Cincuenta años de la muerte de Manuel Mosquera Garcés, tres veces ministro
El 31 de enero de 1972, siendo vicepresidente del Senado, murió de un infarto el afrocolombiano más influyente a mediados del siglo XX.
Fundación Color de Colombia
Chocoano (nacido en Quibdó en 1907) y conservador, Manuel Mosquera Garcés fue ministro de Educación de Ospina Pérez (1949-50) y de Rojas Pinilla (1953), y ministro de Trabajo de Roberto Urdaneta (1952). También presidente del Congreso de la República (1966).
“No puede negarse que el doctor Mosquera fue una personalidad eminente por muchos aspectos”, escribió el expresidente Mariano Ospina Pérez, en cuyo gobierno el chocoano fue primero Secretario de Prensa de la Presidencia.
Destacó Ospina que Mosquera era “católico ferviente, conservador doctrinario y militante; educador y catedrático; escritor castizo, orador elocuente, de agradable trato a la vez que de gran valor civil”.
Formado en el Colegio Mayor de San Bartolomé (bachillerato) en Bogotá y como abogado en la Universidad Externado de Colombia (porque estudió con sendas becas), Mosquera Garcés mereció “los más elevados honores de sus gentes, su partido y su país” impulsado por su capacidad intelectual y por un talento de comunicador.
Columnista desde joven, llegó a ser director del semanario El Pueblo (de Medellín), de La República (el primero que lo dirigió) y del Diario Oficial, entre otros periódicos.
Sería Mario Laserna Pinzón, fundador de la Universidad de los Andes, quien mejor describiría la faceta intelectual de Manuel Mosquera. Laserna habló en las honras fúnebres en representación del Partido Conservador y contó de las tertulias en las que participaban él, Mosquera y otros.
“Un hombre de piel negra, un intelectual venido del Chocó enseñaba a magistrados de la Corte, a médicos psiquiatras, a tratadistas de derecho, a rubios eruditos germanos, cuál era el sentido histórico de la catástrofe que vivía el mundo! (la segunda guerra mundial)”.
Mosquera Garcés escribió los libros La ciudad creyente (1938, por los 400 años de Bogotá) y Vigencia de la cultura (publicado póstumamente); y editó la obra Sueños de Luciano Pulgar de Marco Fidel Suárez.
Fue miembro de número de la Academia Colombiana de la Lengua y profesor de la Pontificia Universidad Javeriana, el Colegio Mayor Universidad del Rosario, el Colegio Santo Tomás y el Colegio Liceo de Cervantes (dictó Literatura Española y Filosofía, entre otras asignaturas).
“El intelectual chocoano, el pensador cristiano, el político fogoso y patriota, limpio en el pensamiento y elevado en la expresión… muere en medio del respeto, admiración y afecto de todos sus compatriotas”, resumió Mario Laserna.
Y agregó una reflexión que sigue siendo válida: “No creo que Colombia pueda o deba renunciar al hecho de que grupos políticos e intelectuales nacionales importantes hayan tenido como maestros, como abanderados en su ideología, de su manera de mirar el país y sus gentes a hombres de raza negra: para nosotros Manuel Mosquera Garcés, para el liberalismo Diego Luis Córdoba o Natanael Díaz”.
Lo llamó un “símbolo de la hermandad colombiana” y de cara al racismo que desembocó en el holocausto perpetrado por los nazis, coincidió con la observación del historiador y filósofo británico Arnold Toynbee en su visita a Colombia: que América Latina no tenía el conflicto racial que amenazaba destruir a la humanidad.
Chocoano (nacido en Quibdó en 1907) y conservador, Manuel Mosquera Garcés fue ministro de Educación de Ospina Pérez (1949-50) y de Rojas Pinilla (1953), y ministro de Trabajo de Roberto Urdaneta (1952). También presidente del Congreso de la República (1966).
“No puede negarse que el doctor Mosquera fue una personalidad eminente por muchos aspectos”, escribió el expresidente Mariano Ospina Pérez, en cuyo gobierno el chocoano fue primero Secretario de Prensa de la Presidencia.
Destacó Ospina que Mosquera era “católico ferviente, conservador doctrinario y militante; educador y catedrático; escritor castizo, orador elocuente, de agradable trato a la vez que de gran valor civil”.
Formado en el Colegio Mayor de San Bartolomé (bachillerato) en Bogotá y como abogado en la Universidad Externado de Colombia (porque estudió con sendas becas), Mosquera Garcés mereció “los más elevados honores de sus gentes, su partido y su país” impulsado por su capacidad intelectual y por un talento de comunicador.
Columnista desde joven, llegó a ser director del semanario El Pueblo (de Medellín), de La República (el primero que lo dirigió) y del Diario Oficial, entre otros periódicos.
Sería Mario Laserna Pinzón, fundador de la Universidad de los Andes, quien mejor describiría la faceta intelectual de Manuel Mosquera. Laserna habló en las honras fúnebres en representación del Partido Conservador y contó de las tertulias en las que participaban él, Mosquera y otros.
“Un hombre de piel negra, un intelectual venido del Chocó enseñaba a magistrados de la Corte, a médicos psiquiatras, a tratadistas de derecho, a rubios eruditos germanos, cuál era el sentido histórico de la catástrofe que vivía el mundo! (la segunda guerra mundial)”.
Mosquera Garcés escribió los libros La ciudad creyente (1938, por los 400 años de Bogotá) y Vigencia de la cultura (publicado póstumamente); y editó la obra Sueños de Luciano Pulgar de Marco Fidel Suárez.
Fue miembro de número de la Academia Colombiana de la Lengua y profesor de la Pontificia Universidad Javeriana, el Colegio Mayor Universidad del Rosario, el Colegio Santo Tomás y el Colegio Liceo de Cervantes (dictó Literatura Española y Filosofía, entre otras asignaturas).
“El intelectual chocoano, el pensador cristiano, el político fogoso y patriota, limpio en el pensamiento y elevado en la expresión… muere en medio del respeto, admiración y afecto de todos sus compatriotas”, resumió Mario Laserna.
Y agregó una reflexión que sigue siendo válida: “No creo que Colombia pueda o deba renunciar al hecho de que grupos políticos e intelectuales nacionales importantes hayan tenido como maestros, como abanderados en su ideología, de su manera de mirar el país y sus gentes a hombres de raza negra: para nosotros Manuel Mosquera Garcés, para el liberalismo Diego Luis Córdoba o Natanael Díaz”.
Lo llamó un “símbolo de la hermandad colombiana” y de cara al racismo que desembocó en el holocausto perpetrado por los nazis, coincidió con la observación del historiador y filósofo británico Arnold Toynbee en su visita a Colombia: que América Latina no tenía el conflicto racial que amenazaba destruir a la humanidad.