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“En La Mojana no ha habido soluciones de fondo”

La subregión de La Mojana continúa en crisis debido a las inundaciones generadas por las temporadas de lluvias. Las comunidades aseguran que el gobierno no ha implementado planes integrales que den solución definitiva a la problemática.

Carlos Eduardo Díaz Rincón
15 de diciembre de 2021 - 04:59 p. m.
La crisis en La Mojana se intensificó en agosto de este año cuando se desbordó el río Cauca tras el rompimiento de un dique en el sector conocido como Cara e’ Gato, dejando a más de 30 mil personas damnificadas. Imagen de referencia.
La crisis en La Mojana se intensificó en agosto de este año cuando se desbordó el río Cauca tras el rompimiento de un dique en el sector conocido como Cara e’ Gato, dejando a más de 30 mil personas damnificadas. Imagen de referencia.
Foto: Gobernación de Sucre
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La Mojana sigue esperando una respuesta sobre los estragos que han dejado las lluvias en la subregión. Aunque el Gobierno Nacional anunció en octubre una inversión de $2.5 billones para la construcción de un dique direccional con 33 compuertas hidráulicas, las comunidades reclaman acciones inmediatas y un cambio de enfoque en los proyectos que se implementan en el territorio.

La subregión, ubicada en el norte de Colombia, abarca cuatro departamentos y está compuesta por los municipios de San Marcos, Sucre, San Benito, Majagual, Guaranda y Caimito, en Sucre; Magangué, Achí y San Jacinto del Cauca, en Bolívar; Ayapel, en Córdoba, y Nechí, en Antioquia. Confluyen los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge, tres de los grandes cuerpos de agua del país, una característica que hace de esta una región propensa a inundaciones.

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La crisis en La Mojana se intensificó en agosto de este año cuando se desbordó el río Cauca tras el rompimiento de un dique en el sector conocido como Cara e’ Gato, dejando a más de 30 mil personas damnificadas. El 20 de noviembre se cumplió el plazo que había establecido el gobierno y la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) para cerrar el boquete por el que se sigue filtrando el agua. Las inundaciones en La Mojana han afectado a cerca de 80 mil personas este año, siendo la población de Sucre la más devastada. El Espectador entrevistó a Catalina Pérez Pérez, lideresa de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, de Sincelejo.

¿Cuál es la principal problemática que enfrenta La Mojana en este momento?

Las inundaciones, que están haciendo daño en el territorio, especialmente a los pequeños y medianos productores de arroz y a las comunidades menos favorecidas de la región. Esto es un flagelo: la gente de la región se encuentra con menos esperanzas. Algunos me dicen que es como si los mojaneros no perteneciéramos a este país.

¿Cuáles son los municipios con las situaciones más críticas?

Prácticamente todos los municipios que pertenecen a La Mojana, pero los más afectados son Guaranda y Majagual por parte de la boca de Cara e’ Gato, que es la cobertura por donde más entra el agua del río Cauca. Cuando llegó el presidente Duque, esta cobertura tenía 300 metros de ancho y él le prometió a la gente que lo resolvería en 80 días. Esos 80 días se cumplieron el 20 de noviembre. Ya no son 300 metros, ahora es un kilómetro de longitud que tiene la boca de Cara e’ Gato. Hablaba con pequeños productores que decían que perdieron 5, 10, 20 hectáreas y no han tenido ningún apoyo ni subsidio del Estado. Ellos, para hacer estos cultivos piden préstamos al banco. Entonces el banco ahora, me decían ellos, les va a cobrar, no van a tener con qué pagar y les van a embargar sus tierras. La gente de la región queda sin nada.

¿Qué respuesta institucional han recibido las comunidades de La Mojana?

La gente de La Mojana está en chozas a la orilla de la carretera. Les han llevado algunos paños de agua tibia como mercados, pero eso no soluciona el problema de fondo. Para solucionar el problema de raíz hay que hacer otro tipo de programas que realmente recuperen la forma de vida tradicional de La Mojana, con sus humedales que contenían las inundaciones. Tristemente ha cambiado el modelo de agricultura de la región por la ganadería extensiva y la agricultura basada en químicos, que matan las especies y la ecología del territorio. Soluciones de fondo no ha habido, a los gobernantes no les interesa resolver el tema de la inundación porque las personas, cansadas de perderlo todo cada año, terminan vendiendo su tierra barata, de la cual se adueñan los grandes terratenientes.

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¿Desde la temporada de lluvias de 2010, qué recomendaciones se han hecho desde los liderazgos sociales, comunitarios y ambientales para prevenir otra tragedia?

Una de las tareas recomendadas es la capacitación de la gente. Los habitantes de la región son víctimas de la falta de educación, entonces hay que hacer pedagogía para que conozcan el valor de su territorio y puedan hacerle control a las intervenciones que hacen en él. Hay que hacer programas reales que beneficien a las personas de La Mojana, no proyectos a corto plazo. Hay que defender el sistema de agroecología original de la región para defender la soberanía alimentaria de las comunidades.

¿Qué percepción hay de la construcción de diques para combatir las inundaciones?

El gobierno afirmó que va a meterle a La Mojana $2,5 billones y también se refirió al Conpes, pero si esto se hace solo buscando atacar el problema momentáneo, no va a solucionar nada. Deberían acudir al conocimiento que tiene la gente de la región para saber cómo era el manejo de la tierra antes y ahora. La construcción de grandes jarillones termina extendiendo el territorio para la ganadería y la crianza de búfalos; cortan los árboles y dañan todos los ecosistemas, incluyendo los humedales. Los humedales servían para el amortiguamiento de la inundación, eran como las esponjas que contenían el agua. Lamentablemente han sido acabados. Un ejemplo de cómo funcionaban estos sistemas naturales era Cantagallo, un ecosistema de árboles que evitaba que la población se inundara. Si el Estado quisiera solucionar el problema de La Mojana aplicaría políticas en defensa de la agroecología y de la cultura anfibia. Antes las inundaciones abonaban la tierra, ahora la destrozan. La gente no puede vivir ni de la pesca. Cuando van a resolver el problema de los jarillones en vez de llevar el material transportado de otros lugares, sacan del mismo lugar donde está el jarillón. Entonces una barrera de nueve metros de ancho puede terminar siendo de seis porque sacan tierra para llenar costales. Eso es un peligro porque es muy probable que el agua se lo lleve y hay personas que pierden sus casas, sus ranchos, e incluso hay gente que no pudo sacar sus tractores, porque no hay vía.

¿Cuál es la relación de la ganadería extensiva y la construcción de jarillones?

Como los terratenientes saben que eso es una tierra muy rica, entonces secan la ciénaga; son 50 mil hectáreas de humedales. En tiempos de verano ellos, que saben hasta dónde llega el agua, hacen los jarillones para que ese terreno en el que construyen les sea útil para la ganadería. Cuando viene la inundación ya el agua no puede pasar por allí y, como han matado los ecosistemas con la tala y la quema de árboles, los ecosistemas ya no pueden contener las inundaciones. Eso no favorece a la gente sino a los terratenientes con su ganadería porque cuando saben que viene la inundación, sacan el ganado de allí y lo llevan a territorio seco, como las sabanas. El afectado siempre es el pequeño productor, que no tiene los camiones para sacar sus animales, ni transportar sus cultivos.

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¿Qué bases debería contemplar un plan que renueve los sistemas naturales de los humedales y las ciénagas?

En primer lugar, habría que restaurar los ecosistemas como eran antes para evitar la inundación. Este es un problema muy grande, porque con la minería que viene de Antioquia viene la tierra y allana los ríos, lo que aumenta el nivel del agua. Aquí hay una anarquía de la planeación del territorio; los gobernantes no conocen dónde están haciendo proyectos, a diferencia de sus habitantes que saben perfectamente las fronteras a donde llega el agua. Quienes intervienen en el territorio lo hacen desde el escritorio y por eso tenemos un abandono total del gobierno.

¿Qué piden las comunidades con respecto a acciones inmediatas en La Mojana?

La Mojana también ha sido territorio de violencia de los armados y de los terratenientes. Ahora se están recrudeciendo las intimidaciones y hostigamientos; si las personas hablan demasiado, allá llegan los armados y les callan la boca. El Estado tiene que blindar la zona con proyectos de vida para la gente, como la recuperación del territorio y de todos los ecosistemas que construyeron y cuidaron los habitantes de la comunidad zenú. Ellos llevaban el agua a su agricultura y era la vida de sus comunidades. Aunque La Mojana haya sufrido la violencia, le apostamos a la paz. Teníamos una esperanza con los PDET, pero eso no llega al territorio por falta de voluntad política del Estado. Es un abandono total, y esta catástrofe que estamos viviendo es la culpa de los gobiernos de toda la vida de Colombia.

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¿Cuál ha sido el impacto de esta crisis en la salud de los habitantes?

El tema de la salud también es muy grave, porque a raíz de la inundación ha habido muchas personas que han sido atacadas por serpientes. Eso sin mencionar que los niños se enferman bastante cuando hay humedad. Otro de los grandes problemas es el hambre, a pesar de la riqueza de la región. El gobierno no busca la solución de raíz de la problemática, sino que se concentra en la construcción de diques y jarillones que no van a contener la fuerza del agua. Claro que la situación es peor, ahora hay más hambre que nunca. Las personas que tenían esperanza en sus hectáreas ahora están devastadas; más de 20 mil hectáreas y 80 mil personas han sido afectadas en estas temporadas de inundaciones. Este es un problema muy serio. Por otro lado, la minería indiscriminada envenena los peces, los frutales y las verduras. Hay un serio problema y es que las mujeres embarazadas consumen el pescado, y al estar contaminado, tienen hijos con malformaciones.

Carlos Eduardo Díaz Rincón

Por Carlos Eduardo Díaz Rincón

Periodista y politólogo de la Universidad Javeriana. Amante de la cultura y del análisis de la política nacional e internacional. Principales intereses: resolución de conflictos, saberes comunitarios, política pública y cultura Hip Hop. Apasionado por la literatura sobre populismo, movimientos sociales e investigación de medios.@carlosdiazr4cediaz@elespectador.com

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