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Liderado por la Presidencia, el Ministerio TIC, y la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, en conjunto con la Unidad Administrativa Especial de Organizaciones Solidarias (UAEOS) y con la Asociación Colombiana de Comunicación Popular (ACCOP), se realizó en Bogotá el primer encuentro de comunicación popular de Colombia, que contó con la participación de 500 estudiantes y egresados de comunicación, y representantes de medios alternativos, comunitarios y digitales de la zona.
El evento tuvo como principal objetivo avanzar en la garantía de la pluralidad informativa para el país, reconocer el derecho efectivo a la información a toda la ciudadanía y progresar en la ampliación de su cobertura. Fue la oportunidad para que medios y procesos comunicativos intercambiaran experiencias, analizaran el contexto nacional e internacional en el marco de las tendencias y avances en el campo de la información, y se cualificaran para innovar sus contenidos, productos o plataformas comunicativas.
“Este espacio le apuesta a la pluralidad informativa, que le permita a la ciudadanía el derecho certero a la información, acceder a otro tipo de relatos, de imaginarios, expresiones y fuentes informativas que contrarresten la información de los conglomerados económicos y sus intereses particulares”, señaló la Presidencia de la República.
El encuentro fue desarrollado a manera de paneles de discusión, talleres y sesiones interactivas con expertos en comunicación popular en busca de la cualificación de los medios populares, en especial la de aquellos que sirven a territorios de difícil acceso, donde se debe fortalecer la democratización de la información.
La jornada inaugural del evento se enfocó en las experiencias nacionales en comunicación popular, los desafíos de los medios comunitarios y alternativos, y las tendencias emergentes en la era digital como herramientas. Entre los invitados estuvieron la secretaria para las comunicaciones y prensa de la presidencia de la República, María Paula Fonseca, y el director de la Unidad solidaria, Mauricio Rodríguez.
En un segundo hubo mesas de trabajo y discusión enfocadas en el panorama legislativo y de gobierno, la movilización y las resistencias, polifonías y la articulación comunicacional. La jornada concluyó con los invitados internacionales Kael Abello, de la comisión editorial de la comunidad Utopix, diseñador e ilustrador venezolano; Inna Afinogenova, de la mesa de trabajo de Canal Red TV, periodista y presentadora de noticias rusa; y Aram Aharonian, escritor y periodista uruguayo y fundador de Telesur. Los tres enfocaron su discurso en la necesidad del trabajo conjunto de los medios populares para el fortalecimiento del tejido social en Colombia.
“El periodismo comunitario y el periodismo independiente no son lo mismo. Detrás del comunitario hay un sujeto activo y es la comunidad. Debemos abandonar el periodismo de batalla y mirar hacia el futuro, para que aquellos que tienen la responsabilidad de gobernar un país, puedan sentirse apoyados y escuchados por las propias comunidades, que logremos alcanzar una democracia comunicativa y participativa que se construye es desde abajo, por lo que, el Estado debe garantizar su sostenibilidad, una comunicación comunitaria, popular y alternativa”, puntualizó Aharonian.
¿Qué buscaba el evento? Tender puentes entre la institucionalidad y los medios populares e identificar sus necesidades para ayudarlos a fortalecerse. Una idea bien importante en términos de democracia, pues no se debe olvidar que los medios locales y comunitarios tienen una misión que trasciende los tiempos de los políticos y que, de hecho, las garantías para su subsistencia no deben depender de agendas partidistas.
Colombia es referente para América Latina en materia de emisoras comunitarias y tiene pruebas de sobra acerca del aporte cultural de las mismas. Basta con recordar la revolución educativa nacional gestada desde una humilde emisora en el municipio de Sutatenza, Boyacá, que le ayudó a aprender a leer y escribir a miles de campesinos del país y que le mostró al resto de Colombia las complejidades de la vida en las áreas rurales.
Desde allí transmitieron más de un millón y medio de programas, que eran acompañados con cartillas que el gobierno debió distribuir por todo el país. Ese ejemplo fue rápidamente emulado en otros países y sirvió de base para la creación, en 1972, de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER), fundada durante la reunión de directores de radios comunitarios de Latinoamérica en su reunión de ese mismo año, en Sutatenza.
Las Escuelas Radiofónicas Populares de Ecuador, las Escuelas Radiofónicas de Nicaragua, el Instituto de Cultura Popular en Reconquista (Argentina) y la Asociación Cultural Loyola, en Sucre (Bolivia) son solo algunos ejemplos de los proyectos inspirados en el caso de radio Sutatenza. Obviamente, ante el éxito de la iniciativa, muy pronto aparecieron políticos interesados en servirse de ella para sus fines personales, riesgo que aun padece la comunicación popular debido a sus problemas de financiación.
Sobre este punto específico de los recursos se habló en el Congreso de comunicación popular. El ministro de las TIC, Mauricio Lizcano, anfitrión del encuentro, señaló que la intención es trabajar para que este tema sea manejado con criterios estatales más que con los del gobierno de turno y que se evite que los políticos les metan la mano a las iniciativas populares. ¿Será posible?
En últimas, el tema va mucho más allá de la enunciación de garantías del derecho a la información y a la comunicación.