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El testimonio de Oswaldo Pupo, habitante del municipio de Ayapel (Córdoba), sirve para entender lo que están viviendo los pobladores de La Mojana ante las inundaciones: “Estoy en una zona donde todo es ciénaga y tenemos unos potreros limpios y ahora uno los ve y solo dan ganas de llorar. Cuando saqué mi ganado se me murieron tres novillos y dos terneros. Uno tiene pocos animales, soy un campesino que hasta ahora está empezando y tengo deudas en los bancos y perderlo todo es muy duro. Las gallinas igual; he hecho cuatro viajes intentando salvarlas, pero no encuentro 80 todavía. También se me murieron 30 carneros porque no hay dónde trasladarlos porque no hay pasto ni quién los reciba”.
Desde el pasado domingo 22 de agosto la subregión de La Mojana vive una emergencia por cuenta del desbordamiento del río Cauca, tras el rompimiento de un dique en el sector conocido como Cara e’ Gato. Esta zona del país, ubicada en el norte de Colombia, abarca cuatro departamentos y está compuesta por los municipios de San Marcos, Sucre, San Benito, Majagual, Guaranda y Caimito, en Sucre; Magangué, Achí y San Jacinto del Cauca, en Bolívar; Ayapel, en Córdoba, y Nechí, en Antioquia. Confluyen allí los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge, tres de los grandes cuerpos de agua del país, una característica que hace de esta una región propensa a inundaciones.
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Las fuertes lluvias que se han registrado en los últimos dos meses incrementaron el caudal de los ríos y derivaron en inundaciones que han afectado a por lo menos 27.780 personas, de las cuales 23.349 pertenecen a los seis municipios sucreños, el departamento más afectado por la emergencia. Ante la magnitud de la crisis, los mandatarios de estas regiones han realizado llamados al Gobierno Nacional para buscarle una solución de raíz al problema. De hecho, el pasado 1º de septiembre los gobernadores de tres de los cuatro departamentos (Sucre, Bolívar y Córdoba) se reunieron en Presidencia con el presidente Iván Duque. En la reunión también estuvo presente el director de Gestión del Riesgo de Antioquia, Jaime Enrique Gómez Zapata; la directora del Fondo de Adaptación, Raquel Garavito, entre otros. Esta conversación fue para plantear una hoja de ruta que permita atender la situación, sobre todo si se tiene en cuenta que los pronósticos auguran más lluvias en los meses venideros.
El Espectador pudo conocer que tras ese encuentro entre mandatarios locales y el Gobierno, el proyecto para solucionar los problemas de inundaciones en La Mojana será declarado como estratégico a escala nacional, para hacer una gran intervención. Además, se pactó una modificación de la Ley de Regalías regional para que los departamentos puedan hacer uso de ese dinero para esta subregión. La Financiera de Desarrollo Territorial (Findeter) será la ejecutora de las construcciones, que empezarían en diciembre de 2021.
El gobernador de Sucre, Héctor Olimpo Espinosa, confirmó que habrá una bolsa común entre el Gobierno Nacional y las gobernaciones para cerrar financieramente el proyecto, cuyo costo asciende a más de $1 billón. “Vamos a cambiar la historia dramática y de emergencias de La Mojana por un modelo de trabajo en equipo con el Gobierno Nacional y los de los departamentos que permanentemente se afectan por esta situación”, aseguró el mandatario. El Espectador también conoció que el anuncio de la intervención de La Mojana lo haría el presidente Iván Duque en los próximos meses desde esta subregión.
Espinosa, al igual que los otros mandatarios e incluso la misma comunidad, ha insistido en la urgencia de construir un dique de 57 kilómetros y 32 compuertas para la contención en la margen izquierda del río Cauca que evite que estas inundaciones se sigan presentando. Sin embargo, líderes y organizaciones ambientales han explicado que esta construcción no es una solución final a la problemática y que el fenómeno debe entenderse viendo las particularidades y necesidades de la subregión.
El cambio climático y los impactos al medioambiente
Aunque la posición geográfica es importante para entender por qué las inundaciones son tan frecuentes en La Mojana, hay un componente medioambiental que afecta a esta zona del país. En esta subregión la economía está basada en la agricultura y la ganadería, dos actividades que por su expansión hasta la frontera con el agua han debilitado la corteza vegetal. La tala de árboles para poder sembrar y alimentar los animales ha traído con ella la pérdida de plantas captadoras de agua. Con las inundaciones de 2008, 2010 y 2011 hubo un mayor debilitamiento por la fuerza del río, lo que hizo que todo el sistema de canales y ciénagas se viera afectado y no pudiera cumplir su labor.
“Los canales y las ciénagas, que históricamente han sido receptores de agua, en este momento están frágiles y envueltos en un proceso de sedimentación, de extensión de las fronteras de cultivos y de la producción ganadera. Esto hace que la capacidad de recibir el líquido sea menor. El Cauca viene con toda la velocidad desde las cuencas alta y media. Cuando llega a la baja se suma el tema de la minería que nos empieza a echar parte de la montaña y acá llega con todo ese material. Esto lo hace más agresivo porque viene muy rápido y cargado. Por esta razón, en la margen izquierda busca los antiguos vertederos que llegaban a los caños y ciénagas, pero que ya no existen”, explica Isidro Álvarez, cofundador de la Fundación Pata de Agua y miembro del Programa de Desarrollo y Paz de La Mojana.
Además de los problemas causados por la expansión de la ganadería y la agricultura, Maritza Florián, especialista en cambio climático, biodiversidad y servicios ecosistémicos del Fondo Mundial para la Naturaleza en Colombia (WWF, por su sigla en inglés), asegura que otro problema son las múltiples intervenciones que se han hecho para frenar las inundaciones. Según ella, la construcción de diques y jarillones han alterado el paisaje y causado un deterioro ambiental que contribuye a que las inundaciones sean una amenaza para los habitantes de La Mojana.
“El error es decir que en La Mojana no ha pasado nada, el problema es todo lo contrario, en La Mojana se ha hecho mucho, y tanta intervención ha carecido de articulación y coherencia. Esto ha creado una riña entre el modelo de desarrollo y la dinámica de inundaciones difícil de conciliar y de la cual los peor librados han sido las comunidades y los ecosistemas. Por eso es importante que la implementación de acciones de largo plazo trasciendan a planes de gobierno locales e intereses de sectores económicos particulares; también la integración de factores de riesgo en el ordenamiento territorial de los municipios, y la concepción de la región a escala paisaje y no como una colcha de retazos independientes”, dijo Florián.
Es por estas razones que desde varios sectores aseguran que solo con la construcción de un dique no se solucionará el problema. Incluso Florián sostiene que es poco realista y nocivo pensar en el modelo de La Mojana como un escenario donde no hay inundaciones: “Por su dinámica natural, esta región seguirá inundándose y el modelo de intervención debe apuntarle a la adaptación de medios de vida y a la reducción de riesgos de los más vulnerables. Asimismo, tratar cada emergencia como si tuviera las mismas características de la anterior no contribuye y es importante hacer un balance de qué acciones han funcionado, cuáles no, así como una caracterización actualizada y detallada de impactos”.
¿Qué acciones hay que tomar?
Para Isidro Álvarez, uno de los puntos claves para poder mitigar o intentar solventar esta crisis es tener un cambio en la utilización del suelo. La ganadería y la agricultura han tomado parte de la tierra que pertenecía a las ciénagas, lo que ha hecho que la captación de agua esté reducida. A estos impactos al medioambiente también hay que sumarle el poderío que traen los ríos, pues estos se van cargando de materiales desde su nacimiento y cuando llegan a La Mojana destruyen todo a su paso.
“El dique es solo una parte de la posibilidad de solucionar el problema, porque no la podemos seguir vendiendo como la definitiva. Acá hay que hacer algo que sea integral. Como estamos en una cuenca, donde el Cauca trae toneladas de tierra, entonces toca empezar a revisar esas dinámicas, porque ante eso no hay estructura que aguante. Toca trabajar la llanura que hay entre ese cuerpo de agua y el San Jorge donde hay caños y ciénagas; entonces toca hacer un trabajo de restauración de estos sistemas que son naturales y otros fueron intervenidos por los zenúes para que tuvieran la función de captar y regular el agua”.
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En esto concuerda Maritza Florián, quien considera que todos los esfuerzos deben estar encaminados a reducir la vulnerabilidad de la población que habita en La Mojana y que para lograrlo debe haber una rehabilitación de ecosistemas que puedan amortiguar las inundaciones. Los humedales, ríos, caños, arroyos, ciénagas y zapales han sido víctimas del cambio climático y de la mano del hombre, por lo que su restauración es igual o más importante que la construcción de una nueva estructura que continúe cambiando las dinámicas en los ecosistemas.
“Las intervenciones estratégicas, bien sea estructurales o no estructurales, buscan modificar los escenarios de probabilidad de ocurrencia de riesgos, pero disminuir el riesgo en un lugar puede implicar aumentarlo en otro; es un sistema dinámico que requiere conocimiento y acción coordinada y a tiempo. Pensar que la solución de las inundaciones está en acciones inmediatistas no es el camino”, aseguró Florián.