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Cuando a Margarita Bocanegra, campesina de San José del Guaviare, le hablaron sobre la importancia de asociarse con otras personas para sacar adelante proyectos productivos y acceder a beneficios como incentivos económicos de entidades públicas y privadas, no lo pensó dos veces. En el año 2017 creó en su municipio la Asociación de Familias Emprendedoras del Guaviare (ASOPROG), un proyecto que surgió de un programa de mujeres ahorradoras en el que ella participaba.
“Nos decían que era bueno asociarse para acceder a proyectos. Llamé a una vecina y a varias amigas que estábamos en el mismo programa de ahorro y todas dijeron que sí”, narró ella sobre la forma en la que nació su organización. Empezaron diez mujeres y ahora son 18; en otro momento llegaron a ser 24 integrantes y sus familias, dedicadas a actividades productivas como la cría de aves y la venta de huevos y pollos.
Luego de siete años al frente de la organización, esta mujer se sigue levantando con el primer rayo del sol para iniciar sus labores. Ya no tiene que mandar a sus hijos para el colegio, pues la menor tiene 19 años y estudia en la Universidad de la Amazonía; ahora madruga a darles alimento a las gallinas y cuidar los cultivos de pancoger que se convirtieron en la fuente de ingresos de quienes conforman la asociación en un departamento en el que, según cifras del censo nacional de población del DANE realizado en 2018, 34.001 habitantes son mujeres, de una población total de 73.081 personas.
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Mientras que Margarita regresaba a su casa tras visitar en una finca vecina a la suya, Carlina Rojas Aquino recordaba cómo descubrió el cultivo del fruto del marañón. “Yo sembré mis primeros marañones criollos a los 19 años y sembré forestales en sabana cuando a nadie se le ocurría”, dijo esta mujer que desde 1997 se encuentra al frente de un proyecto asociativo que en 2003 se consolidó con existencia legal como la Asociación de Marañoneros del Vichada (ASOMARVI).
Trabajando como docente, profesión en la que inició a sus 17 años, se interesó por encontrar nuevas formas de hacer más productivo y rentable para las comunidades el cultivo del fruto del marañón. Empezó a investigar información en revistas y a entablar contacto con organizaciones y entidades del sector agrícola, con el interés de que el cultivo tuviera mejores opciones para su productividad; no para iniciar con la siembra del árbol, pues, como lo indicó, “el marañón convivía con nosotros, asábamos las nueces a la lumbre para comernos la almendra y usábamos la pulpa para curar la gripa”.
Lo que Carlina no preveía era la importancia que tomaría este cultivo para la economía del Vichada. Según cifras del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, a febrero de 2024 el marañón fue el cultivo permanente más importante del departamento, con una participación del 58.9% en la producción. Lo siguen los cultivos de palma de aceite, plátano y caña, con participaciones del 18.2%, 13% y 8.5%, respectivamente.
Al cultivo del fruto de marañón se suman otros productos de gran importancia para el agro de la región Orinoquía. En los departamentos de Arauca y Guaviare, como lo indican los registros de la misma entidad, el cultivo permanente de mayor importancia es el plátano, con incidencia del 91.3% y el 43.5%. Por su parte, los departamentos de Casanare y Meta tienen alta productividad de palma de aceite, pues su cultivo representa el 71.6% y 43.9% en cada caso.
En esa región, donde la población total calculada al año 2018 por el DANE era de 1′688.247 habitantes, la productividad del campo es de gran relevancia. Sin embargo, asuntos como la difícil conectividad vial con el centro del país y los puertos, hace que muchas veces la actividad agrícola no sea rentable.
Otros renglones económicos como el de la ganadería son muy importantes. Según el informe de caracterización ganadera de 2022, el 34.8% de los bovinos del país se encuentran ubicados en los departamentos de Antioquia, Córdoba, Casanare y Meta. Al menos 255.000 kilómetros cuadrados (el 22% del territorio nacional) están dedicados a actividades relacionadas con el sector ganadero.
Pese a las dificultades de la comercialización de los productos del sector agropecuario por las distancias en la Orinoquía, los habitantes organizados en asociaciones, empresas pequeñas y medianas siguen consolidando proyectos productivos. A la vez, las cinco gobernaciones de la región adelantan gestiones para mejorar la conexión vial y fortalecer sus aeropuertos, en aras de potenciar el campo como fuente de desarrollo y cambiar la mirada conflictiva sobre los territorios.
Mujeres lideran el desarrollo agrícola en la Orinoquía
En Colombia, según los análisis realizados por el DANE en 2018, la población es en su mayoría femenina: 51.2%. Esta es una posible razón para explicar la importancia creciente de las mujeres en el liderazgo de proyectos e iniciativas dirigidas al desarrollo de los territorios. Lideresas con historias como las de Margarita Bocanegra y Carlina Rojas Aquino existen en las siete regiones del país; todas ellas con una característica común: piensan en la importancia de la asociatividad y de la integridad para la vida.
Justo ese fue uno de los objetivos de Margarita al crear ASOPROG: encontrar un camino para que mujeres como ella pudieran acceder con mayor facilidad a recursos de entidades, al apoyo de organizaciones de cooperación, incluso a créditos bancarios. Con los recursos a los que han accedido las familias que integran la asociación, todas han desarrollado proyectos productivos relacionados con la cría de aves y la producción de cachama en pozos propios.
A los recursos económicos se suma el conocimiento adquirido en distintos espacios de formación. “A lo que uno más le huía era a las capacitaciones, pero entendí que vivir en el campo no significa que uno se las sabe todas”, expresó. Instituciones como el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), han apoyado su iniciativa con procesos formativos sobre avicultura de hasta 200 horas, alevinos de cachama, aves y concentrado para su crianza.
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Aunque en la actualidad las gallinas ponedoras de las familias que integran ASOPROG (que ya no es solo una organización de mujeres) terminaron su ciclo de postura, Margarita espera empezar pronto con la crianza de una nueva camada de aves para la producción de huevos y carne.
El mercado también se ha ampliado para su proyecto productivo; comentó que incluso han surtido de huevos a uno de los colegios de San José del Guaviare, en el marco del Programa de Alimentación Escolar (PAE). “Somos pequeños productores, pero cuando tenemos huevos se los vendemos a un colegio; son sanos y frescos, del nido al sartén”, expresó. Datos de la Federación Nacional de Avicultores (FENAVI) indican que en 2022 la producción de huevo en Colombia movió al menos $10.8 billones.
Si bien las cifras de producción de huevos en el país son bastante positivas, los datos relacionados con la producción de marañón también obligan a poner la mirada en un cultivo que cada vez toma más importancia.
Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Costa Rica sobre la incidencia de este fruto en el sector agrícola colombiano, el número de hectáreas sembradas del árbol de marañón pasó de 3.000 hectáreas en el Vichada en 2016. Para el año 2021, en los Llanos Orientales la cantidad de hectáreas cultivadas superaba las 8.000, de las cuales 1.500 estaban en producción.
El trabajo de organizaciones como ASOMARVI, de la mano de entidades como la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia), ha sido clave para el fortalecimiento del negocio del marañón. Cuando Carlina empezó con la idea de mejorar las condiciones para el sector, solo 12 personas siguieron su iniciativa. Al momento de su constitución legal eran 34 integrantes y luego de más de dos décadas de trabajo, con al menos 48 productores como integrantes, la lideresa mantiene un sueño intacto: “ver zarpar barcos cargados de marañón hacia Europa”.
En septiembre de 2023 la organización recibió apoyo financiero de la Agencia de Desarrollo Rural (ADR) por un valor de $995 millones. Aunque en el momento la producción es baja porque recientemente se hizo una siembra importante de árboles, su objetivo con estos recursos es ampliar el alcance de la producción y comercialización del fruto.
Este sector del agro obtuvo en 2022 el reconocimiento de la Cadena Agroindustrial del Marañón por parte del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, lo cual se traduce en una mayor atención del Gobierno Nacional para proyectos de investigación e inversión sobre el cultivo en Vichada. Según cifras de esa cartera, solo cuatro departamentos de Colombia tienen producción del fruto: Vichada, (4.651 hectáreas sembradas y una producción de 3.480 toneladas), Meta (500 hectáreas), Córdoba (365 hectáreas) y Atlántico (87 hectáreas).
Al final, ambas mujeres coincidieron en que el éxito de los procesos asociativos está en la apertura a la participación y la persistencia. Carlina, desde su experiencia en el sector del cultivo de marañón y la comercialización con su empresa familiar, sabe que es importante “que cada persona que tenga de una planta en adelante en su patio pueda participar del proceso de asociación”. Margarita, por su parte, resaltó que en las organizaciones “hasta los asociados dudan, pero lo importante es ser una persona positiva”; en los proyectos grupales, como en la tierra, no es posible rendirse al momento de arar.
Las otras apuestas del agro en la región
Las experiencias de los departamentos de Guaviare y Vichada respecto a la producción agropecuaria se combinan con las apuestas de Arauca, Casanare y Meta, donde organizaciones de la sociedad civil y administraciones buscan darles un giro a las dinámicas relacionadas con el campo, a través de la transformación y comercialización de productos con valor agregado.
Según información del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, en 2023 el valor agregado del sector agropecuario (agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca) tuvo un crecimiento del 1.8%, hasta quedar 1.2% puntos porcentuales por encima del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.
Uno de los proyectos destacados se encentra en el departamento de Arauca. Desde 1997, la Asociación de Plataneros de Tame Arauca (A.P.T.A.) trabaja por reconocer y mejorar las condiciones del trabajo de los productores de banano en el departamento, resaltando la importancia de la articulación y sacando adelante cultivos sostenibles con el medio ambiente.
De los 342 asociados que se encuentran en el registro de afiliación de la organización, al menos 210 son integrantes activos, con corte al año 2021. Entre sus objetivos está fomentar el desarrollo económico, social y cultural del departamento de Arauca, así como mejorar las condiciones de producción y comercialización de plátano bajo el modelo de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) de un producto con el que están sembradas al menos 36.000 hectáreas de tierra en el departamento.
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Mientras tanto, en Casanare, donde las cifras oficiales registran que la palma de aceite representa el 71.6% de los cultivos permanentes, hay interés por potenciar otros sectores como el de la producción de arroz y la ganadería, propias de la región. El cereal tiene una importancia mayor que la siembra de palma (que se encuentran casi toda en manos de grandes empresas privadas), su incidencia en los cultivos transitorios es del 93.4%, con gran ventaja sobre otros productos como el maíz y la yuca.
Finalmente, en el departamento del Meta la apuesta es garantizar la seguridad alimentaria y el comercio justo de los productos de los campesinos de la región. Con ese objetivo el departamento incursionó en la creación de una Red de Abastecimiento de Alimentos, apoyada por entidades como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y con la cual se busca impulsar la agroindustria rural, las prácticas agroecológicas y la innovación productiva con asociaciones de campesinos del departamento.
La iniciativa incluye proyectos de economía circular, reforestación de zonas de interés ambiental con 9.000 árboles y la firma de acuerdos para la conservación de 1.500 hectáreas de tierra. Está integrado por más de 3.000 familias productoras y comercializadoras de pescado, aves y huevos, leche, café, maíz, cítricos, entre otros productos del agro, así como por 333 emprendimientos familiares y 33 organizaciones de agricultura familiar de Villavicencio, Acacías, Guamal, Castilla La Nueva, San Luis de Cubarral y Puerto Gaitán.
Si bien la imagen más común de la Orinoquía es la de enormes sabanas, de pastizales mansos y soles enrojecidos, esta región cuenta también con zonas de selva espesa, como la Serranía de la Lindosa (Guaviare) y pisos térmicos fríos cuya altitud está entre los mil y dos mil metros sobre el nivel del mar. Esa diversidad geográfica, que influye en que la conectividad allí sea todo un reto, integra también el punto de partida para su desarrollo: la diversidad y riqueza agrícola y ambiental.
*Este es un contenido desarrollado en el marco de la iniciativa Construyendo Regiones de Progreso, de la Federación Nacional de Departamentos, y apoyado por El Espectador.