Estos son los estragos que dejan las lluvias en los puntos más alejados del país
Vías colapsadas, viviendas inundadas y cultivos arruinados son las emergencias que enfrentan la mayoría de los municipios que han sido damnificados por las lluvias, por lo que solicitan ayuda al Gobierno Nacional, pero a la vez piden soluciones a largo plazo para que este tipo de hechos no se repita.
Casi medio millón de colombianos se ha visto afectado por la segunda temporada de lluvias en el país y de acuerdo con la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastre (Ungrd), en medio de las emergencias ya se contabilizan alrededor de 200 personas muertas. A esto se le suma que las proyecciones del Ideam estiman que las precipitaciones estarían por encima del 20 % hasta enero, lo que mantiene la alerta en regiones donde el agua ya les da hasta el cuello.
En parte, las condiciones se han agravado ante la presencia del fenómeno de La Niña, por el que el Ideam alertó aumento hasta del 70 % de las lluvias en la Costa Caribe, lo cual también se ha sentido en la región Andina y en Bogotá, donde las recientes emergencias en La Calera y el norte de la capital llevaron a la alcaldesa Claudia López a declarar la calamidad pública.
Por su parte, el Gobierno Nacional anunció que instalará a partir de este miércoles 16 de noviembre un Puesto de Mando Unificado (PMU), que sesionará semanalmente, así como tres medidas adicionales, entre las que están: una reunión con la junta directiva del Fondo de Atención de Riesgos, para aprobar el presupuesto para atender las emergencias que se presenten en las próximas semanas y una sala de crisis para atender las situaciones que se presenten.
En Piojó la emergencia continúa
Aunque el deslizamiento en el municipio del Atlántico ocurrió el pasado 5 de noviembre, es poco lo que se ha podido avanzar desde entonces, porque no ha parado de llover. En total, la alcaldía censó a 162 familias damnificadas tras el deslizamiento que tumbó postes, abrió calles y dejó completamente inhabitables a por lo menos 85 viviendas, del sector Camino Grande y el cementerio.
“La cifra sigue variando porque como siguen las lluvias, los afectados siguen apareciendo”, indica Hollman Molina, coordinador de Gestión de Riesgo y Desastres, quien agrega que hay riesgo de que el terreno siga cediendo y haya nuevos deslizamientos en la zona que hoy ya está inhabitada.
Por eso, entre las principales medidas, la gobernación del Atlántico instaló un PMU permanente en el municipio, mientras que la alcaldía local acordonó el área y planea tumbar las paredes que quedaron en pie. Además, con maquinaria pesada del departamento han estado abriendo vías alternas para dar paso a quienes quedaron incomunicados por la creciente del río, “pero como sigue lloviendo, nos toca esperar”.
Sin embargo, eso no es todo. Una de las emergencias más grandes está en el cementerio, donde aparte de olores fétidos, los vecinos siguen escuchando cómo las bóvedas que estaban en pie siguen cayendo, por cuenta del deslizamiento que se tragó algunos osarios, pero que dejó otros a la vista. Ante esto, la alcaldía pidió a los pobladores usar tapabocas mientras se adelantan acciones en el lugar, que prevén, como primera medida, darle prioridad al traslado de los cuerpos que fueron enterrados más recientemente.
Ni por agua ni por tierra hay paso seguro a Anchicayá
En la cuenca baja del Anchicayá, entre Buenaventura y Cali, las comunidades rurales y afro no solo viven bajo el temor de las inundaciones por las constantes lluvias, sino además por la creciente de ríos que amenaza con traer de nuevo los sedimentos nauseabundos que se desprendieron, en 2001, del embalse que se encuentra en la zona.
“En el territorio estamos muy afectados. Hemos tenido tres crecientes grandes. Dos que nos han afectado recientemente. Una hace un mes y otra hace cuatro días. El sábado pasado el río se subió, por lo que dos comunidades, con 40 casas, tuvieron que ser evacuadas. Nos estamos inundando y con el riesgo del embalse tenemos miedo de que en cualquier crecida nosotros quedemos por debajo”, indica Silvano Caicedo Girón, vicepresidente de Onuira y miembro del PCN (Proceso de Comunidades Negras de Colombia).
La situación es compleja porque en la zona viven del pancoger, pero las fuertes lluvias han acabado con las plantaciones de plátano, papa china, borojó, chontaduro y ñame. Y aunque han recibido mercados de privados, piden la intervención del gobierno regional y nacional, ya que la emergencia es más grande de lo que pueden atender.
“Lo que queremos es un apoyo grande del Gobierno para mover las casas a sitios seguros, porque nosotros solos no lo podemos hacer. Además, requerimos motores de lanchas para que la gente se pueda movilizar, porque acá no tenemos transporte público”, indica Caicedo, que añade a las afectaciones el cierre de la vía Cali-Loboguerrero, que es su principal medio de comunicación con el resto del Valle y que de acuerdo con las autoridades se reabriría hasta el próximo año.
Ni por agua ni por tierra se puede salir de Anchicayá
En la cuenca baja del Anchicayá, entre Buenaventura y Cali, las comunidades rurales y afro no solo viven bajo el temor de las inundaciones por las constantes lluvias, sino además por la creciente de ríos que amenaza con traer de nuevo los sedimentos nauseabundos que se desprendieron, en 2001, del embalse que se encuentra en la zona.
“En el territorio estamos muy afectados. Hemos tenido tres crecientes grandes. Dos que nos han afectado recientemente. Una hace un mes y otra hace cuatro días. El sábado pasado el río se subió, por lo que dos comunidades, con 40 casas, tuvieron que ser evacuadas. Nos estamos inundando y con el riesgo del embalse tenemos miedo de que en cualquier crecida nosotros quedemos por debajo”, indica Silvano Caicedo Girón, vicepresidente de Onuira y miembro del PCN (Proceso de Comunidades Negras de Colombia).
La situación es compleja porque en la zona viven del pancoger, pero las fuertes lluvias han acabado con las plantaciones de plátano, papa china, borojó, chontaduro y ñame. Y aunque han recibido mercados de privados, piden la intervención del gobierno regional y nacional, ya que la emergencia es más grande de lo que pueden atender.
“Lo que queremos es un apoyo grande del Gobierno para mover las casas a sitios seguros, porque nosotros solos no lo podemos hacer. Además, requerimos motores de lanchas para que la gente se pueda movilizar, porque acá no tenemos transporte público”, indica Caicedo, que añade a las afectaciones el cierre de la vía Cali-Loboguerrero, que es su principal medio de comunicación con el resto del Valle y que de acuerdo con las autoridades se reabriría hasta el próximo año.
Un camino real desapareció en Soratá, Cauca
Sobre el río Quilcacé, un puente en calicanto por el que pasó la gesta libertadora hacia el sur del país y que más recientemente era el punto sobre el que limitaban los municipios de Timbío y Sotará, en el sur del Cauca, cayó de un solo tajo ante una creciente súbita del afluente.
Más allá de la pérdida histórica, lo que ocurrió es solo una muestra de los estragos que dejan las lluvias en la zona, pues al puente que hacía parte del camino real se le suma la caída de otros tres y la pérdida de la bancada de la vía de la Cascada La Alazana, así como la destrucción de estanques de piscicultura, ganado y el acueducto de Rioblanco.
De acuerdo con Mauricio Parra, gobernador del resguardo Yanacona, esto también obligó a cientos de familias a reubicarse ante el riesgo de una avalancha del río Guachicono y la quebrada Osoguaico, mientras que la comunidad indígena y campesinos han tenido dificultades para movilizar sus productos a Popayán a donde venden y adquieren los insumos de primera necesidad.
Por su parte, Harol Burbano, líder de la zona, señala que hay otro puente con riesgo de colapso, así como vías alternas afectadas. “Se sabe que en la Lasana de que la vía fue deteriorada y se requiere un estudio técnico que ya nos han dicho que se demora un tiempo. Entonces ahí es donde nos dijeron que se necesita habilitar la vía a Rioblanco, pasando por Guachicono y salir al resguardo indígena de Pancitará y es ahí donde se necesita arreglar las vías con maquinaria amarilla”
Por esto, Parra indicó que “Estamos trabajando en mingas con la comunidad tratando de mirar cómo podemos habilitar, por lo que hacemos un llamado especial a la alcaldía municipal, a la gobernación del Cauca y le Gobierno Nacional para que nos puedan hacer el acompañamiento y visibilizar esta calamidad que ha ocurrido en nuestro territorio”.
La avalancha en Villa Caro, Norte de Santander
“Tenemos un represamiento de agua que en cualquier momento puede fallar y solo tenemos de seis a ocho segundos para evacuar, que son escasos 2 metros de movilidad”, aseguró Huber Plaza, secretario de Gestión del Riesgo del municipio de Villa Caro, donde el pasado viernes 11 de noviembre una avalancha bloqueó el paso por la vereda Molino y Puerto Rico.
De acuerdo con la alcaldía, la avalancha abarcó más de 300 metros, por lo que además de bloquear el paso de una quebrada sepultó cinco fincas, seis viviendas y deja hasta el momento cinco personas desaparecidas, cuya búsqueda no se ha podido adelantar debido al riesgo que persiste en la zona, junto con las lluvias.
Imágenes de un sobre vuelo del Ejército y videos de habitantes de la región dan cuenta de la dimensión de la emergencia. Hay grandes grietas en el suelo y aun se escucha la tierra crujir por lo que desde la alcaldía se pidió no intentar ingresar a la zona ante el alto riesgo de una nueva emergencia.
Entre los desaparecidos se encuentra Adelaida Núñez, de 50 años y sus hijos, Jhon Jairo Bastos, de 22 años; Yeison Bastos, de 19 años; Yakeline Bastos, de 18 años y Adriana Bastos, de 14, de cuya búsqueda se encarga las autoridades de socorro del departamento, que extendieron la alerta hasta el municipio de Ábrego y mantienen la calamidad en la zona, ya que las lluvias no paran y cada vez más son los afectados.
“Hemos decidido, por la complejidad, no continuar con los trabajos y posible rescate de los cuerpos, porque el tiempo no lo ha permitido, entonces se ha tomado la determinación de conseguir los equipo para hacer el monitoreo de la zona para que en el momento en que se presente una nueva emergencia podamos crear la alerta y prevenir nuevos posibles desastres”, aseguró el alcalde de Villa Caro, Carlos Serrano.
Casi medio millón de colombianos se ha visto afectado por la segunda temporada de lluvias en el país y de acuerdo con la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastre (Ungrd), en medio de las emergencias ya se contabilizan alrededor de 200 personas muertas. A esto se le suma que las proyecciones del Ideam estiman que las precipitaciones estarían por encima del 20 % hasta enero, lo que mantiene la alerta en regiones donde el agua ya les da hasta el cuello.
En parte, las condiciones se han agravado ante la presencia del fenómeno de La Niña, por el que el Ideam alertó aumento hasta del 70 % de las lluvias en la Costa Caribe, lo cual también se ha sentido en la región Andina y en Bogotá, donde las recientes emergencias en La Calera y el norte de la capital llevaron a la alcaldesa Claudia López a declarar la calamidad pública.
Por su parte, el Gobierno Nacional anunció que instalará a partir de este miércoles 16 de noviembre un Puesto de Mando Unificado (PMU), que sesionará semanalmente, así como tres medidas adicionales, entre las que están: una reunión con la junta directiva del Fondo de Atención de Riesgos, para aprobar el presupuesto para atender las emergencias que se presenten en las próximas semanas y una sala de crisis para atender las situaciones que se presenten.
En Piojó la emergencia continúa
Aunque el deslizamiento en el municipio del Atlántico ocurrió el pasado 5 de noviembre, es poco lo que se ha podido avanzar desde entonces, porque no ha parado de llover. En total, la alcaldía censó a 162 familias damnificadas tras el deslizamiento que tumbó postes, abrió calles y dejó completamente inhabitables a por lo menos 85 viviendas, del sector Camino Grande y el cementerio.
“La cifra sigue variando porque como siguen las lluvias, los afectados siguen apareciendo”, indica Hollman Molina, coordinador de Gestión de Riesgo y Desastres, quien agrega que hay riesgo de que el terreno siga cediendo y haya nuevos deslizamientos en la zona que hoy ya está inhabitada.
Por eso, entre las principales medidas, la gobernación del Atlántico instaló un PMU permanente en el municipio, mientras que la alcaldía local acordonó el área y planea tumbar las paredes que quedaron en pie. Además, con maquinaria pesada del departamento han estado abriendo vías alternas para dar paso a quienes quedaron incomunicados por la creciente del río, “pero como sigue lloviendo, nos toca esperar”.
Sin embargo, eso no es todo. Una de las emergencias más grandes está en el cementerio, donde aparte de olores fétidos, los vecinos siguen escuchando cómo las bóvedas que estaban en pie siguen cayendo, por cuenta del deslizamiento que se tragó algunos osarios, pero que dejó otros a la vista. Ante esto, la alcaldía pidió a los pobladores usar tapabocas mientras se adelantan acciones en el lugar, que prevén, como primera medida, darle prioridad al traslado de los cuerpos que fueron enterrados más recientemente.
Ni por agua ni por tierra hay paso seguro a Anchicayá
En la cuenca baja del Anchicayá, entre Buenaventura y Cali, las comunidades rurales y afro no solo viven bajo el temor de las inundaciones por las constantes lluvias, sino además por la creciente de ríos que amenaza con traer de nuevo los sedimentos nauseabundos que se desprendieron, en 2001, del embalse que se encuentra en la zona.
“En el territorio estamos muy afectados. Hemos tenido tres crecientes grandes. Dos que nos han afectado recientemente. Una hace un mes y otra hace cuatro días. El sábado pasado el río se subió, por lo que dos comunidades, con 40 casas, tuvieron que ser evacuadas. Nos estamos inundando y con el riesgo del embalse tenemos miedo de que en cualquier crecida nosotros quedemos por debajo”, indica Silvano Caicedo Girón, vicepresidente de Onuira y miembro del PCN (Proceso de Comunidades Negras de Colombia).
La situación es compleja porque en la zona viven del pancoger, pero las fuertes lluvias han acabado con las plantaciones de plátano, papa china, borojó, chontaduro y ñame. Y aunque han recibido mercados de privados, piden la intervención del gobierno regional y nacional, ya que la emergencia es más grande de lo que pueden atender.
“Lo que queremos es un apoyo grande del Gobierno para mover las casas a sitios seguros, porque nosotros solos no lo podemos hacer. Además, requerimos motores de lanchas para que la gente se pueda movilizar, porque acá no tenemos transporte público”, indica Caicedo, que añade a las afectaciones el cierre de la vía Cali-Loboguerrero, que es su principal medio de comunicación con el resto del Valle y que de acuerdo con las autoridades se reabriría hasta el próximo año.
Ni por agua ni por tierra se puede salir de Anchicayá
En la cuenca baja del Anchicayá, entre Buenaventura y Cali, las comunidades rurales y afro no solo viven bajo el temor de las inundaciones por las constantes lluvias, sino además por la creciente de ríos que amenaza con traer de nuevo los sedimentos nauseabundos que se desprendieron, en 2001, del embalse que se encuentra en la zona.
“En el territorio estamos muy afectados. Hemos tenido tres crecientes grandes. Dos que nos han afectado recientemente. Una hace un mes y otra hace cuatro días. El sábado pasado el río se subió, por lo que dos comunidades, con 40 casas, tuvieron que ser evacuadas. Nos estamos inundando y con el riesgo del embalse tenemos miedo de que en cualquier crecida nosotros quedemos por debajo”, indica Silvano Caicedo Girón, vicepresidente de Onuira y miembro del PCN (Proceso de Comunidades Negras de Colombia).
La situación es compleja porque en la zona viven del pancoger, pero las fuertes lluvias han acabado con las plantaciones de plátano, papa china, borojó, chontaduro y ñame. Y aunque han recibido mercados de privados, piden la intervención del gobierno regional y nacional, ya que la emergencia es más grande de lo que pueden atender.
“Lo que queremos es un apoyo grande del Gobierno para mover las casas a sitios seguros, porque nosotros solos no lo podemos hacer. Además, requerimos motores de lanchas para que la gente se pueda movilizar, porque acá no tenemos transporte público”, indica Caicedo, que añade a las afectaciones el cierre de la vía Cali-Loboguerrero, que es su principal medio de comunicación con el resto del Valle y que de acuerdo con las autoridades se reabriría hasta el próximo año.
Un camino real desapareció en Soratá, Cauca
Sobre el río Quilcacé, un puente en calicanto por el que pasó la gesta libertadora hacia el sur del país y que más recientemente era el punto sobre el que limitaban los municipios de Timbío y Sotará, en el sur del Cauca, cayó de un solo tajo ante una creciente súbita del afluente.
Más allá de la pérdida histórica, lo que ocurrió es solo una muestra de los estragos que dejan las lluvias en la zona, pues al puente que hacía parte del camino real se le suma la caída de otros tres y la pérdida de la bancada de la vía de la Cascada La Alazana, así como la destrucción de estanques de piscicultura, ganado y el acueducto de Rioblanco.
De acuerdo con Mauricio Parra, gobernador del resguardo Yanacona, esto también obligó a cientos de familias a reubicarse ante el riesgo de una avalancha del río Guachicono y la quebrada Osoguaico, mientras que la comunidad indígena y campesinos han tenido dificultades para movilizar sus productos a Popayán a donde venden y adquieren los insumos de primera necesidad.
Por su parte, Harol Burbano, líder de la zona, señala que hay otro puente con riesgo de colapso, así como vías alternas afectadas. “Se sabe que en la Lasana de que la vía fue deteriorada y se requiere un estudio técnico que ya nos han dicho que se demora un tiempo. Entonces ahí es donde nos dijeron que se necesita habilitar la vía a Rioblanco, pasando por Guachicono y salir al resguardo indígena de Pancitará y es ahí donde se necesita arreglar las vías con maquinaria amarilla”
Por esto, Parra indicó que “Estamos trabajando en mingas con la comunidad tratando de mirar cómo podemos habilitar, por lo que hacemos un llamado especial a la alcaldía municipal, a la gobernación del Cauca y le Gobierno Nacional para que nos puedan hacer el acompañamiento y visibilizar esta calamidad que ha ocurrido en nuestro territorio”.
La avalancha en Villa Caro, Norte de Santander
“Tenemos un represamiento de agua que en cualquier momento puede fallar y solo tenemos de seis a ocho segundos para evacuar, que son escasos 2 metros de movilidad”, aseguró Huber Plaza, secretario de Gestión del Riesgo del municipio de Villa Caro, donde el pasado viernes 11 de noviembre una avalancha bloqueó el paso por la vereda Molino y Puerto Rico.
De acuerdo con la alcaldía, la avalancha abarcó más de 300 metros, por lo que además de bloquear el paso de una quebrada sepultó cinco fincas, seis viviendas y deja hasta el momento cinco personas desaparecidas, cuya búsqueda no se ha podido adelantar debido al riesgo que persiste en la zona, junto con las lluvias.
Imágenes de un sobre vuelo del Ejército y videos de habitantes de la región dan cuenta de la dimensión de la emergencia. Hay grandes grietas en el suelo y aun se escucha la tierra crujir por lo que desde la alcaldía se pidió no intentar ingresar a la zona ante el alto riesgo de una nueva emergencia.
Entre los desaparecidos se encuentra Adelaida Núñez, de 50 años y sus hijos, Jhon Jairo Bastos, de 22 años; Yeison Bastos, de 19 años; Yakeline Bastos, de 18 años y Adriana Bastos, de 14, de cuya búsqueda se encarga las autoridades de socorro del departamento, que extendieron la alerta hasta el municipio de Ábrego y mantienen la calamidad en la zona, ya que las lluvias no paran y cada vez más son los afectados.
“Hemos decidido, por la complejidad, no continuar con los trabajos y posible rescate de los cuerpos, porque el tiempo no lo ha permitido, entonces se ha tomado la determinación de conseguir los equipo para hacer el monitoreo de la zona para que en el momento en que se presente una nueva emergencia podamos crear la alerta y prevenir nuevos posibles desastres”, aseguró el alcalde de Villa Caro, Carlos Serrano.