Corralejas: ¿prohibir o regular?
En la costa Caribe y algunos pueblos del interior del país se espera que en estos puentes festivos se realicen las criticadas fiestas taurinas. Mientras organizadores argumentan que generan empleo, animalistas dicen que son escenarios de maltrato.
El ruedo se limpia y las tablas comienzan a armarse para esta época, mientras traen los toros, caballos y vaquillas en camiones a los municipios que, en los puentes festivos de mitad de año, celebran sus ferias y fiestas. Los tablados se abren para que ganaderos, capoteros o muleteros se combinen con osados asistentes, que se lanzan a la arena a enfrentar a los toros en las tradicionales y populares corralejas del Caribe colombiano.
Las celebraciones no sobran. Este fin de semana son las fiestas patronales en honor a San Juan Bautista. El próximo puente, el del 4 de julio, son en honor a San Pedro y San Pablo, por lo que desde ya se anuncian fiestas taurinas en los municipios de El Retén, Aracataca, Pijiño (Magdalena), Galeras, San Onofre (Sucre), Mompox y San Pablo (Bolívar), entre otros.
El problema es que apenas hace 15 días una persona murió y 13 más resultaron heridas en los encierros en Repelón (Atlántico), mientras que en enero las corralejas en Caucasia dejaron 22 personas heridas y cuatro animales muertos. Esto, de nuevo, replantea la continuidad de estas prácticas, tanto por las condiciones de los animales como por la seguridad de los asistentes.
Y es que en la mayoría de las ocasiones lo que ocurre es que los asistentes entran en estado de alicoramiento y con elementos cortopunzantes, por lo que si no hay un suficiente control, es muy posible que todo se salga de las manos, tanto de los organizadores como de las alcaldías, lo que se ha empezado a cuestionar fuertemente.
(Lea: “¿Por qué no hay que dejar de hablar de lo que pasó en el metro de Medellín?”)
Esto ocurrió en el corregimiento de Bayunca, en Cartagena, donde el permiso para las corralejas fue dado con bastante dificultad, luego que desde el Concejo Distrital se le pidió a la Procuraduría General de la Nación investigar la decisión tomada por el gobierno, en cabeza de William Dau, de aprobar las corralejas en la ciudad, porque una sentencia de la Corte Constitucional señala que solo se pueden hacer estos eventos si se trata de una tradición ininterrumpida, pero en el corregimiento no se celebran desde mucho antes de la pandemia.
“En Bayunca, las corralejas no se venían haciendo desde hacía como 5 o 6 años, más o menos, y varios gobiernos se habían negado a dar ese tipo de permisos. Me causó mucha impresión que esta administración, que supuestamente es progresista, tome una decisión como esta”, aseguró Sergio Mendoza, concejal de Cartagena por el Partido Alianza Verde y defensor de los derechos de los animales.
El principal argumento en contra es el maltrato a los toros y caballos, ya que en medio del espectáculo, los jinetes con garrochas pican a los animales, mientras que los toreros utilizan las banderillas para ponérselas a los toros, así como los ataques del público, que entra al ruedo con piedras y hasta picos de botellas.
Pero, desde la otra orilla se pide darles continuidad a estas prácticas, al reconocer que son festividades tradicionales y que al ser distinguidas como tal por la Ley 1272 de 2009, que declaró las corralejas de Sincelejo (Sucre) Patrimonio Cultural de la Nación, no pueden prohibirse en los demás territorios.
“Esto no es cultura ni tradición, es un evento alrededor del maltrato animal. Lo que pasa es que la gente lo ve como una forma de generación de empleo, pero debemos mirar alternativas que sustituyan eso. Si permitimos la realización de las corralejas en una ciudad como Cartagena, estaríamos promoviéndolas”, dice el cabildante Mendoza, para quien así como las corralejas son reconocidas como una tradición, también debe velarse por lo establecido en la Ley 1774 de 2016, que declaró a los animales como seres sintientes, por lo que “recibirán especial protección contra el sufrimiento y el dolor, en especial el causado directa o indirectamente por los humanos”.
De cara a la discusión sobre la prohibición, Édgar de la Ossa, integrante de la Asociación de Ganaderos de Toros Bravos (Asotoros) y reportero gráfico de las corralejas, asegura que es posible continuar la regulación de la práctica, en vez de prohibirla, como según él, ya se ha hecho en varios municipios. Eso es lo que él ha defendido en más de una ocasión en el Congreso, en donde ha participado en las ponencias de proyectos que quieren prohibir las corralejas y otras prácticas taurinas, como las corridas o el rejoneo.
“Nosotros somos conscientes de que hay cosas que se tienen que corregir, de hecho, ya han ido cambiando. Por ejemplo, se ha reducido el tamaño de las puyas de las garrochas y banderillas, y ahora exigimos que no se le ponga más de un par de banderillas al toro. Todo esto está en el reglamento que hizo Asotoros, concertado con varios actores de estas fiestas, con el fin de minimizar el maltrato animal”, dice De la Ossa.
Sin embargo, hacer cumplir estas reglas no es tan sencillo como parece, pues luego de dos años de que las corralejas estuvieran suspendidas por la pandemia, ya han ocurrido varios accidentes que han dejado caballos, toros y personas muertas o lesionadas. Según De la Ossa, “se ha tenido dificultad para dar estricto cumplimiento a estas reglas, pero poco a poco se está logrando”.
La ley establece que los organizadores deben garantizar estándares mínimos de seguridad, así como desde las alcaldías se deben instalar Puestos de Mando Unificado para atender las emergencias, no obstante, no parece suficiente, pues a las personas en estado de embriaguez se le suma el ingreso de menores de edad, a pesar de que Colombia se acogió a las recomendaciones de la ONU para proteger a los niños de la violencia de las prácticas taurinas, así como en la Resolución 1796 de 2018, se prohibió la presencia de menores de 18 años en actividades que tengan relación con el sufrimiento animal.
(Lea también: “En Puerto Colombia, Atlántico, se hará uno de los faros más grandes del mundo”)
“En este tipo de eventos hay personas que salen lesionadas, y ya se ha hecho una prohibición de la participación de menores de edad, pero eso no siempre se cumple. Ahora, quiero saber cómo se regula el maltrato, eso debe desaparecer del ordenamiento jurídico, debemos buscar otras formas de diversión y no a costa de los animales”, asevera Mendoza.
A esto se les suman los accidentes asociados al consumo de alcohol y al deslizamiento de palcos o tablados, que son construidos artesanalmente en madera. No obstante, los mandatarios locales dicen que más allá de la tradición, este tipo de eventos mueven la economía de los municipios más pequeños.
Así lo asegura Jorge Serrano, el alcalde de El Retén, en Magdalena, en donde las corralejas empezaron el pasado 23 de junio y se extenderán hasta el próximo martes 28. “La comunidad las estaba exigiendo, pues durante dos años no tuvimos fiestas patronales ni corralejas, y los empresarios taurinos, criadores de toros bravos, así como las personas que viven de la venta de licor o de la construcción del escenario, estuvieron sin trabajar”, explica.
Esto lo contradice Mendoza, quien asegura que es poco lo que le queda al corregimiento o municipio con la corraleja. “El evento es de un empresario, que hace su montaje y que se lucra esos días. En el caso de Cartagena, la administración no destinó un peso a la realización de las fiestas patronales, no les llevaron artistas, actos culturales u otras estrategias. ¿Cómo le vas a dar a un pueblo una estrategia de reactivación económica de dos días, en donde el centro de atención es maltratar a un animal? Eso es absurdo”, señala.
Los alcaldes tienen la capacidad de desincentivar las corralejas o no dar los permisos si no se cumple con la normatividad que establece las condiciones bajo las cuales se pueden permitir las prácticas taurinas. “Podrán celebrarse en aquellos territorios en los que sean una tradición regular, periódica e ininterrumpida, (...) en ningún caso podrán destinar dinero público a la construcción de instalaciones para la realización de estas actividades”, ordena la Sentencia 666 de 2010, de la Corte Constitucional.
(Le invitamos a leer: “El proyecto que tiene en paro a los vendedores informales en Cartagena”)
Para la congresista electa Andrea Padilla (Alianza Verde), aunque el camino ideal sería que estas prácticas se prohibieran, “el camino jurídico posible es que los municipios, a través de sus alcaldías, vayan regulando, mientras que en el Congreso logramos avanzar en la discusión de la prohibición. Este debe ser un gran debate nacional, pues sigue habiendo un número importante de miradas conservadoras. Por esto, no sabemos a ciencia cierta si vamos a lograr la prohibición con el nuevo Congreso, probablemente no, pero sí tenemos que pensar en vías estratégicas e intermedias”, argumentó.
Por lo pronto, ante la realización de las corralejas, se espera que en estos dos fines de semana no se generen nuevas emergencias, en medio de las festividades, lo que es no solo un llamado a organizadores y alcaldías, sino además a asistentes, quienes al fin de cuentas son quienes interactúan con los animales dentro del ruedo y los tablados itinerantes.
El ruedo se limpia y las tablas comienzan a armarse para esta época, mientras traen los toros, caballos y vaquillas en camiones a los municipios que, en los puentes festivos de mitad de año, celebran sus ferias y fiestas. Los tablados se abren para que ganaderos, capoteros o muleteros se combinen con osados asistentes, que se lanzan a la arena a enfrentar a los toros en las tradicionales y populares corralejas del Caribe colombiano.
Las celebraciones no sobran. Este fin de semana son las fiestas patronales en honor a San Juan Bautista. El próximo puente, el del 4 de julio, son en honor a San Pedro y San Pablo, por lo que desde ya se anuncian fiestas taurinas en los municipios de El Retén, Aracataca, Pijiño (Magdalena), Galeras, San Onofre (Sucre), Mompox y San Pablo (Bolívar), entre otros.
El problema es que apenas hace 15 días una persona murió y 13 más resultaron heridas en los encierros en Repelón (Atlántico), mientras que en enero las corralejas en Caucasia dejaron 22 personas heridas y cuatro animales muertos. Esto, de nuevo, replantea la continuidad de estas prácticas, tanto por las condiciones de los animales como por la seguridad de los asistentes.
Y es que en la mayoría de las ocasiones lo que ocurre es que los asistentes entran en estado de alicoramiento y con elementos cortopunzantes, por lo que si no hay un suficiente control, es muy posible que todo se salga de las manos, tanto de los organizadores como de las alcaldías, lo que se ha empezado a cuestionar fuertemente.
(Lea: “¿Por qué no hay que dejar de hablar de lo que pasó en el metro de Medellín?”)
Esto ocurrió en el corregimiento de Bayunca, en Cartagena, donde el permiso para las corralejas fue dado con bastante dificultad, luego que desde el Concejo Distrital se le pidió a la Procuraduría General de la Nación investigar la decisión tomada por el gobierno, en cabeza de William Dau, de aprobar las corralejas en la ciudad, porque una sentencia de la Corte Constitucional señala que solo se pueden hacer estos eventos si se trata de una tradición ininterrumpida, pero en el corregimiento no se celebran desde mucho antes de la pandemia.
“En Bayunca, las corralejas no se venían haciendo desde hacía como 5 o 6 años, más o menos, y varios gobiernos se habían negado a dar ese tipo de permisos. Me causó mucha impresión que esta administración, que supuestamente es progresista, tome una decisión como esta”, aseguró Sergio Mendoza, concejal de Cartagena por el Partido Alianza Verde y defensor de los derechos de los animales.
El principal argumento en contra es el maltrato a los toros y caballos, ya que en medio del espectáculo, los jinetes con garrochas pican a los animales, mientras que los toreros utilizan las banderillas para ponérselas a los toros, así como los ataques del público, que entra al ruedo con piedras y hasta picos de botellas.
Pero, desde la otra orilla se pide darles continuidad a estas prácticas, al reconocer que son festividades tradicionales y que al ser distinguidas como tal por la Ley 1272 de 2009, que declaró las corralejas de Sincelejo (Sucre) Patrimonio Cultural de la Nación, no pueden prohibirse en los demás territorios.
“Esto no es cultura ni tradición, es un evento alrededor del maltrato animal. Lo que pasa es que la gente lo ve como una forma de generación de empleo, pero debemos mirar alternativas que sustituyan eso. Si permitimos la realización de las corralejas en una ciudad como Cartagena, estaríamos promoviéndolas”, dice el cabildante Mendoza, para quien así como las corralejas son reconocidas como una tradición, también debe velarse por lo establecido en la Ley 1774 de 2016, que declaró a los animales como seres sintientes, por lo que “recibirán especial protección contra el sufrimiento y el dolor, en especial el causado directa o indirectamente por los humanos”.
De cara a la discusión sobre la prohibición, Édgar de la Ossa, integrante de la Asociación de Ganaderos de Toros Bravos (Asotoros) y reportero gráfico de las corralejas, asegura que es posible continuar la regulación de la práctica, en vez de prohibirla, como según él, ya se ha hecho en varios municipios. Eso es lo que él ha defendido en más de una ocasión en el Congreso, en donde ha participado en las ponencias de proyectos que quieren prohibir las corralejas y otras prácticas taurinas, como las corridas o el rejoneo.
“Nosotros somos conscientes de que hay cosas que se tienen que corregir, de hecho, ya han ido cambiando. Por ejemplo, se ha reducido el tamaño de las puyas de las garrochas y banderillas, y ahora exigimos que no se le ponga más de un par de banderillas al toro. Todo esto está en el reglamento que hizo Asotoros, concertado con varios actores de estas fiestas, con el fin de minimizar el maltrato animal”, dice De la Ossa.
Sin embargo, hacer cumplir estas reglas no es tan sencillo como parece, pues luego de dos años de que las corralejas estuvieran suspendidas por la pandemia, ya han ocurrido varios accidentes que han dejado caballos, toros y personas muertas o lesionadas. Según De la Ossa, “se ha tenido dificultad para dar estricto cumplimiento a estas reglas, pero poco a poco se está logrando”.
La ley establece que los organizadores deben garantizar estándares mínimos de seguridad, así como desde las alcaldías se deben instalar Puestos de Mando Unificado para atender las emergencias, no obstante, no parece suficiente, pues a las personas en estado de embriaguez se le suma el ingreso de menores de edad, a pesar de que Colombia se acogió a las recomendaciones de la ONU para proteger a los niños de la violencia de las prácticas taurinas, así como en la Resolución 1796 de 2018, se prohibió la presencia de menores de 18 años en actividades que tengan relación con el sufrimiento animal.
(Lea también: “En Puerto Colombia, Atlántico, se hará uno de los faros más grandes del mundo”)
“En este tipo de eventos hay personas que salen lesionadas, y ya se ha hecho una prohibición de la participación de menores de edad, pero eso no siempre se cumple. Ahora, quiero saber cómo se regula el maltrato, eso debe desaparecer del ordenamiento jurídico, debemos buscar otras formas de diversión y no a costa de los animales”, asevera Mendoza.
A esto se les suman los accidentes asociados al consumo de alcohol y al deslizamiento de palcos o tablados, que son construidos artesanalmente en madera. No obstante, los mandatarios locales dicen que más allá de la tradición, este tipo de eventos mueven la economía de los municipios más pequeños.
Así lo asegura Jorge Serrano, el alcalde de El Retén, en Magdalena, en donde las corralejas empezaron el pasado 23 de junio y se extenderán hasta el próximo martes 28. “La comunidad las estaba exigiendo, pues durante dos años no tuvimos fiestas patronales ni corralejas, y los empresarios taurinos, criadores de toros bravos, así como las personas que viven de la venta de licor o de la construcción del escenario, estuvieron sin trabajar”, explica.
Esto lo contradice Mendoza, quien asegura que es poco lo que le queda al corregimiento o municipio con la corraleja. “El evento es de un empresario, que hace su montaje y que se lucra esos días. En el caso de Cartagena, la administración no destinó un peso a la realización de las fiestas patronales, no les llevaron artistas, actos culturales u otras estrategias. ¿Cómo le vas a dar a un pueblo una estrategia de reactivación económica de dos días, en donde el centro de atención es maltratar a un animal? Eso es absurdo”, señala.
Los alcaldes tienen la capacidad de desincentivar las corralejas o no dar los permisos si no se cumple con la normatividad que establece las condiciones bajo las cuales se pueden permitir las prácticas taurinas. “Podrán celebrarse en aquellos territorios en los que sean una tradición regular, periódica e ininterrumpida, (...) en ningún caso podrán destinar dinero público a la construcción de instalaciones para la realización de estas actividades”, ordena la Sentencia 666 de 2010, de la Corte Constitucional.
(Le invitamos a leer: “El proyecto que tiene en paro a los vendedores informales en Cartagena”)
Para la congresista electa Andrea Padilla (Alianza Verde), aunque el camino ideal sería que estas prácticas se prohibieran, “el camino jurídico posible es que los municipios, a través de sus alcaldías, vayan regulando, mientras que en el Congreso logramos avanzar en la discusión de la prohibición. Este debe ser un gran debate nacional, pues sigue habiendo un número importante de miradas conservadoras. Por esto, no sabemos a ciencia cierta si vamos a lograr la prohibición con el nuevo Congreso, probablemente no, pero sí tenemos que pensar en vías estratégicas e intermedias”, argumentó.
Por lo pronto, ante la realización de las corralejas, se espera que en estos dos fines de semana no se generen nuevas emergencias, en medio de las festividades, lo que es no solo un llamado a organizadores y alcaldías, sino además a asistentes, quienes al fin de cuentas son quienes interactúan con los animales dentro del ruedo y los tablados itinerantes.