"Fue un diluvio de piedras”: relato de un sobreviviente de la tragedia Chirajara
Éder Eugenio Rivera relata cómo fueron esos momentos de incertidumbre mientras él y otros compañeros se encontraban debajo de la estructura.
Yorley Ruiz M / @YorleyRuizM
Como de costumbre, a las 6:00 a.m., el pasado lunes 15 de enero los obreros que construían el puente Chirajara realizaron la evaluación de posibles riesgos, recordaron los cuidados que debían tener en cuenta a la hora de trabajar, así como las tareas que cada uno debía desempeñar ese día. “Nos practicaron, incluso, una prueba de alcoholemia, que se realiza a diario, para garantizar que estuviéramos 100 % con la mente clara”, narra Éder Emilio Rivera, uno de los ocho obreros sobrevivientes al desplome de esta construcción en la vía Bogotá-Villavicencio.
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Rivera indica que durante el último mes, él y sus compañeros se dedicaron a desmontar la estructura falsa compuesta por 15 bases, cada una de cuatro tubos, ubicados debajo del puente. El trabajo consistía en cortar los cilindros, luego transportarlos por medio de un teleférico, de un extremo al otro del puente, hacia una volqueta de 100 toneladas, que transportaría el material hacia Bogotá. Ese día, recuerda, sólo les faltaba retirar dos bases. La entrega del puente, que estaba prevista para junio, alentaba su labor cotidiana.
Sobre el mediodía, mientras el trabajo avanzaba, Rivera dice que hubo un momento en el que escucharon “un ruido extraño”, pero en ese momento no supieron de qué se trataba. Siguieron trabajando e hicieron caso omiso, pero minutos más tarde uno de sus compañeros, quien tenía un radio desde el cual se comunicaba con los obreros que estaban encima de la construcción, bajó corriendo y les dijo “¡Pilas! Se está cayendo el puente”. Sobre ese instante, el sobreviviente agrega: “Intenté correr, pero cayó un diluvio de piedras. Una de ellas me golpeó por detrás y fue la que amortiguó el material desprendido y, gracias a ella, pude rescatar a otro compañero”.
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Recuerda, además, que Emildio Bernal, un hombre de 47 años, oriundo de Meta y quien también sobrevivió, “estaba como a 20 metros de donde yo estaba. Él se ocultó entre las piedras y los tubos. Desafortunadamente los otros dos compañeros con los que trabajaba en ese momento murieron. Él es un buen compañero, buen trabajador. Tuvo la suerte de salvarse”.
Bernal se encuentra en la Clínica Nueva, ubicada al noreste de Bogotá, a la que fue remitido por una grave lesión en su pierna izquierda. Este miércoles le realizaron una intervención quirúrgica con el fin de rescatar su extremidad y evitar su amputación, según explicaron en el centro de salud.
Rivera recuerda con nostalgia a sus compañeros de trabajo, especialmente a aquellos que murieron y con quienes compartió durante los últimos dos años que llevaba la obra, pues juntos se imaginaron alcanzar la mayor hazaña de sus vidas: “Nosotros estábamos contentos, porque ya nos faltaban poquitos días para terminar una infraestructura de esa calidad, de ese tamaño. Además, nos emocionaba el hecho de saber que nuestro nombre podría estar plasmado ahí, que se lo hubiésemos podido mostrar a nuestros hijos y nietos, y decirles ‘miren... eso lo hice yo. Yo estuve ahí”.
Lea: Chirajara, una dura lección para las concesiones viales
Un día después de lo sucedido, Rivera, quien fue trasladado a la Clínica Nueva y donde le dieron de alta en la tarde del pasado martes, busca entre sus recuerdos cuál pudo haber sido la razón del desplome de la infraestructura, pero dice no encontrarla. Por el contrario, recalca que el trabajo realizado fue juicioso y que entre los requisitos que les exigió la empresa, a la hora de contratarlos, fue que cada uno contara con cinco años de experiencia.
“No había gente novata. Uno es consciente de que algo así puede pasar, pero jamás imaginamos que una estructura con tanto hierro, cemento y con un trabajo tan cuidadoso podría venirse abajo”, agrega el sobreviviente.
A pesar de lo ocurrido, este hombre, oriundo de Pueblo Nuevo, Córdoba, de 53 años, y quien reside en Bogotá hace 20, espera seguir trabajando como soldador en próximas construcciones. “Sé que es un trabajo riesgoso, pero lo escogí porque me gusta, lo hago con eficiencia, con orgullo y trato de hacerlo lo mejor que puedo. Con esto que pasó no nos sentimos derrotados, porque sabemos trabajar y cuando uno sabe trabajar y tiene los papeles que lo respaldan, las cosas pueden ir mejor”.
Lea: ¿Por qué se cayó el puente Chirajara?
Rivera se formó como soldador en el Sena por tres años y dice tener más de 18 años de experiencia en montaje de estructuras y puentes. Espera presentarse el lunes en la oficina de su jefe, en la empresa Icmo, para la cual trabaja, después de cumplida su incapacidad, con el fin de continuar sus labores en otro proyecto de construcción en el país.
Durante el rescate participaron 129 unidades de entidades operativas del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Cundinamarca y Meta. Terminada la labor de rescate en la tarde de este martes, con la recuperación de los últimos cinco cuerpos sin vida por el desplome del puente, los organismos de socorro le entregaron la “escena” al CTI, que tendrá que determinar las causas del desplome de la estructura.
Como de costumbre, a las 6:00 a.m., el pasado lunes 15 de enero los obreros que construían el puente Chirajara realizaron la evaluación de posibles riesgos, recordaron los cuidados que debían tener en cuenta a la hora de trabajar, así como las tareas que cada uno debía desempeñar ese día. “Nos practicaron, incluso, una prueba de alcoholemia, que se realiza a diario, para garantizar que estuviéramos 100 % con la mente clara”, narra Éder Emilio Rivera, uno de los ocho obreros sobrevivientes al desplome de esta construcción en la vía Bogotá-Villavicencio.
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Rivera indica que durante el último mes, él y sus compañeros se dedicaron a desmontar la estructura falsa compuesta por 15 bases, cada una de cuatro tubos, ubicados debajo del puente. El trabajo consistía en cortar los cilindros, luego transportarlos por medio de un teleférico, de un extremo al otro del puente, hacia una volqueta de 100 toneladas, que transportaría el material hacia Bogotá. Ese día, recuerda, sólo les faltaba retirar dos bases. La entrega del puente, que estaba prevista para junio, alentaba su labor cotidiana.
Sobre el mediodía, mientras el trabajo avanzaba, Rivera dice que hubo un momento en el que escucharon “un ruido extraño”, pero en ese momento no supieron de qué se trataba. Siguieron trabajando e hicieron caso omiso, pero minutos más tarde uno de sus compañeros, quien tenía un radio desde el cual se comunicaba con los obreros que estaban encima de la construcción, bajó corriendo y les dijo “¡Pilas! Se está cayendo el puente”. Sobre ese instante, el sobreviviente agrega: “Intenté correr, pero cayó un diluvio de piedras. Una de ellas me golpeó por detrás y fue la que amortiguó el material desprendido y, gracias a ella, pude rescatar a otro compañero”.
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Recuerda, además, que Emildio Bernal, un hombre de 47 años, oriundo de Meta y quien también sobrevivió, “estaba como a 20 metros de donde yo estaba. Él se ocultó entre las piedras y los tubos. Desafortunadamente los otros dos compañeros con los que trabajaba en ese momento murieron. Él es un buen compañero, buen trabajador. Tuvo la suerte de salvarse”.
Bernal se encuentra en la Clínica Nueva, ubicada al noreste de Bogotá, a la que fue remitido por una grave lesión en su pierna izquierda. Este miércoles le realizaron una intervención quirúrgica con el fin de rescatar su extremidad y evitar su amputación, según explicaron en el centro de salud.
Rivera recuerda con nostalgia a sus compañeros de trabajo, especialmente a aquellos que murieron y con quienes compartió durante los últimos dos años que llevaba la obra, pues juntos se imaginaron alcanzar la mayor hazaña de sus vidas: “Nosotros estábamos contentos, porque ya nos faltaban poquitos días para terminar una infraestructura de esa calidad, de ese tamaño. Además, nos emocionaba el hecho de saber que nuestro nombre podría estar plasmado ahí, que se lo hubiésemos podido mostrar a nuestros hijos y nietos, y decirles ‘miren... eso lo hice yo. Yo estuve ahí”.
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Un día después de lo sucedido, Rivera, quien fue trasladado a la Clínica Nueva y donde le dieron de alta en la tarde del pasado martes, busca entre sus recuerdos cuál pudo haber sido la razón del desplome de la infraestructura, pero dice no encontrarla. Por el contrario, recalca que el trabajo realizado fue juicioso y que entre los requisitos que les exigió la empresa, a la hora de contratarlos, fue que cada uno contara con cinco años de experiencia.
“No había gente novata. Uno es consciente de que algo así puede pasar, pero jamás imaginamos que una estructura con tanto hierro, cemento y con un trabajo tan cuidadoso podría venirse abajo”, agrega el sobreviviente.
A pesar de lo ocurrido, este hombre, oriundo de Pueblo Nuevo, Córdoba, de 53 años, y quien reside en Bogotá hace 20, espera seguir trabajando como soldador en próximas construcciones. “Sé que es un trabajo riesgoso, pero lo escogí porque me gusta, lo hago con eficiencia, con orgullo y trato de hacerlo lo mejor que puedo. Con esto que pasó no nos sentimos derrotados, porque sabemos trabajar y cuando uno sabe trabajar y tiene los papeles que lo respaldan, las cosas pueden ir mejor”.
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Rivera se formó como soldador en el Sena por tres años y dice tener más de 18 años de experiencia en montaje de estructuras y puentes. Espera presentarse el lunes en la oficina de su jefe, en la empresa Icmo, para la cual trabaja, después de cumplida su incapacidad, con el fin de continuar sus labores en otro proyecto de construcción en el país.
Durante el rescate participaron 129 unidades de entidades operativas del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Cundinamarca y Meta. Terminada la labor de rescate en la tarde de este martes, con la recuperación de los últimos cinco cuerpos sin vida por el desplome del puente, los organismos de socorro le entregaron la “escena” al CTI, que tendrá que determinar las causas del desplome de la estructura.