La fantasía de vestir inspirada en el arte
Sandra es artista plástica pero como primera profesión antepone el ser madre. Colombianos berracos.
Sandra Pino Bacca
Cuando Sandra González quedó embarazada, despertó también su don por el tejido y el bordado: “hace 13 años empecé a bordar para mis hijos mientras estaba embarazada. Luego, con el ánimo de permanecer en casa con dos gemelos y no dejarlos al cuidado de nadie siendo bebés, busqué la forma de hacer algo rentable y que me gustara. Alguna vez escuché en el yagé que la pacha mama me mandó a ‘trabajar bonito’. A partir de esa premisa busqué seguir”.
Fue de esta forma que su vida se vio encaminada por la creación de prendas de vestir, en donde pudiera fusionar varias técnicas de las abuelas que se realizan con puntadas tradicionales y así, poquito a poquito, se vio en uno de sus fuertes: los vestidos de niña con apliques: “siempre he creado con las manos. Empecé haciendo almohadas con formas de guitarras eléctricas, por mi amor al rock. Luego hice lagartijas y empecé a asistir a ferias pequeñas. Siempre me atrajo la idea de hacer vestidos para niñas y a raíz de que ya había experimentado haciendo uno para mi hija decidí iniciar un nuevo camino con $7.000 en el bolsillo pero millones de ganas. Hice unos y fueron un total éxito”, dice Sandra, quien tiene un talento manual increíble.
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El tiempo ha sido su mejor aliado y la dedicación su mejor amiga: “con el paso del tiempo los vestidos para niñas han tenido cambios. Artemisia son diseños exclusivos, me siento con cada uno a imaginar qué puede crear una escena, luego procedo a manejar mis tijeras y van apareciendo las formas. Me aseguro que sea un cuadro armonioso. Luego Cristina, Patricia –amigas y compañeras de trabajo– o yo, iniciamos el bordado, tenemos más de 15 puntadas diferentes y manejamos muchos colores en los hilos, cada uno puede llevarnos hasta cuatro horas de dedicación. Luego yo les doy personalidad terminando el bordado de las caritas de los animales y enmarcamos el cuadro que es cada vestido con la terminación del forro, etiqueta y sus broches”, para dar el toque final a una verdadera obra de arte que adorna el bello vestido de una niña, en el año y los siete años, a un costo que varía entre $50.000 y $90.000.
Sandra sabe que su producto es para boutiques especiales donde se valora el trabajo manual y el arte del mismo: “iniciar una empresa no es fácil, pero lo más bello para mí es la aceptación de las personas cuando ven el producto. Son tiernos, delicados y la gente lo expresa, aunque no puedo negar que abrirme paso en un mercado lleno de marcas gigantes como es el de la confección ha sido demasiado difícil, aunque lo que no tiene valor es la calidad de tiempo para mis hijos y que ser independiente es una fortuna”.
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Ahora, más visionaria y enfocada en el valor de este tipo de prendas, ha expandir su mercado: “estamos elaborando piezas para mujer con bordados más artísticos y únicos, ampliando nuestro consumidor final. Prendas como chaquetas, que llevan nuestra técnica de bordado y decoración, logrando obras que han impactado mucho a los amantes de prendas exclusivas, con una marca que ya hace presencia en México e Italia. Aunque el valor en Colombia es muy bajo, pues no se tiene en cuenta el tiempo que se dedica, el diseño, la creación y ese ‘Hecho a mano’, que es definitivamente invaluable. Me siento una enamorada de mi trabajo, crear es mi profesión, enamorar visualmente con lo creado con mis manos me gusta. Hace unos años empecé a crear para mujeres mayores de 15 y menores de 50, faldas y chaquetas personalizadas. Ver lágrimas en los ojos de una mujer que ve materializado lo que me trató de explicar que era su diseño me llena de emoción. Te cuento lo satisfecha que me siento con mi trabajo, que más que eso es mi pasión, y es pintar solo que es una forma diferente de plasmar arte”, dice Sandra.
Artemisia es también una forma de hacer lo que más ama y le paguen por ello. Una manera certera de encontrar armonía.
Redes sociales y contacto:
Instagram: @artemisiacolombia
Celular: 3138113023
Cuando Sandra González quedó embarazada, despertó también su don por el tejido y el bordado: “hace 13 años empecé a bordar para mis hijos mientras estaba embarazada. Luego, con el ánimo de permanecer en casa con dos gemelos y no dejarlos al cuidado de nadie siendo bebés, busqué la forma de hacer algo rentable y que me gustara. Alguna vez escuché en el yagé que la pacha mama me mandó a ‘trabajar bonito’. A partir de esa premisa busqué seguir”.
Fue de esta forma que su vida se vio encaminada por la creación de prendas de vestir, en donde pudiera fusionar varias técnicas de las abuelas que se realizan con puntadas tradicionales y así, poquito a poquito, se vio en uno de sus fuertes: los vestidos de niña con apliques: “siempre he creado con las manos. Empecé haciendo almohadas con formas de guitarras eléctricas, por mi amor al rock. Luego hice lagartijas y empecé a asistir a ferias pequeñas. Siempre me atrajo la idea de hacer vestidos para niñas y a raíz de que ya había experimentado haciendo uno para mi hija decidí iniciar un nuevo camino con $7.000 en el bolsillo pero millones de ganas. Hice unos y fueron un total éxito”, dice Sandra, quien tiene un talento manual increíble.
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El tiempo ha sido su mejor aliado y la dedicación su mejor amiga: “con el paso del tiempo los vestidos para niñas han tenido cambios. Artemisia son diseños exclusivos, me siento con cada uno a imaginar qué puede crear una escena, luego procedo a manejar mis tijeras y van apareciendo las formas. Me aseguro que sea un cuadro armonioso. Luego Cristina, Patricia –amigas y compañeras de trabajo– o yo, iniciamos el bordado, tenemos más de 15 puntadas diferentes y manejamos muchos colores en los hilos, cada uno puede llevarnos hasta cuatro horas de dedicación. Luego yo les doy personalidad terminando el bordado de las caritas de los animales y enmarcamos el cuadro que es cada vestido con la terminación del forro, etiqueta y sus broches”, para dar el toque final a una verdadera obra de arte que adorna el bello vestido de una niña, en el año y los siete años, a un costo que varía entre $50.000 y $90.000.
Sandra sabe que su producto es para boutiques especiales donde se valora el trabajo manual y el arte del mismo: “iniciar una empresa no es fácil, pero lo más bello para mí es la aceptación de las personas cuando ven el producto. Son tiernos, delicados y la gente lo expresa, aunque no puedo negar que abrirme paso en un mercado lleno de marcas gigantes como es el de la confección ha sido demasiado difícil, aunque lo que no tiene valor es la calidad de tiempo para mis hijos y que ser independiente es una fortuna”.
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Ahora, más visionaria y enfocada en el valor de este tipo de prendas, ha expandir su mercado: “estamos elaborando piezas para mujer con bordados más artísticos y únicos, ampliando nuestro consumidor final. Prendas como chaquetas, que llevan nuestra técnica de bordado y decoración, logrando obras que han impactado mucho a los amantes de prendas exclusivas, con una marca que ya hace presencia en México e Italia. Aunque el valor en Colombia es muy bajo, pues no se tiene en cuenta el tiempo que se dedica, el diseño, la creación y ese ‘Hecho a mano’, que es definitivamente invaluable. Me siento una enamorada de mi trabajo, crear es mi profesión, enamorar visualmente con lo creado con mis manos me gusta. Hace unos años empecé a crear para mujeres mayores de 15 y menores de 50, faldas y chaquetas personalizadas. Ver lágrimas en los ojos de una mujer que ve materializado lo que me trató de explicar que era su diseño me llena de emoción. Te cuento lo satisfecha que me siento con mi trabajo, que más que eso es mi pasión, y es pintar solo que es una forma diferente de plasmar arte”, dice Sandra.
Artemisia es también una forma de hacer lo que más ama y le paguen por ello. Una manera certera de encontrar armonía.
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Instagram: @artemisiacolombia
Celular: 3138113023