Hasta siempre a "El hombre de la calle"
Testigo excepcional de los grandes acontecimientos del siglo XX, José Salgar marcó una época en el periodismo y representó la línea de tradición independiente de este diario.
El Espectador
A los 92 años, rodeado de su familia, falleció este domingo en la noche el maestro del periodismo José Salgar Escobar. Testigo de excepción de buena parte de los acontecimientos del siglo XX en Colombia; viajero incansable y dueño de una poderosa memoria; visionario de los asuntos propios de Bogotá, ciudad a la que dedicó centenares de artículos desde que creó su columna de opinión “El hombre de la calle”, don José Salgar, como era reconocido en la redacción de este diario, deja un ejemplo de periodista incansable.
Nacido el 21 de septiembre de 1921 en Bogotá, “El Mono” Salgar, como fue bautizado por sus amigos desde sus tiempos de estudiante, desentrañó su devoción por las noticias. Él mismo contaba que pasaba las tardes embelesado en los periódicos, hasta que por recomendación del maquinista de El Tiempo, Julio Sánchez, amigo y vecino de su familia, ingresó a El Espectador. Era el año de 1933, tenía apenas 13 años y entró a fundir barras de plomo para alimentar los linotipos desde las cuatro de la mañana.
En ese labor, empezó a tener el privilegio de ser el primero en leer la edición del periódico. Pero como tenía un talento particular para olfatear las noticias y además era uno de los pocos que sabían teclear la máquina de escribir con los diez dedos, rápidamente pasó a la redacción. Al lado de Luis Cano y Gabriel Cano, y bajo la batuta del jefe de redacción Alberto Galindo, aprendió todo lo que era necesario para desempeñarse en el oficio. Eran los tiempos de un periodismo afrancesado de grandes talentos.
El 10 de abril de 1943, ante el retiro de Alberto Galindo para dedicarse a la política, El Espectador sorprendió a propios y extraños cuando presentó a su nuevo jefe de redacción. A sus 22 años, José Salgar tomaba el mando de un equipo de periodistas que habría de afrontar los tiempos difíciles de la violencia partidista. A la vuelta de la esquina, ya se asomaban el Estado de sitio y la censura de prensa, y al lado de Guillermo Cano, quien ya se perfilaba hacía la dirección, supo orientar sin sesgos el periódico.
Hasta cuando pudo se mantuvo al frente de la redacción en la aciaga jornada del 9 de abril de 1948; igual conducta observó cuando una turba de agitadores incendió el periódico la tarde del sábado 6 de septiembre de 1952; y le esperaba otro momento estelar para demostrar su condición de primer soldado del periódico. Cuando la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla cerró el diario en 1956, José Salgar fue el primer director de El Independiente, que surgió para mantener intacta la libertad de prensa.
Al tiempo que libró junto a Gabriel Cano y Guillermo Cano las luchas por la reivindicación del periodismo libre, José Salgar dirigió con sapiencia una redacción de extraordinarios periodistas entre los que se destacaron Gabriel García Márquez, Darío Bautista, Gonzalo González, Guillermo Lanao, Luis de Castro, Rogelio Echavarría o Felipe González Toledo. Una redacción donde, al decir de García Márquez, “predominaba el ambiente del buen humor y la broma dura”, pero mandaba siempre Salgar.
Cuando cayó la dictadura en mayo de 1957 y El Espectador recobró su presencia, José Salgar fue uno de los artífices de la consolidación del diario. En 1964, los dueños del diario decidieron crear un periódico tabloide llamado El Vespertino. Sin dejar sus labores en El Espectador, el director del nuevo impreso no podía ser otro que José Salgar. Hasta 1980, todas las tardes El Vespertino llevaba su impronta, y cuando éste cerró sus páginas, regresó a la jefatura de redacción del diario de los Cano.
Durante los años 80 le correspondió afrontar dos terribles momentos en la historia de este diario. El asesinato de Guillermo Cano en diciembre de 1986 que, en sus propias palabras, cambió su vida y fue la peor noticia de su recorrido profesional; y el 2 de septiembre de 1989, cuando un camión cargado con explosivos fue detonado contra las instalaciones del diario. Ese día, José Salgar se puso al frente del periódico, y entre escombros y dificultades lideró la edición que títuló “Seguimos adelante”.
Tras el asesinato de Guillermo Cano a manos del narcotráfico, sus hijos Juan Guillermo y Fernando asumieron la dirección. José Salgar entró a oficiar como codirector. Desde entonces se mantuvo como un disciplinado consejero, sin desatender sus labores como columnista y “Hombre de la calle”. En esa labor se mantuvo hasta 1997, cuando la familia Cano vendió el periódico. En la transición hacia los nuevos dueños, se encargó de la dirección, tiempo que le alcanzó para fortalecer la edición.
A partir de 1998, José Salgar comenzó a diversificar su vida. Hasta hace poco tiempo mantuvo su columna de opinión; no dejó de viajar por el mundo, actividad que siempre fue su pasión; todas las mañanas se levantaba a realizar largas caminatas junto a su esposa Inés; cada que lo permitían sus ocupaciones, se iba para su casa de recreo en Girardot; y más que nunca tuvo tiempo para sus seis hijos y 18 nietos de dos matrimonios. Amigo de estudiantes, durante cinco años fue decano en la Universidad Sergio Arboleda.
En agosto de 2003, a sus 82 años, la Fundación para el Periodismo Iberoamericano le rindió un merecido homenaje. Con su misma tranquilidad de siempre, viajó a México a congratularse con las nuevas generaciones de periodistas. Y así siguió de largo, cálido, conversador, de buen humor, más preocupado por el futuro del periodismo que por el pasado y empecinado en que Bogotá se preparara desde ahora para celebrar sus 500 años en 2038. Ayer emprendió su último viaje el eterno jefe de redacción de este diario.
A los 92 años, rodeado de su familia, falleció este domingo en la noche el maestro del periodismo José Salgar Escobar. Testigo de excepción de buena parte de los acontecimientos del siglo XX en Colombia; viajero incansable y dueño de una poderosa memoria; visionario de los asuntos propios de Bogotá, ciudad a la que dedicó centenares de artículos desde que creó su columna de opinión “El hombre de la calle”, don José Salgar, como era reconocido en la redacción de este diario, deja un ejemplo de periodista incansable.
Nacido el 21 de septiembre de 1921 en Bogotá, “El Mono” Salgar, como fue bautizado por sus amigos desde sus tiempos de estudiante, desentrañó su devoción por las noticias. Él mismo contaba que pasaba las tardes embelesado en los periódicos, hasta que por recomendación del maquinista de El Tiempo, Julio Sánchez, amigo y vecino de su familia, ingresó a El Espectador. Era el año de 1933, tenía apenas 13 años y entró a fundir barras de plomo para alimentar los linotipos desde las cuatro de la mañana.
En ese labor, empezó a tener el privilegio de ser el primero en leer la edición del periódico. Pero como tenía un talento particular para olfatear las noticias y además era uno de los pocos que sabían teclear la máquina de escribir con los diez dedos, rápidamente pasó a la redacción. Al lado de Luis Cano y Gabriel Cano, y bajo la batuta del jefe de redacción Alberto Galindo, aprendió todo lo que era necesario para desempeñarse en el oficio. Eran los tiempos de un periodismo afrancesado de grandes talentos.
El 10 de abril de 1943, ante el retiro de Alberto Galindo para dedicarse a la política, El Espectador sorprendió a propios y extraños cuando presentó a su nuevo jefe de redacción. A sus 22 años, José Salgar tomaba el mando de un equipo de periodistas que habría de afrontar los tiempos difíciles de la violencia partidista. A la vuelta de la esquina, ya se asomaban el Estado de sitio y la censura de prensa, y al lado de Guillermo Cano, quien ya se perfilaba hacía la dirección, supo orientar sin sesgos el periódico.
Hasta cuando pudo se mantuvo al frente de la redacción en la aciaga jornada del 9 de abril de 1948; igual conducta observó cuando una turba de agitadores incendió el periódico la tarde del sábado 6 de septiembre de 1952; y le esperaba otro momento estelar para demostrar su condición de primer soldado del periódico. Cuando la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla cerró el diario en 1956, José Salgar fue el primer director de El Independiente, que surgió para mantener intacta la libertad de prensa.
Al tiempo que libró junto a Gabriel Cano y Guillermo Cano las luchas por la reivindicación del periodismo libre, José Salgar dirigió con sapiencia una redacción de extraordinarios periodistas entre los que se destacaron Gabriel García Márquez, Darío Bautista, Gonzalo González, Guillermo Lanao, Luis de Castro, Rogelio Echavarría o Felipe González Toledo. Una redacción donde, al decir de García Márquez, “predominaba el ambiente del buen humor y la broma dura”, pero mandaba siempre Salgar.
Cuando cayó la dictadura en mayo de 1957 y El Espectador recobró su presencia, José Salgar fue uno de los artífices de la consolidación del diario. En 1964, los dueños del diario decidieron crear un periódico tabloide llamado El Vespertino. Sin dejar sus labores en El Espectador, el director del nuevo impreso no podía ser otro que José Salgar. Hasta 1980, todas las tardes El Vespertino llevaba su impronta, y cuando éste cerró sus páginas, regresó a la jefatura de redacción del diario de los Cano.
Durante los años 80 le correspondió afrontar dos terribles momentos en la historia de este diario. El asesinato de Guillermo Cano en diciembre de 1986 que, en sus propias palabras, cambió su vida y fue la peor noticia de su recorrido profesional; y el 2 de septiembre de 1989, cuando un camión cargado con explosivos fue detonado contra las instalaciones del diario. Ese día, José Salgar se puso al frente del periódico, y entre escombros y dificultades lideró la edición que títuló “Seguimos adelante”.
Tras el asesinato de Guillermo Cano a manos del narcotráfico, sus hijos Juan Guillermo y Fernando asumieron la dirección. José Salgar entró a oficiar como codirector. Desde entonces se mantuvo como un disciplinado consejero, sin desatender sus labores como columnista y “Hombre de la calle”. En esa labor se mantuvo hasta 1997, cuando la familia Cano vendió el periódico. En la transición hacia los nuevos dueños, se encargó de la dirección, tiempo que le alcanzó para fortalecer la edición.
A partir de 1998, José Salgar comenzó a diversificar su vida. Hasta hace poco tiempo mantuvo su columna de opinión; no dejó de viajar por el mundo, actividad que siempre fue su pasión; todas las mañanas se levantaba a realizar largas caminatas junto a su esposa Inés; cada que lo permitían sus ocupaciones, se iba para su casa de recreo en Girardot; y más que nunca tuvo tiempo para sus seis hijos y 18 nietos de dos matrimonios. Amigo de estudiantes, durante cinco años fue decano en la Universidad Sergio Arboleda.
En agosto de 2003, a sus 82 años, la Fundación para el Periodismo Iberoamericano le rindió un merecido homenaje. Con su misma tranquilidad de siempre, viajó a México a congratularse con las nuevas generaciones de periodistas. Y así siguió de largo, cálido, conversador, de buen humor, más preocupado por el futuro del periodismo que por el pasado y empecinado en que Bogotá se preparara desde ahora para celebrar sus 500 años en 2038. Ayer emprendió su último viaje el eterno jefe de redacción de este diario.