Carmen Larrazábal: el amor y la disciplina han sido su inspiración
Ella es, sencillamente, una de las conocedoras de sexología más respetadas en Colombia. Colombianos berracos.
Sandra Pino Bacca
Carmen Larrazábal es una de las sexólogas más reconocidas del país, no solo por su basto discernimiento en el tema, sino por el ejercicio que ha logrado en más de 20 años trabajando en medios de comunicación radiales, televisivos y editoriales. Hace poco más de un año lanzó su libro “1369 preguntas sobre sexo” y ahora ha sido la pandemia la que le mereció escribir la que claramente se dibuja como su obra prima “Manual de supervivencia femenina”.
Viajamos a lo más íntimo de sus memorias y descubrimos un mundo, quizás más coloquial que el del mismo Macondo. Carmen Larrazábal Parodi, nacida en Valledupar, abogada, sexóloga, coaching de vida, entre muchas más cosas, pues ha dedicado la mayor parte de su vida a prepararse: “tuve la bendición y la oportunidad de estudiar en excelentes universidades, como en Harvard, cerca de Boston y estuve en Georgetown en Washington. Pero lo más importante es que las aproveché y disfruté, porque si algo agradezco a la vida es la educación que tuve en mi casa, la que me dio mi familia de la cual me enorgullezco, porque es la de mi pueblo, la de mi madre, porque es la de mi colegio Santa Fe, fundado por mi familia. Esa fue la que me hizo fuerte, arriesgada y la que me lleno del ímpetu por la vida. Mira te cuento, cuando estuve estudiando en el exterior, realizando mi especialización en derechos humanos, un profesor gringo quedaba aterrado cada vez que yo intervenía y me manifestó que se sorprendía en mi basto conocimiento en geografía global y yo sin pelos en la lengua le dije ‘y no se alcanza a imaginar cuanto más sé'” (risas).
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Carmen se casó con Guillermo Reyes González hace 23 años. Él, ex magistrado de la Corte Constitucional, ex magistrado del Consejo Electoral, fue Ministro y viceministro de Justicia, rector de la Universidad Católica de Colombia, diplomático y actualmente consultor internacional, con quien tienen dos hijos: Guillermo Francisco de 19 años, el cual estudia derecho en la Universidad de los Andes y María Antonia de 14 años.
Su vida es, sin lugar a dudas, un libro abierto. Es hiperactiva, con un humor exquisito y un don para el liderazgo que fácilmente le hace convertir los días de 24 en 48 horas. Ama su Valle del alma y en su casa, en Bogotá, no puede faltar la gastronomía caribeña. Disfruta como niña un buen sancocho trifásico o una mojarra frita con patacones y suero: “si tú me pone esos tres te aseguro que voy a hacer absolutamente feliz, porque el asunto no está en el menú, el asunto, el quid de la vaina, está precisamente en la compañía”, y es que Carmen es una anfitriona de tiempo completo. Nos atendió en su hermosa casa, en medio de un bosque de pinos, y nos deslumbró haciéndonos sentir cercanos a sus afectos. A pesar del frío ella se las ingenió y con una chimenea en su estudio y un buen café dimos inicio a una charla fresca e introspectiva.
El verla con sus hijos y esposo deja a la imaginación que es una mujer entregada a su hogar, a pesar de sus múltiples compromisos profesionales, su prioridad es la familia, las raíces y principios con los que se crió están arraigados en el hogar que ha construido en estos veinte años de matrimonio: “crié hijos independientes y tengo un marido, no otro hijo, por lo tanto para todo debe haber tiempo. Siempre he considerado que una mujer exitosa debe y obedece a varias características que me voy a permitir mencionar: las mujeres exitosas invertimos en nuestro desarrollo personal, no nos quedamos quietas, evolucionamos, mantenemos un dinamismo permanente y no nos conformamos con poco; siempre terminamos lo que comenzamos, nunca dejamos las tareas a medias; somos mujeres que fijamos objetivos, y digo que somos porque yo me incluyo como una mujer exitosa. Por ejemplo, tengo una bitácora de navegación donde fijo mis objetivos a mediano, largo y corto plazo, de esta forma lo que yo vaya consiguiendo entonces sencillamente lo voy chuleando y esto me produce una gran satisfacción. Igual le debe pasar a uno como ama de casa, porque quién dijo que una mujer que cuida de sus hijos no puede también trabajar. Es cuestión de organizarse, igual vas a ser madre y como madres debemos continuar con la labor de formar a nuestros hijos que es una labor de todo el día, todos los días del año”.
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Ella es absolutamente feliz, lo irradia y no oculta para nada que fue una bendecida del cielo al haber nacido en un hogar costeño que desde niña le dio los principios básicos de la felicidad: “amar con locura lo que se decida ser en la vida, por pequeño que para muchos parezca, si para tu imaginación es enorme así lo materializarás. Respetar al otro como te gusta te respeten, y por último, nunca dejes de prepararte, el mundo avanza a pasos agigantados y si te quedas en lo básico y elemental así serán los resultados”.
Carmen Larrazábal es una de las sexólogas más reconocidas del país, no solo por su basto discernimiento en el tema, sino por el ejercicio que ha logrado en más de 20 años trabajando en medios de comunicación radiales, televisivos y editoriales. Hace poco más de un año lanzó su libro “1369 preguntas sobre sexo” y ahora ha sido la pandemia la que le mereció escribir la que claramente se dibuja como su obra prima “Manual de supervivencia femenina”.
Viajamos a lo más íntimo de sus memorias y descubrimos un mundo, quizás más coloquial que el del mismo Macondo. Carmen Larrazábal Parodi, nacida en Valledupar, abogada, sexóloga, coaching de vida, entre muchas más cosas, pues ha dedicado la mayor parte de su vida a prepararse: “tuve la bendición y la oportunidad de estudiar en excelentes universidades, como en Harvard, cerca de Boston y estuve en Georgetown en Washington. Pero lo más importante es que las aproveché y disfruté, porque si algo agradezco a la vida es la educación que tuve en mi casa, la que me dio mi familia de la cual me enorgullezco, porque es la de mi pueblo, la de mi madre, porque es la de mi colegio Santa Fe, fundado por mi familia. Esa fue la que me hizo fuerte, arriesgada y la que me lleno del ímpetu por la vida. Mira te cuento, cuando estuve estudiando en el exterior, realizando mi especialización en derechos humanos, un profesor gringo quedaba aterrado cada vez que yo intervenía y me manifestó que se sorprendía en mi basto conocimiento en geografía global y yo sin pelos en la lengua le dije ‘y no se alcanza a imaginar cuanto más sé'” (risas).
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Carmen se casó con Guillermo Reyes González hace 23 años. Él, ex magistrado de la Corte Constitucional, ex magistrado del Consejo Electoral, fue Ministro y viceministro de Justicia, rector de la Universidad Católica de Colombia, diplomático y actualmente consultor internacional, con quien tienen dos hijos: Guillermo Francisco de 19 años, el cual estudia derecho en la Universidad de los Andes y María Antonia de 14 años.
Su vida es, sin lugar a dudas, un libro abierto. Es hiperactiva, con un humor exquisito y un don para el liderazgo que fácilmente le hace convertir los días de 24 en 48 horas. Ama su Valle del alma y en su casa, en Bogotá, no puede faltar la gastronomía caribeña. Disfruta como niña un buen sancocho trifásico o una mojarra frita con patacones y suero: “si tú me pone esos tres te aseguro que voy a hacer absolutamente feliz, porque el asunto no está en el menú, el asunto, el quid de la vaina, está precisamente en la compañía”, y es que Carmen es una anfitriona de tiempo completo. Nos atendió en su hermosa casa, en medio de un bosque de pinos, y nos deslumbró haciéndonos sentir cercanos a sus afectos. A pesar del frío ella se las ingenió y con una chimenea en su estudio y un buen café dimos inicio a una charla fresca e introspectiva.
El verla con sus hijos y esposo deja a la imaginación que es una mujer entregada a su hogar, a pesar de sus múltiples compromisos profesionales, su prioridad es la familia, las raíces y principios con los que se crió están arraigados en el hogar que ha construido en estos veinte años de matrimonio: “crié hijos independientes y tengo un marido, no otro hijo, por lo tanto para todo debe haber tiempo. Siempre he considerado que una mujer exitosa debe y obedece a varias características que me voy a permitir mencionar: las mujeres exitosas invertimos en nuestro desarrollo personal, no nos quedamos quietas, evolucionamos, mantenemos un dinamismo permanente y no nos conformamos con poco; siempre terminamos lo que comenzamos, nunca dejamos las tareas a medias; somos mujeres que fijamos objetivos, y digo que somos porque yo me incluyo como una mujer exitosa. Por ejemplo, tengo una bitácora de navegación donde fijo mis objetivos a mediano, largo y corto plazo, de esta forma lo que yo vaya consiguiendo entonces sencillamente lo voy chuleando y esto me produce una gran satisfacción. Igual le debe pasar a uno como ama de casa, porque quién dijo que una mujer que cuida de sus hijos no puede también trabajar. Es cuestión de organizarse, igual vas a ser madre y como madres debemos continuar con la labor de formar a nuestros hijos que es una labor de todo el día, todos los días del año”.
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Ella es absolutamente feliz, lo irradia y no oculta para nada que fue una bendecida del cielo al haber nacido en un hogar costeño que desde niña le dio los principios básicos de la felicidad: “amar con locura lo que se decida ser en la vida, por pequeño que para muchos parezca, si para tu imaginación es enorme así lo materializarás. Respetar al otro como te gusta te respeten, y por último, nunca dejes de prepararte, el mundo avanza a pasos agigantados y si te quedas en lo básico y elemental así serán los resultados”.