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Cuando la vida y el trabajo transcurren bajo el agua

“Buzo en superficie”, es la frase que se escucha en la plataforma de un buque de la Armada, anclado en una coordenada específica en el mar caribe.

Pedro Mendoza
30 de abril de 2021 - 06:54 p. m.
Buceo en la Antártida.
Buceo en la Antártida.
Foto: Cortesía
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Emerge un buzo que estaba realizando un ejercicio de entrenamiento para la asistencia a la tripulación de un submarino, una operación especializada a más de 100 pies de profundidad.

Lleva un casco de color amarillo, recuerda las viejas escafandras, dos mangueras lo conectan con la superficie, una lleva aire y la otra comunicaciones, guantes, un cinturón donde tiene unas pesas para garantizar la estabilidad en el agua, aletas, el color negro está en todo el traje que contrasta con el agua clara.

“Con la potencialización de esta capacidad de asistencia a submarinos a gran profundidad la Armada de Colombia se posicionaría como uno de los referentes en la región, implementando una de las fases de los estándares internacionales de la OTAN – ISMERLO en este tipo de escenarios”, cuenta el Almirante Gabriel Pérez comandante de la Armada, quien afirma que el buceo en la institución naval es una capacidad diferencial, al igual que en la mayoría de las Armadas del mundo.

Arévalo el hombre que se quedó por siempre en el mar

El buceo en la Armada no es nuevo, finalizando los años cuarenta los hermanos Acevedo, pioneros del cine en Colombia, presentaban un documental donde se observaba a un buzo en blanco y negro, con una escafandra que se sumerge en la bahía de Cartagena.

Para esa época Hernán Arévalo Mantilla, era un joven que ingresaba a la Armada. Como si el dios de las profundidades le marcara el camino, desde que llegó, fue buzo.

Cuentan que una tarde o mañana de un mes de 1942, mientras se realizaba una inspección administrativa en la Base Naval, de Cartagena se encontró al parecer en una bodega, escafandras, mangueras, vestidos de lona, botas de plomo y pesas; equipos que había traído la misión inglesa para los buzos de Colombia. Con esos equipos comenzó la vida en el fondo del mar para los marinos y Hernán Arévalo.

Hace un año preparaba una investigación de barcos para el periódico cuando me lo encontré. Tenía más de 80 años, pregunte por su vida en el fondo del mar. Memoria lucida, llevaba un overol de color azul, decía su apellido en letras mayúsculas ¡AREVALO!, en color amarillo al lado derecho, al izquierdo la palabra Armada debajo de la silueta de un buque, no se quitó sus gafas y los zapatos negros estaban perfectamente lustrados

Esa mañana habló con El Espectador, me dijo que la entrevista la hiciéramos mientras revisaba la carga de oxígeno de unos tanques en una sección de compresores. Sus manos y su voz son fuertes. “Toda una vida aquí… no teníamos nada al principio, todo era a pulmón libre”.

Más de 40 tanques de buceo se formaban verticalmente. Paso uno por uno. “Mire, el buzo debe estar siempre preparado para las operaciones, capacitado a cualquier hora, concentrado en su trabajo”.

Hace énfasis en el salvamento y hablamos de los riesgos de bucear en los ríos. “Es muy delicado por el agua oscura”.

El jefe Arévalo nunca falto a su cita diaria al Departamento de Buceo en la Base Naval, fue el primero en llegar por más de cuarenta años.

Como si el mar reclamara su alma, el pasado primero de noviembre, murió.

En un arrecife ubicado en la Ciénaga de los Vásquez cerca de la isla de Barú, una placa en el fondo del mar recuerda a este marino. Ahora los alumnos de la Escuela de Buceo en su prueba a pulmón libre, bajan 60 pies y como si se tratará de un acuerdo entre el hombre y el mar , recibe simbólicamente de las manos del Jefe Arévalo, el testigo, un símbolo que representa que estuvieron allí y pueden seguir su proceso exigente de formación.

La Escuela de las profundidades

El Departamento de Buceo y Salvamento de la Armada está en Cartagena. Allí sus tripulantes se preparan en un proceso exigente, académico para pasar gran parte de su vida en el fondo del mar o de los ríos.

Aprenden que bajo el agua trabajarán en defensa y seguridad marítima fluvial, ciencia, tecnología e investigación. Estuvieron en la Antártida, realizando buceo científico en ambientes polares y aplicando proyectos de soldadura húmeda en aguas gélidas.

Actualmente son más de 560 buzos capacitados en la institución de los cuales 19 son mujeres.

La Teniente de Navío Laura Alejandra Velásquez lleva siete años haciendo operaciones de buceo. “Es el orgullo de pertenecer a un grupo selecto, somos personas con cualidades diferenciadoras”. Le dice a El Espectador esta colombiana que lidera un grupo de 48 buzos de la Armada con base en Cartagena. “Básicamente estoy pendiente que se sostenga la operación que sea asignada” afirma que envía los buzos dependiendo de sus habilidades y teniendo en cuenta la seguridad y el entrenamiento.

Todos pasan por la Escuela de capacitación de la Armada con un programa reconocido y acreditado formalmente ante el Ministerio de Educación en Tecnología Marítima y Fluvial en Buceo y Salvamento. Allí implementan técnicas y un conocimiento de alto valor investigativo y tecnológico, como es el uso de equipos remotos, ROV, para exploración submarina hasta 300 metros.

Estos buzos también se preparan en operaciones de buceo de profundidad con aire desde superficie, así como la arqueología submarina y el escaneo mecánico de áreas sumergidas o de superficie a partir de modelos en 3D, entre otros procesos.

El Capitán de Fragata Elkin Darío Pacheco Luengas, es el jefe del Departamento de Buceo y Salvamento de la Armada de Colombia. Su vida ha transcurrido cumpliendo la misión bajo el

agua, bajo los ríos. “La diferencia entre el buceo deportivo y el buceo militar, es el fin por el cual se está buceando” dice mientras hablamos de su tripulación que todos los días hace operaciones en diferentes áreas del país en los roles para los que se preparan en buceo táctico, de seguridad, salvamento, investigación y soporte hiperbárico.

“Cada uno de estos roles tiene unas competencias exigidas que permite adquirir los conocimientos necesarios que debe tener un buzo para saber cómo comportarse bajo el agua, en diferentes ambientes y desarrollar la actividad a la cual se le ha entrenado”.

Hablamos de la fé y recuerda esos nueves días buscando a la virgen de los navegantes en el fondo de la bahía de Cartagena luego que un rayo la partiera. Dice que fueron días “abrazando la virgen” término marinero que utilizan para describir la maniobra de amarrar una pieza que está sumergida. Nueve días sacándola del fondo del mar, una tarea sobre el tiempo, pensando en la visita que haría del sumo pontífice a Cartagena.

Capitán, ¿dónde están más cómodos buceando, en el mar o en río?

“Cómodos estamos bajo el agua, Cada inmersión es una experiencia totalmente diferente empezando simplemente por las condiciones del agua y por ello son una oportunidad de aprender y conocer más, de apropiarse más de la misión.”

Habla con propiedad de la formación de sus hombres y mujeres, la exigencia de los procesos y ante los mitos de la salud del buceo afirma que aunque la profesión del buceo es catalogada como de alto riesgo, por las diferentes enfermedades que se pueden presentar, “los buzos de la Armada debido a su formación y entrenamiento realizan las actividades subacuáticas de manera muy segura, sin sobrepasar los límites de exposición a los diferentes gases y en dado caso de ser requerida una mayor exposición, en superficie se cuenta con una cámara hiperbárica”.

Cuando hacemos la entrevista llega la suboficial segundo Deisy Gómez Arenas y le entrega un formato para su autorización.

Es buzo y santandereana. Inició su proceso con 120 aspirantes de los cuales solo 8 terminaron con ella. Curiosamente su familia está literalmente bajo el agua. Su esposo es submarinista.

Afirma que el curso es exigente igual hombres y mujeres, “la prueba de fuego en el proceso es el examen psicológico” Su trabajo es como inspectora submarina en el área de seguridad, puede estar varios días al mes en operaciones.

El Capitán Pacheco sonríe, " han demostrado que pueden realizar las distintas pruebas por difíciles que pueden ser, igual o incluso mejor que muchos hombres, porque no siempre se trata de fuerza. Son dedicadas, tranquilas que es algo muy importante en el buceo”.

Le pregunto al capitán por su “rana”, todos tienen una rana.

Vuelve a sonreír y dice que es “un compañero, un punto de apoyo importante en el fondo del mar, te hace saber que no estás solo, es alguien que ha sufrido una metamorfosis que pasó de ser un desconocido a ser tu -rana- y estará dispuesto para apoyarte cuando se presenten los problemas o subir tranquilos a superficie”.

Operaciones en aguas de mar y de río

En Providencia el paso del huracán Iota destruyó la isla, pero en el fondo de ese mar, también había problemas.

Hasta allá se desplazaron los buzos de la Armada. Para el Teniente de Navío Fernando de la Rosa significó una experiencia de vida, “única que no es fácil de olvidar ya que logramos utilizar los conocimientos aprendidos en atención a la emergencia de manera rápida y oportuna”. Difícil no recordar el rostro de una isleña que le agrade por su trabajo y no quería que se fuera.

Para el Almirante Pérez, comandante de la Armada " Este grupo de buzos altamente capacitados, ejecutaron actividades determinantes con capacidades subacuáticas especializadas, entre ellas se destaca el restablecimiento de las líneas de comunicación marítima, despejando los obstáculos sumergidos y reactivando el sistema de boyas de navegación, Así mismo, el apoyo incorporó maniobras de reparación subacuática, restableciendo el agua potable a la Isla de Santa Catalina” entre otras acciones, sostiene el oficial naval.

Afirma que los buzos de la Armada desarrollan una actividad transversal de todos los procesos misionales de la institución a lo largo y ancho del territorio nacional, “en cualquier cuerpo de agua”, recuerda operaciones como la búsqueda y reflotamiento de 82 Canecas de Cianuro en el Río Magdalena, la operación a 20 metros de profundidad en el embalse de Guatapé de la embarcación que se accidentó con 170 personas a bordo, entre otras acciones.

“Retos que han sido atendidos en toda la geografía de nuestro país acudiendo al clamor de la población, como el reflotamiento de la Bocatoma-Barcaza en el río Arauca y no menos importante el impacto estratégico en el 2019, cuando buzos de la Armada Nacional como último recurso acuden en apoyo a la emergencia en la represa de Hidroituango, donde realizaron trabajos de ingeniería subacuática en espacios confinados dentro de la montaña, removiendo más de 680 metros cúbicos de sedimentos y rocas para el cierre de dos compuertas de 300 toneladas”.

Afirma la importancia en el uso de la tecnología como los vehículos operados remotamente, ROV, para inspecciones de exploración de protección del patrimonio cultural sumergido de nuestra nación.

Las operaciones contra el narcotráfico también se hace en el fondo del mar, en los últimos tres años ha llevado a la incautación entre clorhidrato de cocaína y marihuana de 4.374 kilogramos y operaciones como “Resplandor”, en la cual mediante un salvamento Naval se recuperó un semisumergible, en Isla Gorgona, incautan en su interior más de 1.500 kilogramos de cocaína.

Y es que así pasan los días de estos hombres y mujeres con sus trajes negros, tanques, caretas, mangueras, cámaras , equipo especializado que extrañan en tierra extrañan lo mejor que saben hacer. Trabajar bajo el agua.

Por Pedro Mendoza

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