Erosión costera en Córdoba: otro desafío para las comunidades
En el departamento hay 12 puntos críticos en los cinco municipios que integran los 124 kilómetros de zona costera. ¿Por qué ocurre este fenómeno y qué se puede hacer para evitarlo?
Los 3.500 kilómetros de costa con los que cuenta Colombia lo hacen un país atractivo para el turismo y el desarrollo de actividades relacionadas con el mar. Sin embargo, hay una problemática que se ha ido agravando con los años y que tiene en riesgo a las comunidades, los ecosistemas y la infraestructura: la erosión costera.
De acuerdo con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el 40 % de la línea de costa en el país (1.400 km) ha sido afectada por la erosión. Un ejemplo de ese fenómeno es lo que sucede en la zona costanera de Córdoba, donde se tienen identificados 12 puntos críticos por erosión.
Los Córdobas, Moñitos, Puerto Escondido, San Antero y San Bernardo del Viento son los municipios que conforman la zona costanera de Córdoba, en una extensión de 124 kilómetros. Desde hace 20 años el mar comenzó a comerse la tierra, un problema que con el tiempo ha cobrado parte de la infraestructura de las comunidades aledañas al mar. En Bahía Rada, por ejemplo, un corregimiento del municipio de Moñitos (aproximadamente a 75 kilómetros de Montería), la erosión se ha llevado un viejo cementerio y cerca de 10 casas.
“La erosión es un problema que se viene dando desde hace muchos años. Las consecuencias se reflejan de manera progresiva. El corregimiento ha perdido una de sus calles y varias casas en todo este tiempo. Sin embargo, las comunidades tienen que aportar porque no todo es intervención del Estado. En su momento, nuestros ancestros sacaron las piedras y las comercializaron, a raíz de eso el mar se ha venido con toda la furia”, cuenta Leiber Blanquicet, líder comunal de Bahía Rada.
Germán Rivilla, ingeniero civil y docente de la Universidad del Norte, cuenta que se pueden presentar procesos de erosión costera por razones que van desde factores geológicos asociados con movimientos de las placas tectónicas o con la extracción de gas o petróleo, hasta por casos como lo de los sistemas móviles como las espigas litorales en las que se construye infraestructura excesiva. Incluso por la falta de sedimentos. “La causa más común de falta de sedimentos en las playas se da por el inadecuado establecimiento de infraestructura costera, particularmente espolones, diques, malecones, entre otros. De todos los tipos de erosión, la asociada con espolones es la más significativa, pues está generalizada en el Caribe, desde La Guajira hasta Chocó. Estos son elementos que cortan las corrientes litorales y con ellas el transporte de sedimento que llega a las playas”, explica Rivillas.
Las costas de Córdoba se encuentran entre las más afectadas por la construcción de espolones. Unas barreras de piedras que se ponen para evitar que las olas lleguen con fuerza a la orilla. Esto se da debido a que existe mucha población viviendo cerca de los primeros 100 metros medidos desde la línea de costa. “Como consecuencia, se construyen espolones para contrarrestar esta erosión natural, pero lo que no se tiene en cuenta es que estos elementos rígidos cortan los procesos costeros y que su función se centra en proteger solo el frente de playa en la cual están establecidos. Fuera de esta zona se generan graves problemas de erosión, porque el sedimento no puede seguir su curso libre de acuerdo con la dirección que tengan las corrientes costeras”, asegura Rivillas.
En febrero de 2018, el Minambiente dio a conocer el Plan Maestro de Erosión Costera, un instrumento de política pública que pretende garantizar el desarrollo de una estrategia con la participación del sector público y privado, en la que se implemente un modelo de gobernanza y medidas de adaptación para enfrentar esta problemática en las costas del país. En este plan se identificaron 86 puntos críticos: 56 en la costa Caribe colombiana, 20 en el Pacífico y 10 en las zonas de islas.
“Con el Minambiente vamos a implementar medidas como la siembra de manglar y la recuperación de corales artificiales y perfilamientos de playas para recuperar algunos puntos, con el propósito de mejorar las condiciones ambientales de esta zona costera”, explica el director de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge (CVS), Orlando Medina, quien agrega que en Córdoba se están realizando dos estudios enfocados en el tema erosivo. El primero es sobre la línea de costa para saber cuánto es el retroceso de la misma y cómo se pueden implementar medidas para la recuperación de ecosistemas. El segundo estudio tiene que ver con la calidad del agua marina costera, mediante una red de monitoreo que se tiene en el Caribe, donde se evalúa cómo la calidad del agua puede afectar esta situación.
Hernán Gómez, coordinador de Gestión del Riesgo en Moñitos, explica que el problema de la erosión costera necesita intervención profunda más allá de los monitoreos. “El fenómeno de erosión marina es progresivo. Necesitamos estudios. Ya estamos cansados de monitoreos”, dice. Y agrega que en esa región el mar ya ha avanzado 200 metros.
El Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras José Benito Vives de Andréis (Invemar), asevera que el fenómeno de la erosión costera pone en peligro los recursos naturales de las zonas litorales, “tiene un impacto socioeconómico en el 1,7 % de la población costera y afecta en 1,5 puntos el PIB, cifras que podrían superar los dos puntos para 2030”.
Ninguna familia ha tenido que desplazarse de sus territorios en Córdoba. Sin embargo, en el corregimiento Santander de la Cruz, en Moñitos, vive Silvia Muriel, una mujer que sufre el problema, pues el mar ya se comió la vía de acceso al restaurante donde vive, su única fuente de empleo. Hace un mes no lo abre. Y por afectación a vivienda o trabajo, casos como el de ella comienzan a ser comunes en la zona.
Los 3.500 kilómetros de costa con los que cuenta Colombia lo hacen un país atractivo para el turismo y el desarrollo de actividades relacionadas con el mar. Sin embargo, hay una problemática que se ha ido agravando con los años y que tiene en riesgo a las comunidades, los ecosistemas y la infraestructura: la erosión costera.
De acuerdo con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el 40 % de la línea de costa en el país (1.400 km) ha sido afectada por la erosión. Un ejemplo de ese fenómeno es lo que sucede en la zona costanera de Córdoba, donde se tienen identificados 12 puntos críticos por erosión.
Los Córdobas, Moñitos, Puerto Escondido, San Antero y San Bernardo del Viento son los municipios que conforman la zona costanera de Córdoba, en una extensión de 124 kilómetros. Desde hace 20 años el mar comenzó a comerse la tierra, un problema que con el tiempo ha cobrado parte de la infraestructura de las comunidades aledañas al mar. En Bahía Rada, por ejemplo, un corregimiento del municipio de Moñitos (aproximadamente a 75 kilómetros de Montería), la erosión se ha llevado un viejo cementerio y cerca de 10 casas.
“La erosión es un problema que se viene dando desde hace muchos años. Las consecuencias se reflejan de manera progresiva. El corregimiento ha perdido una de sus calles y varias casas en todo este tiempo. Sin embargo, las comunidades tienen que aportar porque no todo es intervención del Estado. En su momento, nuestros ancestros sacaron las piedras y las comercializaron, a raíz de eso el mar se ha venido con toda la furia”, cuenta Leiber Blanquicet, líder comunal de Bahía Rada.
Germán Rivilla, ingeniero civil y docente de la Universidad del Norte, cuenta que se pueden presentar procesos de erosión costera por razones que van desde factores geológicos asociados con movimientos de las placas tectónicas o con la extracción de gas o petróleo, hasta por casos como lo de los sistemas móviles como las espigas litorales en las que se construye infraestructura excesiva. Incluso por la falta de sedimentos. “La causa más común de falta de sedimentos en las playas se da por el inadecuado establecimiento de infraestructura costera, particularmente espolones, diques, malecones, entre otros. De todos los tipos de erosión, la asociada con espolones es la más significativa, pues está generalizada en el Caribe, desde La Guajira hasta Chocó. Estos son elementos que cortan las corrientes litorales y con ellas el transporte de sedimento que llega a las playas”, explica Rivillas.
Las costas de Córdoba se encuentran entre las más afectadas por la construcción de espolones. Unas barreras de piedras que se ponen para evitar que las olas lleguen con fuerza a la orilla. Esto se da debido a que existe mucha población viviendo cerca de los primeros 100 metros medidos desde la línea de costa. “Como consecuencia, se construyen espolones para contrarrestar esta erosión natural, pero lo que no se tiene en cuenta es que estos elementos rígidos cortan los procesos costeros y que su función se centra en proteger solo el frente de playa en la cual están establecidos. Fuera de esta zona se generan graves problemas de erosión, porque el sedimento no puede seguir su curso libre de acuerdo con la dirección que tengan las corrientes costeras”, asegura Rivillas.
En febrero de 2018, el Minambiente dio a conocer el Plan Maestro de Erosión Costera, un instrumento de política pública que pretende garantizar el desarrollo de una estrategia con la participación del sector público y privado, en la que se implemente un modelo de gobernanza y medidas de adaptación para enfrentar esta problemática en las costas del país. En este plan se identificaron 86 puntos críticos: 56 en la costa Caribe colombiana, 20 en el Pacífico y 10 en las zonas de islas.
“Con el Minambiente vamos a implementar medidas como la siembra de manglar y la recuperación de corales artificiales y perfilamientos de playas para recuperar algunos puntos, con el propósito de mejorar las condiciones ambientales de esta zona costera”, explica el director de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge (CVS), Orlando Medina, quien agrega que en Córdoba se están realizando dos estudios enfocados en el tema erosivo. El primero es sobre la línea de costa para saber cuánto es el retroceso de la misma y cómo se pueden implementar medidas para la recuperación de ecosistemas. El segundo estudio tiene que ver con la calidad del agua marina costera, mediante una red de monitoreo que se tiene en el Caribe, donde se evalúa cómo la calidad del agua puede afectar esta situación.
Hernán Gómez, coordinador de Gestión del Riesgo en Moñitos, explica que el problema de la erosión costera necesita intervención profunda más allá de los monitoreos. “El fenómeno de erosión marina es progresivo. Necesitamos estudios. Ya estamos cansados de monitoreos”, dice. Y agrega que en esa región el mar ya ha avanzado 200 metros.
El Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras José Benito Vives de Andréis (Invemar), asevera que el fenómeno de la erosión costera pone en peligro los recursos naturales de las zonas litorales, “tiene un impacto socioeconómico en el 1,7 % de la población costera y afecta en 1,5 puntos el PIB, cifras que podrían superar los dos puntos para 2030”.
Ninguna familia ha tenido que desplazarse de sus territorios en Córdoba. Sin embargo, en el corregimiento Santander de la Cruz, en Moñitos, vive Silvia Muriel, una mujer que sufre el problema, pues el mar ya se comió la vía de acceso al restaurante donde vive, su única fuente de empleo. Hace un mes no lo abre. Y por afectación a vivienda o trabajo, casos como el de ella comienzan a ser comunes en la zona.