Colegios de Chocó: sin infraestructura, internet, ni agua potable las 24 horas del día
Hárold Ramírez, secretario de Educación departamental, explicó que además de las fallas en infraestructura, solo el 13 % del departamento tiene cobertura de internet, por lo que las clases virtuales en medio de la pandemia no son una opción para los 104 mil estudiantes chocoanos.
María Paula Ardila
La posibilidad de que reinicien las clases en los centros educativos del país ha generado fuertes debates en las últimas semanas en momentos en que en el país aumentan considerablemente los casos de contagio por COVID-19 e incluso en varias regiones se endurecen las medidas de aislamiento y cuarentena, para tratar de evitar la propagación del virus.
La preocupación radica, en gran medida, en la falta de recursos y preparación que hay en varias zonas del país para que los niños puedan volver a los colegios. En Chocó, por ejemplo, un departamento en el que la cobertura de acueducto llega solo al 28,5 % de la población y en el que el 80 % de las personas carece de alcantarillado, según cifras del DANE, el regreso presencial a las aulas es, más que un desafío, una gran preocupación.
Las instituciones educativas del departamento no tienen los sistemas sanitarios suficientes para atender a los más de 104.000 alumnos en medio de la pandemia. “No contamos con ninguna institución educativa que tenga de manera permanente agua potable. Esto incide en el lavado de manos, en el sistema de captación de aguas y en las baterías sanitarias”, dijo Hárold Ramírez, secretario de Educación del Chocó.
Al problema de cobertura de agua y la necesidad de reforzar la infraestructura de las instituciones educativas hay que sumarle el hecho de que solo el 13 % del departamento tiene cobertura de internet, por lo que las clases virtuales no han sido una opción para los alumnos en medio de la cuarentena. Esto limita el acompañamiento de los docentes en el proceso de aprendizaje de los niños y jóvenes, y la situación se agudiza para los estudiantes que viven en las zonas rurales más apartadas. Hárold Ramírez habló con El Espectador sobre los retos y las medidas implementadas en el departamento para garantizar la educación en tiempos de la emergencia.
¿Aumentó la deserción escolar por la crisis sanitaria?
La deserción en el Chocó es del 2,5 %. Esta cifra es baja teniendo en cuenta que en el departamento tenemos 104.000 alumnos. La tasa de deserción es emitida cada año, por lo que no tenemos un valor real en este punto exacto. Sin embargo, con el coronavirus indiscutiblemente se van a presentar deserciones adicionales. Hemos recibido mensajes por parte de consejos comunitarios y rectores de las instituciones educativas donde nos cuentan que hay alumnos que han decidido no retornar a las aulas por lo menos durante este período lectivo. Esto teniendo en cuenta la forma en la que se está presentando el servicio educativo.
¿Puede aumentar el trabajo infantil en medio de la pandemia?
En el marco de la pandemia, muchos padres de familia han optado por regresar a sus hijos a labores que no tienen que ver con el sistema educativo. Tenemos una mesa de infancia y de adolescencia con la que tratamos de erradicar el trabajo infantil, con el fin de volver a tener a los alumnos ocupados en el aula.
¿Cuál es la proporción de estudiantes que tienen conectividad en el departamento?
En el Chocó tenemos una cobertura de internet del 13 %. En gran medida la concentración de la cobertura está en Quibdó. Además, solamente el 21 % de nuestros alumnos tiene acceso a un computador al menos una vez al mes.
¿Cómo continuar las clases sin internet ni docentes que acompañen el proceso?
En el Chocó tenemos una dispersión alta. Hay instituciones educativas que quedan a ocho o nueve horas del centro poblado. Incluso, algunas sedes quedan a seis horas de camino pero vía fluvial. Tomamos la decisión de prestar el servicio educativo a través de guías metodológicas, las cuales fueron elaboradas por los docentes y revisadas por un equipo interdisciplinario de la Secretaría de Educación, y programas radiales como El Pupitre, el cual próximamente saldrá en televisión. Esto nos permite acompañar las guías metodológicas y dar conceptos adicionales. La radio tiene una cobertura del 78 % en nuestro territorio. Además, la idea es entregar unos radios portátiles solares en la zonas donde no hay energía eléctrica; este es un esfuerzo con el Consejo Noruego y esperamos que en el transcurso de este mes podamos tener ese beneficio.
¿Cuáles son los principales retos del departamento a la hora del regreso a clases?
El retorno a clases a partir del 1° de agosto es un tema álgido. Tenemos un gran problema de infraestructura; no contamos con ninguna institución educativa que tenga de manera permanente agua potable. Esto incide en el lavado de manos, en el sistema de captación de aguas y en las baterías sanitarias. Además, no tenemos el personal necesario para garantizar que los alumnos siempre estén a dos metros de distancia. En cuanto al transporte, tendríamos que verificar la forma en la que se desplazan para que no haya contagios. Hay niños que llegan a los colegios en mototaxi, otros en bote o caminando. No contamos con esta infraestructura, ni con los elementos de bioseguridad necesarios.
¿Hay estrategias para mejorar el acceso a agua potable en los colegios?
Estamos prestos a que, con el apoyo de Unicef, podamos mejorar algunas instituciones en el tema de agua y saneamiento básico. También hay un compromiso de realizar una intervención por parte del Ministerio de Educación a través del fondo de financiamiento de infraestructura educativa, de gestionar $2.000 millones para el mejoramiento de tres instituciones. Sin embargo, reconociendo los esfuerzos, la realidad es que para prestar un servicio normal necesitamos inversiones mayores.
La posibilidad de que reinicien las clases en los centros educativos del país ha generado fuertes debates en las últimas semanas en momentos en que en el país aumentan considerablemente los casos de contagio por COVID-19 e incluso en varias regiones se endurecen las medidas de aislamiento y cuarentena, para tratar de evitar la propagación del virus.
La preocupación radica, en gran medida, en la falta de recursos y preparación que hay en varias zonas del país para que los niños puedan volver a los colegios. En Chocó, por ejemplo, un departamento en el que la cobertura de acueducto llega solo al 28,5 % de la población y en el que el 80 % de las personas carece de alcantarillado, según cifras del DANE, el regreso presencial a las aulas es, más que un desafío, una gran preocupación.
Las instituciones educativas del departamento no tienen los sistemas sanitarios suficientes para atender a los más de 104.000 alumnos en medio de la pandemia. “No contamos con ninguna institución educativa que tenga de manera permanente agua potable. Esto incide en el lavado de manos, en el sistema de captación de aguas y en las baterías sanitarias”, dijo Hárold Ramírez, secretario de Educación del Chocó.
Al problema de cobertura de agua y la necesidad de reforzar la infraestructura de las instituciones educativas hay que sumarle el hecho de que solo el 13 % del departamento tiene cobertura de internet, por lo que las clases virtuales no han sido una opción para los alumnos en medio de la cuarentena. Esto limita el acompañamiento de los docentes en el proceso de aprendizaje de los niños y jóvenes, y la situación se agudiza para los estudiantes que viven en las zonas rurales más apartadas. Hárold Ramírez habló con El Espectador sobre los retos y las medidas implementadas en el departamento para garantizar la educación en tiempos de la emergencia.
¿Aumentó la deserción escolar por la crisis sanitaria?
La deserción en el Chocó es del 2,5 %. Esta cifra es baja teniendo en cuenta que en el departamento tenemos 104.000 alumnos. La tasa de deserción es emitida cada año, por lo que no tenemos un valor real en este punto exacto. Sin embargo, con el coronavirus indiscutiblemente se van a presentar deserciones adicionales. Hemos recibido mensajes por parte de consejos comunitarios y rectores de las instituciones educativas donde nos cuentan que hay alumnos que han decidido no retornar a las aulas por lo menos durante este período lectivo. Esto teniendo en cuenta la forma en la que se está presentando el servicio educativo.
¿Puede aumentar el trabajo infantil en medio de la pandemia?
En el marco de la pandemia, muchos padres de familia han optado por regresar a sus hijos a labores que no tienen que ver con el sistema educativo. Tenemos una mesa de infancia y de adolescencia con la que tratamos de erradicar el trabajo infantil, con el fin de volver a tener a los alumnos ocupados en el aula.
¿Cuál es la proporción de estudiantes que tienen conectividad en el departamento?
En el Chocó tenemos una cobertura de internet del 13 %. En gran medida la concentración de la cobertura está en Quibdó. Además, solamente el 21 % de nuestros alumnos tiene acceso a un computador al menos una vez al mes.
¿Cómo continuar las clases sin internet ni docentes que acompañen el proceso?
En el Chocó tenemos una dispersión alta. Hay instituciones educativas que quedan a ocho o nueve horas del centro poblado. Incluso, algunas sedes quedan a seis horas de camino pero vía fluvial. Tomamos la decisión de prestar el servicio educativo a través de guías metodológicas, las cuales fueron elaboradas por los docentes y revisadas por un equipo interdisciplinario de la Secretaría de Educación, y programas radiales como El Pupitre, el cual próximamente saldrá en televisión. Esto nos permite acompañar las guías metodológicas y dar conceptos adicionales. La radio tiene una cobertura del 78 % en nuestro territorio. Además, la idea es entregar unos radios portátiles solares en la zonas donde no hay energía eléctrica; este es un esfuerzo con el Consejo Noruego y esperamos que en el transcurso de este mes podamos tener ese beneficio.
¿Cuáles son los principales retos del departamento a la hora del regreso a clases?
El retorno a clases a partir del 1° de agosto es un tema álgido. Tenemos un gran problema de infraestructura; no contamos con ninguna institución educativa que tenga de manera permanente agua potable. Esto incide en el lavado de manos, en el sistema de captación de aguas y en las baterías sanitarias. Además, no tenemos el personal necesario para garantizar que los alumnos siempre estén a dos metros de distancia. En cuanto al transporte, tendríamos que verificar la forma en la que se desplazan para que no haya contagios. Hay niños que llegan a los colegios en mototaxi, otros en bote o caminando. No contamos con esta infraestructura, ni con los elementos de bioseguridad necesarios.
¿Hay estrategias para mejorar el acceso a agua potable en los colegios?
Estamos prestos a que, con el apoyo de Unicef, podamos mejorar algunas instituciones en el tema de agua y saneamiento básico. También hay un compromiso de realizar una intervención por parte del Ministerio de Educación a través del fondo de financiamiento de infraestructura educativa, de gestionar $2.000 millones para el mejoramiento de tres instituciones. Sin embargo, reconociendo los esfuerzos, la realidad es que para prestar un servicio normal necesitamos inversiones mayores.