La historia de Bleidy Bucurú León
Como en un cuento de hadas, una joven desplazada pasó de la zozobra del conflicto a la fantasía de ser la más bella.
Rosario Moreno Hernández
En la mente de Bleidy Bucurú León, una joven de 18 años, aún está el día en que 24 cilindros bomba cayeron en el casco urbano de El Castillo (Meta) y destruyeron el pueblo, matando a muchos de sus vecinos y amigos.
Tenía apenas 8 años y había llegado de San José del Guaviare, donde nació. Aunque vivía con su mamá en la vereda El Encanto, la zona estaba lejos de ser atractiva en aquella época.
“De allá tuvimos que salir por culpa del conflicto. Cada vez que los grupos armados llegaban a la vereda, a mi familia le tocaba salir corriendo para el casco urbano del municipio para esquivar las balas. La situación fue empeorando cada vez más y tuvimos que vender la finca por un valor ridículo y buscar otro lugar para empezar de nuevo”, recuerda Bleidy.
El desplazamiento causado por la guerra también le arrebató a su familia. Luego de que llegaron a Granada (Meta) para intentar rehacer su vida, pocos se acostumbraron al trajín de la ciudad. Su padre volvió a San José y Bleidy, sus dos hermanas y su mamá se quedaron en el Meta.
Mientras su madre luchaba por el subsidio de desplazada, Bleidy quería convertir esa pesadilla en un sueño de fantasía. Aunque le gustaba el trabajo de llano y estar en la finca lejos del ruido de las ciudades, el destino le tenía preparado otro rumbo.
La primera sorpresa fue cuando en 2008 participó y ganó el reinado de su colegio, lo que, sin querer, la inició en el mundo del modelaje.
Después de culminar su bachillerato, Bleidy llegó a Villavicencio y conoció a Cristina Roa, una mujer que se convirtió en el “hada madrina” de esta historia. Ella y su esposo son ahora como “padres adoptivos”, que la apoyan y ven en ella la actitud para el modelaje.
Así, la convencieron de presentarse en 2009 a “Bellas y talentosas”, un programa de la Gobernación del Meta para elegir a las representantes del departamento a todos los reinados del país. Ella ganó el honor de ser candidata al Reinado Nacional del Turismo en Girardot (Cundinamarca), donde fue elegida virreina.
También, con el apoyo de su “hada madrina”, Bleidy comenzó a estudiar administración de empresa.
Pero en enero pasado, en Aguazul (Casanare), llegó lo que hasta ahora ha sido su mayor consagración: junto a otras 16 candidatas de todo el país participó en el XXIII Reinado Nacional del Arroz y consiguió el cetro y la corona.
Su entrevista con el jurado fue una de las mejores por el amplio conocimiento sobre este cereal, el cual logró gracias a la ayuda de los arroceros de ese departamento y a la sabiduría que sobre el campo y la tierra había logrado de su familia cuando vivía en El Castillo.
“Nunca pensé en ser reina. Me encanta la vida del campo, cuando vivíamos en la finca de mi familia disfrutaba todo eso: el ganado, el tinto cerrero de las mañanas, las gallinas, eso me hacía inmensamente feliz”, dice Bleidy con una sonrisa y mostrando su blanca dentadura.
Con 1,73 metros de estatura, esta joven llanera quiere seguir soñando: ser periodista, convertirse en una top model y en un futuro cercano ayudar para que los niños desplazados del país traten de que esos sueños de fantasía que tienen se conviertan en realidad.
En la mente de Bleidy Bucurú León, una joven de 18 años, aún está el día en que 24 cilindros bomba cayeron en el casco urbano de El Castillo (Meta) y destruyeron el pueblo, matando a muchos de sus vecinos y amigos.
Tenía apenas 8 años y había llegado de San José del Guaviare, donde nació. Aunque vivía con su mamá en la vereda El Encanto, la zona estaba lejos de ser atractiva en aquella época.
“De allá tuvimos que salir por culpa del conflicto. Cada vez que los grupos armados llegaban a la vereda, a mi familia le tocaba salir corriendo para el casco urbano del municipio para esquivar las balas. La situación fue empeorando cada vez más y tuvimos que vender la finca por un valor ridículo y buscar otro lugar para empezar de nuevo”, recuerda Bleidy.
El desplazamiento causado por la guerra también le arrebató a su familia. Luego de que llegaron a Granada (Meta) para intentar rehacer su vida, pocos se acostumbraron al trajín de la ciudad. Su padre volvió a San José y Bleidy, sus dos hermanas y su mamá se quedaron en el Meta.
Mientras su madre luchaba por el subsidio de desplazada, Bleidy quería convertir esa pesadilla en un sueño de fantasía. Aunque le gustaba el trabajo de llano y estar en la finca lejos del ruido de las ciudades, el destino le tenía preparado otro rumbo.
La primera sorpresa fue cuando en 2008 participó y ganó el reinado de su colegio, lo que, sin querer, la inició en el mundo del modelaje.
Después de culminar su bachillerato, Bleidy llegó a Villavicencio y conoció a Cristina Roa, una mujer que se convirtió en el “hada madrina” de esta historia. Ella y su esposo son ahora como “padres adoptivos”, que la apoyan y ven en ella la actitud para el modelaje.
Así, la convencieron de presentarse en 2009 a “Bellas y talentosas”, un programa de la Gobernación del Meta para elegir a las representantes del departamento a todos los reinados del país. Ella ganó el honor de ser candidata al Reinado Nacional del Turismo en Girardot (Cundinamarca), donde fue elegida virreina.
También, con el apoyo de su “hada madrina”, Bleidy comenzó a estudiar administración de empresa.
Pero en enero pasado, en Aguazul (Casanare), llegó lo que hasta ahora ha sido su mayor consagración: junto a otras 16 candidatas de todo el país participó en el XXIII Reinado Nacional del Arroz y consiguió el cetro y la corona.
Su entrevista con el jurado fue una de las mejores por el amplio conocimiento sobre este cereal, el cual logró gracias a la ayuda de los arroceros de ese departamento y a la sabiduría que sobre el campo y la tierra había logrado de su familia cuando vivía en El Castillo.
“Nunca pensé en ser reina. Me encanta la vida del campo, cuando vivíamos en la finca de mi familia disfrutaba todo eso: el ganado, el tinto cerrero de las mañanas, las gallinas, eso me hacía inmensamente feliz”, dice Bleidy con una sonrisa y mostrando su blanca dentadura.
Con 1,73 metros de estatura, esta joven llanera quiere seguir soñando: ser periodista, convertirse en una top model y en un futuro cercano ayudar para que los niños desplazados del país traten de que esos sueños de fantasía que tienen se conviertan en realidad.