La nuez a la que le apuesta el Vichada
En el departamento se encuentra el cultivo más grande de marañón del país y la primera planta de alta tecnología de procesamiento del fruto seco en Colombia. Buscan el éxito de Brasil e India y producir hasta mil toneladas anuales.
Carlos Eduardo Díaz Rincón
Para llegar a la Reserva Natural Refugio Nimajay, donde se encuentra la plantación más grande de marañón de Colombia, hay que transitar por la carretera nacional que comunica a Puerto Carreño con el resto del país y luego tomar un desvío por una trocha. El suelo tiene color rojizo y es muy común que los vehículos se queden estancados por las constantes lluvias, mientras que en el camino no se ve nada más que las enormes llanuras del Vichada, sin cultivos ni animales, lo cual solo cambia cuando comienzan a sobresalir numerosos árboles de marañón.
“Los árboles viven hasta cuarenta años y empiezan a dar frutos a partir del cuarto año. La cosecha se da en verano: entre finales de enero y principios de abril”, cuenta Sara Beltrán, gerente general de Marañones de la Orinoquia, quien desde hace más de una década, junto a su equipo, investiga la forma de hacer sostenible el cultivo de esta nuez en el Vichada, que tiene un clima tropical húmedo, que coincide con el de países que han tenido éxito en su producción y exportación: Brasil, India y Vietnam, entre otros. “Al inicio, exploramos los cultivos de pino, acacia y eucalipto, pero encontramos que eran muy invasivos”, añadió.
En Colombia se consumen 220 toneladas de marañón al año, el 75 % de los cuales viene de Brasil y el 25 % de la India. Esto significa poco más de una quinta parte de la cantidad que la empresa tiene previsto producir en la primera planta de procesamiento de esta nuez en el país, con la que buscan dar nuevas oportunidades al departamento, que tiene alrededor de 77.000 habitantes y que, según el DANE, en 2019 tenía 10.124 unidades de producción agropecuaria, de las cuales solo el 13 % tiene algún tipo de innovación.
En los últimos años, las actividades económicas más significativas fueron los cultivos de maíz, yuca y palma de aceite; así como la ganadería, pero lejos de dedicarse a ello, Beltrán encontró en el Anacardium occidentale, o marañón, un fruto seco repleto de antioxidantes, grasas saludables y minerales como selenio, magnesio, hierro y zinc; con una posibilidad inmensa, pues no solo se pueden hacer jaleas, jugos y pulpas, entre otras cosas, sino que además de la almendra de la nuez pueden salir harinas, mientras que la cáscara se puede usar en la industria química y aeronáutica. “Con el auge de alimentos saludables y superalimentos, el marañón se convierte en una opción muy demandada (…). Las semillas vinieron de material genético que había dado Agrosavia (antes llamada Corpoica)”, señaló Beltrán.
Para Laura Arango, asesora técnico-científica de Marañones de la Orinoquia, la genética ha sido uno de los factores claves para mejorar la calidad industrial. Por ello, identifican los mejores árboles para clonarlos y producir nueces tipo jumbo, del más alto valor en el mercado internacional. “Utilizamos materiales rústicos para injertar las ramas y conseguir la parte del árbol que queremos multiplicar”, precisó y destacó el uso de maquinaria para controlar la maleza, en lugar de herbicidas.
En la Reserva Natural Refugio Nimajay hay unos 55.000 árboles de marañón en 680 hectáreas de tierra. Lo que inició como un proceso de reforestación terminó en la creación de una nueva industria en la cual priman la tecnología y la agricultura de precisión. “Tenemos un sistema de georreferenciación: vamos árbol por árbol, tomando GPS de cada uno. Esto nos permite conocer y prever la incidencia de plagas y enfermedades, así como la productividad de cada uno, dependiendo de su tipo”, explicó Duván Ocampo, ingeniero agrónomo de la plantación, que genera veinte empleos directos. “La idea es migrar hacia el monitoreo aéreo, con el uso de drones que tomen fotos y vídeos de la plantación”.
No obstante, los avances ya se ven. En el terreno se han registrado cosechas de hasta cincuenta kilos. Como cuenta Sara Beltrán, la producción se mantiene constante a partir del año diez de cada planta y decrece cuando cumplen veinte. “Si no se cultiva con cuidado, puede haber repercusiones para el medio ambiente, sobre todo por la utilización de químicos”, aseveró. Los cuidados también deben estar sobre la cadena de producción, ya que la mayoría de los productos del marañón requieren refrigeración, por lo que su transporte no es tan fácil como el de otras cosechas. “Por una tonelada de nuez salen siete de manzana”, agregó.
Hay unas por otras. Lo bueno de los cultivos de marañón es que no es necesario el riego, debido a las constantes lluvias que se presentan en el Vichada y en la región Orinoquia. “De todas formas, tenemos que fertilizar los árboles. La cantidad y la frecuencia depende de las necesidades de los clones, que monitoreamos todos los días”, sostuvo la asesora Arango. En la misma línea, manifiesta que el hecho de producir sus propias semillas los ha llevado a conseguir un rendimiento hasta del 25 % de almendra, cuando a escala mundial está cerca del 20 %.
Con la llegada de la planta de procesamiento de alta tecnología, esperan que pasen de producir 130 toneladas de marañón al año a mil en el mismo tiempo, por lo que toda la fe ha estado depositada en su llegada y puesta en marcha, que no ha sido fácil, ya que la maquinaria fue comprada en India y, debido a las condiciones de las carreteras colombianas, se demoró más en llegar de Cartagena a Puerto Carreño que de India a la ciudad amurallada. En la compra, traslado e instalación se invirtieron más de $2.000 millones, que adquirieron con el Banco Agrario. “Nos percatamos de que la cartera para este fruto era de cero pesos, lo cual implicaba que nadie podía acceder a créditos”, indicó Francisco José Mejía, saliente presidente de la entidad bancaria.
¿Qué se hace con la planta?
La planta cumple con siete pasos: primero se limpia el marañón en una tolva, luego lo someten a cocción, para separar internamente la almendra. De ahí, se pasa a clasificar las nueces por tamaños, para después cortarlas, separar la almendra de la cáscara, secarlas en una máquina de aire y, finalmente, empacarlas para distribuir. Esa última etapa manual la hacen mujeres de la región. “Queremos posicionar el marañón del Vichada como referente en el mundo”, expresó Álvaro Posso, gerente de la planta de procesamiento.
“El marañón va a ser la base de nuestro desarrollo”, aseguró Álvaro Arley León, gobernador del Vichada, quien mencionó su intención de llegar con proyectos productivos a los resguardos indígenas y dar solución a uno de los problemas más grandes del departamento: la generación de ingresos propios. De igual modo, Jair Esteban Beltrán, alcalde de Puerto Carreño, aseguró que se siente honrado de que la planta esté en la capital del Vichada, pues generará un impacto positivo sobre el empleo. “Hace cuarenta años se sembraron los primeros árboles de marañón y a quienes lo hicieron los tildaron de locos. Hoy damos un paso hacia un proceso más tecnificado”.
Entre tanto, Sara Beltrán confiesa que su principal objetivo con Marañones de la Orinoquia es contribuir al desarrollo social y económico del departamento. “Estamos buscando alianzas para ayudar a los campesinos a comercializar y a orientarlos en las buenas prácticas que hemos aprendido. En ocasiones, es necesario realizar seis fertilizaciones al año, lo que podría llevar al abandono de los cultivos”, manifestó. Asimismo, sostuvo que buscarán insertarse en el mercado internacional, para llevar el marañón del Vichada a Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea, principales importadores de esta nuez. Por lo pronto, seguirán proveyendo, con su marca Kjú, a restaurantes y empresas que empacan mezclas de frutos secos en el país. “De ahora en adelante hay un reto de transporte desde Puerto Carreño a otras ciudades y a Cartagena, para una posible exportación. Si pudimos traer maquinaria de cinco toneladas, somos capaces de superar el obstáculo de la accesibilidad”, concluyó Beltrán.
Para llegar a la Reserva Natural Refugio Nimajay, donde se encuentra la plantación más grande de marañón de Colombia, hay que transitar por la carretera nacional que comunica a Puerto Carreño con el resto del país y luego tomar un desvío por una trocha. El suelo tiene color rojizo y es muy común que los vehículos se queden estancados por las constantes lluvias, mientras que en el camino no se ve nada más que las enormes llanuras del Vichada, sin cultivos ni animales, lo cual solo cambia cuando comienzan a sobresalir numerosos árboles de marañón.
“Los árboles viven hasta cuarenta años y empiezan a dar frutos a partir del cuarto año. La cosecha se da en verano: entre finales de enero y principios de abril”, cuenta Sara Beltrán, gerente general de Marañones de la Orinoquia, quien desde hace más de una década, junto a su equipo, investiga la forma de hacer sostenible el cultivo de esta nuez en el Vichada, que tiene un clima tropical húmedo, que coincide con el de países que han tenido éxito en su producción y exportación: Brasil, India y Vietnam, entre otros. “Al inicio, exploramos los cultivos de pino, acacia y eucalipto, pero encontramos que eran muy invasivos”, añadió.
En Colombia se consumen 220 toneladas de marañón al año, el 75 % de los cuales viene de Brasil y el 25 % de la India. Esto significa poco más de una quinta parte de la cantidad que la empresa tiene previsto producir en la primera planta de procesamiento de esta nuez en el país, con la que buscan dar nuevas oportunidades al departamento, que tiene alrededor de 77.000 habitantes y que, según el DANE, en 2019 tenía 10.124 unidades de producción agropecuaria, de las cuales solo el 13 % tiene algún tipo de innovación.
En los últimos años, las actividades económicas más significativas fueron los cultivos de maíz, yuca y palma de aceite; así como la ganadería, pero lejos de dedicarse a ello, Beltrán encontró en el Anacardium occidentale, o marañón, un fruto seco repleto de antioxidantes, grasas saludables y minerales como selenio, magnesio, hierro y zinc; con una posibilidad inmensa, pues no solo se pueden hacer jaleas, jugos y pulpas, entre otras cosas, sino que además de la almendra de la nuez pueden salir harinas, mientras que la cáscara se puede usar en la industria química y aeronáutica. “Con el auge de alimentos saludables y superalimentos, el marañón se convierte en una opción muy demandada (…). Las semillas vinieron de material genético que había dado Agrosavia (antes llamada Corpoica)”, señaló Beltrán.
Para Laura Arango, asesora técnico-científica de Marañones de la Orinoquia, la genética ha sido uno de los factores claves para mejorar la calidad industrial. Por ello, identifican los mejores árboles para clonarlos y producir nueces tipo jumbo, del más alto valor en el mercado internacional. “Utilizamos materiales rústicos para injertar las ramas y conseguir la parte del árbol que queremos multiplicar”, precisó y destacó el uso de maquinaria para controlar la maleza, en lugar de herbicidas.
En la Reserva Natural Refugio Nimajay hay unos 55.000 árboles de marañón en 680 hectáreas de tierra. Lo que inició como un proceso de reforestación terminó en la creación de una nueva industria en la cual priman la tecnología y la agricultura de precisión. “Tenemos un sistema de georreferenciación: vamos árbol por árbol, tomando GPS de cada uno. Esto nos permite conocer y prever la incidencia de plagas y enfermedades, así como la productividad de cada uno, dependiendo de su tipo”, explicó Duván Ocampo, ingeniero agrónomo de la plantación, que genera veinte empleos directos. “La idea es migrar hacia el monitoreo aéreo, con el uso de drones que tomen fotos y vídeos de la plantación”.
No obstante, los avances ya se ven. En el terreno se han registrado cosechas de hasta cincuenta kilos. Como cuenta Sara Beltrán, la producción se mantiene constante a partir del año diez de cada planta y decrece cuando cumplen veinte. “Si no se cultiva con cuidado, puede haber repercusiones para el medio ambiente, sobre todo por la utilización de químicos”, aseveró. Los cuidados también deben estar sobre la cadena de producción, ya que la mayoría de los productos del marañón requieren refrigeración, por lo que su transporte no es tan fácil como el de otras cosechas. “Por una tonelada de nuez salen siete de manzana”, agregó.
Hay unas por otras. Lo bueno de los cultivos de marañón es que no es necesario el riego, debido a las constantes lluvias que se presentan en el Vichada y en la región Orinoquia. “De todas formas, tenemos que fertilizar los árboles. La cantidad y la frecuencia depende de las necesidades de los clones, que monitoreamos todos los días”, sostuvo la asesora Arango. En la misma línea, manifiesta que el hecho de producir sus propias semillas los ha llevado a conseguir un rendimiento hasta del 25 % de almendra, cuando a escala mundial está cerca del 20 %.
Con la llegada de la planta de procesamiento de alta tecnología, esperan que pasen de producir 130 toneladas de marañón al año a mil en el mismo tiempo, por lo que toda la fe ha estado depositada en su llegada y puesta en marcha, que no ha sido fácil, ya que la maquinaria fue comprada en India y, debido a las condiciones de las carreteras colombianas, se demoró más en llegar de Cartagena a Puerto Carreño que de India a la ciudad amurallada. En la compra, traslado e instalación se invirtieron más de $2.000 millones, que adquirieron con el Banco Agrario. “Nos percatamos de que la cartera para este fruto era de cero pesos, lo cual implicaba que nadie podía acceder a créditos”, indicó Francisco José Mejía, saliente presidente de la entidad bancaria.
¿Qué se hace con la planta?
La planta cumple con siete pasos: primero se limpia el marañón en una tolva, luego lo someten a cocción, para separar internamente la almendra. De ahí, se pasa a clasificar las nueces por tamaños, para después cortarlas, separar la almendra de la cáscara, secarlas en una máquina de aire y, finalmente, empacarlas para distribuir. Esa última etapa manual la hacen mujeres de la región. “Queremos posicionar el marañón del Vichada como referente en el mundo”, expresó Álvaro Posso, gerente de la planta de procesamiento.
“El marañón va a ser la base de nuestro desarrollo”, aseguró Álvaro Arley León, gobernador del Vichada, quien mencionó su intención de llegar con proyectos productivos a los resguardos indígenas y dar solución a uno de los problemas más grandes del departamento: la generación de ingresos propios. De igual modo, Jair Esteban Beltrán, alcalde de Puerto Carreño, aseguró que se siente honrado de que la planta esté en la capital del Vichada, pues generará un impacto positivo sobre el empleo. “Hace cuarenta años se sembraron los primeros árboles de marañón y a quienes lo hicieron los tildaron de locos. Hoy damos un paso hacia un proceso más tecnificado”.
Entre tanto, Sara Beltrán confiesa que su principal objetivo con Marañones de la Orinoquia es contribuir al desarrollo social y económico del departamento. “Estamos buscando alianzas para ayudar a los campesinos a comercializar y a orientarlos en las buenas prácticas que hemos aprendido. En ocasiones, es necesario realizar seis fertilizaciones al año, lo que podría llevar al abandono de los cultivos”, manifestó. Asimismo, sostuvo que buscarán insertarse en el mercado internacional, para llevar el marañón del Vichada a Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea, principales importadores de esta nuez. Por lo pronto, seguirán proveyendo, con su marca Kjú, a restaurantes y empresas que empacan mezclas de frutos secos en el país. “De ahora en adelante hay un reto de transporte desde Puerto Carreño a otras ciudades y a Cartagena, para una posible exportación. Si pudimos traer maquinaria de cinco toneladas, somos capaces de superar el obstáculo de la accesibilidad”, concluyó Beltrán.