“La guerra no sirve para nada”: Rodrigo Londoño
A seis años de la firma de los acuerdos de paz negociados en La Habana, el último comandante en jefe de las Farc en armas les habló a jóvenes estudiantes de Bucaramanga y los invitó a reflexionar sobre la importancia de la paz. Dos estudiantes comparten la experiencia.
Paula Rueda y Silvia Gómez
“El que es revolucionario convencido jamás se va a sentir vencido”, mencionó Rodrigo Londoño Echeverri entre las paredes del auditorio Ágora de la Universidad Industrial de Santander. A las 7:13 de la mañana del 16 de septiembre, entre símbolos patrios e himnos, comenzó el XXVI Congreso de Jóvenes Pioneros de la Filosofía. Colegios públicos como el Dámaso Zapata, Vicente Azuero, Instituto Empresarial Gabriela Mistral, Instituto Microempresarial El Carmen, entre otros, fueron convocados bajo el lema “Filosofía, conflicto y perspectiva de futuro”. Los estudiantes de décimo y undécimo grado llenaron el auditorio y mostraron un interés inusitado, pues mientras la ciudad pensaba en ferias y conciertos por el festín de su cumpleaños 400, ellos les apostaron a las historias de vida de la guerra y a la filosofía.
El auditorio estaba ansioso y llegó Rodrigo Londoño, Timochenko. Tomó el micrófono, saludó y se confesó: “nunca les he hablado a tantos jóvenes juntos. Gracias por estar aquí, pero les confieso que estos escenarios siempre me ponen nervioso, porque eso de sentirse por encima de la gente nunca me ha gustado”. Londoño, ya en la tarima, inició su intervención entre nerviosismo y ánimo. Los jóvenes siguieron atentos su charla que, sin duda, dejó frases que invitan a la reflexión nacional.
El silencio del auditorio se interrumpió con la voz pausada de Rodrigo Londoño. Él sostuvo que el gobierno del presidente Duque le apostó a hacer “trizas la paz”, pero acotó que no pudo. Y que esto fue gracias a la “enorme voluntad de los excombatientes de cada bando”. Frente a esto, señaló que el reto más grande “ha sido que las personas entiendan qué es el acuerdo y comprendan la historia del conflicto, para que lo valoren y lo hagan suyo, en especial los jóvenes. Es importante que hagan suyo el acuerdo, porque las nuevas generaciones deben crecer en una Colombia sin guerra”.
Londoño mencionó que le gusta y no le gusta que le llamen por su sobrenombre, pues comprende, por un lado, que eso lo hace más visible, pero también afirmó que, por otro lado, eso les permite a sus enemigos achacarle todos los crímenes cometidos y no cometidos. Él les contó a los asistentes que en la guerra el alias debía usarse para proteger la identidad y, de paso, para proteger posibles retaliaciones contra las familias de los que decidieron buscar la revolución por la vía armada.
Lecturas y batallas
Rodrigo Londoño precisó que él entró a las filas de las Farc a sus 17 años y firmó los acuerdos de paz a sus 57 años. Resumió sus 40 años de guerra con una frase que explica todo el dolor y el sufrimiento que viven aquellos que empuñan fusiles: “La guerra no sirve para nada”. De ahí, pasó a relatar hechos horrorosos de la dinámica propia de una guerra e invitó a los jóvenes para que “no coman cuento”, para que “estudien la historia, y no se queden solamente con la versión oficial, investiguen, porque la verdad no es absoluta, la verdad hay que buscarla, se busca de manera colectiva. Este proceso, les juro, los invitará a sumarse a la decisión de darlo todo por la paz”.
Además, Londoño relató que su líder Jacobo Arenas les impartía cursos de sociología y civismo dentro de los campamentos de las Farc. Dijo que la otra Colombia que sataniza todo los tildaba de “malditos bandoleros”, pero que ellos intentaban comprender, leyendo y debatiendo, los caminos de la lucha armada que fue animada por el triunfo del Che, Fidel y compañía el 1 de enero de 1959.
De igual modo, comentó que la lectura fue la que le abrió el camino de la rebelión. Extrañamente, el hábito lector lo hizo un conocedor excelso de La Biblia y a sus tempranos seis años de edad ya la había leído de cabo a rabo. Eso sí, la comprendió como historias de un pueblo lejano y no como un dogma, pues nunca fue religioso. Él dijo que su culto era político y que su lucha no era por él y su familia, “era y es por el pueblo más golpeado”.
Entre lecturas confesó que había conocido esfuerzos similares en América Latina, Europa y África. Eso lo hizo creyente del culto político, por lo que decidió sumarse a las filas de las Farc. Ese momento no lo olvida y lo compartió con los jóvenes de Bucaramanga: “cuando uno llega allá, se da cuenta de que es una actividad militar y social con sus leyes y normas propias”.
Recordó que en esa horrible dinámica de guerra tuvo que ver morir a muchos compañeros, y que también en consejos de guerra decidieron acabar con la vida de otros compañeros que habían luchado cuerpo a cuerpo contra el Ejército, pero que las investigaciones concluían que eran espías y que querían acabar con los revolucionarios: “era duro, porque uno nunca deja de ser humano, de tener vínculos afectivos, pero es ley de guerra: o son ellos o es uno. Recuerdo que un día tuvimos que votar para saber si sentenciábamos o no a un informante. Lamentablemente fue así, pero hay que decir que, si el informante lograba hablar con el batallón, los muertos hubiésemos sido nosotros, muchos de nosotros. Por eso, la guerra no debe alentarse nunca más”.
Rodrigo Londoño explica la importancia de la lectura y la necesidad de conocer la historia que deben tener los jóvenes estudiantes den Colombia.
En ese tono reflexivo, Timo recordó que el nacimiento de su segundo hijo, que ahora tiene 3 años, le ha permitido comprender mejor los efectos de la violencia en general y los enormes beneficios de la paz: “a los padres que les tocó irse para la guerrilla motivados por la persecución, a los que les tocó exiliarse y dejar los hijos acá en Colombia, o lo contrario, mandar a los hijos al exterior, claro que este proceso de paz los hace percibir la vida de otra manera. Yo fui padre en el monte, en guerra, y ahora que estoy en la Colombia urbana, disfruto muchísimo de mi familia; eso es otro de los grandes logros del acuerdo, pero no se dice mucho. Vivir tranquilo y en familia… eso, eso es un logro de la paz y no debemos perderlo nunca”.
Seguidamente, frente a la situación que enfrentan los excombatientes que hacen parte de la comunidad LGBTIQ+, puntualizó: “eso es un fenómeno bien interesante del que no éramos muy conscientes cuando estábamos en la guerra. Había mucha estigmatización sobre ese sector, pero algo que me hace sentir orgulloso y satisfecho es que gracias a este proceso se han visibilizado y han creado conciencia de la necesidad de pelear por sus derechos. Yo tengo que ser honesto y decir que estoy aprendiendo de todas sus luchas, las veo, trato de comprenderlas y las apoyo con todo lo que tengo; pero mentiría si digo que lo sabía con esta claridad hace 20 años, por eso siempre estamos en constante aprendizaje, nunca dejamos de aprender”.
Para finalizar, Rodrigo Londoño agradeció el espacio y la organización que fue liderada por los profesores de filosofía Luis Cuadros, Luis Carrillo y la Escuela de Derecho y Ciencia Política de la Universidad Industrial de Santander. Tomó aire e invitó a los jóvenes a leer, a regalar libros en todas las fechas, “incluso en amor y amistad que se festeja este mes”. Y del mismo modo, mencionó que él es un lector consumado y que por eso reafirma que, si Gabriel García Márquez estuviese vivo, él le diría que “la paz es el camino para que las estirpes condenadas a cien años de soledad, tengan, definitivamente, una segunda oportunidad sobre la tierra”. Aplausos sonoros despidieron su intervención.
“El que es revolucionario convencido jamás se va a sentir vencido”, mencionó Rodrigo Londoño Echeverri entre las paredes del auditorio Ágora de la Universidad Industrial de Santander. A las 7:13 de la mañana del 16 de septiembre, entre símbolos patrios e himnos, comenzó el XXVI Congreso de Jóvenes Pioneros de la Filosofía. Colegios públicos como el Dámaso Zapata, Vicente Azuero, Instituto Empresarial Gabriela Mistral, Instituto Microempresarial El Carmen, entre otros, fueron convocados bajo el lema “Filosofía, conflicto y perspectiva de futuro”. Los estudiantes de décimo y undécimo grado llenaron el auditorio y mostraron un interés inusitado, pues mientras la ciudad pensaba en ferias y conciertos por el festín de su cumpleaños 400, ellos les apostaron a las historias de vida de la guerra y a la filosofía.
El auditorio estaba ansioso y llegó Rodrigo Londoño, Timochenko. Tomó el micrófono, saludó y se confesó: “nunca les he hablado a tantos jóvenes juntos. Gracias por estar aquí, pero les confieso que estos escenarios siempre me ponen nervioso, porque eso de sentirse por encima de la gente nunca me ha gustado”. Londoño, ya en la tarima, inició su intervención entre nerviosismo y ánimo. Los jóvenes siguieron atentos su charla que, sin duda, dejó frases que invitan a la reflexión nacional.
El silencio del auditorio se interrumpió con la voz pausada de Rodrigo Londoño. Él sostuvo que el gobierno del presidente Duque le apostó a hacer “trizas la paz”, pero acotó que no pudo. Y que esto fue gracias a la “enorme voluntad de los excombatientes de cada bando”. Frente a esto, señaló que el reto más grande “ha sido que las personas entiendan qué es el acuerdo y comprendan la historia del conflicto, para que lo valoren y lo hagan suyo, en especial los jóvenes. Es importante que hagan suyo el acuerdo, porque las nuevas generaciones deben crecer en una Colombia sin guerra”.
Londoño mencionó que le gusta y no le gusta que le llamen por su sobrenombre, pues comprende, por un lado, que eso lo hace más visible, pero también afirmó que, por otro lado, eso les permite a sus enemigos achacarle todos los crímenes cometidos y no cometidos. Él les contó a los asistentes que en la guerra el alias debía usarse para proteger la identidad y, de paso, para proteger posibles retaliaciones contra las familias de los que decidieron buscar la revolución por la vía armada.
Lecturas y batallas
Rodrigo Londoño precisó que él entró a las filas de las Farc a sus 17 años y firmó los acuerdos de paz a sus 57 años. Resumió sus 40 años de guerra con una frase que explica todo el dolor y el sufrimiento que viven aquellos que empuñan fusiles: “La guerra no sirve para nada”. De ahí, pasó a relatar hechos horrorosos de la dinámica propia de una guerra e invitó a los jóvenes para que “no coman cuento”, para que “estudien la historia, y no se queden solamente con la versión oficial, investiguen, porque la verdad no es absoluta, la verdad hay que buscarla, se busca de manera colectiva. Este proceso, les juro, los invitará a sumarse a la decisión de darlo todo por la paz”.
Además, Londoño relató que su líder Jacobo Arenas les impartía cursos de sociología y civismo dentro de los campamentos de las Farc. Dijo que la otra Colombia que sataniza todo los tildaba de “malditos bandoleros”, pero que ellos intentaban comprender, leyendo y debatiendo, los caminos de la lucha armada que fue animada por el triunfo del Che, Fidel y compañía el 1 de enero de 1959.
De igual modo, comentó que la lectura fue la que le abrió el camino de la rebelión. Extrañamente, el hábito lector lo hizo un conocedor excelso de La Biblia y a sus tempranos seis años de edad ya la había leído de cabo a rabo. Eso sí, la comprendió como historias de un pueblo lejano y no como un dogma, pues nunca fue religioso. Él dijo que su culto era político y que su lucha no era por él y su familia, “era y es por el pueblo más golpeado”.
Entre lecturas confesó que había conocido esfuerzos similares en América Latina, Europa y África. Eso lo hizo creyente del culto político, por lo que decidió sumarse a las filas de las Farc. Ese momento no lo olvida y lo compartió con los jóvenes de Bucaramanga: “cuando uno llega allá, se da cuenta de que es una actividad militar y social con sus leyes y normas propias”.
Recordó que en esa horrible dinámica de guerra tuvo que ver morir a muchos compañeros, y que también en consejos de guerra decidieron acabar con la vida de otros compañeros que habían luchado cuerpo a cuerpo contra el Ejército, pero que las investigaciones concluían que eran espías y que querían acabar con los revolucionarios: “era duro, porque uno nunca deja de ser humano, de tener vínculos afectivos, pero es ley de guerra: o son ellos o es uno. Recuerdo que un día tuvimos que votar para saber si sentenciábamos o no a un informante. Lamentablemente fue así, pero hay que decir que, si el informante lograba hablar con el batallón, los muertos hubiésemos sido nosotros, muchos de nosotros. Por eso, la guerra no debe alentarse nunca más”.
Rodrigo Londoño explica la importancia de la lectura y la necesidad de conocer la historia que deben tener los jóvenes estudiantes den Colombia.
En ese tono reflexivo, Timo recordó que el nacimiento de su segundo hijo, que ahora tiene 3 años, le ha permitido comprender mejor los efectos de la violencia en general y los enormes beneficios de la paz: “a los padres que les tocó irse para la guerrilla motivados por la persecución, a los que les tocó exiliarse y dejar los hijos acá en Colombia, o lo contrario, mandar a los hijos al exterior, claro que este proceso de paz los hace percibir la vida de otra manera. Yo fui padre en el monte, en guerra, y ahora que estoy en la Colombia urbana, disfruto muchísimo de mi familia; eso es otro de los grandes logros del acuerdo, pero no se dice mucho. Vivir tranquilo y en familia… eso, eso es un logro de la paz y no debemos perderlo nunca”.
Seguidamente, frente a la situación que enfrentan los excombatientes que hacen parte de la comunidad LGBTIQ+, puntualizó: “eso es un fenómeno bien interesante del que no éramos muy conscientes cuando estábamos en la guerra. Había mucha estigmatización sobre ese sector, pero algo que me hace sentir orgulloso y satisfecho es que gracias a este proceso se han visibilizado y han creado conciencia de la necesidad de pelear por sus derechos. Yo tengo que ser honesto y decir que estoy aprendiendo de todas sus luchas, las veo, trato de comprenderlas y las apoyo con todo lo que tengo; pero mentiría si digo que lo sabía con esta claridad hace 20 años, por eso siempre estamos en constante aprendizaje, nunca dejamos de aprender”.
Para finalizar, Rodrigo Londoño agradeció el espacio y la organización que fue liderada por los profesores de filosofía Luis Cuadros, Luis Carrillo y la Escuela de Derecho y Ciencia Política de la Universidad Industrial de Santander. Tomó aire e invitó a los jóvenes a leer, a regalar libros en todas las fechas, “incluso en amor y amistad que se festeja este mes”. Y del mismo modo, mencionó que él es un lector consumado y que por eso reafirma que, si Gabriel García Márquez estuviese vivo, él le diría que “la paz es el camino para que las estirpes condenadas a cien años de soledad, tengan, definitivamente, una segunda oportunidad sobre la tierra”. Aplausos sonoros despidieron su intervención.