Denuncian envenenamiento de un millón y medio de abejas en Valle del Cauca
Según el dueño del apiario El Jardín, en el municipio de Sevilla, 15 colmenas, con 100.000 abejas cada una, fueron envenenadas, eliminando cerca del 30 por ciento de la población del lugar.
- Redacción Nacional
En la vereda Morro Azul, en el municipio de Sevilla, en el norte de Valle del Cauca, denunciaron un crimen ambiental: un millón y medio de abejas fueron envenenadas. De acuerdo con Julio César Campuzano, dueño de la Fábrica El Jardín, los responsables llegaron de noche y vertieron una sustancia parecida al cemento en 15 colmenas, cada una con aproximadamente 100.000 abejas. El resultado fue la muerte inmediata de un millón y medio de abejas, es decir, cerca del 30 por ciento de la población del apiario.
Estas abejas sirven para la producción de miel, cera y dulces de la empresa El Jardín, una de las más reconocidas a nivel regional y nacional.
Campuzano no descartó que haya sido una obra criminal “por envidia o venganza por parte de empleados”, pues se encontraron rastros del veneno dentro de cada colmena, lo que significa que abrieron una por una para echarlo.
Por lo pronto, Campuzano dijo que se tomarán medidas como la instalación de cámaras o rejas para evitar la entrada al lugar, y así dar con los autores.
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La importancia de las abejas
Además de la producción de miel, las abejas se encargan de recolectar el polen de las plantas en la naturaleza. Aunque existan más de 20.000 especies de insectos y animales polinizadores como las avispas, las polillas, las mariposas y los colibríes, las abejas representan más del 80 por ciento de las polinizaciones en el mundo.Además, estos insectos amarillos cumplen un papel fundamental en el sector agrícola. De acuerdo con la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES en inglés), entre 235.000 y 577.000 millones de dólares son directamente dependientes de la acción de los polinizadores en las cosechas mundiales.
En una publicación de 2016, la vicepresidenta de la IPBES, Simon Potts, señaló que “sin los polinizadores, muchos de nosotros no podríamos consumir café, chocolate o manzanas, entre otros alimentos de la vida diaria”.
Por decirlo así, tres de cuatro alimentos de nuestro plato se debe al trabajo de las abejas.
Debido a la utilización de insecticidas y plaguicidas, a los que las abejas son especialmente sensibles, el aumento de urbanizaciones, la explotación de las colmenas, la importación de grandes productores, y la destrucción de ecosistemas, las poblaciones de abejas se han visto notablemente (y peligrosamente) disminuidas.
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Entre 1972 y 2006 hubo un cambio dramático en la especie, a tal punto de llegar a casi extinguirse en algunos lugares, como zonas de Estados Unidos.
En el caso de Colombia, durante un foro realizado en septiembre de 2018, la senadora Maritza Martínez Aristizábal señaló que, pese a que no existen cifras oficiales sobre la situación de los polinizadores en el país, investigaciones de colectivos y organizaciones aseguran que, por año, desaparecen alrededor de 10.500 colmenas, y que en los últimos tres años se han registrado envenenamientos y muertes masivas de al menos el 34 por ciento del total de colmenas del país, es decir 15.677 colmenas.
Asimismo, añadió que, en aras de garantizar la ejecución de estrategias para la protección de los polinizadores, se crearía el Sistema Nacional de Apicultura bajo el cargo del Ministerio de Agricultura, que realizaría estudios técnicos cada seis meses para determinar el estado de la polinización en todo el territorio nacional.
En noviembre, como respuesta a una tutela emitida por el abogado Joaquín Torres en representación de autoridades ambientales y de agricultura, el Juzgado Primero Penal del Circuito con Funciones de Conocimiento de Cartagena le ordenó al Estado colombiano detener la extinción de abejas en el país, y promover políticas de protección ambiental.
En la vereda Morro Azul, en el municipio de Sevilla, en el norte de Valle del Cauca, denunciaron un crimen ambiental: un millón y medio de abejas fueron envenenadas. De acuerdo con Julio César Campuzano, dueño de la Fábrica El Jardín, los responsables llegaron de noche y vertieron una sustancia parecida al cemento en 15 colmenas, cada una con aproximadamente 100.000 abejas. El resultado fue la muerte inmediata de un millón y medio de abejas, es decir, cerca del 30 por ciento de la población del apiario.
Estas abejas sirven para la producción de miel, cera y dulces de la empresa El Jardín, una de las más reconocidas a nivel regional y nacional.
Campuzano no descartó que haya sido una obra criminal “por envidia o venganza por parte de empleados”, pues se encontraron rastros del veneno dentro de cada colmena, lo que significa que abrieron una por una para echarlo.
Por lo pronto, Campuzano dijo que se tomarán medidas como la instalación de cámaras o rejas para evitar la entrada al lugar, y así dar con los autores.
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La importancia de las abejas
Además de la producción de miel, las abejas se encargan de recolectar el polen de las plantas en la naturaleza. Aunque existan más de 20.000 especies de insectos y animales polinizadores como las avispas, las polillas, las mariposas y los colibríes, las abejas representan más del 80 por ciento de las polinizaciones en el mundo.Además, estos insectos amarillos cumplen un papel fundamental en el sector agrícola. De acuerdo con la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES en inglés), entre 235.000 y 577.000 millones de dólares son directamente dependientes de la acción de los polinizadores en las cosechas mundiales.
En una publicación de 2016, la vicepresidenta de la IPBES, Simon Potts, señaló que “sin los polinizadores, muchos de nosotros no podríamos consumir café, chocolate o manzanas, entre otros alimentos de la vida diaria”.
Por decirlo así, tres de cuatro alimentos de nuestro plato se debe al trabajo de las abejas.
Debido a la utilización de insecticidas y plaguicidas, a los que las abejas son especialmente sensibles, el aumento de urbanizaciones, la explotación de las colmenas, la importación de grandes productores, y la destrucción de ecosistemas, las poblaciones de abejas se han visto notablemente (y peligrosamente) disminuidas.
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Entre 1972 y 2006 hubo un cambio dramático en la especie, a tal punto de llegar a casi extinguirse en algunos lugares, como zonas de Estados Unidos.
En el caso de Colombia, durante un foro realizado en septiembre de 2018, la senadora Maritza Martínez Aristizábal señaló que, pese a que no existen cifras oficiales sobre la situación de los polinizadores en el país, investigaciones de colectivos y organizaciones aseguran que, por año, desaparecen alrededor de 10.500 colmenas, y que en los últimos tres años se han registrado envenenamientos y muertes masivas de al menos el 34 por ciento del total de colmenas del país, es decir 15.677 colmenas.
Asimismo, añadió que, en aras de garantizar la ejecución de estrategias para la protección de los polinizadores, se crearía el Sistema Nacional de Apicultura bajo el cargo del Ministerio de Agricultura, que realizaría estudios técnicos cada seis meses para determinar el estado de la polinización en todo el territorio nacional.
En noviembre, como respuesta a una tutela emitida por el abogado Joaquín Torres en representación de autoridades ambientales y de agricultura, el Juzgado Primero Penal del Circuito con Funciones de Conocimiento de Cartagena le ordenó al Estado colombiano detener la extinción de abejas en el país, y promover políticas de protección ambiental.