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                                                                                                                                  Benjamín Ezpeleta, el hombre que cambió la historia de una ciudad

                                                                                                                                  Asegura que Riohacha no surgió como consecuencia de una conquista, sino de asentamientos y migraciones naturales.

                                                                                                                                  Jaime de la Hoz Simanca / Especial desde Riohacha

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Benjamín, este gigante que entró recientemente por la puerta grande de la Academia Colombiana de Historia, recuerda que cuando era estudiante de primaria en el emblemático colegio La Divina Pastora, aprendió que la fundación de Riohacha, su ciudad, había sido por obra y gracia del señor Nicolás de Federmán. La lección se repite aún en El Callejón de las Brisas, en las sillas de cemento del Parque Padilla y a la salida de algunos colegios de bachillerato.

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  Sin embargo, todo comenzó a desmoronarse cuando Ezpeleta inició la lectura de un libro escrito por Juan Friede, que reposaba en los estantes del Banco de la República de Riohacha: Vida y viajes de Nicolás de Federmán.

                                                                                                                                  En la página 123, en medio del placer que le otorgaban aquellas historias de un libro que parecía de ficción, descubrió varias contradicciones con relación a la página 124. Antes, en la página 37 había leído que Federmán era protestante, tal como lo atestiguan sus biógrafos. Pero más adelante leyó lo siguiente: “De las costas del mar, probablemente fundó en la boca del río Ranchería o río del Hacha, una población que Federmán llamó Nuestra Señora de las Nieves”.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Ahora, con la memoria fresca y los datos intactos, Benjamín dice que inicialmente hubo un contrato de la Casa Belzer, de Alemania, con el rey Carlos V, de ese país —que era el mismo Carlos I de España— mediante el cual Su Majestad cedía temporalmente a los alemanes un territorio que Américo Vespuccio llamó Venezuela, es decir, Pequeña Venecia.

                                                                                                                                  “Federmán nunca llegó a Riohacha, sino al Cabo de la Vela con el propósito de extraer perlas, pero no pudo porque intentó hacerlo con una especie de rastrillos pensando que estaban en el fondo del mar. Esas perlas se adhieren y, por tanto, hay que bucearlas y desprenderlas”, dice Benjamín.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  En 1544 los pobladores del Cabo de la Vela comenzaron a sentir el impacto de la piratería que invadió al Caribe. Los corsarios y piratas antillanos no dieron tregua. Con sus arremetidas comenzaron a socavar las bases de aquella economía y a resquebrajar la tranquilidad de la que habían gozado hasta ese momento. Por esa razón decidieron buscar otros caminos y encontraron que en Riohacha existían también yacimientos útiles para su negocio.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Benjamín, este gigante que entró recientemente por la puerta grande de la Academia Colombiana de Historia, recuerda que cuando era estudiante de primaria en el emblemático colegio La Divina Pastora, aprendió que la fundación de Riohacha, su ciudad, había sido por obra y gracia del señor Nicolás de Federmán. La lección se repite aún en El Callejón de las Brisas, en las sillas de cemento del Parque Padilla y a la salida de algunos colegios de bachillerato.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  En la página 123, en medio del placer que le otorgaban aquellas historias de un libro que parecía de ficción, descubrió varias contradicciones con relación a la página 124. Antes, en la página 37 había leído que Federmán era protestante, tal como lo atestiguan sus biógrafos. Pero más adelante leyó lo siguiente: “De las costas del mar, probablemente fundó en la boca del río Ranchería o río del Hacha, una población que Federmán llamó Nuestra Señora de las Nieves”.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Ahora, con la memoria fresca y los datos intactos, Benjamín dice que inicialmente hubo un contrato de la Casa Belzer, de Alemania, con el rey Carlos V, de ese país —que era el mismo Carlos I de España— mediante el cual Su Majestad cedía temporalmente a los alemanes un territorio que Américo Vespuccio llamó Venezuela, es decir, Pequeña Venecia.

                                                                                                                                  “Federmán nunca llegó a Riohacha, sino al Cabo de la Vela con el propósito de extraer perlas, pero no pudo porque intentó hacerlo con una especie de rastrillos pensando que estaban en el fondo del mar. Esas perlas se adhieren y, por tanto, hay que bucearlas y desprenderlas”, dice Benjamín.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  En 1544 los pobladores del Cabo de la Vela comenzaron a sentir el impacto de la piratería que invadió al Caribe. Los corsarios y piratas antillanos no dieron tregua. Con sus arremetidas comenzaron a socavar las bases de aquella economía y a resquebrajar la tranquilidad de la que habían gozado hasta ese momento. Por esa razón decidieron buscar otros caminos y encontraron que en Riohacha existían también yacimientos útiles para su negocio.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Por Jaime de la Hoz Simanca / Especial desde Riohacha

                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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