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La crisis viene desde hace tiempo. En 2007, el Gobierno Nacional tuvo que hacer la intervención forzosa administrativa del sector salud en el departamento, por lo que se entregó la administración del Hospital San Francisco de Asís (el único de segundo nivel en Chocó) a Caprecom, que como se detalló en un auto de 2015 de la Corte Constitucional, “durante siete años profundizó los problemas económicos y administrativos de la ESE y generó una acreencia multimillonaria a favor del centro médico”, lo que obligó al Gobierno Nacional a inyectar $12.000 millones e iniciar un proceso de saneamiento.
El problema es que la pandemia no solo profundizó la crisis en el Hospital San Francisco de Asís, sino también en el Ismael Roldán (primer nivel), cuyo déficit supera los $13.000 millones. Allí los empleados han interpuesto acciones judiciales para que les garanticen las condiciones básicas de seguridad durante la pandemia, ya que tienen que trabajar en condiciones precarias, porque no cuentan con una planta generadora de oxígeno y el pozo séptico no está conectado a la red de alcantarillado de Quibdó.
La grave situación se agudiza por las denuncias que a principio de año hicieron enfermeras que aseguraron que las estaban haciendo trabajar pese a que tenían síntomas de covid-19, pero quizás el tema más preocupante en ambos hospitales es que desde hace seis meses no les pagan el sueldo.
“El punto clave es el salario de los trabajadores. Que al menos se pongan al día con los salarios atrasados y ahí se van desencadenando otros puntos, con los que queremos que no se nos sigan poniendo pañitos de agua tibia, porque hemos venido haciendo muchas otras cosas y después de seis meses estamos en la misma situación”, señala Cecilia Rojas, presidenta del sindicato de enfermeras y trabajadora del San Francisco de Asís, quien se refiere a un acuerdo de pago que se hizo el año pasado, pero que se incumplió.
Es por ello que en esta ocasión se estableció una mesa en la que funcionarios de ambos hospitales estudian las propuestas que, por un lado, hizo el nuevo agente interventor del San Francisco de Asís, César Ramírez Montoya, que se posesionó el pasado 7 de febrero, tras la renuncia de Camilo Ramírez, quien señaló que recibió amenazas de grupos armados. Asimismo, los empleados en paro consolidan un pliego de peticiones que presentarán esta semana al interventor.
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Desde la Gobernación de Chocó se indicó que la semana pasada se tuvo una reunión con el Ministerio de Salud, la Superintendencia de ese sector y el Ministerio del Trabajo, en la que se estudió la situación “dada la millonaria deuda salarial que tiene el centro asistencial con los empleados, contratistas y proveedores, como resultado del mal manejo de los ingresos del hospital, además de perder un alto porcentaje económico por servicios prestados a EPS que fueron liquidadas”.
Por su parte, la Secretaría de Salud del departamento señaló que esperan el nuevo Plan de Acción, para buscar nuevas fuentes de refinanciación para el pago de pasivos, “también la aprobación de proyectos viabilizados, por consiguiente, estos deben estar ya radicados ante el Ministerio de Salud. Además, se lucha para que al menos el de mayor importancia, que vendría siendo el de insumos, se otorguen desde la nación recursos para ellos. La otra salida es mirar si desde el Fondo Local de Salud se pueden destinas recursos dentro de lo permitido por la norma para la compra de medicamentos y poder brindar apoyo al hospital”.
Ante la crisis, el pasado viernes el ministro del Interior, Daniel Palacios, señaló que ya se ha venido trabajando en el caso del Hospital San Francisco de Asís, por lo que se dispusieron $8.000 millones para pagar la deuda que se tiene con el talento humano. “Esperamos que eso no pase de esta semana”, señaló Palacios al gobernador de Chocó.
Mientras se determina un nuevo camino para administrar los hospitales, el paro continúa en Quibdó a la espera que no solo se pongan al día en los salarios (de esto también se han aprovechado los actores armados), sino que se haga mantenimiento a la planta física y se garantice la entrega de insumos. “Terminan siendo cosas muy puntuales, pero nos llegan a faltar guantes, jeringas, la sangre y sus hemoderivados o sulfato de magnesio, que es prioridad en obstetricia, por lo que en ocasiones nos ha tocado remitir pacientes”, dice Cecilia Rojas.
Para Leslie Palacios, auxiliar de enfermería del Ismael Roldán, lo importante es que se llegue a verdaderas soluciones, pues la problemática no es nueva y sí hay peticiones muy puntuales.