Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
“Si no tapan Cara de Gato, vamos a seguir así, y prácticamente vamos para diciembre en la misma situación: descansamos tres meses y otra vez cogemos la inundación”. Lo dice la voz paciente de Enadis Beltrán, enfermera del corregimiento El Cauchal, en San Benito de Abad (Sucre), uno de los municipios más afectados por la ruptura, el 27 de agosto de 2021, del dique diseñado con la intención de contener las impetuosas aguas del río Cauca. Líderes de esta subregión de 500.000 hectáreas y 900.000 habitantes coinciden en que es la peor crisis a la que se han enfrentado, a pesar de que históricamente La Mojana ha sido receptora de las aguas de los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge.
El Espectador visitó esa subregión del norte del país, en donde las inundaciones han dejado más de 100.000 damnificados, daños a cerca de 35.000 bienes, así como innumerables pérdidas para arroceros, ganaderos y otros pequeños productores. Seis municipios de Sucre, tres de Bolívar, uno de Córdoba y otro de Antioquia han sufrido los estragos en esta zona, ubicada en la Depresión Momposina, en el norte de Colombia.
Con una inversión inicial de $20.000 millones, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) asumió las obras de mitigación, cuyo foco principal era la construcción de un nuevo dique de más de un kilómetro. Pese a que, según la entidad, la primera fase de cierre de los trabajos terminó el 1.° de marzo, una creciente súbita del río Cauca sobrepasó las obras al día siguiente.
Ahora hay un debilitamiento de cerca de 600 metros en la estructura y fracturas en el extremo norte. Allí fueron suspendidas las obras y se estableció un nuevo cronograma, que tiene un avance del 20 %, con labores complementarias de dragado y construcción de un canal en el margen derecho del río. Para ello, se destinó una nueva inversión de $10.000 millones.
(Le puede interesar: “En La Mojana hay soluciones del siglo XIX para problemas del siglo XXI”)
Mientras tanto, habitantes de La Mojana están en alerta constante por el aumento de las lluvias en todo el país. La vida les cambió: antes dormían en tierra firme, ahora parecen navegantes en peligro.
La Mojana, desde adentro
Para llegar hasta El Cauchal, uno de los veinte corregimientos de San Benito de Abad, hay que transitar por la carretera San Marcos-Majagual, en donde se vuelve paisaje ver inmensas extensiones de tierra sumergidas en el agua. Las cercas que protegían fincas de vocación ganadera y agrícola ahora son solo una referencia para no perder de vista los linderos de cada propiedad, en un área en la cual hoy es posible navegar. A los árboles ya no se les ve el tronco y las viviendas fueron remplazadas por frágiles cambuches. Cerca de veinte familias salen semanalmente de la comunidad equipadas de madera, ladrillos, troncos, manteles y telas para asentarse a la orilla de la carretera, pese a los riesgos que esto implica. De acuerdo con el censo de la Alcaldía, serían al menos 14.000 personas damnificadas en San Benito de Abad.
“Nosotros vivíamos a 400 metros de aquí, pero nos tocó salir a la carretera porque el agua nos estaba llegando hasta el cuello. Desde que estoy acá, nunca habíamos abandonado nuestro hogar en esta época del año”, cuenta Leider Villadiego, habitante de El Cauchal, quien estaba construyendo un cambuche para resguardarse junto a su familia, de once personas. Aquí, la naturaleza ha cambiado las costumbres: en época de verano los campesinos ya no pueden sembrar arroz, plátano ni yuca, porque las parcelas permanecen inundadas. Desde la emergencia, más de 25.000 cultivos de La Mojana se han perdido.
Ahora es común ver en la vía grandes manadas de bovinos siendo transportados a zonas de sabana como Sincé, Galera y el municipio de Sucre. Debido al desbordamiento del río Cauca, el pasto ha desaparecido, afectando la alimentación del ganado y la producción de leche y carne. Por lo extenso del trayecto a atravesar, las personas que trasladan el ganado se bajan del caballo por tramos y acompañan a los animales a pie. Según el Comité Ganadero de La Mojana, las pérdidas para el sector ascienden a $30.000 millones.
(También puede leer: Los problemas sin solución que tienen con el agua hasta el cuello a La Mojana)
Más adelante está La Sierpe, el primer corregimiento del municipio de Majagual, adonde se extiende la tragedia. Todo está bajo el agua y las lluvias de la noche hacen que persistan las inundaciones en las casas, tiendas e incluso el colegio, que ya no tiene una cancha de fútbol sino una laguna, donde se podrían practicar actividades acuáticas. De acuerdo con datos de Gestión del Riesgo, en Majagual hay por lo menos 16.000 damnificados.
A menos de treinta minutos de La Sierpe hay dos corregimientos a los que solo se puede llegar en chalupa: La Sierpita y La Boca de las Mujeres. El tradicional caño Rabón, que anteriormente contenía las inundaciones, fue absorbido por las aguas del río Cauca e incomunicó a sus habitantes que, desde hace más de un mes, están pidiendo materiales de construcción, alimentos y medicinas. Las personas han construido remedos de puentes para poder pasar al otro lado.
Indefensión
“Ya tenemos dos años aguantando hambre y enfermedades. Estamos prácticamente desnudos, no tenemos a nadie que nos ampare, no tenemos una mano amiga, no tenemos una mano del Gobierno que mire por nosotros. Nos quieren contentar con cuatro kilos de arroz y cinco kilos de lentejas y ahí no está la solución; eso no compensa con lo que nosotros estamos padeciendo por aquí”, relata desesperado Ivanel Martínez, habitante de 74 años que vive en el corregimiento La Boca de las Mujeres.
Una hora separa a La Sierpe de El Portón, lugar donde inicia el ascenso hacia los corregimientos del municipio de Guaranda. Los habitantes recomiendan viajar en moto, porque las lluvias y el agua del río Cauca inundan una vía destapada que está carcomida por los huecos. La ruptura, el pasado 20 de abril, del terraplén de Los Arrastres en el corregimiento de Gavaldá, ha profundizado la emergencia en este y otros municipios de La Mojana.
Las aguas dejaron sin vía de acceso a las veredas Humo Candelaria, Humo Medio, Humo Abajo, Alto San Matías y Berlín San Matías, del corregimiento de Nueva Esperanza. Sus habitantes tuvieron que construir un puente por donde pasan personas y motocicletas. El cementerio también está a punto de quedar cubierto por las aguas.
“Definitivamente, lo que la comunidad puede aportar es poco frente a la magnitud del daño y lo costoso que es solucionar este problema”, expresa Darinel Regino, pequeño ganadero de Nueva Esperanza. La importancia del terraplén de Los Arrastres era que protegía a la zona de Rabón, que acoge a los municipios de Guaranda, Majagual, Sucre y San Benito. Para llegar allí hay que atravesar la vía más complicada de todas; por eso los habitantes del sector han puesto trozos de madera de forma estratégica para que las motos no se queden enterradas.
“Se intentó salvar una parte de la región, pero no fue posible. La fuerza del agua se llevó las obras que venía adelantando la administración municipal. Esto impacta la economía en casi un 100 %, porque no podemos sembrar arroz ni tener terrenos para la ganadería. Es la ruina para toda La Mojana y la región del San Jorge”, lamenta Franklin Martínez, líder de Gavaldá y concejal de Guaranda.
Saliendo de Gavaldá se encuentra la carretera que comunica a Guaranda con San Jacinto del Cauca (Bolívar). Aunque la vía está pavimentada en buena parte del recorrido, las aguas del Cauca ya sobrepasaron las bolsas de arena instaladas con las cuales se buscaba contener el río. A solo quince minutos del casco urbano, por la vía que antes comunicaba a San Jacinto con Nechí —el único municipio antioqueño de La Mojana—, se encuentra el famoso boquete de Cara de Gato. Este es, para la mayoría de los líderes, el principal problema de la subregión
“Si no se tapa Cara de Gato, cuando vengan los meses agresivos de lluvia, yo creería que sencillamente la región va a desaparecer. Si ya no tenemos animales, si ya las viviendas de las familias están en la carretera y deberíamos estar en verano, cuando venga la temporada de lluvias no va a quedar nada. Incluso la carretera San Marcos-Majagual puede colapsar y quedaríamos, además de inundados, aislados”. Es el comentario apocalíptico de Darinel Regino.
Las respuestas oficiales
Tras cerca de nueve meses del desastre que generó la ruptura del dique, los pobladores de La Mojana siguen esperando una solución integral a las problemáticas. Dicen que no se trata únicamente de la pérdida de cultivos y ganado, sino de las repercusiones que esto trae a largo plazo. De acuerdo con la UNGRD, en este momento hay un avance del 20 % en las obras establecidas para el nuevo cronograma: un desvío de 1.800 metros, que permita reconstruir el sistema de megabolsas; el dragado del canal de La Esperanza en San Jacinto del Cauca, para redireccionar el caudal del río, y la construcción de cinco espigones y un terraplén, que brinden estabilidad al jarillón.
“La Mojana es una zona de amortiguación de la macrocuenca río Cauca-río Magdalena, y la preparación para afrontar las temporadas cada año debe ser una constante por parte de los habitantes de la región y de las autoridades locales, ya que la materialización del riesgo en la zona se debe precisamente al uso del suelo y la forma de habitar dicho territorio”, advierte la UNGRD. A pesar del diagnóstico de las obras entregado por Gestión del Riesgo, el gobernador de Sucre, Héctor Olimpo Espinosa Óliver, asegura que en las próximas dos semanas estaría solucionada la ruptura de Cara de Gato.
Aunque varios habitantes consultados llegaron a la conclusión de que lo mejor para ellos era plantear opciones de reubicación, debido a las crecientes que se avecinan en los próximos meses, todas las entidades consultadas coincidieron en que era prácticamente imposible. “El municipio no tiene alternativas, ni siquiera el departamento. Habría que traerlos a cascos urbanos, pero ellos no quieren, prefieren tomarse la carretera. Desde el punto de vista social, se torna muy difícil”, dice Manuel Cadrazco, alcalde de San Benito de Abad, en Sucre.
Con respecto a los incentivos para las personas que lo han perdido todo a raíz de las inundaciones, la UNGRD informa que enviaron al Ministerio de Agricultura los listados de las afectaciones sobre ganado y cultivos de ocho municipios.
Cuando finalice el proceso de validación y verificación, el Ministerio remitirá a la unidad los listados y la orden de pago a los beneficiarios, y se procederá a entregar esta ayuda económica a través del Fondo Nacional de Gestión del Riesgo y el Banco Agrario de Colombia”, agrega.
Entre tanto, el gobernador de Sucre asegura que, en junio próximo, empezarán a pagar las indemnizaciones por un monto de $450.000 a $600.000 por hectárea perdida.
El sueño de los pobladores
“Nos imaginamos a La Mojana como un paraíso en donde se pueda producir arroz, carne, leche y cultivos de pancoger. La gente que vive aquí es trabajadora y no descansa hasta alcanzar sus objetivos. Deberíamos ser una nevera que provea de alimento a toda la costa atlántica, pero para eso necesitamos que den solución a los problemas de inundaciones y vías. Definitivamente, seríamos un paraíso terrenal que aportaría al PIB de la nación en un porcentaje muy alto”, concluye el ganadero Darinel Regino.