Darién: el tramo final de una migración en ascenso
Alrededor de 100 y 200 migrantes atraviesan cada día el mar Caribe de manera regulada, desde Necoclí hasta el corregimiento de Capurganá. El agua salada y la selva los separa de Centroamérica, donde continuarán la ruta para llegar hasta Estados Unidos y Canadá.
Generalmente los migrantes entran al país por las fronteras que se encuentran en ciudades como Cúcuta (Norte de Santander) e Ipiales (Nariño). Atraviesan todo el territorio nacional hasta llegar a la región del Darién, en el Urabá. Ese es el último punto en su paso por Colombia y también es el más complejo de todos. No basta el transporte terrestre, en Necoclí deben comprar tiquetes para una embarcación que les permita cruzar el mar Caribe hasta llegar al departamento del Chocó. Una vez allí solo les queda enfrentarse al Tapón del Darién, el punto más crítico y peligroso de toda la ruta que va desde Sur América en países como Chile, Brasil y Argentina, hasta Norteamérica.
El fenómeno migratorio ha sido histórico en la región, pero comenzó a hacerse visible entre 2014 y 2015, cuando 4.000 cubanos quedaron represados en Turbo (Antioquia), por donde salían las embarcaciones hacia Chocó. Esta realidad es dinámica y evoluciona constantemente, por eso cuando mejoraron los muelles en Necoclí, los botes comenzaron a salir con más frecuencia y por eso ahora las personas llegan hasta allí para emigrar. El flujo llegó a ser tan intenso que entre septiembre y octubre de 2021 cerca de 22.000 migrantes se quedaron varados en el lugar, a la espera de que llegara su turno de salida. Cada día eran alrededor de 1.000 personas las que llegaban y solo 500 las que salían porque Panamá solo permitía el ingreso de 500 personas al día.
Entre enero y noviembre de 2021 fueron 126.675 las personas que ingresaron a Panamá de forma irregular por la frontera con Colombia, según el Servicio Nacional de Migración de este país. El mes de más ingresos fue octubre, con 25.904 migrantes, y sus regiones de procedencia eran: las Antillas (Cuba y Haití), con el 77 %; América del Sur (Chile, Brasil y Venezuela), con el 17 %; África (Ghana, Senegal y Angola), y Asia (Bangladesh, Uzbekistán e India), con el 3 % cada uno.
Algunos migrantes van con niños de brazos y otros con sus morrales repletos de ropa y comida. El peso y el cansancio hacen que se desprendan de chaquetas, tenis y alimentos. Ir de Capurganá hasta Bajo Chiquito (Panamá) puede costar entre US$300 y US$500, y tardar entre tres días y una semana. En ese tiempo son varios los peligros con los que se pueden topar los migrantes.
Generalmente los migrantes entran al país por las fronteras que se encuentran en ciudades como Cúcuta (Norte de Santander) e Ipiales (Nariño). Atraviesan todo el territorio nacional hasta llegar a la región del Darién, en el Urabá. Ese es el último punto en su paso por Colombia y también es el más complejo de todos. No basta el transporte terrestre, en Necoclí deben comprar tiquetes para una embarcación que les permita cruzar el mar Caribe hasta llegar al departamento del Chocó. Una vez allí solo les queda enfrentarse al Tapón del Darién, el punto más crítico y peligroso de toda la ruta que va desde Sur América en países como Chile, Brasil y Argentina, hasta Norteamérica.
El fenómeno migratorio ha sido histórico en la región, pero comenzó a hacerse visible entre 2014 y 2015, cuando 4.000 cubanos quedaron represados en Turbo (Antioquia), por donde salían las embarcaciones hacia Chocó. Esta realidad es dinámica y evoluciona constantemente, por eso cuando mejoraron los muelles en Necoclí, los botes comenzaron a salir con más frecuencia y por eso ahora las personas llegan hasta allí para emigrar. El flujo llegó a ser tan intenso que entre septiembre y octubre de 2021 cerca de 22.000 migrantes se quedaron varados en el lugar, a la espera de que llegara su turno de salida. Cada día eran alrededor de 1.000 personas las que llegaban y solo 500 las que salían porque Panamá solo permitía el ingreso de 500 personas al día.
Entre enero y noviembre de 2021 fueron 126.675 las personas que ingresaron a Panamá de forma irregular por la frontera con Colombia, según el Servicio Nacional de Migración de este país. El mes de más ingresos fue octubre, con 25.904 migrantes, y sus regiones de procedencia eran: las Antillas (Cuba y Haití), con el 77 %; América del Sur (Chile, Brasil y Venezuela), con el 17 %; África (Ghana, Senegal y Angola), y Asia (Bangladesh, Uzbekistán e India), con el 3 % cada uno.
Algunos migrantes van con niños de brazos y otros con sus morrales repletos de ropa y comida. El peso y el cansancio hacen que se desprendan de chaquetas, tenis y alimentos. Ir de Capurganá hasta Bajo Chiquito (Panamá) puede costar entre US$300 y US$500, y tardar entre tres días y una semana. En ese tiempo son varios los peligros con los que se pueden topar los migrantes.