por el covid 19.
Los resultados indican que más de la mitad (54,6 %) de estudiantes LGBTQ+ en Colombia se sintieron inseguros en sus colegios por su orientación sexual, y más de un tercio faltó a clase al menos un día en el último mes por esa razón.
Además, los comentarios homofóbicos también estuvieron presentes: el 52,9 % de los encuestados dijo haber escuchado a otros estudiantes decirlos, mientras que en el 65 % de los casos se trató de los mismos docentes o el personal de la institución. “Así es como nos damos cuenta de que, como adultos, les estamos fallando a los chicos y chicas menores de edad. Ellos y ellas ya están en otra onda que tal vez los mayores no entienden, o que incluso minimizan, pero esto es muy peligroso cuando se supone que quien les enseña a estos menores es una persona que no reconoce la diversidad, sino que habla con prejuicios”, explica Martínez.
Pero la violencia no solo se limita a las aulas de clase, pues a través de internet también hubo situaciones violentas. Según los estudiantes encuestados, al menos la mitad de ellos sufrió alguna forma de cyberbullying por parte de sus compañeros durante 2021. No olvidemos que, a causa de la pandemia, el colegio en casa se volvió norma, y apenas a finales de ese año algunas instituciones educativas retomaron de manera oficial la presencialidad.
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¿Y cuáles fueron las vías de atención para denunciar este tipo de violencia y otras a causa de la orientación sexual o identidad de género? Pues siete de cada diez estudiantes (el 69 %) nunca acudieron a las rutas ni reportaron incidentes de acoso al personal del colegio.
“También hay un montón de nuevos términos que algunos adultos no reconocen y ni siquiera conciben, como el de las personas que se identifican en las categorías de no binario, de género queer, de género fluido o que están en un proceso de cuestionarse. Las personas constantemente estamos transitando en nuestra identidad, y el personal docente y administrativo de los colegios debe comprender ese tránsito y también respetarlo en vez de juzgar o señalar”, dice la experta.
Porque las cifras hablan: mientras el número de personas que se identificaron como gais o lesbianas cayó casi a la mitad, el porcentaje de juventud que se identificó como bisexual, pansexual o trans se duplicó, y quienes afirmaron ser no binarios, de género queer, de género fluido o tener una inquietud al respecto se quintuplicaron. Eso indicó Sentiido en sus resultados.
Los espacios religiosos
Para el 67 % de los jóvenes LGBTIQ+ encuestados la religión es importante. Sin embargo, el 93 % de ellos escuchan constantemente mensajes negativos sobre la diversidad sexual e identidad de género en sus congregaciones. Otro dato importante es que el 82,9 % de la juventud LGBTQ+ no ha “salido del clóset” en su comunidad religiosa.
¿Y qué pasa en la familia?
La familia, que se supone es el núcleo principal de todo ser humano, a veces termina jugando roles nocivos para la juventud LGBTIQ+. La homofobia aún tiene raíces profundas, y varios miembros de la población han afirmado que el rechazo por parte de su círculo más cercano termina siendo el más doloroso.
Así lo evidencia Sentiido al afirmar que, aún en 2022, la mayoría de los menores de edad sexualmente diversos “no cuenta con apoyo de sus padres, madres o acudientes respecto a su orientación sexual o identidad de género, ya sea porque no han salido del clóset o porque ya lo han hecho y no han recibido ningún apoyo”.
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Más de la mitad (54,7 %) de la juventud LGBTQ+ en Colombia está “fuera del clóset” ante uno o más de sus padres, madres o acudientes, pero solo una cuarta parte de ellos afirmó recibir apoyo. Sin embargo, la esperanza de un futuro diferente es una promesa que el 68 % de los jóvenes LGBTIQ+ dijo conservar.
“Ahí reitero en nuestra responsabilidad como adultos”, reflexiona Martínez, “porque ellos podrían decir que, basados en sus experiencias en el colegio, la religión y la familia, todo está perdido. Pero no, ellos creen que el futuro se parece a ellos y nosotras desde Sentiido también. Por eso tenemos que hacer más pedagogía con estas tres esferas, para que sepamos guiar y brindar ayuda en caso de ser necesario”.