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El 6 de diciembre de 1986, el presidente Virgilio Barco objetó el proyecto de ley para el presupuesto de 1987. El tema se había convertido en una causa más para la dura confrontación política que protagonizaba el gobierno con el conservatismo. Al final, atendiendo las críticas de quienes habían advertido errores procedimentales en el trámite de esa ley, el jefe de Estado reconoció que para su aprobación no se había contado con la asistencia requerida, y que debía ser la Corte Suprema de Justicia quien dirimiera el asunto. (Vea el especial 30 años sin Guillermo Cano)
En otro frente noticioso, el gobierno Barco, acogiendo las críticas de sus opositores y de varios frentes de los medios de comunicación, desistió de un millonario contrato entre la empresa estatal Telecom y la multinacional Ericsson, cuestionado por supuestos sobornos. El gobierno concluyó que existían causales de inconveniencia pública para darle apoyo a ese contrato, que por valor de $2.700 pretendía suministro de equipos para las centrales de Telecom en Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla. (Vea qué pasaba en Colombia 100 días antes de que asesinaran a Guillermo Cano)
Finalmente, el 6 de diciembre de 1986, después de un largo silencio editorial, el expresidente Carlos Lleras Restrepo, regresó con un comentario en su Revista Nueva Frontera, para advertir que el esquema gobierno-oposición trazado desde la administración Barco se había convertido en un hecho inoportuno. En sus tradicionales conversaciones con el bachiller Cleofás, personaje creado por el expresidente, Lleras se mostró muy preocupado por el orden público, y convencido de que la historia política del país probaba que el esquema gobierno-oposición era difícil de adoptar.
Por Redacción El Espectador
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