La economía naranja, un nuevo motor de crecimiento en San Andrés
La isla colombiana tiene un innovador programa en el que, por medio del arte y la cultura, se estructuran modelos económicos basados en las industrias creativas sin perder de vista los saberes ancestrales.
Agencia Anadolu
Las industrias creativas o economía naranja son, en general, términos desconocidos para la mayoría de colombianos. Muchos se preguntan cuál es la importancia que le da, por ejemplo, el nuevo presidente del país, Iván Duque, a una industria emergente que lleva por nombre un color. Desde esa óptica, también es posible que al ciudadano de a pie le suene extraña esta afirmación: “Basado en las industrias culturales, el Producto Interno Bruto (PIB) del país se duplicará para el año 2025”.
En una nación que construye su economía a través de la industria textil, la petrolera, la química y la metalúrgica, entre otras, no deja de parecer insólito que una de las apuestas del jefe de Estado colombiano sea invertirle a actividades como la música, el cine o la moda, con el fin de impactar de manera positiva el capital nacional.
Lo que tal vez no saben las personas ajenas a este nicho económico -no tendrían por qué- es que las llamadas industrias creativas generan ingresos de unos USD 4.300 millones por año y emplean a 30 millones de personas en el mundo. En resumidas cuentas, si las industrias culturales y creativas fueran un país -explica la jefa de la División de Asuntos Culturales, Solidaridad y Creatividad del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Trinidad Zaldívar-, sería una de las potencias económicas mundiales.
Esto, en definitiva, es algo para tener en cuenta en un país como Colombia donde la economía naranja genera el 3,3% del PIB, según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y movió, en el 2016, cerca de 2,6 billones de pesos.
“Quiero que los jóvenes de Colombia escuchen esto con atención: Estamos comprometidos con el impulso a la economía naranja para que nuestros actores, artistas, productores, músicos, diseñadores, publicistas, joyeros, dramaturgos, fotógrafos y animadores digitales conquisten mercados, mejoren sus ingresos, emprendan con éxito, posicionen su talento y atraigan los ojos del mundo”, aseguró Duque en su posesión el pasado 7 de agosto.
Además de lo bonito del mensaje, la pregunta es:
¿Qué ciudad en Colombia está dispuesta a adoptar entre sus motores económicos a la economía naranja?
Tras realizar una investigación sobre capacidades culturales en varias ciudades de Colombia como Barranquilla, Bogotá, Bucaramanga, Cali, Manizales, Medellín, San Andrés y Providencia, el British Council -por medio de la firma consultora Lado B- identificó una brecha de habilidades técnicas dentro de las industrias creativas en las dos islas del Caribe.
A partir de eso, la organización del Reino Unido, en asocio con el Ministerio de Cultura, la Cancillería colombiana y el Green Moon Festival decidieron poner en marcha el programa ‘Backstage to the Future: Caribbean’, una iniciativa que explora la promoción del patrimonio inmaterial que tienen las islas y, en paralelo, forma a estudiantes en destrezas técnicas como la ingeniería de sonido, el diseño y operación de iluminación, dirección de escena; además de educarlos en habilidades blandas como las comunicaciones, el arte comunitario y el ‘networking’.
Hoy, este programa sirve como punto de partida para demostrar cómo una comunidad puede, por medio del arte y la cultura, estructurar modelos económicos basados en las industrias creativas sin perder de vista los saberes ancestrales.
En ese sentido, el gerente de artes del British Council en Colombia, Luis Gonzáles, le dijo a la Agencia Anadolu que “el ‘Backstage to the future: Caribbean’ busca promover oportunidades y vidas alternativas para jóvenes en San Andrés y Providencia, Jamaica, Cuba y Venezuela. Nuestro objetivo es crear a través del mejoramiento de las capacidades en el sector de la cultura mayor empleabilidad, redes y negocios para los aprendices del programa, para los entrenadores y para los festivales locales con los que estamos trabajando como el Green Moon Festival en San Andrés (Colombia), el Rebel Salute Festival (Jamaica) y el Havana World Festival de Música (Cuba)”.
En poco más de un año, el ‘Backstage to the future: Caribbean’ ha contado con la participación de 21 aprendices (15 de San Andrés y Providencia, dos de Jamaica, dos de Cuba y dos de Venezuela) que, además de capacitarse académicamente, entienden la importancia de asumir un rol de líderes sociales en su comunidad raizal.
Esta última es una población que sufre graves problemas debido a la masiva invasión de extranjeros al archipiélago como consecuencia de haber sido declarada puerto libre. Después de constituirse como uno de los mayores sitios turísticos del Caribe se generó una superpoblación y desplazamiento económico, social, cultural y territorial de los raizales en San Andrés y Providencia, según determinó una investigación de María Lucía Torres para la Universidad del Rosario (Bogotá).
“En estos contextos queremos que los jóvenes sean unos líderes sociales entre sus comunidades. Queremos que ellos sean unos grandes gestores y promotores culturales entre su gente. La idea es que puedan permear sus grupos y expliquen la importancia de apropiarse de su cultura y visualizarla a través de los festivales antes mencionados. Esto en un marco de autosostenibilidad”, explicó Gonzáles.
Para el año que corre, el programa ‘Backstage to the future: Caribbean’ tiene una financiación de unos 155 millones de pesos y contará con la participación de Paul Duhaney, el director de un festival con similares características al Green Moon Festival en el Reino Unido llamado África Oyé. Con la llegada de este tipo de personajes se busca fortalecer las oportunidades de negocios a partir de una conexión mucho más sólida entre festivales del Caribe y el Reino Unido.
El Green Moon Festival, plataforma cultural para artistas y raizales
Este festival musical que se celebra en San Andrés cada año desde 1987, y en el que se han presentado artistas como Rubén Blades y Chocquibtown, se ubica como uno de los referentes en la generación de empleos en la isla.
Con el ‘Backstage to the future: Caribbean’, los organizadores del Green Moon Festival vieron la importancia de incluir a jóvenes en el evento para enseñarles todo lo que conlleva sacar adelante un festival en vivo.
“En la edición pasada se montó una tarima de entrenamiento en la que los jóvenes podían aprender con profesionales la manera de resolver las problemáticas que ocurren en un escenario en vivo. Cuando el festival comienza, los muchachos empiezan a trabajar en las diferentes tarimas. Este año todos los eventos del festival confluirán con el programa ‘Backstage to the future: Caribbean’”, comentó Heidy Taylor, directora ejecutiva del Green Moon Festival.
Aunque muchos expertos son escépticos ante el hecho de que la economía creativa puede ser una posibilidad transversal de desarrollo y un nuevo motor de la economía en San Andrés y en Colombia, es innegable que la profesionalización de los productores de la cultura y la creatividad en el país ha tenido un interesante impacto en festivales internacionales como el Shambala (un festival ecológico en Inglaterra) o el renombrado Glastonbury.
En tal sentido, el inglés Derek Richards, líder de cursos del ‘Backstage to the future: Caribbean’, agregó que “lo peculiar es que desde aquí (Colombia) hay una concepción incorrecta de que los festivales en el Reino Unido son más avanzados en todos los aspectos organizacionales. Desde mi conocimiento puedo decir que en mi país la industria cultural se está comenzado a tomar en serio en los últimos tiempos. ¿Por qué lo digo? Porque en esa nación la economía se ha edificado históricamente con base en la industria de la manufactura; pero, en estos tiempos, comenzaron a comprender el significado que tiene la economía naranja para un país”.
Si personas del medio como Richard sugieren que en el Reino Unido aún falta un largo tramo para que las industrias culturales sean consideradas una parte fundamental de la economía inglesa, es comprensible que Colombia sea suspicaz ante la posibilidad de que la economía naranja se transforme en un vehículo de desarrollo tangible en un futuro cercano.
“Aunque suene como un cliché y lugar común, la pasión de los jóvenes que participan en el sector cultural colombiano es de subrayar. Aquí no existe ese cinismo palpable en los países industrializados. Es verdad que tienen grandes preocupaciones y grandes problemáticas sociales, pero al mismo tiempo hay una confianza y un compromiso de sobrellevarlos y superarlos que es admirable. Creo que eso coloca a Colombia en una posición privilegiada para que la cultura sea un componente esencial de desarrollo económico y social en unos años. Y San Andrés y Providencia serán un ejemplo de esto”, concluyó Richards.
Las industrias creativas o economía naranja son, en general, términos desconocidos para la mayoría de colombianos. Muchos se preguntan cuál es la importancia que le da, por ejemplo, el nuevo presidente del país, Iván Duque, a una industria emergente que lleva por nombre un color. Desde esa óptica, también es posible que al ciudadano de a pie le suene extraña esta afirmación: “Basado en las industrias culturales, el Producto Interno Bruto (PIB) del país se duplicará para el año 2025”.
En una nación que construye su economía a través de la industria textil, la petrolera, la química y la metalúrgica, entre otras, no deja de parecer insólito que una de las apuestas del jefe de Estado colombiano sea invertirle a actividades como la música, el cine o la moda, con el fin de impactar de manera positiva el capital nacional.
Lo que tal vez no saben las personas ajenas a este nicho económico -no tendrían por qué- es que las llamadas industrias creativas generan ingresos de unos USD 4.300 millones por año y emplean a 30 millones de personas en el mundo. En resumidas cuentas, si las industrias culturales y creativas fueran un país -explica la jefa de la División de Asuntos Culturales, Solidaridad y Creatividad del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Trinidad Zaldívar-, sería una de las potencias económicas mundiales.
Esto, en definitiva, es algo para tener en cuenta en un país como Colombia donde la economía naranja genera el 3,3% del PIB, según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y movió, en el 2016, cerca de 2,6 billones de pesos.
“Quiero que los jóvenes de Colombia escuchen esto con atención: Estamos comprometidos con el impulso a la economía naranja para que nuestros actores, artistas, productores, músicos, diseñadores, publicistas, joyeros, dramaturgos, fotógrafos y animadores digitales conquisten mercados, mejoren sus ingresos, emprendan con éxito, posicionen su talento y atraigan los ojos del mundo”, aseguró Duque en su posesión el pasado 7 de agosto.
Además de lo bonito del mensaje, la pregunta es:
¿Qué ciudad en Colombia está dispuesta a adoptar entre sus motores económicos a la economía naranja?
Tras realizar una investigación sobre capacidades culturales en varias ciudades de Colombia como Barranquilla, Bogotá, Bucaramanga, Cali, Manizales, Medellín, San Andrés y Providencia, el British Council -por medio de la firma consultora Lado B- identificó una brecha de habilidades técnicas dentro de las industrias creativas en las dos islas del Caribe.
A partir de eso, la organización del Reino Unido, en asocio con el Ministerio de Cultura, la Cancillería colombiana y el Green Moon Festival decidieron poner en marcha el programa ‘Backstage to the Future: Caribbean’, una iniciativa que explora la promoción del patrimonio inmaterial que tienen las islas y, en paralelo, forma a estudiantes en destrezas técnicas como la ingeniería de sonido, el diseño y operación de iluminación, dirección de escena; además de educarlos en habilidades blandas como las comunicaciones, el arte comunitario y el ‘networking’.
Hoy, este programa sirve como punto de partida para demostrar cómo una comunidad puede, por medio del arte y la cultura, estructurar modelos económicos basados en las industrias creativas sin perder de vista los saberes ancestrales.
En ese sentido, el gerente de artes del British Council en Colombia, Luis Gonzáles, le dijo a la Agencia Anadolu que “el ‘Backstage to the future: Caribbean’ busca promover oportunidades y vidas alternativas para jóvenes en San Andrés y Providencia, Jamaica, Cuba y Venezuela. Nuestro objetivo es crear a través del mejoramiento de las capacidades en el sector de la cultura mayor empleabilidad, redes y negocios para los aprendices del programa, para los entrenadores y para los festivales locales con los que estamos trabajando como el Green Moon Festival en San Andrés (Colombia), el Rebel Salute Festival (Jamaica) y el Havana World Festival de Música (Cuba)”.
En poco más de un año, el ‘Backstage to the future: Caribbean’ ha contado con la participación de 21 aprendices (15 de San Andrés y Providencia, dos de Jamaica, dos de Cuba y dos de Venezuela) que, además de capacitarse académicamente, entienden la importancia de asumir un rol de líderes sociales en su comunidad raizal.
Esta última es una población que sufre graves problemas debido a la masiva invasión de extranjeros al archipiélago como consecuencia de haber sido declarada puerto libre. Después de constituirse como uno de los mayores sitios turísticos del Caribe se generó una superpoblación y desplazamiento económico, social, cultural y territorial de los raizales en San Andrés y Providencia, según determinó una investigación de María Lucía Torres para la Universidad del Rosario (Bogotá).
“En estos contextos queremos que los jóvenes sean unos líderes sociales entre sus comunidades. Queremos que ellos sean unos grandes gestores y promotores culturales entre su gente. La idea es que puedan permear sus grupos y expliquen la importancia de apropiarse de su cultura y visualizarla a través de los festivales antes mencionados. Esto en un marco de autosostenibilidad”, explicó Gonzáles.
Para el año que corre, el programa ‘Backstage to the future: Caribbean’ tiene una financiación de unos 155 millones de pesos y contará con la participación de Paul Duhaney, el director de un festival con similares características al Green Moon Festival en el Reino Unido llamado África Oyé. Con la llegada de este tipo de personajes se busca fortalecer las oportunidades de negocios a partir de una conexión mucho más sólida entre festivales del Caribe y el Reino Unido.
El Green Moon Festival, plataforma cultural para artistas y raizales
Este festival musical que se celebra en San Andrés cada año desde 1987, y en el que se han presentado artistas como Rubén Blades y Chocquibtown, se ubica como uno de los referentes en la generación de empleos en la isla.
Con el ‘Backstage to the future: Caribbean’, los organizadores del Green Moon Festival vieron la importancia de incluir a jóvenes en el evento para enseñarles todo lo que conlleva sacar adelante un festival en vivo.
“En la edición pasada se montó una tarima de entrenamiento en la que los jóvenes podían aprender con profesionales la manera de resolver las problemáticas que ocurren en un escenario en vivo. Cuando el festival comienza, los muchachos empiezan a trabajar en las diferentes tarimas. Este año todos los eventos del festival confluirán con el programa ‘Backstage to the future: Caribbean’”, comentó Heidy Taylor, directora ejecutiva del Green Moon Festival.
Aunque muchos expertos son escépticos ante el hecho de que la economía creativa puede ser una posibilidad transversal de desarrollo y un nuevo motor de la economía en San Andrés y en Colombia, es innegable que la profesionalización de los productores de la cultura y la creatividad en el país ha tenido un interesante impacto en festivales internacionales como el Shambala (un festival ecológico en Inglaterra) o el renombrado Glastonbury.
En tal sentido, el inglés Derek Richards, líder de cursos del ‘Backstage to the future: Caribbean’, agregó que “lo peculiar es que desde aquí (Colombia) hay una concepción incorrecta de que los festivales en el Reino Unido son más avanzados en todos los aspectos organizacionales. Desde mi conocimiento puedo decir que en mi país la industria cultural se está comenzado a tomar en serio en los últimos tiempos. ¿Por qué lo digo? Porque en esa nación la economía se ha edificado históricamente con base en la industria de la manufactura; pero, en estos tiempos, comenzaron a comprender el significado que tiene la economía naranja para un país”.
Si personas del medio como Richard sugieren que en el Reino Unido aún falta un largo tramo para que las industrias culturales sean consideradas una parte fundamental de la economía inglesa, es comprensible que Colombia sea suspicaz ante la posibilidad de que la economía naranja se transforme en un vehículo de desarrollo tangible en un futuro cercano.
“Aunque suene como un cliché y lugar común, la pasión de los jóvenes que participan en el sector cultural colombiano es de subrayar. Aquí no existe ese cinismo palpable en los países industrializados. Es verdad que tienen grandes preocupaciones y grandes problemáticas sociales, pero al mismo tiempo hay una confianza y un compromiso de sobrellevarlos y superarlos que es admirable. Creo que eso coloca a Colombia en una posición privilegiada para que la cultura sea un componente esencial de desarrollo económico y social en unos años. Y San Andrés y Providencia serán un ejemplo de esto”, concluyó Richards.