Chats, videos y memes muestran el cambio de las relaciones familiares en pandemia
El estudio contó con la participación de 77 estudiantes de la Escuela de Diseño Gráfico y de Antropología de la UNAL. El resultado se recoge en 13 informes que constituyen la primera parte del libro, titulados así: “¿Eres distraído?”, “Salud.com”, y “Apocalipsis en la era de los medios digitales”, entre otros.
Agencia de Noticias UNAL
“Por favor apaguen la cámara y silencien los micrófonos”, “no pude entrar a la reunión porque se me fue la luz”, “tengo mala conexión”, “estoy en cita médica virtual”, “empecé a asistir a psicología”, estas fueron algunas frases que aunque hoy nos parecen comunes, muestran el drástico cambio que tuvimos que afrontar las personas, más allá de las medidas sanitarias, en los primeros seis meses de confinamiento obligatorio durante la pandemia por COVID-19.
(Le sugerimos ver: ¿En dónde y a qué hora se puede parquear un carro en la calle?)
Una investigación adelantada en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) se dio a la tarea de recopilar y analizar chats, videos, historiales de navegación, hilos de tweets, conversaciones de WhatsApp, memes, pantallazos y stickers en teléfonos celulares y portátiles de 250 niños, jóvenes, adultos y ancianos.
La materia prima de dicho estudio forma parte del libro Lo que pasa cuando nos conectamos en casa, publicado de manera conjunta entre el Centro de Pensamiento TIC, Nuevos Medios y Brecha Digital de la UNAL y el proyecto “Actuar en la emergencia: Repensar la agencia del diseño durante (y después de) la COVID-19″, del Grupo de Investigación en Diseño y Transformación Social (GREDITS) del Centro Universitario de Arte y Diseño de Barcelona.
La profesora Zenaida Osorio, de la Facultad de Artes de la UNAL, menciona que “la investigación surgió como una alternativa a las explicaciones institucionales públicas y privadas y a la presencia permanente de la opinión de los especialistas que intentaban explicar qué pasaría en la economía, el trabajo, el sexo, la medicina, el deporte o el entretenimiento”.
Agrega que “en ese momento los dispositivos tecnológicos se convirtieron en una especie de epicentro de la vida en casa y la conectividad –la garantía de esta– pasó a ser algo esencial en la cotidianidad”.
En la publicación se destaca que “entre los aspectos identificados se encuentra que las actividades laborales y escolares no fueron las que más se transformaron, sino todas aquellas que unen a las familias, a los grupos religiosos y activistas, a las amigas y amigos: celebrar los cumpleaños, cuidar la salud, orar, preparar intervenciones, tener sexo y entretenerse”.
“Con libertad y mayor creatividad que en el trabajo o en la educación formal, las familias y amigos, y los grupos de oración y de activismo social vivieron con fluidez extraordinaria la continuidad de lo online y lo offline”, recalca la docente.
“Esto se apreció en temas como cocinar, agendar citas médicas o cumplir con los rituales de comunión, extremaunción y bautizo. Pasó también que acordaron no llamarse dentro del hogar en voz alta ni golpear las puertas para entrar a las habitaciones, ni poner la olla pitadora a ciertas horas. Se permitieron así “mutear” o silenciar los espacios compartidos para cuando se activara el micrófono en las plataformas de conectividad, y lo hicieron con naturalidad admirable”, amplía.
Según la académica, “el trabajo documenta situaciones que ocurrieron a gran escala con el uso de herramientas que tenemos a la mano, como el celular en este caso. Además demuestra que el arte y el diseño están preparados para demostrar su valor y para actuar en los momentos de crisis”.
Nuevos cambios
El estudio contó con la participación de 77 estudiantes de la Escuela de Diseño Gráfico y de Antropología de la UNAL. El resultado se recoge en 13 informes que constituyen la primera parte del libro, titulados así: “¿Eres distraído?”, “Salud.com”, “Apocalipsis en la era de los medios digitales”, “Percepciones pandémicas y prepandémicas de la higiene” y “Educadxs virtualmente”, entre otros.
Cada informe fue propuesto por un grupo diferente de estudiantes, quienes diseñaron infografías, mapeos sonoros y espaciales, fotomontajes e ilustraciones para entender y no solo para representar la información.
(Lo invitamos a ver:¿Los hijos intervienen en la liquidación de la sociedad conyugal de sus padres?)
Laura Hernández, una de las entrevistadas, menciona: “mi mamá se la pasa trabajando y contestando el chat del trabajo, entonces ella normalmente está almorzando o yendo al mercado con el celular en la mano”.
Esta situación ejemplifica lo que muchos colombianos vivieron durante el tiempo de confinamiento y se relaciona con el hecho de que muchos tuvimos que desarrollar “multitareas”, lo cual disminuyó la capacidad de concentración al tener que estar atento a mensajes por WhatsApp, notificaciones o videollamadas, además de las tareas del hogar o el cuidado de los hijos.
El estudio mostró que el modo de usar las plataformas de streaming cambió: las películas se vieron compartiendo contraseñas y acordando qué ver y qué comer, al mismo tiempo, en las distintas casas, utilizando las aplicaciones para llevar kits de ingredientes a domicilio. Las plataformas más usadas fueron Nexflix, Amazon Prime, Disney+ y Rave.
Así mismo los baños, las habitaciones, las salas, los garajes y las ventanas de casas y apartamentos se convirtieron en escenarios cuidadosamente regulados por políticas domésticas de visibilidad laboral, educativa y familiar.
“Por favor apaguen la cámara y silencien los micrófonos”, “no pude entrar a la reunión porque se me fue la luz”, “tengo mala conexión”, “estoy en cita médica virtual”, “empecé a asistir a psicología”, estas fueron algunas frases que aunque hoy nos parecen comunes, muestran el drástico cambio que tuvimos que afrontar las personas, más allá de las medidas sanitarias, en los primeros seis meses de confinamiento obligatorio durante la pandemia por COVID-19.
(Le sugerimos ver: ¿En dónde y a qué hora se puede parquear un carro en la calle?)
Una investigación adelantada en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) se dio a la tarea de recopilar y analizar chats, videos, historiales de navegación, hilos de tweets, conversaciones de WhatsApp, memes, pantallazos y stickers en teléfonos celulares y portátiles de 250 niños, jóvenes, adultos y ancianos.
La materia prima de dicho estudio forma parte del libro Lo que pasa cuando nos conectamos en casa, publicado de manera conjunta entre el Centro de Pensamiento TIC, Nuevos Medios y Brecha Digital de la UNAL y el proyecto “Actuar en la emergencia: Repensar la agencia del diseño durante (y después de) la COVID-19″, del Grupo de Investigación en Diseño y Transformación Social (GREDITS) del Centro Universitario de Arte y Diseño de Barcelona.
La profesora Zenaida Osorio, de la Facultad de Artes de la UNAL, menciona que “la investigación surgió como una alternativa a las explicaciones institucionales públicas y privadas y a la presencia permanente de la opinión de los especialistas que intentaban explicar qué pasaría en la economía, el trabajo, el sexo, la medicina, el deporte o el entretenimiento”.
Agrega que “en ese momento los dispositivos tecnológicos se convirtieron en una especie de epicentro de la vida en casa y la conectividad –la garantía de esta– pasó a ser algo esencial en la cotidianidad”.
En la publicación se destaca que “entre los aspectos identificados se encuentra que las actividades laborales y escolares no fueron las que más se transformaron, sino todas aquellas que unen a las familias, a los grupos religiosos y activistas, a las amigas y amigos: celebrar los cumpleaños, cuidar la salud, orar, preparar intervenciones, tener sexo y entretenerse”.
“Con libertad y mayor creatividad que en el trabajo o en la educación formal, las familias y amigos, y los grupos de oración y de activismo social vivieron con fluidez extraordinaria la continuidad de lo online y lo offline”, recalca la docente.
“Esto se apreció en temas como cocinar, agendar citas médicas o cumplir con los rituales de comunión, extremaunción y bautizo. Pasó también que acordaron no llamarse dentro del hogar en voz alta ni golpear las puertas para entrar a las habitaciones, ni poner la olla pitadora a ciertas horas. Se permitieron así “mutear” o silenciar los espacios compartidos para cuando se activara el micrófono en las plataformas de conectividad, y lo hicieron con naturalidad admirable”, amplía.
Según la académica, “el trabajo documenta situaciones que ocurrieron a gran escala con el uso de herramientas que tenemos a la mano, como el celular en este caso. Además demuestra que el arte y el diseño están preparados para demostrar su valor y para actuar en los momentos de crisis”.
Nuevos cambios
El estudio contó con la participación de 77 estudiantes de la Escuela de Diseño Gráfico y de Antropología de la UNAL. El resultado se recoge en 13 informes que constituyen la primera parte del libro, titulados así: “¿Eres distraído?”, “Salud.com”, “Apocalipsis en la era de los medios digitales”, “Percepciones pandémicas y prepandémicas de la higiene” y “Educadxs virtualmente”, entre otros.
Cada informe fue propuesto por un grupo diferente de estudiantes, quienes diseñaron infografías, mapeos sonoros y espaciales, fotomontajes e ilustraciones para entender y no solo para representar la información.
(Lo invitamos a ver:¿Los hijos intervienen en la liquidación de la sociedad conyugal de sus padres?)
Laura Hernández, una de las entrevistadas, menciona: “mi mamá se la pasa trabajando y contestando el chat del trabajo, entonces ella normalmente está almorzando o yendo al mercado con el celular en la mano”.
Esta situación ejemplifica lo que muchos colombianos vivieron durante el tiempo de confinamiento y se relaciona con el hecho de que muchos tuvimos que desarrollar “multitareas”, lo cual disminuyó la capacidad de concentración al tener que estar atento a mensajes por WhatsApp, notificaciones o videollamadas, además de las tareas del hogar o el cuidado de los hijos.
El estudio mostró que el modo de usar las plataformas de streaming cambió: las películas se vieron compartiendo contraseñas y acordando qué ver y qué comer, al mismo tiempo, en las distintas casas, utilizando las aplicaciones para llevar kits de ingredientes a domicilio. Las plataformas más usadas fueron Nexflix, Amazon Prime, Disney+ y Rave.
Así mismo los baños, las habitaciones, las salas, los garajes y las ventanas de casas y apartamentos se convirtieron en escenarios cuidadosamente regulados por políticas domésticas de visibilidad laboral, educativa y familiar.