¡La luz que nace del desespero!
Lámparas decorativas de perritos, gatos, aviones, robots y demás que se convierten en piezas de arte en las manos de Oswaldo Perdono. Serie colombianos berracos.
Sandra Pino Bacca
“Esta idea nace del desespero e inconformidad de ver que no siempre funciona lo clásico. Yo hago muebles desde hace diez años, pero nada que lograba como para decir estoy alcanzando el éxito. Así que con el “retal” (sobrantes) que me quedaba, comencé a diseñar estas lámparas robot y afortunadamente, han gustado mucho, pues aparte de iluminar espacios, son funcionales para cargar el celular, el parlante y demás que necesite carga USB”, dice Oswaldo Perdono.
Lámparas decorativas de perritos, gatos, aviones, robots y demás que se convierten en piezas de arte en las manos de Oswaldo Perdono, un escultor que encontramos en el mercado de pulgas del sector de Usaquén en Bogotá. Un soñador que no ha parado en su “perrenque” y “rebusque” para lograr como se dice en el argot popular, “pegarle al perro” y así ver que su trabajo tiene un sentido prospero.
Estudió en el Sena, de allí salió lleno de ilusiones y como pudo consiguió un plante para invertir pero desafortunadamente, cuenta no le dio ningún fruto. “En ese desespero por recuperar lo invertido empecé a usar el retal, y a pedirles a los jefes que había yo tenido cuando era empleado a que me dieran sus retazos y así fue, obviamente lo que nos costó es la parte eléctrica pero fueron esos sobrantes los que nos dieron para podernos poner de pie, sino no sé qué estaríamos haciendo”, afirma.
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Oswaldo es un hombre noble y tranquilo, en sus ojos se refleja el paso de momentos de angustia y desolación, pero es su mirada, la que nos hace entender cual es su principal motivación para seguirlo intentando: “Somos tres padres, concentrados en sacar este sueño adelante. Es importante decirles algo, lo más difícil o duro fue la pandemia, era decadente la impotencia, no siempre se vendía y además los arriendos, el mantenimiento de máquinas, los materiales… eso ha sido difícil y hasta me da escalofrío recordarlo”, explica Oswaldo.
“Hasta hora llevamos dos años, pero al poner en la balanza, debo destacar que lo más enriquecedor, es el impacto que ha tenido en las personas ya que hemos visto que han sido para regalos o para decorar un espacio, es gratificante ver como una persona puede imaginarse millones de cosas con nuestro producto”, cuenta llenito de esperanza.
El ebanista, encontró su máxima pasión. Produce entre 90 y 100 lámparas mensualmente, de ello, viven tres familias en la localidad de Patio Bonito (sur de Bogotá), dicen que si tuvieran los recursos para comprar maquinas, la producción podría a ser entre dos mil y cinco mil figuras, juguetes y todo lo que se puede crear del bien llamado mundo didáctico y allí si “la romperían” en ganancias.
Lea también: Rodrigo Arcila: De vendedor de empanadas a emprendedor de la moda.
“Al ser un producto artesanal no tenemos competencia en lámparas de madera aquí en Colombia, que es maravilloso (ríe con picardía). Ahora mismo, sí, ya que de las ventas de estos productos es de lo estamos viviendo, por qué deje de hacer muebles y los invite a ellos a ser parte de ROBOLAMPAS. Que anhelamos no sean solo lámparas sino juguetes que permitan a los niños a volver a jugar con sus manos y no solo con juegues en internet y maquinas que no les dejan volar su imaginación como lo hacía uno de niño”, narra.
En Colombia fabricantes de juguetes didácticos ya hay pocos, pues la tecnología desvirtuó por completo el concepto de jugar, con arma todos, rompecabezas, carros de madera, caballitos de palo y demás. “Soñamos con tantas cosas lograr, por ejemplo el poder participar en ferias a nivel nacional e internacional ya que es un suvenir muy atractivo para los extranjeros en este momento las han llevado a 20 países. Es increíble pero el que más se deslumbra con nuestro trabajo es el extranjero, los nuestros creo que se han olvidado de la importancia del trabajo de nosotros los artesanos. Por eso es tan importante el lograr que los padres nos vean e incluyan en sus compras de entretenimiento, como una opción que permite volar la imaginación de sus pequeños y que además decora como una pieza artística los espacios”, finaliza Oswaldo.
Una pieza de ROBOLAMPS, oscila entre 120.000 pesos colombianos y 1.200.000, esto depende del tamaño, la complejidad y tiempo que les requiere producirla. A parte del tan conocido, mercado de las pulgas, también vender por medio de sus redes sociales. Están en Instagram y Facebook como robolamps.
“Esta idea nace del desespero e inconformidad de ver que no siempre funciona lo clásico. Yo hago muebles desde hace diez años, pero nada que lograba como para decir estoy alcanzando el éxito. Así que con el “retal” (sobrantes) que me quedaba, comencé a diseñar estas lámparas robot y afortunadamente, han gustado mucho, pues aparte de iluminar espacios, son funcionales para cargar el celular, el parlante y demás que necesite carga USB”, dice Oswaldo Perdono.
Lámparas decorativas de perritos, gatos, aviones, robots y demás que se convierten en piezas de arte en las manos de Oswaldo Perdono, un escultor que encontramos en el mercado de pulgas del sector de Usaquén en Bogotá. Un soñador que no ha parado en su “perrenque” y “rebusque” para lograr como se dice en el argot popular, “pegarle al perro” y así ver que su trabajo tiene un sentido prospero.
Estudió en el Sena, de allí salió lleno de ilusiones y como pudo consiguió un plante para invertir pero desafortunadamente, cuenta no le dio ningún fruto. “En ese desespero por recuperar lo invertido empecé a usar el retal, y a pedirles a los jefes que había yo tenido cuando era empleado a que me dieran sus retazos y así fue, obviamente lo que nos costó es la parte eléctrica pero fueron esos sobrantes los que nos dieron para podernos poner de pie, sino no sé qué estaríamos haciendo”, afirma.
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Oswaldo es un hombre noble y tranquilo, en sus ojos se refleja el paso de momentos de angustia y desolación, pero es su mirada, la que nos hace entender cual es su principal motivación para seguirlo intentando: “Somos tres padres, concentrados en sacar este sueño adelante. Es importante decirles algo, lo más difícil o duro fue la pandemia, era decadente la impotencia, no siempre se vendía y además los arriendos, el mantenimiento de máquinas, los materiales… eso ha sido difícil y hasta me da escalofrío recordarlo”, explica Oswaldo.
“Hasta hora llevamos dos años, pero al poner en la balanza, debo destacar que lo más enriquecedor, es el impacto que ha tenido en las personas ya que hemos visto que han sido para regalos o para decorar un espacio, es gratificante ver como una persona puede imaginarse millones de cosas con nuestro producto”, cuenta llenito de esperanza.
El ebanista, encontró su máxima pasión. Produce entre 90 y 100 lámparas mensualmente, de ello, viven tres familias en la localidad de Patio Bonito (sur de Bogotá), dicen que si tuvieran los recursos para comprar maquinas, la producción podría a ser entre dos mil y cinco mil figuras, juguetes y todo lo que se puede crear del bien llamado mundo didáctico y allí si “la romperían” en ganancias.
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“Al ser un producto artesanal no tenemos competencia en lámparas de madera aquí en Colombia, que es maravilloso (ríe con picardía). Ahora mismo, sí, ya que de las ventas de estos productos es de lo estamos viviendo, por qué deje de hacer muebles y los invite a ellos a ser parte de ROBOLAMPAS. Que anhelamos no sean solo lámparas sino juguetes que permitan a los niños a volver a jugar con sus manos y no solo con juegues en internet y maquinas que no les dejan volar su imaginación como lo hacía uno de niño”, narra.
En Colombia fabricantes de juguetes didácticos ya hay pocos, pues la tecnología desvirtuó por completo el concepto de jugar, con arma todos, rompecabezas, carros de madera, caballitos de palo y demás. “Soñamos con tantas cosas lograr, por ejemplo el poder participar en ferias a nivel nacional e internacional ya que es un suvenir muy atractivo para los extranjeros en este momento las han llevado a 20 países. Es increíble pero el que más se deslumbra con nuestro trabajo es el extranjero, los nuestros creo que se han olvidado de la importancia del trabajo de nosotros los artesanos. Por eso es tan importante el lograr que los padres nos vean e incluyan en sus compras de entretenimiento, como una opción que permite volar la imaginación de sus pequeños y que además decora como una pieza artística los espacios”, finaliza Oswaldo.
Una pieza de ROBOLAMPS, oscila entre 120.000 pesos colombianos y 1.200.000, esto depende del tamaño, la complejidad y tiempo que les requiere producirla. A parte del tan conocido, mercado de las pulgas, también vender por medio de sus redes sociales. Están en Instagram y Facebook como robolamps.