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En Quibdó se están quedando sin tumbas

El aumento de la violencia y las muertes por COVID-19 han acelerado la ocupación del cementerio. Para atender la emergencia se construirán 700 bóvedas.

Karen Vanessa Quintero Martínez
10 de julio de 2020 - 03:00 a. m.
Cementerio San José de Quibdó.
Cementerio San José de Quibdó.
Foto: Cortesía
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Desde junio pasado, la parroquia San Francisco de Asís y la Diócesis de Quibdó, que administran el cementerio San José, hicieron un llamado de alerta sobre el aumento de muertes en el municipio chocoano y la poca disponibilidad de bóvedas. Las cifras demuestran que el promedio mensual de inhumaciones en este cementerio —el único de la ciudad— va en ascenso: en 2019 fue de cuarenta, en los primeros cinco meses de este año llegó a cincuenta y en junio se realizaron 121.

“Este es un momento crítico porque quedan pocas bóvedas, estamos buscando alternativas en caso de que alcance la ocupación total”, afirma Juan Carlos Barreto, obispo de Quibdó.

El aumento no solo se debe a las muertes por COVID-19, sino también a las consecuencias de la violencia, pues, según la Diócesis, en los últimos ocho años se han registrado 800 homicidios en la capital del departamento. Martín Sánchez, alcalde de Quibdó, dice que este es un fenómeno que no se puede ignorar y que este año ya van 78 muertes por arma de fuego.

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Arnold Rincón López, director general de Codechocó, máxima autoridad ambiental del departamento, dice que han estado pendientes de la situación del cementerio desde el inicio de la pandemia. El 1° de junio se emitió una alerta naranja porque solo quedaban cincuenta bóvedas disponibles. Por eso, ocho días después se realizó una mesa de trabajo interinstitucional en la que se acordó la construcción de 700 bóvedas: 200 por parte de la administración del cementerio, 300 desde la Alcaldía y otras 200 a cargo de la Gobernación.

La Catedral inició, la tercera semana de junio, la construcción de las tumbas que están bajo su responsabilidad. Barreto espera que estas primeras 200 se entreguen el 20 de julio y dice que por el momento hay 25 bóvedas disponibles y otras 21 exhumaciones pendientes. El obispo cuenta que este proceso (que se realiza cuatro años después del sepelio) se ha agilizado durante la emergencia y por eso están haciendo en promedio cinco diarias, para que queden más bóvedas disponibles.

La capacidad del cementerio ya no es suficiente. El promedio de muertes por día era de 1,3 y en junio llegó a cuatro, incluso realizaron hasta ocho inhumaciones en un solo día, según Barreto. De acuerdo con la Diócesis, antes de la emergencia se presentó una propuesta para un nuevo cementerio, que fue rechazada por la anterior administración municipal por razones de ordenamiento territorial.

“El año pasado construyeron 300 bóvedas y pensaban que con esas podían pasar todo el año”, dice Rincón. El alcalde cuenta que probablemente la administración anterior no vio la necesidad de construir un cementerio, pero que incluso antes de llegar a la Alcaldía él ya había considerado trasladarlo por cuestiones de capacidad y también por la ubicación, pues es muy central y cuando se realizan los sepelios las personas caminan desde la iglesia y se obstruye el tráfico.

Por otro lado, el alcalde manifiesta que el número de muertos por COVID-19 en Quibdó ha aumentado, porque es la única ciudad que tiene unidad de cuidados intensivos en el departamento. Hasta este 9 de julio en la capital de Chocó se reportaban 44 fallecidos por COVID-19 y 1.667 casos confirmados. En todo el departamento la cifra de muertos asciende a 62.

Ahora están buscando estrategias para poder atender el aumento en las inhumaciones. “El plan a corto plazo es construir las bóvedas. A mediano plazo estamos localizando dos lotes: uno en el sur y otro en el norte, para que, en caso de que aumente el número de cadáveres, podamos tener unos terrenos para su sepultura. A largo plazo queremos construir dos cementerios, porque el actual, en el centro de la ciudad, ya se quedó pequeño”, afirma Sánchez.

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Por otra parte, Mario Marcoz el jefe de oficina del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Quibdó, explica que esta organización va construir un cuarto refrigerante que tendrá una capacidad de 24 cuerpos. Para Marcoz el objetivo es facilitar “el almacenamiento de los cadáveres mientras se liberan los sitios de entierro y la familia puede hacer un sepelio digno, según las costumbres de las diferentes poblaciones”.

Esto se realizará de forma concertada: el CICR se hace cargo de la construcción y adecuación, el terreno es de la Diócesis y la Alcaldía asumirá los gastos mensuales del cuarto y el mantenimiento anual. Marcoz espera que en este mes esté lista la construcción. “Si el promedio de inhumaciones no aumenta, en julio y agosto no tendríamos problemas. De ahí en adelante todo dependerá de la construcción de las bóvedas que les corresponde a la Alcaldía y la Gobernación”, dice el obispo Barreto.

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