“El río Carare está pelado”: pescadores

La mortandad de peces en Cimitarra (Santander) afecta la economía local. Autoridades ambientales investigan si el problema está relacionado con la actividad minera en Boyacá, pues el uso de químicos estaría contaminando el río.

Laura Duarte Sandoval
22 de mayo de 2022 - 02:00 a. m.
Los campesinos se quejan de que por estos días no hay nada para pescar en el río Carare. / Cortesía: Nicolás Gómez
Los campesinos se quejan de que por estos días no hay nada para pescar en el río Carare. / Cortesía: Nicolás Gómez
Foto: Nicolás Andrés Gómez
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Así como se mueven las aguas del río Carare, de forma lenta y turbia, avanzan con lentitud las soluciones para los habitantes de los municipios del departamento de Santander afectados por dos episodios de mortandad de peces ocurridos este año a orillas de ese río.

Los ribereños del río Carare están preocupados porque la mortandad de toneladas de peces está afectando su economía y su territorio en términos medioambientales. El pasado 17 de abril, en el corregimiento de Puerto Araújo, en Cimitarra, Santander, campesinos presenciaron el segundo episodio de mortandad, más fuerte que el primero, registrado en marzo en la quebrada La Cascajera, corregimiento La India, también en Cimitarra.

Ahora, hay cientos de pescadores sin trabajo, pues, luego de la mortandad, según Luis Fernando Serna, director de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC), la fauna en el río desapareció en un 80 %. Esto no solo afecta a los pescadores de Cimitarra, sino a otras poblaciones ribereñas del Carare en municipios como La Belleza, Puerto Parra, Landázuri, El Peñón, Bolívar y Sucre, en Santander.

Murieron bocachicos, bagres, tilapias, patalós, mohínos o comelones, y hasta cangrejos, camarones y un sinnúmero de anfibios. La economía de restaurantes y supermercados también se ha visto afectada, porque deben comprar los pescados en Puerto Berrío y Barrancabermeja, lo que genera mayores costos.

“Mi actividad económica en este momento es precaria, porque yo vivía de la pesca. He intentado pescar luego de los sucesos, pero no hay nada. El río está pelado, entonces terminamos volviendo sin nada”, cuenta Anderson Carrillo Restrepo, pescador del corregimiento de Puerto Araújo, en Cimitarra.

Carrillo, de cuarenta años, se ha dedicado durante más de la mitad de su vida a la pesca y no sabe hacer otra cosa. En este momento, así como otros pescadores en poblaciones cercanas al río Carare, ignora de qué va a vivir mientras el río recupera su ecosistema.

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“Nosotros pescábamos dos o tres veces a la semana, hacíamos más o menos $600.000 en cada pesca y traíamos entre setenta a ochenta libras de pescado”, comenta Carrillo. Sin embargo, ahora que no hay peces sus ingresos han disminuido a cero. “Cuando nosotros pescamos nos toca invertir en combustible, aceite, víveres y hielos para conservar el pescado. Esa es una inversión grande, y si no cogemos peces, pues se pierde esa plata. Entonces, ¿para qué invertir en donde no vamos a tener ganancia?”, reflexiona Carrillo.

Los ribereños alegan que las autoridades locales y ambientales han ignorado esta problemática y no se han comunicado con ellos para explicarles la razón de la mortandad, luego de que ellos les plantearan que podría deberse a los desechos que provienen de las minas de Muzo, en Boyacá.

Según los habitantes, a pesar de que la Corporación Autónoma Regional de Santander (CAS) se comprometió a investigar si la actividad de la minería en Muzo estaría relacionada con la mortandad de peces, aún no les han dado respuesta ni les han ofrecido ayuda para sobrellevar la difícil situación económica que afrontan.

¿Por qué mueren los peces?

Entre los pescadores de agua dulce se usa el concepto de “embarbascar” para referirse a un fenómeno en el que las aguas del río se ponen más turbias y espesas de lo normal, como si cargaran grandes cantidades de tierra y lodo en su interior. Esto fue el que ocurrió en marzo y abril de 2022 en el río Carare, cuando, según los ribereños, el agua empezó a llegar más espesa desde el norte.

Ese lodo que carga el agua penetra las branquias de los peces, impidiéndoles respirar y mueren asfixiados. “Los peces se mueren porque el río baja con un agua muy lodosa y se les tapan las agallas, por eso no pueden absorber el oxígeno”, explica Carrillo.

Según los ribereños, las “embarbascadas” ya han ocurrido antes en el río Carare, pero en otras ocasiones se han generado por la creciente del río, las altas lluvias o algún derrumbe que genera que grandes cantidades de tierra ingresen en el agua.

Sin embargo, aseguran, durante los días de la mortandad ninguna de esas situaciones ocurrió. Por ello, argumentan que el lodo que se desplazó en el agua no fue efecto de un fenómeno natural, sino de manos humanas que vertieron la tierra en alguna vertiente del río. Es por ello que los habitantes de la zona relacionan al hecho con la minería en Boyacá.

“No hubo una creciente, ni se cayó un barranco, que hubiera sido normal. Eso quiere decir que alguien es el responsable y vertió algo en la parte de arriba del río, que llegó al cauce y enlodó el agua”, asegura Serna.

Ómar Esneider Galvis, secretario de Agricultura y Medio Ambiente de Cimitarra, le dijo a El Espectador que no se han comunicado con los campesinos, pues aún no tienen información para darles una respuesta sobre el origen de la mortandad. “En este momento estamos en una mesa de trabajo con las corporaciones de los diferentes departamentos que convergen con el río: Cundinamarca, Santander y Boyacá. Hasta ahora estamos en investigaciones sobre qué probabilidades hay de que la minería que se presenta en Boyacá pueda estar afectando a los peces”.

Para Serna, la respuesta de las autoridades ambientales, en especial de la CAS, llega de forma tardía. “Necesitamos que las autoridades asuman su papel, apliquen la ley y hagan su trabajo. En este año van dos mortandades y no ha pasado nada, no hay ningún responsable”, reclama.

Asimismo, según Mercedes Calderón, presidenta de la junta del barrio Los Lagos, de Puerto Araújo, las autoridades fueron solo el día de la tragedia y luego de eso no les han informado nada al respecto. “Nos dijeron que sacáramos una muestra de agua y un pez para estudiarlo, pero de ahí en adelante no ha pasado nada más”.

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La situación de los pescadores podría empeorar, pues no tendrían trabajo durante aproximadamente dos años o más, que es lo que según ellos se demoraría el río Carare en restablecer su fauna de forma natural.

Esta hipótesis es confirmada por el secretario de Agricultura y Medio Ambiente de Cimitarra, quien asegura que la única forma para que el río recupere la fauna prontamente es si las autoridades ambientales hacen una repoblación de las especies nativas.

Sin embargo, según la Secretaría, aún no es posible repoblar el río, ya que la mortandad se podría presentar otra vez. “Primero tenemos que determinar de dónde viene el problema, porque de nada serviría poner esfuerzos para repoblar si la situación puede volver a pasar. Después de conocer la causa, se mirará qué solución se les puede plantear a los ribereños y pescadores”, afirma Galvis.

En el caso de que el enlodamiento del agua y, por ende, la muerte de los peces sea causada por las actividades mineras, lo que esperan la autoridades es que entre las muestras tomadas en el río salgan los químicos que se usan en la extracción de oro y esmeraldas, como el mercurio y el cianuro.

Por el momento, los ribereños esperan que las autoridades puedan atender no solo los problemas ambientales sino económicos que están viviendo. “Esta situación es una amenaza no solo al ecosistema animal, sino a todos nosotros que vivimos sobre la ribera y nos beneficiamos alimentariamente del río”, concluye Serna.

Laura Duarte Sandoval

Por Laura Duarte Sandoval

Periodista y politóloga de la Universidad Javeriana de Bogotá, con énfasis en comunicación política, democracia, procesos electorales y movilización social.@laurad_duartelduarte@elespectador.com

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