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Encarando el cese del fuego

Paralelo a la mesa de negociaciones, el nuevo ciclo de diálogos en Cuba, que se iniciará el 2 de febrero, marcará el inicio de un nuevo pulso: dos subcomisiones comenzarán a hablar de desarme, desmovilización y reincorporación.

Gloria Castrillón / Especial para El Espectador
25 de enero de 2015 - 03:33 a. m.
El pasado viernes, el presidente Santos y los negociadores de paz en La Habana se reunieron con los altos mandos militares para definir, entre otros puntos, lineamientos sobre el cese del fuego.  / SIG
El pasado viernes, el presidente Santos y los negociadores de paz en La Habana se reunieron con los altos mandos militares para definir, entre otros puntos, lineamientos sobre el cese del fuego. / SIG

El proceso de paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las Farc en La Habana (Cuba) ha entrado en la recta final. No de otra manera puede entenderse el momento actual, en el que se empiezan a discutir dos temas esenciales: el cese de fuego y de hostilidades, bilateral y definitivo, y el mecanismo de refrendación de los acuerdos.

El primero de ellos comenzará a discutirse el 2 de febrero, cuando se inicie el primer ciclo de negociación de este año, que el jefe de Estado ha denominado como “el año de la paz. El segundo será abordado una vez se supere el espinoso asunto de las víctimas. Pero, más allá de los debates que se adelantan en Colombia, donde la discusión se polariza entre lo que han denominado “amigos” y “enemigos” de la paz, los plenipotenciarios deben dar un primer paso en La Habana: poner en funcionamiento la Subcomisión Técnica sobre fin del conflicto que se instaló el 22 de agosto de 2014. Y deben darle una misión y un reglamento para su efectivo funcionamiento.

Lo que está claro, por ahora, es lo que dijeron en su momento las partes en el comunicado conjunto: la Subcomisión tratará “el cese del fuego y de hostilidades bilateral y definitivo y la dejación de armas, para lo cual estudiará, entre otros, modelos nacionales e internacionales”.

Lo que viene de aquí en adelante será una puja interesante para entregarle al país el silencio definitivo de los fusiles, que se añora desde hace 50 años. Para entender lo que sucederá en la mesa de aquí en adelante, El Espectador consultó fuentes del Gobierno y de las Farc, para conocer las posiciones de cada uno con respecto a este tema. Como en cualquier negociación, lo primero que entra en análisis son los términos y las definiciones. No se trata de una simple discusión semántica, es una discusión de fondo.

- Gobierno: Comando Estratégico de Transición

General (Ejército) Javier Alberto Flórez Aristizábal, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares.
Coronel (Ejército) Vicente Sarmiento Vargas.
Coronel (Ejército) Saúl Rojas Huertas.
Capitán de Fragata (Armada) Ómar Cortés Reyes.
Teniente coronel de la Policía Edwin Chavarro Rojas.
Mayor de la Fuerza Aérea Rodrigo Mezú Mina.
Teniente de Navío (Armada) Juanita Millán Hernández.
Mónica Cifuentes Osorio, directora jurídica de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.
César Restrepo Flórez, director de Estudios Estratégicos del Ministerio de Defensa.
Alejandro Reyes Lozano, asesor de la Oficina del Comisionado para la Paz.
La subcomisión estará encabezada por los miembros plenipotenciarios de la delegación del Gobierno, general (r) Jorge Enrique Mora Rangel y general (r) Óscar Adolfo Naranjo Trujillo.

- Farc: Comando Guerrillero para la Normalización
Joaquín Gómez, integrante del Secretariado.
Carlos Antonio Lozada, integrante del Secretariado.
Isaías Trujillo, miembro del Estado Mayor Central.
Francisco González, miembro del Estado Mayor Central.
Rubín Morro, miembro del Estado Mayor Central.
Wálter Mendoza, miembro del Estado Mayor Central.
Fabián Ramírez, comandante del bloque Sur.
Édinson Romaña, miembro del Estado Mayor Conjunto.
Matías Aldecoa, comandante bloque Suroccidental.
Érika Montero.
Maryerli Ortiz.
Mireya Andrade. 

- Cese del fuego y de hostilidades, bilateral y definitivo

No existe una definición unificada en la literatura o incluso en el sistema de Naciones Unidas. Los conceptos de “tregua”, “cese de hostilidades”, “alto al fuego”, “cese al/del fuego”, “armisticio”, se usan de manera indiscriminada y a veces se generan confusiones. Los expertos definen, de manera más generalizada, los conceptos así:

ARMISTICIO: En términos generales significa la suspensión de hostilidades pactada entre pueblos o ejércitos beligerantes.
CESE O ALTO DEL FUEGO: Suele estar enmarcado en una negociación y tiene un carácter definitivo.

CESE DE HOSTILIDADES: Es una suspensión temporal de violencia, más amplio que la tregua en términos de tiempo y de actividades a cesar. Se denomina silencio de las armas y no incluye cambios de posición en el campo de batalla. Suele declararse al inicio de un proceso de paz, con el objeto de facilitar alguna acción humanitaria o como señal de buena voluntad para buscar una salida negociada al conflicto. Puede ser unilateral y no es necesario que exista una negociación. A veces se convierte en un gesto que suele invocar a la reciprocidad de la otra parte.

TREGUA: Es una suspensión temporal (por corto tiempo) de las hostilidades con tiempo y objetivo definidos acordados por las partes para alguna acción humanitaria. Por tregua se entiende descanso o alivio.

A partir de estas definiciones y de cara al proceso de diálogo de La Habana, queda claro que las partes —Gobierno y Farc— deben acordar qué se entiende por cese del fuego y de hostilidades y dejarlo expreso en el acuerdo. En ese mismo documento deben dejar explícito qué acciones quedan prohibidas y cómo y quién lo debe verificar.

Por ahora, existen coincidencias y divergencias en estos conceptos. Por ejemplo, el Gobierno cree que las Fuerzas Militares no realizan hostilidades. En cambio, considera que las Farc, por ser un ejército irregular, sí lo hacen, y en ello incluye acciones contra la población civil como secuestro, reclutamiento de menores, extorsión y otras relacionadas con actividades como el narcotráfico y la minería ilegal.

Una de las principales discrepancias está en que la guerrilla considera que el Estado sí realiza hostilidades y por eso hablan de medidas sociales y económicas que, según considera, lesionan a la población colombiana. Otra discrepancia está en el momento de decretar la figura de cese del fuego. Las Farc consideran que debió darse hace mucho tiempo. De hecho, lo pidió desde el inicio de las negociaciones en Cuba.

El Gobierno, en cambio, al reafirmarse en el hecho de que debe ser definitivo, considera que debe darse una vez se firmen los acuerdos. Sin embargo, ha dejado la puerta abierta para que se pueda anticipar, dependiendo del avance en la negociación. Ambas partes creen que es una medida de confianza que debe darse de manera extendida en el tiempo.

- Desescalamiento del conflicto

Este término apareció de manera reciente. El antecedente más cercano se ubica en los fallidos diálogos del Caguán, cuando, a finales de 2001, las dos partes firmaron el Acuerdo de San Francisco de la Sombra, en el que se habló de medidas que ayudaran a la disminución del conflicto y las Farc se aproximaron a proscribir el secuestro y las llamadas “pescas milagrosas”.

Las posiciones en este punto están así: el Gobierno considera prioritario pactar medidas que ayuden a desescalar el conflicto y les ha pedido a las Farc específicamente que cesen el secuestro, la incorporación de menores de edad a las filas guerrilleras, contribuyan al desminado humanitario y entreguen toda la información sobre los desaparecidos que se les atribuyen.

Según el alto comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, por instrucción presidencial, en este momento se están discutiendo las medidas para desescalar el conflicto y no el cese del fuego. Por su parte, al ser interrogado sobre el tema, alias Marcos Calarcá, plenipotenciario de las Farc, indicó: “El diálogo puede empezar a entregar sus primeros frutos si se aplican medidas de buena voluntad, que permitan respirar aires de paz y detener las trágicas consecuencias de la guerra, así sea temporalmente”.
Pero cuando se le preguntó cuáles serían las medidas que ellos le pedirían al Gobierno para desescalar el conflicto, enfatizó: “El mayor gesto de desescalamiento, como ya lo hemos dicho en muchas ocasiones, es la tregua bilateral”.

- Dejación de armas

Según conoció El Espectador, el Gobierno está contemplando la posibilidad de crear zonas de ubicación temporal para que la fuerza guerrillera se concentre —con plenas medidas de seguridad— para el proceso de DDR, conocido internacionalmente como ‘Desarme, Desmovilización y Reincorporación’.

Las Farc, en cambio, no lo consideran. “No entendemos la pretensión de zonas de concentración. Es una vieja aspiración del establecimiento colombiano que no tiene razón de ser, pues no obedece a la realidad nacional. En La Habana debemos encontrar fórmulas actuales”, dijo Marcos Calarcá.

Como se sabe, el Gobierno creó un Comando Estratégico de Transición y puso a la cabeza al general Javier Flórez. Orgánicamente depende del Comando General de las Fuerzas Militares y está encargado de estudiar varios temas, entre otros, lo de memoria histórica, las víctimas de la Fuerza Pública, el cese del fuego y la dejación de armas.

En respuesta, las Farc crearon el Comando Guerrillero para la Normalización. Y según Calarcá, se hizo con el fin de “estudiar el regreso de la fuerza militar a su rol constitucional, su no utilización irregular para asuntos de orden público interno y el desmonte de los batallones dedicados a la persecución de la oposición política. Además, las fuerzas de policía deberán desmilitarizarse, prescindiendo de su actual doctrina contrainsurgente”.
Este es un gran punto de desencuentro, ya que el Gobierno ha señalado en diferentes oportunidades que el papel de las Fuerzas Militares no está en discusión en la mesa. De hecho, el tema no figura en la agenda.

 

@glocastri

Por Gloria Castrillón / Especial para El Espectador

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